29. Verdad ante ojos ciegos
JungKook abrió los ojos y se desperezó, dándose tiempo para analizar que se encontraba solo en la habitación. HoSeok no estaba, pero la persiana estaba levantada y la claridad penetraba al interior con fuerza.
Y, por supuesto, SeokJin no estaba a su lado. Mientras dormía, hubo un momento en el que creyó sentir la fragancia de SeokJin, pero ahora sabía que sólo había sido un sueño.
Trató de levantarse con cuidado. El cuerpo aún le dolía y comprobó con lagrimas en los ojos que tardaría tiempo en volver a ser capaz de levantarse y mucho mas tiempo en volver a mirar a SeokJin a la cara.
Se dio una rápida ducha. El silencio que había a su alrededor le daba ansiedad.
¿Y si SeokJin se había ido?
Sintió un escalofrío y dio más fuerza al agua caliente hasta que la sintió hirviendo y tuvo que cerrar los grifos y salir de la bañera. Se secó un poco y salió de la habitación con una toalla, desesperado por encontrar algo de ropa y averiguar qué estaba pasando, pero se detuvo de golpe.
Kai se encontraba en la habitación, leyendo unos papeles que había sobre la mesita. Al verlo, se apartó de ellos y lo miró fijamente, con la misma expresión grave y severa que siempre tenía en el rostro.
– Ah...
– Tienes mejor aspecto del que me esperaba – soltó con suavidad, consiguiendo que JungKook enrojeciera –. Pero supongo que es normal. Después de todo no... Era tu primera vez, ¿no? –. Enrojeció aún más sin decir nada y se apretó la toalla al cuerpo. De pronto, hacía mucho frío –. Ya veo. Toma – le tendió un bote pequeño, de esos de plástico que JungKook había visto que su madre tenía con muestras de crema y maquillaje. Lo tomó vacilante y miró a Kai confuso.
– ¿Qué...?
– Es una crema casera... aliviará el dolor y escozor. Es efectiva.
JungKook estaba igual que un tomate, sintiendo que le ardían las orejas y bajó la cabeza.
– Ah... gracias.
– Pero es algo que te podías haber ahorrado si hubieras escuchado a SeokJin por una vez.
¿Le estaba riñendo?
– Lo siento – masculló apenas.
– Sí, eso ya lo veo –. Lo miró fijamente –. Puedes pedirle a SeokJin que te ayude a ponerla...
– ¡No! – chilló JungKook horrorizado, bajando aún más la cabeza mientras apretaba el bote en su pecho –. Yo... yo lo haré... solo.
No estaba muy seguro de querer mirar a SeokJin a la cara después de lo ocurrido el día anterior como para ser capaz de pedirle algo así. Sólo de pensarlo le daban escalofríos.
– Como quieras.
– Tengo... tengo que vestirme – murmuró, apartándose de Kai y acercándose al armario de SeokJin.
Aún no estaban sus ropas en la habitación y tampoco tenía la seguridad de ir a pedírselas a nadie. Buscó algo qué ponerse, sin dejar de mirar de reojo a Kai, quien había vuelto a prestar atención a los documentos que había sobre la mesita.
¿Qué serían? No recordaba haberlos visto la noche anterior, pero quizás lo había pasado por alto.
– Me vestiré –anunció.
Volvió a entrar al cuarto de baño y se vistió como pudo, guardando en el bolsillo del pantalón el bote que Kai le acababa de dar. Por una vez daba gracias por estar acostumbrado al dolor y poder comportarse con la mayor dignidad que la zona donde le dolía se lo permitía.
Se echó un vistazo rápido en el espejo y puso mala cara. Su aspecto no era muy agradable, pero también estaba acostumbrado a las ojeras y los ojos hundidos por las lágrimas. Apartó la mirada y salió de la habitación.
Kai seguía aún presente. Se encontraba al lado de la ventana, mirando al exterior sin ninguna emoción plasmada en el rostro. Parecía pensativo, tal vez en otra parte, pero no dejaba entrever qué podría ser lo que pasaba por su mente.
JungKook decidió no molestarle y se acercó a la mesita, aún con curiosidad por saber qué contenían los papeles y perdió todo el color de la cara cuando vio la copia del contrato de su compra.
– ¿Por qué no pediste otra cosa?
– ¿Qué?
La voz de Kai lo tomó por sorpresa y casi dejó caer las hojas al suelo, pero pudo agarrarlas antes de que se le escurrieran de las manos.
– ¿Por qué crees que SeokJin te compró?
JungKook bajó la cabeza y miró los documentos con un nudo en el estómago. ¿Para qué lo habría comprado SeokJin si no era para hacerle daño?
– Supongo que porque se aburría – murmuró, sintiendo más dolor del que había supuesto al oír sus propias palabras –, por capricho, o porque aún no había comprado a nadie y le apetecía ampliar su...
– ¿Y por qué crees te dejó que escogieras el precio?
JungKook se obligó a levantar la cabeza y mirar a Kai. Éste seguía con la mirada clavada en algún punto de la calle, con la expresión vacía, como si siguiera absorto en sus pensamientos.
– ¿Por... por qué? –. ¿Tenía que haber algún motivo para que SeokJin le permitiera poner su propio precio? –. Podía pagarlo, supongo.
Hubo un silencio prolongado y JungKook creyó que Kai no había llegado ni oír las últimas palabras. Bajó la cabeza y comenzó a leer el contrato. Quizás podía encontrar algo de utilidad... o el motivo definitivo para cortarse las venas.
– ¿Crees que lo que te ocurra no es de mi incumbencia?
– ¿Eh?
JungKook volvió a apartar la vista de las letras y miró la espalda del chico.
– Los demás se dedican a averiguar todo lo que tiene que ver con SeokJin y me temo que yo me encuentro entre ellos –. ¿Se estaba disculpando? –. No llevo mucho tiempo junto a SeokJin y los demás, al igual que tampoco contigo –. ¿Trataba de decirle algo? –. Tampoco me considero una persona muy hábil para leer en los demás, pero en algunos resulta más fácil que en otros... y sí, de algún modo oí las barbaridades sobre SeokJin, sobre sus acciones, sobre los medios para conseguir lo que se propone y lo que desea, sobre cómo ha jugado con las personas o las personas que mató... –. Se giró y por primera vez lo miró fijamente a los ojos. Su expresión era la misma, pero ya no parecía ausente –, de algún modo – repitió – ya no lo considero un monstruo. No, no pretendo disculparlo. Simplemente comprendo porqué lo hace y respeto sus motivos, al igual que sé que siempre hay una razón para lo que hace.
¿Qué trataba de decirle?
JungKook arrugó la frente e intentó adivinar si Kai pretendía simplemente mantener una conversación con él o de verdad le estaba diciendo algo.
Kai acomodó mejor la espalda en la ventana y giró la cabeza para seguir observando la calle desde el ángulo que se encontraba.
¿Por qué todos los que rodeaban a SeokJin tenían que ser tan misteriosos? ¿Tan difícil era decir las cosas directamente?
– ¿Hasta qué punto conoces a SeokJin?
La pregunta le pilló por sorpresa.
– ¿Qué? ¿Yo? Bueno... –. ¿Qué sabía de SeokJin?
Era un asesino, el líder de una familia que lo odiaba y que le trataba de matar. Tenía una prometida con la que se suponía que se iba a casar pero que, sin embargo, ella ya tenía la fecha de boda con otra persona.
Se rodeaba de amigos que lo protegían y que estaban dispuestos a matar y morir por él. Tenía una personalidad horrible, era dominante, gruñón, manipulador, le gustaba humillar, sabía como herir y despreciar a los demás...
Pero había perdido a sus padres en un accidente provocado, lo habían intentado matar siendo un niño, lo había violado una mujer horrible....
¿Y cuántas cosas le quedaban por averiguar? ¿Qué era lo que sabía de SeokJin?
Miró a Kai inseguro.
– ¿Por qué lo quieres?
– ¿Qué?
Kai volvió a mirarlo.
– ¿No estás armando este escándalo porque se supone que lo quieres?
– ¿Qué? Sí, claro que lo quiero...
– ¿Por qué?
Abrió la boca espantado. ¿Por qué quería a SeokJin? ¿Por qué?
– Yo...
– ¿Lo quieres?
– ¡Sí, claro que sí!
Por supuesto que lo quería. Nunca había estado tan seguro de algo como de eso, pero...
– ¿Y por qué lo quieres?
Volvió a abrir la boca. Las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos y trató de alejarlas.
– Yo...
– Dices que lo quieres pero no sabes por qué – siguió Kai, impasible –. SeokJin te sigue torturando a su antojo, te rechaza, te humilla, se burla de ti... ¿y aún así lo quieres?
JungKook sacudió la cabeza.
– Sí...
– ¿Pero por qué? –. ¿Era una encerrona? Se humedeció los labios y apretó las hojas entre las manos –. ¿Quieres que yo te diga por qué lo quieres?
JungKook lo miró sorprendido. Kai no parecía estar bromeando.
– Igual, creo que deberías averiguarlo por ti mismo.
– ¿Qué?
– ¿Sabes que SeokJin tiene mucha información sobre ti?
JungKook palideció, pero asintió con la cabeza. Había visto en casa de SeokJin el informe de cuando estuvo en el hospital.
– Él...
– ¿Por qué crees que se molestó en conseguirla?
¿Le interesaban realmente sus respuestas? Se encogió de hombros, cada vez más nervioso y confuso.
– Quizás...
– ¿Se aburría también?
JungKook se encogió. No, no le interesaban sus respuestas. ¿Intentaba algo con esas preguntas?
– No sé...
Kai le señaló con el dedo y JungKook retrocedió asustado.
– ¿Has leído el contrato?
JungKook estuvo a punto de soltar las hojas al oír hablar sobre el documento, pero recuperó antes la calma y siguió aferrando las hojas con fuerza.
– No...
¿Tan horrible era?
– ¿Y sabías que SeokJin no necesitaba ese estúpido documento para conseguir de ti todo lo que quiere?
JungKook abrió y cerró la boca varias veces, sorprendido, antes de clavar la vista en los papeles.
Era cierto.
¿Por qué SeokJin lo había comprado? ¿Por qué no había pensado en ello antes?
Kai no estaba con SeokJin porque lo hubieran contratado o comprado. Tampoco lo hacía por amistad o lealtad, pero SeokJin se había encargado de que éste se aferrara a él como si lo hubiera encadenado a su brazo.
– ¿Por qué? – preguntó, con un hormigueo en la cabeza y en la boca del estómago.
Kai seguía observándolo con la misma expresión inalterable.
– ¿Por qué te compró entonces? – Hizo él la pregunta completa –. ¿Por qué no me lo dices tú? ¿Por acostarse contigo? No es un secreto que no es tu experiencia la que le vuelva loco precisamente, ni que necesite el cuerpo de alguien tan desesperadamente como para necesitar tenerte a su lado. Sólo tendría que chasquear los dedos y seguramente podría armarse un harem de las más bellas mujeres y, ya puestos, de los hombres –. JungKook palideció y bajó la cabeza con el alma en los pies. Sí, era verdad... –. ¿Por qué no... por una vez dejas de lamentarte de ti mismo y piensas más allá de lo que tienes delante de las narices?
– ¿Eh? –. JungKook enrojeció avergonzado. ¿Se lamentaba de sí mismo? Sí, puede que lo hubiera hecho... De pronto se sintió muy miserable –. Lo siento...
Kai soltó un bufido y tardó unos segundos en continuar hablando.
– ¿Pensaste en algún momento, que tal vez SeokJin esperaba algo... otra respuesta cuando te dio la opción de ponerte un precio?
JungKook perdió el aliento, dejando los labios entre abiertos, y miró más allá de Kai, recreando el momento en que le dijo a SeokJin el precio que se ponía a sí mismo... Quedarse siempre a su lado...
"¿Ese es tu precio?" Había preguntado SeokJin, molesto, irritado. "Sabías que cuando dije que podías escoger tu precio, lo abarcaba todo, ¿verdad?" ¿Esa irritación había sido decepción?
Volvió a mirar a Kai, espantado, preocupado y se dio cuenta que ahora se mordía los labios.
– ¿Qué... qué debía haber respondido?
Kai entrecerró los ojos.
– ¿Ni aunque HoSeok te lo señalara pudiste darte cuenta? – ¿Qué? ¿HoSeok?
JungKook miró a Kai en busca de una pista, pero el otro no parecía dispuesto a explicar nada más. Intentó recordar el instante que vio a HoSeok antes de que llegara a firmar el documento.
¿Qué había hecho HoSeok? ¿Jugar mímica? ¿Qué...? ¿No lo había llamado mientras se tocaba el pecho?
– Ya veo – murmuró Kai, apartándose finalmente de la ventana, sacando a JungKook de sus pensamientos y se acercó despacio hasta él. –. Pero me temo que, a menos que comiences a leer a SeokJin entre líneas –. Se detuvo a su lado y JungKook se puso tenso –. Ni eso – señaló los documentos del contrato que él aún seguía estrujando entre los dedos –, podrá evitar que te alejes de SeokJin.
Un sudor frío le recorrió desde la nuca, pasó a lo largo de la espalda y no pudo evitar sentir un escalofrío.
– Pero...
– Tengo que irme. No puedes quedarte solo. Te llevaré hasta SeokJin.
¿SeokJin? Kai caminó hasta la puerta y la abrió. JungKook miró su espalda con impotencia. ¿Leer a SeokJin entre líneas? ¿Qué se suponía que debía haber dicho? ¿Y qué debía hacer para poder estar con SeokJin?
– ¿Qué... qué puedo hacer? – murmuró suplicante.
Kai se detuvo y giró a medias la cabeza. Su expresión era la misma, inalterable, casi inexpresiva, y sus ojos volvían estar lejos, a miles de kilómetros de distancia de aquella habitación, más lejos que aquel hotel.
– ¿Qué tal si empiezas reduciendo las veces que dices "lo siento" a lo largo del día?
JungKook miró la puerta que conducía al despacho donde Kai le había dicho que se encontraba SeokJin y se quedó enfrente, sin atreverse a abrirla.
– ¿Quieres que te acompañe adentro? –se ofreció Kai a su espabrirla.
Al escuchar eso, se giró asustado y miró avergonzado al asesino. Lo miraba tranquilamente y JungKook sacudió la cabeza, avergonzado. Ya iba a ser difícil mirar a SeokJin a la cara como para que lo viera entrar con escolta.
– Ahora entro –susurró con voz ronca.
Volvió a girar la cabeza y tragando con esfuerzo, abrió la puerta.
SeokJin se encontraba sentado en una silla negra de oficina y tenía apoyado los brazos en la larga mesa. Parecía absorto en los papeles y documentos que tenía alrededor y no se molestó en levantar la cabeza para averiguar quién había entrado. ¿No lo habría oído?
JungKook se humedeció los labios resecos y heridos y se mantuvo cerca de la puerta, sin moverse.
– ¿Piensas quedarte ahí todo el día? –soltó SeokJin sin levantar la cabeza. JungKook dio un respingo y sólo dio un paso al frente, intimidado, volviendo a detenerse inmediatamente– ¿Eso es un sí? –gruñó, levantando finalmente la cabeza.
JungKook se encogió y apartó rápidamente la cabeza, notando como las mejillas comenzaban a arderle.
– No –susurró despacio, mirando el sofá de cuero que había a un lado, cerca del armario que hacía las funciones de biblioteca y bar.
JungKook avanzó un paso y miró de reojo a SeokJin. El rubio había vuelto a bajar la cabeza y ya no le prestaba atención. JungKook no sabía cómo sentirse sobre eso.
¿Por qué se lamentaba? ¿Esperaba que SeokJin se mostrara preocupado por lo ocurrido la noche anterior?
Sacudió la cabeza con fuerza. No... Eso era... imposible. Apartó la cabeza. Además, él no era una chica, no necesitaba que nadie lo tratara con esa consideración.
Se detuvo frente al sillón y lo miró con ansiedad. Sí, era mucho más fácil decirlo que hacerlo. Apretó con fuerza los puños, tratando de sacar el suficiente valor para ser capaz de sentarse y no hacer ninguna mueca de dolor al hacerlo.
– ¿Qué ocurre, princesita? –JungKook giró la cabeza, sobresaltado, pero antes de llegar a hacerlo, un brazo de SeokJin lo rodeó por el cuello, dejándolo completamente inmóvil, mientras la otra mano descendía hasta llegarle a tocar las nalgas. JungKook contuvo la respiración– ¿Hay algún motivo por el que no quieras sentarte? –Preguntó con burla– ¿O vas a decirme que tienes esto resentido?
SeokJin agarró con fuerza una de las nalgas de JungKook y éste se encogió.
– No... estoy bien –susurró con voz débil.
– ¿En serio?
La voz de SeokJin se convirtió en apenas un siseo y JungKook se encogió un poco más, intimidado. El mayor apartó la mano que había mantenido en sus nalgas y JungKook suspiró aliviado.
– Sí –volvió a mentir JungKook.
– Entonces –Los labios de SeokJin rozaron su oreja y JungKook se estremeció– No habrá ningún problema para que te bajes los pantalones y sigas cumpliendo con tu contrato, ¿verdad?
JungKook sintió pánico y se irguió bruscamente, e inconscientemente, estuvo apunto de golpear a SeokJin, si el rubio no hubiera previsto ese movimiento antes de que lo hiciera. JungKook palideció.
– Ah...
Se humedeció los labios y buscó algo rápido que decir.
– ¿Ah, qué? –Insistió SeokJin – ¿Hay algún problema?
¡Se estaba riendo de él! JungKook bajó la cabeza deprimido.
– Sí... –susurró.
– No te escucho.
– Sí –repitió JungKook en el mismo tono de voz.
– Sigo sin escucharte –continuó SeokJin, impasible– ¿O será que te da vergüenza reconocer que te duele el trasero?
Si lo sabía, ¿por qué se lo preguntaba?
– Sí –dijo un poco más alto, enrojeciendo intensamente.
– ¿Si que te da vergüenza?
JungKook tragó con dificultad.
– Si que duele – murmuró, cerrando los ojos. ¡Y por supuesto que le daba vergüenza!
Los labios de SeokJin volvieron a rozar su oreja y JungKook abrió los ojos de golpe.
– No era tan difícil admitirlo, ¿eh? –Se burló– Tenías que ver como andas... das hasta lástima... aunque si eres tan... valiente... como para levantarte de la cama, ¿no estarás exagerando?
– Ah... Yo... yo... lo...
JungKook miró al frente y dejó que las palabras murieran en su garganta. ¿Lo siento?
"¿Por qué no disminuyes las veces que dices lo siento al día?" Kai le había dicho que no dijera "lo siento" ¿Pero sería correcto no pedirle perdón?
– Ah, ¿qué?
JungKook se encogió un poco y se metió las manos en el bolsillo. El botecito que Kai le había dado en la habitación seguía en su bolsillo y lo agarró con fuerza en el puño.
– Nada –murmuró.
Esperó asustado a que SeokJin hiciera algún comentario, pero el rubio se limitó a guardar silencio, sin soltarlo.
JungKook sabía que encontrarse abrazado de esa manera no significaba nada, ya que para SeokJin no significaba nada, pero aún así le gustaba sentir la calidez del cuerpo del mayor. Reprimió un suspiro.
¿Estaría enfadado con él? Quizás era un error no haberle pedido perdón...
– Túmbate en el sofá –soltó SeokJin, de pronto, con voz apática, mientras lo soltaba– Tengo trabajo que hacer.
JungKook se giró para mirarle. SeokJin se sentó frente a la mesa y comenzó a leer una vez más los papeles que había encima.
¿Por qué sentía ganas de llorar de pronto?
JungKook apartó la cabeza para impedir que SeokJin le viera llorar si las lágrimas terminaban cediendo.
– Dale –gruñó SeokJin, dando un golpe en la mesa– Siéntate, túmbate... haz lo que te dé la gana, pero hazlo donde no te vea.
JungKook cerró los ojos y trató de calmarse antes de girarse con timidez hacia SeokJin.
– No – murmuró, ignorando como la mirada de SeokJin se endurecía– No puedes echarme esta en el...
Se Le trabó la lengua y bajó la cabeza avergonzado. De pronto, no se sentía capaz de volver a mirarlo.
–¿Contrato? –le ayudó SeokJin con un tono que no mostraba nada– El contrato de tu compra –Siguió SeokJin hurgando en la herida.
JungKook lo oyó mover la silla y retrocedió un poco cuando los largos pasos de SeokJin recorrieron la distancia que les separaba y se detuvo frente a él.
El rubio lo agarró del brazo para inmovilizarlo y JungKook, al sacar bruscamente la mano del bolsillo, el botecito que Kai le había dado, cayó rodando por el suelo.
Los dos siguieron con la mirada el recorrido del bote que se detuvo a pocos centímetros de la mesa. JungKook lo miró con espanto y SeokJin con curiosidad, levantando una ceja hasta que se detuvo. Después giró la cabeza y volvió a mirar a JungKook.
– Y eso... ¿Qué es?
El rostro de JungKook perdió todo el color y, por unos instantes, dejó de respirar. SeokJin seguía agarrándolo del brazo y acababa de darse cuenta de que la mano ejercía cada vez mayor presión.
– Ah...
– ¿Qué hay en ese bote? –insistió SeokJin, mirándolo intensamente.
JungKook evitó encontrarse con su mirada, pero eso no significaba que el mayor pudiera notar las gotas de sudor que adornaban su rostro y su cuerpo.
– Nada –farfulló desesperado.
– ¿Nada? –SeokJin soltó una risita sin emoción– Tal y como lo dices voy a creer que es veneno. ¿Por fin quieres matarme? ¡Qué sutileza utilizar veneno! Lo veo más práctico para alguien... como tú.
Por fin se atrevió a levantar la cabeza y miró a SeokJin sorprendido. El miedo seguía palpable, pero no podía creer las palabras del rubio.
¿De verdad estaba pensando que podía querer envenenarlo? ¿Hablaba en serio?
– ¡No es veneno! –protestó. Se soltó del brazo de SeokJin y corrió hacia la mesa. Se agachó y recogió el botecito, ignorando las punzadas de dolor, y se apartó todo lo que pudo de SeokJin.
– ¿En serio? ¿Y qué se supone que guardas ahí?
– ¿Lo has dicho en serio? Hablabas en serio –le reprochó JungKook sin darse cuenta – ¡Yo nunca te intentaría matar! Yo... –SeokJin seguía mirándolo y apartó la cabeza incapaz de decir que lo quería. ¿A SeokJin le interesaba oírlo? Por supuesto que no–. Me lo ha dado Kai –murmuró mucho más bajo.
– ¿Kai?
– Sí...
El color que había perdido hacía unos segundos, lo estaba recuperando. Podía notar el calor en las mejillas.
– ¿Para el dolor? –JungKook se encogió un poco más. Se negaba a mirarlo y no fue capaz de decir nada– Ya veo. Es un asesino muy considerado, Y dime, ¿también te ayudó a ponerte la crema? – ¿Había burla en su voz? JungKook sacudió la cabeza– ¿Y entonces? ¿Viniste a que te ayude yo?
– ¡No!
JungKook levantó la cabeza y se arrepintió de hacerlo. SeokJin se había acercado lentamente hacia la mesa y se dejó caer en la silla, sin dejar de sonreír burlón en ningún momento.
– Deberías apreciar un regalo así. Casi podría garantizarte de que es efectivo... si viene de él.
La intensidad de la mirada oscura de SeokJin lo mareaba. JungKook tragó con dificultad y miró la madera oscura de la mesa, tratando de calmarse. Suponía que SeokJin quería decir algo con sus palabras, pero no sabía como relacionarlo con Kai.
– Sí... –murmuró para oír su propia voz.
– Bien, úsalo.
JungKook miró a su alrededor cohibido y asintió con la cabeza, girándose para marcharse.
– ¿A dónde vas?
La pregunta de SeokJin le obligó a detenerse y girarse. SeokJin seguía en la misma postura y JungKook lo miró extrañado mientras señalaba avergonzado la puerta.
– Al... –Se aclaró la voz con fuerza– A usarlo, al baño –explicó aún más rojo.
La sonrisa de SeokJin se ensanchó y, acomodando un brazo en la mesa, se llevó la mano a la barbilla. JungKook se estremeció.
–No –dijo SeokJin– Hazlo aquí.
JungKook dejó de respirar por unos segundos. No. No podía estarle pidiendo eso.
– Delante de mí.
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