33. Entre la confusión y la ira
Cuando despertó, la habitación estaba vacía a excepción de un hombre, al otro extremo de la habitación, seguramente para vigilarlo. Se tocó con cuidado la mejilla y la cabeza.
Si seguían golpeándolo así, se volvería aún más tonto y SeokJin no dejaría de llamarlo idiota.
SeokJin.
Abrió con fuerza los ojos y se llevó las dos manos al pecho, tratando de aliviar el dolor que sentía en él ¡SeokJin! Las lágrimas volvieron a agolparse en sus ojos pero no hizo ningún movimiento para apartarlas. Le ardía el pecho y dudaba que nada pudiera aliviar ese dolor.
De pronto oyó distante el sonido de algo parecido a un teléfono y escuchó la voz del hombre que seguía en la habitación. Hablaba en otro idioma, que, dado en el lugar que estaban seguramente era alemán, así que no podía entender lo que decía, pero notó la urgencia en su tono y JungKook consiguió tranquilizarse, mirando a su alrededor desesperado.
No sabía lo que buscaba y casi deseó volver a echarse a reír cuando miró el basto y ostentoso candelabro de bronce que decoraba tétricamente todas las repisas de la estancia.
Se incorporó con cuidado, asegurándose que el hombre se encontraba de espaldas a él, mirando encolerizado la pared mientras prácticamente estrangulaba el aparato que tenía entre las manos.
Antes de hacer ningún movimiento echó un vistazo tras las ventanas. SeokJin seguía encadenado, pero no había nadie más con él, tal vez dándole una tregua o, quizás...
JungKook sintió un escalofrío y se dio la vuelta bruscamente. No. No podía estar muerto. Miró con el ceño fruncido la espalda del hombre y agradeció su estridente voz mientras se acercaba a él.
Antes de llegar a su altura, agarró uno de los candelabros, sin poder evitar que el hombre oyera el ruido y, cuando éste se giró, JungKook lo golpeó con todas sus fuerzas, descargando en él toda la rabia que sentía, y que jamás había experimentado antes.
Pese a que el primer impacto le dio en la frente y el hombre se tambaleó confuso hacia atrás, soltando el teléfono que cayó al suelo con un fuerte estrépito, JungKook siguió golpeándolo con el candelabro, e incluso siguió cuando el hombre cayó al suelo.
No podía apartar de su mente la imagen de SeokJin cuando era golpeado, las palabras de Alexander y la revelación de MinHyun... Que SeokJin se encontrara allí... era su culpa... Y tenía que averiguar porqué había ido a buscarlo...
Oyó el sonido de la puerta y giró la cabeza, incorporándose de golpe con el candelabro aún en la mano.
HoSeok y Kai quedaron completamente inmóviles al verlo y recorrieron la mirada hacia el candelabro y después la bajaron hacia el hombre que estaba inconsciente en el suelo. ¿Lo mató?
En un ataque de pánico dejó caer el candelabro al suelo, ganándose una nueva mirada sorprendida de HoSeok antes de echarse a reír.
– ¿Lo hiciste tú? –Era casi imposible entenderlo entre las carcajadas– ¿La primera vez que matas? –JungKook no dejó de mirar a los amigos de SeokJin, impresionado, pero notó como el cuerpo que había bajo sus pies se revolvía y dio un salto, alejándose de él, segundos antes de que un disparo retumbara en la sala y el cuerpo quedara completamente inmóvil –Veo que no lo es.
JungKook volvió a mirar a HoSeok. Tenía la mano levantada y en ella se veía un arma, evidentemente, la que había disparado.
– ¿Cómo se...? –Se aclaró la garganta con fuerza. Eso ahora no era importante– ¡Es SeokJin! ¡Tenemos que ayudar a SeokJin! Está... Está...
– ¿Dónde está SeokJin, JungKook? –Le cortó HoSeok–. Ya celebraremos más tarde que te hayas hecho todo un hombre... o que lo hayas intentado, al menos.
JungKook se encogió y señaló con la cabeza la ventana, sin atreverse a acercarse a ella. ¿Qué pasaría ahora? ¡Tenían que ayudar a SeokJin!
Los dos chicos se acercaron a la ventana y miraron con la misma incredulidad que JungKook lo había hecho la primera vez.
– Ahora entiendo la negativa contundente de TaeHyung –susurró Kai, sin apartar la vista– ¿Así que vino a pesar de saber lo que le pasaría? Él aseguró que no lo matarían pero...
– ¡Hijos de puta! – HoSeok dio un puñetazo a los cristales, furioso –¡Juro que los mataré a todos!
Se giró con los puños apretados. JungKook no reconocía a HoSeok. Había perdido toda la expresión burlona y jovial, su rostro se había ensombrecido mostrando una mirada que hizo que JungKook retrocediera.
– La puerta será la que hemos pasado –Kai también se giró y clavó en JungKook la mirada–. La extraña esa que estaba cerrada. Seguramente conduzca a la especie de cueva en la que tienen armada esa sala de torturas.
– Sí –aceptó HoSeok y también miró a JungKook. Éste se encogió y esperó a que le echara la culpa de lo ocurrido como lo había hecho MinHyun–. Siento haberte interrumpido –soltó en cambio, sorprendiendo a JungKook– Debí dejar que fueras tú quien lo matara. Si querías hacerlo, debí dejar que te desahogaras. Te lo merecías, al menos eso.
JungKook miró el rostro serio de HoSeok y se obligó a no volver a llorar. SeokJin era ahora más importante que nada.
– Ayudemos a SeokJin –pidió.
Los tres se apresuraron hacia la puerta y HoSeok precedió la marcha, desviándose hacia unas escaleras construidas en la roca y se detuvo ante una puerta de dimensiones muy pequeñas a diferencia de las que generalmente se encontraban por la casa y el sótano.
A un lado se veía una cerradura oxidada y HoSeok les indicó que se apartaran mientras disparaba varias veces hasta que ésta cedió y la puerta se abrió, mostrando otra hilera de escaleras que también descendían.
– Espera.
Kai detuvo el avance de HoSeok y éste se giró contrariado.
– ¿Qué?
– Aún nos queda trabajo.
– SeokJin es prioridad...
– Lo sé.
Los dos chicos se miraron durante unos segundos y HoSeok finalmente sonrió.
– De acuerdo. Aunque TaeHyung me matará por eso. Nos matará.
Kai se giró hacia donde JungKook se encontraba y le entregó una pistola. JungKook miró el arma con los ojos exageradamente abiertos.
– ¿Qué?
– Es más fácil que tratar de matar a alguien a golpes –aseguró HoSeok, pasando por su lado – Encárgate tú de SeokJin.
Los dos chicos pasaron por su lado y se alejaron hacia la misma habitación donde antes se habían encontrado.
JungKook siguió mirando el arma unos segundos más, antes de tragar con dificultad y, agarrando con fuerza la pistola en una mano que comenzaba a sudar pese a que de pronto hacía mucho frío, comenzó a bajar las escaleras que le conducían a donde se encontraba SeokJin.
El descenso se le hizo interminable y tuvo que ayudarse con una mano apoyada en la pared para no resbalar y caer.
A medida que descendía el olor se hacía más dulzón y a JungKook se le asemejó al de la carne quemada y a sangre. Cuando finalmente llegó al final, el frío era muy intenso, más que cualquier otro que hubiera experimentado desde que despertó en Alemania y le costó controlar las sacudidas del cuerpo mientras se acercaba al cuerpo de SeokJin.
Antes de llegar a él, JungKook se aseguró de que no hubiera nadie más en la habitación y al comprobar que estaba vacía, corrió hasta alcanzar a ver tan nítidamente las heridas que adornaban el cuerpo de SeokJin, que tuvo que detenerse de golpe y retroceder, llevándose una mano a la boca para contener las náuseas.
– ¿Qué...? – ¿Qué le habían hecho?
Se obligó a seguir avanzando y se detuvo frente a él.
– SeokJin –llamó con voz temblorosa, temiendo tocarle por si le hacía más daño–. SeokJin –insistió, pero no hubo respuesta y comenzó a sentir ansiedad–. ¡SeokJin!
Sin preocuparse por las heridas o la sangre, puso una mano en su pecho desnudo y después de unos segundos interminables, escuchó un latido de corazón que no era el suyo.
– SeokJin...
Aliviado, se dejó caer y se arrodilló junto a SeokJin, dejando la pistola a su lado. ¡Estaba vivo!
Levantó la cabeza y recorrió con la mirada las cadenas que lo mantenían sujeto. Habían creado heridas independientes en la piel de las muñecas donde rozaba el duro metal.
JungKook siguió el recorrido de los brazos sobre la cabeza del mayor, manteniéndolos en una incómoda y dolorosa postura, descendió hasta llegar a su cabeza hundida, su cabello cayendo sobre sus ojos...
JungKook resistió la tentación de tocarlo y siguió bajando la mirada, recorriendo la línea del cuello y el torso ensangrentado hasta llegar a la parte donde el pantalón le privaba de seguir disfrutando del cuerpo de SeokJin. ¿En qué estaba pensando?
JungKook apartó la cabeza horrorizado. ¡Tenía que buscar la manera de liberarlo y sacarlo de allí...!
Pero... JungKook volvió a mirarlo y se incorporó un poco, rozando con una mano la piel herida de SeokJin, descendiendo con ellas hasta acariciar con las yemas los pezones.
¿Por qué le resultaba tan tentadora la visión de SeokJin desprotegido, herido, dependiente de él? ¿Se había convertido en un monstruo por desearlo cuando estaba vulnerable? Quizás no había tanta diferencia entre él y Alexander...
– ¿No piensas soltarme... idiota?
JungKook se sorprendió al oír la voz de SeokJin y estuvo apunto de apartarse, pero no lo hizo. No le importaba saber ninguna de las respuestas que su mente no dejaba de martirizarle. Las desechó bruscamente. Puede que fuera como Alexander, pero ahora mismo no estaba allí y SeokJin era sólo suyo. De él. Deslizó las manos por su cuello y rozó su cuerpo con el de SeokJin. Después dejaría que SeokJin le matara.
–No –murmuró.
JungKook se aferró con fuerza al cuello de SeokJin, alzando los brazos y entrecerró los dedos en el cabello rubio. Despacio deslizó la cabeza y rozó sus labios en la oreja del rubio.
Tal y como se encontraba, podía escuchar los relajados latidos del corazón que se acompasaban con los acelerados de su propio corazón.
Podía oír la respiración irregular, sentir como el pecho de SeokJin subía y bajaba al compás de su respiración y JungKook se permitió descansar en un cuerpo que ni de otra manera hubiera podido disfrutar de un abrazo.
– ¿Por qué lo hiciste? – exigió en un hilo de voz que le hizo parecer más una suplica– ¡SeokJin hubiera luchado cuando lo acorralaron abajo! ¡Jamás se hubiera dejado atrapar de esa manera!
– ¿Debo recordarte la situación en la que te encontrabas? –gruñó SeokJin en voz baja y ronca–. ¿O pensabas que no dispararían?
JungKook apretó con más fuerza los dedos en el cabello de SeokJin. Sabía que quizás le estaba haciendo daño, pero necesitaba liberar el dolor y rabia que seguían en su interior.
¿De verdad SeokJin podía ignorar los sentimientos de los demás hasta ese punto? ¿Tan simple se creía que era su amor hacia él como para suponer que prefería verlo sufrir, ver como lo torturaban, como podían matarlo, a cambio de poder salvarse a sí mismo? ¿Eso era lo que después de todo SeokJin pensaba de él?
– SeokJin... –murmuró, notando como las lágrimas descendían finalmente por sus mejillas, liberando el dolor que aún palpitaba con fuerza–... él me hubiera dejado morir –aseguró con un estremecimiento, ignorando el pequeño crujido que se oyó no muy lejos de su cabeza y la tensión que se percibió en el cuerpo de SeokJin– ¡Hubiese preferido morir!
– ¡Cállate de una vez!
JungKook aflojó la presión de sus dedos y liberó el cabello de SeokJin, apartándose un poco de su cuerpo y alzando ligeramente la cabeza, justo en el momento en que, sorprendido, vio como con una mano libre, SeokJin se ayudaba a desencajarse los huesos de la otra mano y se liberaba completamente de las cadenas.
Sin previo aviso, SeokJin lo agarró del cuello y tiró de él hasta golpearlo contra el suelo, situándose a horcajadas encima de él.
– SeokJin... –suplicó, tratando de que SeokJin aflojara la mano que estaba ahogándolo –Por... favor...
– ¿No querías morir?
JungKook miró asustado el rostro que seguía medio oculto bajo los mechones de cabello rubio que caían sobre sus ojos. Casi no podía respirar y la mano que parecía pretender estrangularlo, en vez de disminuir la presión, la aumentaba.
– Seok... Jin...
De golpe, los dedos se suavizaron y, aunque no soltaron su cuello, dejó de ejercer presión. JungKook comenzó a respirar con fuerza, recuperando con creces el oxígeno que había perdido en segundos.
– ¿Por qué no te callas de una vez? –pidió SeokJin con suavidad, bajando la cabeza hasta apoyarla sobre el pecho de JungKook.
JungKook se quedó completamente inmóvil. Seguía respirando con fuerza, pero ya no tenía miedo, ni tampoco ganas de llorar. Incorporó un poco la cabeza, notando como la mano que SeokJin mantenía sobre su cuello se deslizaba hacia abajo con su movimiento.
Como si SeokJin no tuviera voluntad sobre su cuerpo y se fijó en la otra mano, la que SeokJin mantenía en el suelo, aún con los huesos desencajados.
Impresionado, sintió un escalofrío y trató de desviar la cabeza y no mirar las heridas que recorrían el cuerpo de SeokJin.
Desde donde se encontraba, la piel pálida del rubio mostraba unas pequeñas incisiones que recorrían cruelmente todo su cuerpo, incluso, según supuso JungKook espantado, en la parte donde su cuerpo había sido flagelado.
Inseguro, levantó una mano y dudó antes de dejarla caer despacio sobre la cabeza que seguía sobre su pecho.
– ¿SeokJin?
SeokJin se incorporó lentamente y apartó su mano con un golpe brusco, haciendo titubear a JungKook. Sin levantarse de encima de él, SeokJin comenzó a colocarse bien los huesos de la mano y JungKook cerró los ojos mareado.
– Maldito mocoso –murmuró.
JungKook abrió los ojos y vio al fin los ojos de SeokJin. Éstos, pese al estado en el que se encontraba su cuerpo, brillaban con fiereza. JungKook reprimió un suspiro aliviado. ¡Ese sí era SeokJin!
– ¿Estás... bien?
JungKook se sonrojó al hacer al pregunta. Parecía ser el menos indicado para interesarse por él cuando había asegurado que no tenía ninguna intención de soltarlo. ¿En qué había estado pensando? Apartó la cabeza azorado.
– ¿Tú que crees?
– Yo...
SeokJin suspiró y se levantó con menos entereza que de costumbre. JungKook lo miró preocupado y, tras recoger la pistola que Kai le había dado, se situó a su lado, sin atreverse a tocarlo por si volvía a rechazarlo.
– Vaya, vaya, ¡Qué sorpresa!
MinHyun se detuvo a poca distancia de ellos y los observó con una sonrisa vacía. JungKook se puso tenso y miró de reojo a SeokJin que se limitó a mirar al otro chico con expresión ausente.
– Debí suponer que lo tenías todo planeado a estas alturas, ¿pero no es un poco extremista planear que te torturen un poco para que todo se ideara según tus estrategias? ¡Sólo a ti se le ocurriría liberarse de esa manera! ¿Te has vuelto inmune al dolor, SeokJin?
– Hablas demasiado y me duele la cabeza.
– Veo que no.
MinHyun se río relajado y avanzó hasta ellos. JungKook no se movió pero apretó con fuerza la pistola entre los dedos, demasiado nervioso como para saber que no tendría valor de utilizarla.
– No estoy de humor, MinHyun.
– ¡Qué novedad!
– ¿Dónde está Alexander?
– Fuera, tal y como imaginaste.
Los dos chicos se quedaron mirándose fijamente, hablándose sin necesidad de decir nada y JungKook se sintió excluido y celoso.
– Supongo que no tengo la misma suerte con todos, ¿verdad?
– Me temo que no, pero hasta ahora tus perritos están haciendo un trabajo excelente. Pero tengo que reconocer que no estoy seguro de si querer ayudar a que te vayas o retenerte aquí. Has venido por voluntad a un lugar que juraste no volver a pisar y, mientras que en años no volviste a buscarme, has venido corriendo a recuperarlo... –MinHyun desvió la mirada hacia JungKook y éste se removió incómodo–. Quizás debería retenerte a mi lado.
SeokJin suspiró impaciente y se llevó una mano a la frente.
– Haz lo que quieras, MinHyun, pero decídete ya.
– ¿Lo que quiera?
JungKook notó la rabia en las palabras de MinHyun, pero aún así no reaccionó cuando se abalanzó sobre SeokJin y lo empujó con fuerza, golpeando su espalda herida contra la pared rocosa y, arrancando un gemido de los labios de SeokJin, se apretó con fuerza contra su cuerpo, besándolo con rabia.
JungKook miró la escena impactado, descubriendo con horror como SeokJin respondía al beso, aceptando el contacto del otro chico sin resistencia.
Sin darse cuenta de lo que hacía, JungKook corrió hasta donde estaban y, levantando el arma que no dejaba de moverse por culpa del temblor de su mano, apuntó a la cabeza de MinHyun.
– Suéltalo –ordenó en un hilo de voz.
MinHyun se permitió demorarse, saboreando hasta el final el beso que a SeokJin no parecía desagradarle. Cuando por fin se separaron, ninguno de los dos estaba resentido y casi con desgana, MinHyun desvió la mirada hacia él.
JungKook se puso rígido y trató de sujetar la pistola con más firmeza, pero era prácticamente incapaz de mantenerla en la mano.
– Te has buscado una mascota muy extraña –comentó con naturalidad.
Era obvio que no estaba intimidado ante el arma que le estaba amenazando y mucho menos por la persona que la sujetaba. JungKook se sintió avergonzado y miró de reojo a SeokJin, quien se limitaba a observarlo con una expresión cansada.
– No creo que llegue a la categoría de mascota.
– ¿No? Pero has venido a buscarlo, ¿verdad? – Los rasgos de MinHyun se endurecieron y volvió a clavar la mirada en el rostro de SeokJin.
JungKook también lo miró. Le interesaba esa respuesta tanto como a MinHyun y le intrigaban los motivos que habían hecho que se presentara allí, pese a todo, cuando nadie creía que eso sucediera. Pero SeokJin no parecía dispuesto a hablar y MinHyun apretó los labios.
– Siempre te consideré más atractivo cuando estás medio muerto.
SeokJin lanzó un bufido.
– Aún no estoy muerto.
– ¿Por cuánto tiempo?
– ¿Vas a decírmelo tú?
MinHyun ladeó la cabeza y sonrió juguetón.
– Hoy estás muy dócil –Deslizó un dedo por el mentón de SeokJin y lo guió por el cuello, bajando hasta llegar al pecho.
JungKook miró la escena abrumado. ¿Por qué SeokJin no se apartaba? ¿Por qué no decía nada? ¿No le importaba?
– Sería desastroso que Alexander te viera así... –Esas palabras, o posiblemente el nombre de Alexander, consiguieron que SeokJin alzara la cabeza y mirase con un brillo peligroso al chico que estaba frente a él–,... serías una autentica delicia para él.
MinHyun inclinó la cabeza para volver a rozar los labios de SeokJin, pero JungKook se adelantó e interpuso la pistola entre los dos.
– ¿Vas a disparar?
MinHyun miró divertido el arma que no dejaba de agitarse peligrosamente entre sus manos y JungKook tragó con esfuerzo. ¿Sería capaz de disparar realmente? Un sudor helado le recorría el cuerpo y prefería no girar la cabeza para mirar a SeokJin.
– Aléjate –pidió sin autoridad.
– ¿Hm? –MinHyun sonrió divertido– Te ves adorable con ese juguete en las manos... pero no tienes valor para disparar. Tus ojos no son, ni como los míos, ni como los del hombre que tienes ahí –JungKook vio como MinHyun desviaba la mirada hacia SeokJin pero él no se atrevió a hacerlo–. Demasiado inocente y tímido para ser del agrado de SeokJin...
¿Qué?
En ese instante de confusión, MinHyun alzó la mano para agarrar la pistola, pero antes de que él lo hiciera, JungKook notó como una mano lo agarraba por la cintura y lo empujaba hacia atrás, mientras que con la otra, SeokJin se apoderaba de la pistola.
Sin apartar los dedos de JungKook de ella, y conseguía inmovilizar el arma, apuntando con decisión la figura de MinHyun que pronto se había quedado completamente inmóvil y se veía la duda en su mirada.
– Dudo que él fuera capaz de disparar –aseguró SeokJin, rozando casi su oído con los labios.
JungKook se puso tenso y se dio cuenta con vergüenza de que hubiera soltado el arma inconscientemente si su mano no hubiera estado agarrada por la de SeokJin.
– Pero hay algo en lo que Alexander está completamente equivocado –aseguró, con una voz débil pero que no impedía que ésta fuera amenazante y peligrosa hasta el punto de que JungKook sintió miedo–. Hace tiempo que no tengo ningún problema en matar.
La estancia quedó completamente en silencio y la tensión se hizo densa y desagradable. MinHyun perdió todo el humor en su rostro y miraba a SeokJin a los ojos, posiblemente debatiéndose entra las dudas de si sería capaz de disparar o no si lo volvía a provocar.
Finalmente, como si decidiera que sería un error seguir tentando a la suerte, sonrió reconciliador y levantó las manos con inocencia.
– Hey, Hey, Hey, paz y amor, paz y amor. Captado primo, el dolor nunca ha sido el mejor ingrediente para tenerte de buen humor... aunque no imagino cual podría ser... pero si quieres puedo prepararte un suculento plato de...
– ¡Oh, cállate!
SeokJin le quitó completamente el arma a JungKook y cuando éste creyó amargamente que lo apartaría a un lado, SeokJin deslizó por sus hombros el brazo que segundos antes había rodeado su cintura.
– Un humor pésimo, lo que decía.
– ¿Cuándo vuelve Alexander?
– No quieres verlo, ¿eh?
– Me dan náuseas sólo de mirarlo a la cara.
JungKook podía notar la rabia en el cuerpo de SeokJin y se sintió excluido de la nueva complicidad de los dos chicos que minutos antes parecían dispuestos a matarse entre ellos.
¿Algo de lo que hacían o decían iba en serio? Entonces, ¿cómo debía interpretar el beso que se habían dado?
La sorpresa y el dolor de MinHyun al ver aparecer a SeokJin y al ver que lo estaban torturando no había sido una farsa, ¿sería que MinHyun estaba enamorado de SeokJin?
JungKook sintió pánico al recordar como SeokJin había aceptado y respondido con fiereza al beso que MinHyun le había dado. ¿Y si estaban enamorados? ¿Y si...?
Con esfuerzo, JungKook se obligó a apartar esos pensamientos que comenzaban a hacerlo sentir miserable y aceptó dejar la autocompasión para más tarde.
Cuando la situación fuera más favorable y casi pudiera decir que estaban fuera de peligro..., algo de lo que la presencia de MinHyun y las ambiguas preguntas y respuestas, no le ayudaban demasiado a averiguarlo
– ¡SeokJin!
JungKook giró la cabeza a la misma vez que lo hicieron los otros dos chicos.
Por las escaleras que JungKook había descendido también, aparecieron TaeHyung, Kai y HoSeok. Ninguno de los tres sonreía, pero la expresión de TaeHyung, con diferencia, era la que más miedo daba.
– Llegan tres de tus perritos... y veo que por fin tengo el gusto de conocer a tu nueva adquisición... ¿pura raza o mezcla?
JungKook se encogió al oír las ofensivas palabras de MinHyun y creyó que cualquiera de los tres se lanzaría sobre él en cualquier momento.
Pero, TaeHyung fue el primero en llegar hasta ellos, y, tras echar una ojeada a MinHyun y advertir por señas a HoSeok y Kai de que se encargaran de él, se acercó hasta ellos y miró horrorizado a SeokJin.
– Necesitas un médico –gruñó, furioso, sin poder apartar la mirada del cuerpo herido de SeokJin–. Y lo necesitas ahora.
A la misma vez, HoSeok y Kai se detuvieron frente a MinHyun que no dejó de sonreír burlón en ningún momento.
– ¿Lo mato? –se ofreció Kai de pronto, con una naturalidad que JungKook se estremeció y que hizo que MinHyun borrara la sonrisa –. Aún no tengo claro si es amigo o enemigo.
– Hey, Hey, SeokJin, pensaba que adiestrabas bien a tus perros, ¿qué ha pasado con éste?
– Amigo no es –soltó SeokJin, ignorando el comentario de MinHyun–, enemigo... quién sabe.
– ¡Mierds, SeokJin! ¡Tu humor se ha vuelto más negro con el paso de los años y medio muerto es aún más horrible!
– ¡No me estoy muriendo!
– Ok, ok.
– ¿Entonces lo mato?
Prudentemente, MinHyun se apartó un poco de Kai y miró a SeokJin rencoroso. El rubio, como si no pudiera evitarlo, se encogió de hombros, ocultando una sonrisa.
– Aún no.
SeokJin levantó la cabeza para mirar a los otros amigos que faltaban por aparecer por la puerta que conducía a ese cuarto ideado como sala de torturas.
Ninguno pasó por alto las heridas de SeokJin, pero tal y como había hecho JungKook, se mantuvo callado, frunciendo ligeramente el ceño y guardando la rabia para un momento más oportuno.
No había necesidad de decir nada, pero todos sabían que fuera del ataque sorpresa con el que habían revolucionado la casa, ellos eran un número muy inferior y salir de allí era una prioridad mayor, incluso, tal y como SeokJin estaba dejando ver, mayor que sus propias heridas.
JungKook no llevaba mucho tiempo en esa casa, pero ya sabía que la muerte, quizás, no era lo peor que podía encontrar allí.
– Vámonos –dijo finalmente.
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