La abuela vuelve a beber de su vaso de limonada, pero esta vez hasta terminarlo, sin ninguna parsimonia. Y me llena el otro a mí. Está dulce. Y fresca. Deliciosa.
─Bueno pues háblame de él ¿Qué tal en la cama? ─Me suelta, con una sonrisa muy traviesa.
─¡Abuela!
─Chica ¿qué quieres? ¡Hay que reconocer que está como un tren!
─Bueno, la verdad es que muy bien, pero...
─¿Pero qué?
─Es un espía, abuela. No quiero encariñarme con él, porque cuando esto acabe seguro que se irá. Tiene su propio problema.
─¿Su propio problema?
─También me ayuda para vengarse. Mataron a su hija ¿Sabes?
─¡Su hija! Vaya, ahora lo entiendo...
─No quiero que... No quiero más problemas ─Murmuro. Y de pronto ella se ríe. Con ganas.
─¿Te hace gracia? ─Protesto.
─¿Que no quieres más problemas? ¿Es que no ves lo que te está pasando? ─Me pregunta abriendo mucho los ojos. Y yo la miro sin comprender.
─Estás viviendo una aventura que ninguna chica podría soñar. Cuando tengas mi edad ¿qué crees que les contarás a tus nietos?
─Oye, abuela, que...
─Esto te hará fuerte, Alba. Aprender ¿Recuerdas? Y te valdrá mucho más que cualquier terapia en Los Ángeles...
Y no sé, es la cara que me pone. Yo ya le había hablado de esa terapia por teléfono, pero aún así...
─Abuela, te he oído hablando con David. Y tengo la impresión de que sabes de esto más de lo que dices...
─Uuuy... A mi edad ya sólo servimos para enterarnos de los chismes...
─¿Cómo que chismes? ─Vuelvo a protestar. Y ella se ríe otra vez.
─Bueno... Hablé alguna vez con Olga por teléfono. Y también me llamó tu amigo José, antes de lo del avión. Un chico muy majo... Pero además estuvo gente viniendo a visitarme a casa cuando murió tu padre. Primero dos chicos muy simpáticos del CNI, pero luego vinieron otros con una pinta... eran mexicanos. Imagínate.
─¿Mexicanos? ¡Abuela! ¿Sabes lo que esa gente...?
─No te preocupes por mí, cariño. Ni ellos tienen estómago para torturar a una anciana con demencia senil, que encima no habla bien porque se le cae la baba. Y mucho menos matarla...
─¿Demencia senil tú? ¿Y que se te cae la...?
─¡Ja, ja, ja! Caramelos de café bajo la lengua. Es que me encantan... Y si me hubieses visto sobre la silla de ruedas de tu difunto abuelo... Pobres chicos... Estuvieron registrando todo el cortijo, de arriba abajo. Y María les obligó a limpiar el desván. Enterito. Dudo mucho que vuelvan.
No puedo creerlo. Es que flipo. Otra vez.
─Pero has tenido que dejar tu casa. Y... ─Intento decirle.
─También me preguntaron por ti ¿sabes? Y sabía que acabarías viniendo a verme. He venido aquí para esperarte a ti, cariño. Ahora ya podré volver a casa.
─Pero...
─Mira, olvídate de mí y céntrate en lo importante: Tu David.
No puede ser. Ella es como es, pero es que me cuesta creerlo... Y encima, con todo lo que está pasando, me dice que me centre en...
─Abuela, no es mi David.
─Aaaalba. Olvida lo que le he dicho antes. Sólo quería asustarle un poco ¿entiendes? A ese hombre le gustas. Si te hace sentir lo que creo, no seas tonta y lánzate a por él.
─Pero...
─Tú hazme caso. Y no tengas miedo a un desengaño. Nunca. A tu edad el corazón se rompe y se cura solo, sin que te des cuenta. Y es mucho mejor un corazón roto que uno vacío ¿Entiendes?
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