Un año a pasado desde que Hiruzen y naruto comenzaron a vivir juntos, lo que se suponía era por un poco tiempo simplemente se extendió ya que según el médico la condición de Naruto no mejoraría, sus sentimientos habían desaparecido para nunca más volver aunque lo que había notado Hiruzen era que los ojos de Naruto expresaban lo que no podía su rostro, pero para estar más seguro de la situación del niño el Sarutobi decidió establecer al niño junto a el, eso y que el personal del recinto de su clan ya se había acostumbrado a la presencia del niño que deambulaba por todo el terreno, Naruto jamás volvió a salir solo a la aldea, y era comprensible.

-"Buenos días abuelo"- saludó Naruto ingresando al comedor mientras Hiruzen tomaba te con una Yukata de color gris mucho más cómoda que su común vestimenta de Hokage.

-"Buenos días Naruto kun"- respondió Sarutobi sonriendo en dirección al niño que aparecía por un pasillo con una polera blanca y un pantalón corto de color negro con su mirada apacible, Naruto tomó asiento e inmediatamente apareció una de las empleadas de la casa con una bandeja con distintos alimentos.

-"Buen provecho Naruto chan"- habló la mujer sonriéndole al niño, Naruto solo asintió, agradeció la comida y comenzó a comer en silencio o esa era su idea ya que Hiruzen dejó su taza a un lado para hablarle.

-"Naruto como ya te comenté anteriormente ya falta menos de un mes para que inicie la academia y me gustaría que tu ingresaras"- Naruto dejó de comer para observar al viejo Hokage.

-"si cree que es lo mejor para mi, está bien"- respondió Naruto para volver a su plato, Hiruzen asintió para terminar su té.

-"Bueno, creo que debo marcharme para iniciar un nuevo día de trabajo" murmuró Hiruzen de mala gana, pero antes de que se retirara miró al niño -"Naruto si quieres puedes hacer uso de la biblioteca para estudiar un poco pero no busques cosas tan complicadas ya que puede ser perjudicial para ti"- Naruto asintió, y así sin más Hiruzen se retiró a su adorado trabajo.

-"Ya se marchó"- pensó Naruto escuchando como los pasos de Hiruzen dejaron de escucharse desde su posición.

-"Al fin llegó el momento sochi, a lo que termines con tu desayuno seguiremos con tu entrenamiento, no es así Minato kun?"- Naruto escuchó la voz de su madre.

-"Así es, además de que te ayudaremos a buscar buenos libros para que puedas leer en la biblioteca de Hiruzen sama"- habló esta vez Minato, Naruto simplemente asintió.

En el subconsciente de Naruto podemos ver a sus padres sentados en pose de meditación, en el suelo debajo de ellos había  un inmenso sello de que brillaba levemente.

-"El sello está listo Kushina chan"- habló Minato abriendo sus ojos mirando a su esposa que mostraba una mirada contrariada de lo que estaban haciendo.

-"Crees que esto sea correcto?"- preguntó la pelirroja.

-"Tranquila que el chakra que utiliza es solo un poco para que no desaparezcamos tan pronto, no tendrá ningún efecto negativo en el, al contrario, en un futuro sus reservar de chakra aumentarán aún más y su control  será aún mejor, mira esto como entrenamiento y una oportunidad para poder compartir con nuestro hijo"- Kushina asintió un poco más tranquila, le preocupaba su hijo, más con su estado, quizás solo estaba pensando demasiado y simplemente debía disfrutar este tiempo -"mejor pensemos  en el entrenamiento para Naruto"- Kushina asintió.

Naruto terminó su desayuno y se encaminó al dojo del recinto del clan que durante el día no era utilizado por nadie del clan, así que le daba bastante tiempo y tranquilidad para poder entrenar. llegó al cuarto y cerró por dentro para no ser interrumpido.

-"Bueno Naruto retomaremos con taijutsu"- el pelirrubio escuchó la voz de su padre, el niño se ubicó en medio del dojo y cerró sus ojos un instante para abrirlos nuevamente y ver una imagen residual de Minato, quien viera el cuarto seguiría viendo solo a Naruto, ambos tomaron la misma postura y comenzaron a luchar -" tu velocidad es excelente pero falta intención en cada golpe"- Naruto asintió aumentando fuerza y precisión en cada golpe ocasionando que Minato sonriera, si bien el estilo era el más básico también era la base para casi todos los estilo de taijutsu conocidos, Naruto al parecer era alguien muy habilidoso, para mucho podría ser llamado un genio pero eso sería menospreciar el esfuerzo que ponía en cada entrenamiento, después de media hora luchando Minato, Naruto detuvo un puño que casi impacta en su rostro, Naruto respiraba con fuerza mientras el sudor caía por su frente -"Bien, con esto terminamos taijutsu descansa diez minutos y seguirás con el entrenamiento de tu madre"- Naruto asintió antes de tomar asiento, Minato sonrió y desapareció como de humo se tratara.

Torre Hokage.

-"Hola sensei"- fue el saludo que sorprendió a Hiruzen que  se tomó el pecho para mirar rápidamente al responsable, y se trataba de nada menos que de su alumno Jiraiya de los legendarios sannin que le miraba nervioso.

-"Hace muchos años que inventaron las puertas Jiraiya"- regañó el Hokage al peliblanco.

-"si si lo que sea, venía a verificar que aún se encuentre vivo sensei"- comentó Jiraiya riendo con fuerza mientras que varias venas se marcaban en la frente del sandaime Hokage.

-"Yo moriré el día que tu tengas esposa y una familia, por lo que aún me queda mucho tiempo"- respondió Hiruzen sonriendo con suficiencia, en cuanto a Jiraiya fue cubierto por una nube negra recordando su situación -"pero bueno, dejando tu triste situación de lado, que te trae a la  aldea?"- preguntó Hiruzen calmando su risa.

-"Venía a conocer al niño y quien sabe, conversar con el un poco"- respondió Jiraiya con un rostro más tranquilo.

-"Ya veo, bueno es mejor ahora para que puedas tener una buena relación con Naruto kun, ya que por su condición el socializar lo tiene bastante difícil, bueno el se encuentra en el dojo del recinto del clan Sarutobi"- Jiraiya asintió, estaba por retirarse pero recordó algo así que buscó entre sus ropas para finalmente sacar un libro muy conocido por el viejo Hokage, a lo que Hiruzen lo vio, sus ojos se humedecieron.

-"Acaso es lo que creo que es?"- preguntó el sandaime emocionado.

-"así es, es el último tomo de mi gran obra, este aún no sale a la venta así que disfrutalo sensei"- comentó Jiraiya lanzando el libro sobre el escritorio del Hokage.

-"muchas gracias, Ve Jiraiya, ya no te interrumpo más"- comentó Hiruzen acercándose para tomar el libro.

-"pro cierto Sensei"- pero Jiraiya no pudo continuar ya que Hiruzen le miró con intensidad.

-"VETE"- gritó Hiruzen haciendo que Jiraiya saliera rápidamente de la oficina de su sensei.

-"Tu y yo tenemos una cita que no puede esperar mi precioso"- murmuró Hiruzen mirando la infame novela.

Naruto ahora estaba con una boken practicando kenjutsu con su madre utilizando el mismo método que con su padre, si de algo el Uzumaki estaba seguro era que su madre era una experta en el arte de la espada, sin la necesidad de mirar la dirección de donde iba su ataque ella bloqueaba sin problemas, fruto de la experiencia, respondía ella,  con una sonrisa eterna en su rostro, en cuanto a Naruto simplemente daba todo de si para lograr si quiera un golpe. Kushina notaba como los ataques de su hijo no eran al azar ya que ella intencionalmente dejaba aperturas en su defensa, no muy notorias pero ahí estaban, estaba consiente que su hijo solo tenía ocho años y no sería un espadachín de la niebla de buenas a primera.

-"Vamos Naru chan, se que en cualquier momento podrás conectar un ataque"- alentaba la pelirroja a su hijo que no se detenía en sus ataques, el kenjutsu era parte de la herencia del clan Uzumaki y que su hijo lo llevara de la forma en como lo estaba llevando alegraba a Kushina de sobre manera, lo otro era fuiinjutsu pero para eso Naruto debía tener una excelente caligrafía cosa que practicaban en la tarde después del almuerzo, pero todo se vio interrumpido por Kushina que tomó distancia -"Tenemos visitas"-  comentó la pelirroja desapareciendo.

-"aparece"- ordenó Naruto quedándose quieto tratando de detectar la presencia.

-"Vaya vaya mocoso, veo que eres bastante habilidoso"- un hombre bastante alto y cabello largo de color blanco apareció recostado en el marco de la puerta que daba al jardín