Capítulo I: The winner takes it all.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
I don't wanna talk
About the things we've gone through
Though it's hurting me
Now it's history
///
No quiero hablar
Sobre las cosas por las que hemos pasado
Aunque me está lastimando
Ahora es historia...
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.
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Las mañanas en Konoha eran sumamente frías en esa época del año, Hinata necesitaba abrir un poco más al agua caliente para poder bañarse de manera agradable. No odiaba el invierno, le agradaba porque le era posible usar sus bufandas favoritas, también beber algo caliente y disfrutar de la sensación cálida que viajaba por su garganta y aliviaba el frío de su cuerpo. Lo único que no le gustaba, es que debía visitar más seguido a su padre, en ocasiones quedarse a pasar la noche por si se le ofrecía algo. Con su padre no mantenía una buena relación, él siempre intentaba encontrarle una pareja, de preferencia con grandes cantidades de dinero en la cartera. Es como si Hiashi creyera que lo único que ella podía hacer era casarse. Hinata no se sentía bien con la idea de abandonar a su padre.
Se sentó frente a su tocador, sólo agregaría un poco de polvo a su rostro y un brillo discreto a sus labios, normalmente no se maquilla, empero, ese día quería verse muy presentable. Sería su primer día en su nuevo trabajo, al que recién la transfirieron después de sus buenas recomendaciones en la escuela anterior. Este lugar le quedaba más cerca, y eso le ayudaba a economizar en los transportes y a ahorrar tiempo. Observó bien su reflejo en el espejo al terminar, se veía un poco triste a pesar de que le hacía ilusión conocer a sus nuevos alumnos. Su vida era muy solitaria, el único miembro de su familia con quién tenía comunicación era su padre, casi no contaba con amigos, y mejor prefería no hablar de pareja. Hinata creía que el tiempo de encontrar el amor para ella, pasó hace mucho. Por engañarse a sí misma con la ayuda de su padre y el matrimonio cancelado con Naruto, perdió la oportunidad de conocer otras personas, después Hinata prefirió enfocarse en su carrera, la que intentó dejar para enfocarse en su boda y futuro matrimonio.
Con un gran suspiro quiso alejar el cansancio que sentía sobre los hombros, salió de su habitación con prisa, no necesitaba encontrarse con su padre tan temprano. No deseaba que arruinara su buen ánimo. Prácticamente corrió por el pasillo, llegando a la puerta de inmediato se calzó con sus botas, mismas que combinaban con el gran abrigo que llevaba para protegerse del viento helado. A lado derecho de ese abrigo, una pequeña placa de metal mostraba su nombre junto a algunos adornos que buscaban llamar la atención de los infantes.
Su mala suerte se hizo presente al abrir la puerta, su padre estaba de pie junto al buzón, recibiendo un gran arreglo de flores. Hinata no ocultó su irritación, esperó que aquel mensajero se fuera para dirigirse a su padre. Ante la atenta mirada de Hiashi, Hinata Hyūga tomó el arreglo de rosas y lo arrojó al cesto de basura.
—¿No piensas leer la nota siquiera?— su padre alzó la voz, molesto por lo que pensaba era solamente un berrinche de su hija. Hinata le miró con rencor brillando en sus lindos ojos.
—No vuelva a recibir un regalo de Naruto, ya se lo he pedido antes— detestaba que su ex prometido estuviera tan empeñado en querer obtener su perdón, siempre le enviaba obsequios a su departamento y a casa de su padre. Había rosas, peluches, chocolates, cantidad de regalos que Hinata siempre terminaba botando. Antes eran por mes, ahora recibía regalos cada semana.
—No deberías ser tan dura con Naruto, hija. Él realmente quiere regresar contigo, siempre te envía obsequios lindos, incluso me deposita dinero para completar los gastos de la casa y...
—Espere, ¿Hace qué?, ¿Recibe dinero de Naruto?— no lo dejó continuar, su última declaración afectó tanto a Hinata que le obligó a gritar lo que tanto la lastimaba —¿Por qué humilla a su hija de esta forma?, ¿Por qué trata tan bien al hombre que rompió el corazón de su hija?— Hiashi permaneció en silencio, no creía que su hija pensara así de él —Acepta dinero de Naruto, quiere que regrese con él como si no tuviera un poco de amor por mí— su voz fue bajando de tono, ahora parecía más quebrada que al comienzo.
—No, hija...— Hiashi se lamentó al verla en ese estado, Hinata no entendía que todo lo hacía por su bien.
—Esta es la última vez que me lastima, no pienso regresar a este lugar— aquella declaración lo atemorizó, su hija se mostraba realmente decidida —Ya no me programe esas citas a ciegas, yo no quiero casarme— le dió la espalda a su padre, comenzando a dar grandes pasos para huir de la casa que la vió crecer.
—¡Hinata!— los gritos de su padre no la detuvieron, continuó su camino sin ver atrás. Tal vez, separarse de su padre siempre fue lo que debió hacer.
Al pasar algunas casas, removió entre el contenido de su bolso con el propósito de encontrar su celular, fue difícil hacerlo puesto que tenía muchos artículos para sus clases en su pequeña maleta. Entre sus contactos seguía el número de Naruto, aquel que guardó solamente para bloquearlo y no tener que recibir sus mensajes y llamadas. Al tercer timbre contestó, se escuchaba entusiasmado, y era verdad, Naruto se sentía feliz al ver que Hinata le llamaba.
—¡Hinata!, Que gusto con...
—No vuelvas a enviarme regalos, no quiero nada de ti— lo interrumpió, no consiguió controlar su llanto, estaba destrozada al enterarse que su padre lo prefería sobre ella —No le entregues más dinero a mi padre, no me obligues a pedir una orden de restricción en tu contra.
—No, espera Hinata, yo sólo...
Le colgó y de inmediato volvió a bloquear su número, esperaba no tener que tratar con Naruto nuevamente. Al pasar por un pequeño callejón, se escondió para poder llorar sin ser vista por nadie. Era necesario desahogarse antes de ir a su nuevo trabajo, no le gustaría asustar a los niños con sus ojos rojos.
Por otro lado, Naruto se lamentaba por su suerte. Debió ser sincero con Hinata, así tal vez tendría una oportunidad de recuperarla, no como ahora que lo detestaba. Naruto entendió lo que hizo sufrir a Hinata, después de haber sido abandonado también por Sasuke. Quien pensó que era su gran amor, lo dejó al mes de estar juntos, por cumplir a la chica que esperaba a su hijo. Naruto también lloró, por lo cruel que era el destino.
Seis años antes.
—¿Segura de que puedes regresar sola?— la lluvia se había detenido desde hace una hora, los fideos que comieron funcionaron para hacer entrar en calor a la chica del vestido empapado. Obito no estaba muy convencido de enviarla sola a casa, pero ella insistía.
—No quiero causarle más molestias, ya estoy abusando de usted al llevarme su abrigo— murmuró apenada, frotando sus brazos mientras un ligero rubor se hacía presente en sus mejillas. Hinata se sentía bien a lado de ese hombre, desprendía un aire de amabilidad que le agradaba. Cuando ambos caminaban rumbo al restaurante y posteriormente a buscarle un taxi, lo miró ofrecer su ayuda a algunos ancianos.
—Está bien, pero debes prometerme que irás a mi concierto mañana— le recordó feliz, Hinata volvió a notar el gran brillo en su mirada, su expresión la cautivó por unos segundos. Entendía que debía ser increíble estar por cumplir tu mayor sueño.
—Lo prometo, estaré en su concierto— ella también sonrió, haciendo sentir al corazón de Obito más cálido. Su nueva amiga parecía estar olvidando un poco su mal momento, ya no lloraba tanto.
—Nos vemos mañana— se despidió de ella, permitiéndole por fin entrar al taxi que habían detenido hace poco.
—Adiós.
Al ver avanzar el auto algunos metros, Obito comprendió que no le había pedido su nombre, maldiciendo el ser tan despistado, intentó alcanzar el taxi al tiempo que hacía señas detrás de el. Ella no logró verlo, y el taxi no dejó de andar, Obito debió detenerse después de unos minutos. Reconocía que jamás lo lograría, era una tontería siquiera pensar que podría lograrlo, sería mejor preguntarle su nombre al siguiente día. Con suerte también obtendría su número de teléfono.
Observó bien la luna de regreso a su destino, caminaba por las calles llenas de charcos e imaginaba los ojos de aquella mujer. Eran tan lindos, fue una pena verlos llenos de lágrimas. En el bolsillo de su pantalón comenzó a sonar su celular, obligándolo a olvidar ese momento y centrarse en la realidad. Respondió a la llamada de su padre, sin pensar que ese era el comienzo del fin de sus sueños.
—Ya voy a casa, no debes preocuparte por...
—Soy Ino, Obito— la voz de su madrastra lo confundió, ella no solía usar el celular de su padre para llamarlo, tenía uno propio. Lo único que le llegó a la mente en ese momento, es que su padre podría estar mal.
—¿Qué sucede Ino?, ¿Dónde está...?
—Obito, tengo algo muy importante que decirte— la pausa de Ino le pareció eterna, tanto que le desesperaba que lo hiciera esperar tanto —Ella estuvo aquí.
—¿Qué?, ¿De quién estás hablando?— al terminar su pregunta, cayó en cuenta del motivo de la preocupación de Ino, seguramente su padre debía estar corriendo a esa mujer de su casa —Ah, ella...
—Obito... Lo siento mucho, no quiero recordarte a esa mujer— Ino sollozó, provocando que la molestia creciera en Obito. Seguramente esa mujer sólo fue a causarles problemas a su padre y su madrastra —Ella no venía sola.
—¿Qué quieres decir?
—Debes venir a casa de Madara, es muy importante— le suplicó Ino, la preocupación era palpable en su tono. Algo grave debía estar sucediendo para tener así a Ino, ella era una de las personas más fuertes que conocía.
—Tomaré un taxi y llegaré de inmediato, no te preocupes— ella prácticamente no quiso terminar la llamada, le continuó dando palabras de aliento, queriendo tranquilizar a Obito. Eso no estaba resultando muy bien, Obito se encontraba furioso.
Madara frotaba su cabeza con desesperación, tener que tratar con esa mujer lo sacaba de sus casillas, los dioses sabían cuánto la odiaba. Todavía no lograba entender cómo es que llegó a esa situación, tampoco imaginaba lo que afectaría a Obito. Ino permanecía cerca de él, cargando un bebé que no paraba de llorar por culpa de la fiebre. Su madre era una completa desconsiderada al no cuidarlo, y al tenerlo fuera con esa lluvia y estando enfermo.
Ino colocaba pequeñas compresas en la frente del bebé, no sabía que más hacer para aliviar su llanto, le insistía a Madara con ir al hospital, pero su esposo decía que debían esperar a Obito. No lo haría cambiar de opinión, por lo que Ino debió resignarse. También consideraba que era importante esperar a Obito y contarle lo que sucedió con su ex novia antes de partir y buscar atención médica.
La puerta se abrió dejando ver a un Obito muy preocupado, con su cabello húmedo y su ropa en igual estado. La vista de Obito se dirigió de inmediato al bebé en brazos de Ino, cerró la puerta principal para comenzar a caminar en esa dirección, sus zapatos fueron arrojados a cualquier lugar de la entrada.
—Obito...
—¿Quién es ese niño?— sus ojos no se apartaban del bebé, era tan pequeño y con poco cabello de color negro. Su piel estaba rosa, imaginó que tenía fiebre y por ese motivo Ino le colocaba compresas.
—Es tu hijo, tiene tres meses— fue la simple respuesta de Madara. Obito retrocedió algunos pasos, negando mientras algunas lágrimas escapaban de sus ojos.
—N-no es verdad, y-yo n-no...— se tomó la cabeza unos segundos, sentía como si todo le diera vueltas —Ella es una cualquiera, no puedo creerle nada.
—No se puede negar, hay una prueba de paternidad... Y cuando lo sostuve en mis brazos...— Madara también sintió que el calor de su corazón le hacía llorar —Fue como tenerte a ti, me recordó a la primera vez que te cargué.
—¿Una prueba?— repitió, Obito parecía estar en estado de shock con todas las noticias que recibía. Él siendo padre... ¿Cómo cuidaría de un bebé si su trabajo en la orquesta requería de constantes viajes?
—Hace unas semanas me contactó, le pedí primero que me diera una prueba de paternidad— Ino miró con sorpresa a su esposo, ella no tenía conocimiento de ese hecho.
—¿Lo sabías?
—Obito— intentó tranquilizarlo su padre.
—¿Por qué demonios me lo ocultaste?, ¿Por qué no me dijiste que volviste a verla?— para ese punto, Obito estaba demasiado molesto, descubrir que su padre y la mujer que lo lastimó tanto se veían a sus espaldas para tratar lo de su hijo le enfermaba. Ino saltó asustada al ver que Obito golpeaba la pared detrás de él, creando un gran hoyo que se manchó de sangre.
—¿Para qué?, ¿Para qué estuvieras así?— lo señaló, Obito lo sentía aun estando de espalda a él. Observó su mano llena de sangre, sus nudillos sufrieron el impacto de su golpe —Pensé que sería una mentira, no quería mencionarla si era una falsa alarma— le aclaró con rapidez, esperando que su hijo pudiera entenderlo.
—¿Dónde está ella?— su voz parecía otra, como si estuviera perdiendo el sentido, se mostraba ausente.
—No es necesario que...
—¡Dime dónde carajos está ella!— se dió la vuelta para encarar a Madara, con su fuerte grito, el bebé en brazos de Ino volvió a llorar.
—Ella...— trató de intervenir Ino, siendo interrumpida por su esposo.
—Se fué, ¿Estás contento ahora?— la poca paciencia de Madara fue rota, Obito bajó la mirada por su confesión —Te volvió a dejar, ¿Es eso lo querías escuchar?
—¡Madara!— lo llamó Ino molesta, el mencionado guardó silencio, no deseaba tener que lidiar con la furia de su esposa. Tampoco lastimar más a su hijo, bien sabía que esa mujer solamente dañaba a Obito —Es suficiente, después hablaremos de ella, ¡Lo importante es llevar al bebé al hospital!— Obito observó al niño, su hijo no paraba de llorar, por lo que decidió aceptar la idea de su madrastra.
—Es verdad, lo único que importa es mi hijo— seguía sin estar muy consciente de la situación, aun así, decidió correr a su habitación para recoger mantas y dinero, es lo único que le podía ofrecer por el momento a su bebé.
Ino, por su parte, dejó al niño al cuidado de Madara, y con pasos rápidos, se dirigió a la cocina para cargar con las papillas que preparó desde que el pequeño llegó a casa. Leche en polvo no tenía, pero probablemente mientras Madara, Obito y el bebé estaban en el hospital, ella podría regresar a casa y comprar la leche en polvo para preparar algunos biberones. Descartaba el que Obito lo hiciera, el pobre todavía no superaba por completo su estado de shock, así que ella lo ayudaría en todo lo que fuera posible.
El Uchiha salió de la habitación cargando una pequeña maleta, su mirada tan seria seguía preocupando a Ino, Obito siempre se mostraba muy alegre. La única ocasión en que lo miró de esa manera, fue cuando la madre del pequeño bebé lo dejó la primera vez. Imaginaba que volver a sufría por su abandono, debía tener muy mal al pobre Obito.
Queriendo aliviar un poco su estado de ánimo, Ino se esforzó por sonreír, acercándose a Obito y entrelazando su brazo con el de él. El Uchiha apenas y la observó —He pensado en algunos nombres, tal vez algunos te guste.
—Ya tengo su nombre— al llegar frente a su padre, Obito se inclinó para ver mejor a su hijo. Acarició sus mejillas, y se preocupó al sentirlas calientes -Se llamará Hiro, Uchiha Hiro.
—Me gusta, seguro que el pequeño Hiro será tan atractivo como su padre y su abuelo— Ino apretó las mejillas de los dos adultos que la acompañaban, Obito se permitió sonreír un poco antes de salir de casa con rumbo al hospital.
Toda la madrugada se la pasó enviando mensajes a su mejor amigo, contándole todo lo que había sucedido, mientras esperaba noticias de Hiro. El doctor les contó que el bebé no estaba recibiendo buenos cuidados, por lo que lo ideal sería tenerlo en observación algunos días. Lo único que lo tranquilizaba un poco era saber que a Hiro le bajó la fiebre. Apretó más su celular al recordar, con el estado de salud de Hiro, podía imaginar el poco amor que sentía su madre por él. Se dijo a sí mismo que ya no importaba, Hiro ahora se encontraba con él, y se encargaría de cuidarlo y darle todo el amor que fuera posible. Desde ahora su vida tenía un propósito y sentido diferente, Hiro era lo único que le importaba.
Eran casi las siete de la mañana, su padre se encontraba dormido en una de las sillas de la sala de espera, Ino se había marchado temprano a casa, quería preparar más comida para Hiro por si llegaban a necesitar. En su último mensaje a Kakashi, le informó que no podría asistir al evento de la orquesta, no quería irse hasta no recibir otra noticia de su hijo. Le pedía también que lo disculpara con el maestro de la orquesta, y que suplicara que le permitiera tocar en el siguiente evento, que sería en otra ciudad. Probablemente con algo de ayuda del cielo le sería posible no perder su trabajo.
Miraba su pantalla con impaciencia, deseando que Kakashi respondiera pronto a su mensaje. Lo que recibió no fue un texto, Kakashi le llamaba por teléfono. Salió de la sala de espera del hospital, con tanta desesperación por salir al jardín y atender la llamada. La voz de Kakashi se hizo presente rápidamente, Obito debió alejarse el teléfono para que su grito no le lastimara el oído.
—¿Qué te ha dicho A?, ¿Me dejará tocar en el próximo evento?, ¡Prometo no faltar!— se apresuró a hablar, no le permitió a Kakashi decir más que su nombre. Algún otro día habría escuchado la voz cansada de Kakashi, aunque ese en especial, Kakashi se mostraba preocupado.
—Obito, hay un problema— su mejor amigo se detuvo unos segundos, el gran suspiro al otro lado de la línea no le dió un buen presentimiento —Ella está aquí...
—¿Qué?— fue lo único que atinó a decir, eso no tenía ningún sentido.
—Se presentó antes de que yo llegara, le dijo al maestro de la orquesta que tú tenías un problema de salud y la enviaste en tu representación— Obito no dijo nada, ahora entendía porque le entregó al bebé hasta esa fecha y con un complicado estado de salud —Obito, siempre te dije que ella no era una buena mujer... Yo en cambio— quiso consolarlo de alguna manera, pero fue interrumpido.
—No es un buen momento para confesarme tus sentimientos, Kakashi— le advirtió, se encontraba muy enojado, no quería tratar mal a Kakashi cuando no lo merecía.
—Intentaré hablar con A, le diré la verdad y esperaré que reaccione bien— los ojos oscuros de Obito se llenaron de lágrimas al comprender que la mujer que amó volvía a jugar con él, incluso usando a Hiro sólo por su beneficio propio.
—No hace falta, iré yo mismo. Este día tocaremos en la orquesta, como siempre lo planeamos— colgó sin esperar la respuesta de Kakashi, en ese instante sólo tenía un plan en mente.
Ino observó por la ventana al notar el ruido de un auto que patinaba las llantas cerca de su entrada, Obito había dejado el coche mal estacionado, y por lo fuerte que cerró la puerta, presentía que no estaba para nada feliz. Como su esposo no acompañaba a Obito, pensó que tal vez el Uchiha se mostraba en esa faceta por alguna discusión con Madara, incluso que en el hospital le dijeron alguna otra cosa sobre lo mal que cuidaban a Hiro antes de tenerlo con ellos. No sabía si era buena opción acercarse a Obito o hablarle, él simplemente daba vueltas en el jardín delantero, se tocaba la cabeza y pateaba cualquier objeto que estuviera por delante.
Finalmente entró con prisa a la casa, tomó el estuche de su violonchelo, el mismo que preparó con entusiasmo durante todo un mes. Lo dejó cerca de la puerta de entrada, y volvió a su habitación, Ino de inmediato caminó para hablar con él, pero Obito se había encerrado, por más que movía la perilla, el seguro le impedía abrir.
—¡Obito!
Los ruidos dentro de la habitación la preocupaban, podría asegurar que Obito estaba destrozando toda su habitación. Llamó a Madara en repetidas ocasiones, pero su esposo no la atendía, su último recurso fue Kakashi, y al conocer lo que esa mujer hizo por la boca del mejor amigo de Obito, entendió su actitud. Prefirió entonces buscar las llaves de la casa, y probar con cada una hasta dar con la que abriría la habitación de Obito.
El dormitorio del Uchiha ahora no era reconocible, Obito había roto los espejos, vaciado la ropa de su closet y destrozado los muebles con el bate de madera que usaba para jugar béisbol con sus amigos los fines de semana. El colchón de su cama lo movió hasta dejarlo en el suelo, la base también sufrió los impactos del bate. Los postes de sus paredes fueron arrancados, posteriormente rotos en tiras que le impedirían volver a unirlos algún día. Entre los cajones en mal estado de su buró, buscó las fotografías que conservaba de ella, lloró al comprender que era patético seguir creyendo que alguna vez estarían juntos nuevamente.
Se dejó caer al suelo, sus manos estaban manchadas y ardían, eso no le impidió frotar su rostro en un intento de secar su llanto. La odiaba, por jugar con él y querer destrozar sus sueños, por negarle la noticia de que sería padre, por demostrar tan poco amor a Hiro, por lastimar a su hijo cómo lo hacía con él. ¿En qué momento se enamoró de una mujer tan cruel?, ¿Cómo se dejó engañar por un par de palabras dulces y sonrisas falsas?
Se levantó antes de que su tristeza lo consumiera, prefería el enojo del que se quiso deshacer, eso le permitiría hacerle frente a la mujer que le rompía una vez más el corazón. Ino abrió la puerta de su habitación antes que él, Obito pasó delante de ella, siendo rápidamente detenido por su madrastra. Ino se aferraba al Uchiha, abrazándolo por detrás de la espalda, cruzando sus brazos por su abdomen. Obito movía los brazos de Ino, pero ella no cedía.
—No vayas, Obito. Estás muy molesto y no es buena idea que...
—Suéltame, no quiero lastimarte— intentaba ser delicado con ella, no pretendía lastimarla, pero Ino no le dejaba demasiadas alternativas. Lo sujetaba como si su vida dependiera de ello.
—Obito, por favor. Espera a que llegue Madara y te lleve, o incluso puedo hacerlo yo— permitirle irse sería una completa locura, Obito no solía pensar con claridad cuando estaba molesto. Podría hacerle daño a otros inconscientemente, o hacerse daño a sí mismo. Las marcas de los dedos de Ino comenzaron a marcarse en los brazos de Obito, ahora lo sostenía de esa forma, lo único que le impedía escapar al Uchiha era su preocupada madrastra.
—No, lo haré yo mismo— por fin se soltó de las manos de Ino, solamente logró tomar el estuche de su violonchelo antes de que Ino se colocara frente a la puerta de salida.
—¿Acaso quieres tener un accidente?, Recuerda que la última vez que la buscaste, impactaste el auto de Madara— sus fuertes gritos resonaron en los oídos de Obito, sabía que debía controlarse antes de conducir, pero lo que menos tenía era tiempo, no podía quedarse un minuto más con Ino.
—¿Es que no lo ves?, ¡Ella siempre se burla de mí!— las lágrimas de Obito salieron de sus ojos oscuros, a Ino le dolió verlo así. Amaba a Obito como a un hijo, y detestaba las ocasiones en que el Uchiha se mostraba tan destrozado, todo culpa de una mujer que no valía la pena.
—Obito...
—Siempre me utiliza, seguramente planeó usar a Hiro en esta ocasión. Ella arruina mi vida y luego me abandona...— la tristeza que sentía venció a la vergüenza que le provocaba hablar sobre sus sentimientos. Todavía no entendía cómo es que llegó a esa situación, caía tan bajo al punto de permitir que ella me hiciera daño otra vez.
—Obito, no es...
—¿Soy tan insignificante?, ¿Es por eso qué piensa que puede jugar conmigo?— por más que trataba de mostrarse indiferente, todo lo sobrepasaba, le dolía en el alma que la persona que amaba fuera la misma que lo destruía. Comprendía en ese instante, que jamás consiguió olvidar su recuerdo.
—No digas eso Obito.
—Me rompió el corazón, me duele ver que soy tan patético como para seguirla amando después de lo que me hizo— Obito limpió su lágrimas, lo que no sirvió de mucho, sus ojos volvieron a llenarse con grandes gotas —¡Soy un completo estúpido!
—No, por favor...
—Le perdonaba todo, pensé que lo solucionaríamos, y ella solamente se burlaban a mis espaldas. Creí cuando me decía te amo, creí cuando me besaba o me decía que le gustaba como tocaba... Dios, soy tan idiota. Ella se aprovechaba de mi estupidez, no le importaba ni un poco— Ino quiso tocar el rostro de Obito, consolarlo con todo el cariño que tenía para dar, pero el Uchiha giró u cabeza hacia un lado, impidiendo todo contacto.
—Obito...
—Ella siempre me gana, no es justo que todo mi esfuerzo funcione para su beneficio— confesar sus sentimientos eran lo que le ayudaba a mitigar su dolor, aunque fuera un poco. Su sollozos le causaban que se detuviera cada cierto tiempo —¿No lo entiendes?, Justo ahora intenta ocupar mi lugar, es tan cruel que enfermó a Hiro a propósito— apretó los dientes al terminar esa oración, sólo Ino podría verlo en ese estado tan deplorable. Deseaba estar muy molesto con ella, pero se sentía más triste que nada. Su alma se había vuelto a romper en mil pedazos.
—Hiro estará bien, tranquilízate Obito— le pidió suavemente.
—¡No me pidas que me calme!, ¡Ella me ocultó que tenía un hijo! Se marchó llevando a mi hijo en su vientre, me negó la oportunidad de verlo crecer dentro de ella, de ilusionarme, de hablarle y decirle lo mucho que lo amaría al nacer...— la palabra "patético" se repetía una y otra vez dentro de su cabeza, "eres patético", eso es lo que se decía, lo que creía como única verdad, solamente de esa forma podía describirse —Ahora mi hijo corre peligro de morir, y a ella le importa más ganar mi lugar en la orquesta— soportaba que le hiciera daño a él, pero que tratara así a Hiro lo lastimaba en mayor manera.
—Yo haré algo, lo prometo.
—¿Qué harás?— lloró como no lo había hecho en su vida, eran lágrimas de desesperación, de tristeza, de dolor y de impotencia —¡Dime qué harás!
—No lo sé— respondió con sinceridad.
—No puedo permitirle ganar, no en esta ocasión. Me he esforzado años por cumplir mis sueños, por tocar en la orquesta nacional, por mostrarle al mundo que Obito Uchiha no es sólo un perdedor. No quiero dejarla ganar, no quiero que ella me arrebate todo y me deje solo de nuevo— no podía permitir que ella siguiera jugando con él cada que quería, su vida se iría en picada, directamente al desastre al perder su oportunidad de ser un músico reconocido. Ahora se creía más fuerte, poseía el valor suficiente para enfrentarla a ella y a quien hiciera falta.
—No estás solo, ahora tienes a Hiro también— le recordó, con la esperanza de hacerlo entrar en razón.
—Iré al concierto, no quiero que se burle de mí. No lo soportaría, Ino. La primera vez, yo pensé que ella era la indicada, soñaba cada noche que estaba en sus brazos, soñaba cómo le pediría matrimonio, anhelaba nuestra boda más que a nada, por ella era capaz de renunciar a todo. Y no bastó, no fui suficiente para ella— en otra situación se habría derrumbado, no le encantaría sentido a seguir luchando si pasaría por otros fracaso. La primera vez que ella lo dejó, deseó con toda su alma que el cielo se apiadara de él y le librara del horrible sufrimiento que lo invadir casa día, que terminara con su poca agradable vida —Intenté seguir adelante, fingía que no me dolía, pero todas las noches lloraba porque la mujer que amo nunca me correspondió, fue una ilusión. Fui un tonto que creía que lograba ocultar su dolor— ¿Era tan difícil entenderlo?, Madara e Ino no podían comprender ni un poco de la situación por la que estaba pasando —No permitiré que ella sonría gracias a mi desdicha, no voy a caer nuevamente— mientras siguiera con vida, no iba a tolerar que ella le viera la cara.
Ino ya no logró reaccionar a tiempo, Obito la apartó y salió de la casa con su estuche todavía en mano. La rubia cubrió su boca para evitar el grito que quiso escapar desde su garganta, esa sería la última vez que vería el rostro impecable de su hijo.
Madara pasaría las siguientes semanas no solamente preocupado por su nieto, ahora también su hijo ocupaba una habitación del hospital debido a un fuerte accidente que sufrió al ser impactado por otro auto. Obito no podría llegar a tiempo a su destino.
Su salón de clases era muy espacioso, se encontraba en la primera planta y con grandes ventanas que daban entrada a la luz natural. Las paredes blancas ahora eran adornadas con los primeros trabajos que les encargó a sus alumnos, le daba ternura que con sus seis años, los pequeños niños ya estaban demostrando que su escritura era aceptable. Justo ahora estaba con el último de sus alumnos, sus padres llevaban un poco de retraso en pasar a recogerlo, Hinata imaginaba que se debía a que una fuerte lluvia caía en la zona.
Hinata y su alumno se habían colocado sus botas para lluvia, solamente salieron del aula para llevar las macetas que cuidaban a un lugar seguro, donde la lluvia no les alcanzaba y podrían evitar un exceso de agua que dañaría las flores. El niño que acompañaba a Hinata, observó la flor que se cayó cuando cambiaban las macetas, de inmediato la tomó para seguir a su maestra. Ambos volvieron a entrar a la seguridad que representaba su salón de clases. Hinata se sentó en la silla frente a su escritorio, se quitó los lentes que en ocasiones usaba debido a que se ensuciaron con pequeñas gotas de agua. Los lentes los utilizaba por ser antireflejantes, como en ese instante no los necesitaba, no notó gran diferencia.
—Hemos terminado bien, ¿Quieres que dibujar conmigo mientras esperamos a tus padres?— la mujer limpiaba sus lentes para guardarlos en su estuche, al mismo tiempo que se dirigía a su alumno. Escuchó una respuesta positiva de su parte que le hizo sonreír, por ese motivo no le sorprendió que se acercara a ella.
—Hinata-sensei... ¿Usted quisiera ser mi mamá?— la sorpresa se reflejó rápidamente en el rostro de la ojiperla, al igual que un ligero sonrojo. Su pequeño alumno le extendía una flor blanca algo empapada, pero lo que más llamaba su atención era su sincera sonrisa.
—Hiro, sé que en ocasiones nos enojamos con nuestros padres— aceptó la flor que el niño le entregaba, él esperaba feliz por su respuesta —Pero eso no quiere decir que debemos buscar reemplazos. Probablemente tu madre se enojaría mucho si me llamas mamá a mí— acarició los costados del rostro de Hiro, a Hinata le provocaba ternura su cara redonda y sus mejillas regordetas. Él niño era pequeño en estatura, con peso promedio y un llamativo cabello desordenado.
—Yo no tengo mamá, Otōsan no habla de ella. Yo tampoco hago preguntas— se lo decía como si fuera algo normal, probablemente su alumno no comprendía el todo lo que decía. Hinata sintió pena por el niño, ella sabía lo que significaba perder una madre a tan corta edad. A la ojiperla le habría gustado que alguien intentara protegerla como sólo las madres sabían hacerlo. Algo en su interior se removió al ver directamente a sus ojos oscuros llenos de esperanza.
—Me encantaría que me llames mamá. Si tu familia está de acuerdo, claro— Hiro la abrazó contento, ya tendría alguien que le contaría cuentos antes de dormir junto a su padre, como sus amigos le decían que les sucedía. Alguien que le escogería sus cambios de ropa si su padre se quedaba dormido como acostumbraba, quién ayudaría a su padre a escoger un lindo pastel de cumpleaños y le cantaría mientras encendía sus velas. Estaba muy emocionado ahora que tenía a una persona que podía llamar mamá, como siempre veía que hacían sus amigos desde que asistía a la guardería.
—¡Gracias, Okaasan!— Hinata sintió más cálido su corazón al escuchar que Hiro la llamaba madre, con cariño acarició su cabello. Esperaba estar haciendo lo correcto al permitirle un poco de alegría a su querido alumno.
—¡Hiro!— tanto el niño como su maestra se separaron para ver a la persona que se detuvo en el marco de la puerta, el niño sonrió feliz de ver a su padre.
Los ojos perla de Hinata se abrieron en gran medida, al igual que los oscuros de él. La Hyūga lo reconoció de inmediato, era el hombre que pasó la noche consolándola por el abandono de su prometido, el hombre del que todavía guardaba el abrigo que le prestó para protegerse del frío y la lluvia. Estaba muy sorprendida al encontrarse nuevamente con él, después de que pasó casi un mes asistiendo al teatro o caminando por los lugares en que estuvieron juntos, sólo con la esperanza de verlo y agradecerle su ayuda. Después de seis años, todos los recuerdos de ese hombre volvían en un torrente de emociones diferentes. Él se veía distinto a la primera vez que se conocieron, el lado derecho de su rostro estaba marcado por grandes cicatrices.
Quería decir algunas palabras, pero su estado de shock le impedía hacer más que seguir viéndolo, abriendo la boca y volviendo a cerrarla. Los intentos por hablar fueron en vano, Hinata Hyūga había quedado con la mente en blanco.
Notas de la autora:
• Les dejaré imágenes del capítulo al final 💖
• Bueno, ninguno de los dos la ha pasado muy bien. ¿Ustedes qué opinan?, ¿A quién le ha tocado la peor parte?
• El último separador muestra cómo fue la reacción de Hinata al final del capítulo xd 💜
• En la multimedia les dejé la canción que me ha inspirado para este capítulo, la voz de Carla Bruni me fascina ❤️ el capítulo es más triste si lo leen con su música de fondo u.u
Aquí abajo les comparto la canción original y subtitulada, espero puedan escucharlas y me den sus opiniones ✨
Está bien triste la letra, todo 😔
• Hice unos separadores que espero les gusten 💖 aunque tengo duda para elegir entre dos de ellos. Díganme cual les gusta más, o si piensan que es buena opción dejar ambos.
Ah se me olvidó agregar la imagen jaja
¿Cuál les gusta más? 😚
• ¿Pueden adivinar quién es la madre de Hiro y ex de Obito? 👀
• Aclarando sobre las edades, Hinata tiene veintiocho años, Obito treinta y Hiro seis. Madara tiene cincuenta y cinco años e Ino cuarenta y seis. Kakashi también treinta.
• No se aceptan copias de esta historia.
Aquí las imágenes 💜
No se olviden de votar y comentar, animan mucho 💖 también los invito a leer otras de mis historias en lo que esperan por esta 🙊
Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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