17. Más preguntas sin respuestas
JungKook bajó del avión con tanto sueño que HoSeok casi tuvo que tirar de él y ayudarlo a bajar las escaleras.
SeokJin caminaba delante junto a TaeHyung y YoonGi y, si hasta entonces había sido una persona seria y callada, ahora parecía un espectro.
No comentó nada al respecto. No se sentía con ánimos para nada, sólo deseaba llegar a donde fuera que iban a ir y tumbarse en cualquier sitio donde pudiera dormir en paz.
– ¿Estás bien, JungKook? – se interesó HoSeok, escrutando a su alrededor.
– Sólo tengo sueño, ¿ A…? – No se molestó en hacer la pregunta.
Una limusina se detuvo frente a ellos y un hombre vestido con un uniforme negro se bajó y le hizo a SeokJin una marcada reverencia.
– Matsudaira–san – saludó, añadiendo varias cosas más en japonés.
SeokJin asintió un par de veces con la cabeza y también dijo algo en japonés a lo que TaeHyung se les unió a la conversación. Tras una charla de un par de minutos, el hombre ayudó a YoonGi a introducir las maletas mientras SeokJin subía al coche sin mirar a nadie.
– ¿Una limusina? – preguntó JungKook incrédulo.
– ¿A qué es bonita? – soltó HoSeok felizmente, ignorando la verdadera pregunta que JungKook le había hecho.
– Preciosa – aceptó sin ganas –. ¿Y también tiene otras por aburrimiento?
– No… SeokJin prefiere conducir él mismo… ésta fue un regalo.
¿Un regalo? ¿La gente iba regalando limusinas? ¿Quién regalaría limusinas?
JungKook entró en el coche acompañado de HoSeok, luego lo hicieron el resto de los chicos.
– Pareces cansado, JungKook… – comentó JiMin como si pretendiese romper el silencio que se había creado en el interior.
JungKook asintió mirando a SeokJin de reojo, pero éste estaba sumergido en sus pensamientos. TaeHyung le dijo algo y SeokJin, tras unos segundos de reflexión, le respondió en japonés. ¿Hablaban en japonés para que él no pudiera enterarse de nada?
– ¿A dónde vamos? – se aventuró a preguntar en voz alta, apartando la mirada de SeokJin.
HoSeok lo miró con cautela pero no respondió. Finalmente fue TaeHyung quien lo hizo, muy posiblemente tras haberse asegurado de que SeokJin le había dado su permiso para hacerlo.
– A la casa familiar de los Matsudaira – soltó solemnemente.
– ¿La casa familiar?
¿Qué significaba eso exactamente?
Bueno, le daba igual lo que fuera mientras pudiera dormir en breve. Además, nadie se había molestado en responder a su pregunta. Y SeokJin… ni lo había mirado ¿Tan transparente era?
Pero no tardó en averiguar a qué se referían con “la casa familiar de los Matsudaira”.
La limusina se detuvo y cuando bajaron, un recinto amurallado, casi como una fortaleza, se alzaba ante ellos.
Desde la puerta metálica era imposible distinguir el interior y sólo con ver dónde se encontraba y las medidas de seguridad que tenía, JungKook suponía que no iba a encontrar una chabola.
Efectivamente, no fue una chabola lo que había del otro lado cuando la puerta se abrió.
JungKook miró con exagerado asombro cómo se extendía ante él una pequeña ciudad independiente.
Aunque no podía llamarlo exactamente una ciudad. Eran sucesivas casas alineadas sin ningún orden aparente, pero que todas se hallaban a la sombra de una sola que se encontraba en el centro del recinto.
Una mansión tradicional japonesa que, aunque seguramente había recibido varias reformas a lo largo del tiempo, parecía surgida de una película de samuráis. Y rodeando todo el interior, surgían decorados vegetales con lagos y plantas exóticas.
– TaeHyung
El aludido acudió al lado de SeokJin inmediatamente mientras los otro cuatro, muy serios, desaparecían rápidamente entre las innumerables casas.
¿Qué estaba ocurriendo?
Los buscó con la mirada pero no los encontró. Sin embargo, descubrió como varias personas se les quedaban mirando y se acercaban a SeokJin haciendo inclinaciones de respeto mientras lo miraban a él con evidente curiosidad.
SeokJin no respondió a ninguno de los saludos.
Caminó junto a TaeHyung mirando únicamente hacia la puerta de entrada de la gran mansión y en cuanto llegó a la puerta, un hombre algo robusto y de una estatura considerable, abrió la puerta y miró a SeokJin tan sorprendido que JungKook pensó que lo tocaría para averiguar si era cierto que era él.
– Señor… es una… grata sorpresa verlo por aquí – dijo –. Me alegra mucho verle…
– No puedo decir lo mismo, tío – soltó SeokJin despectivamente mirando al grupo de personas que habían acudido a recibirle –. Quiero a todo el consejo reunido en cinco minutos. Encárgate de que estén ahí – ordenó, abriéndose camino entre la multitud que se apartaba a su paso, haciendo continuas inclinaciones.
– Como desee– dijo el hombre sin poder disimular una expresión de desagrado.
JungKook caminó más despacio que TaeHyung y SeokJin. Se sentía fuera de lugar. Todas las miradas estaban clavadas en él y podía oír varios cuchicheos que no entendía pero que estaba seguro de que él era la atracción principal.
– No te quedes atrás – soltó TaeHyung molesto, volviendo para agarrarle del brazo y tirar de él para ponerlo al lado de SeokJin –. Y no vuelvas a separarte de nosotros.
JungKook asintió y miró a SeokJin de reojo, quien le lanzó una mirada severa de advertencia. JungKook se cruzó de brazos sin decir nada.
No entendía nada de lo que estaba ocurriendo y, por supuesto, nadie le respondería nada si se aventuraba a preguntar. Y para rematarlo todo, tenía tanto sueño que se tumbaría en el suelo y se quedaría dormido al instante.
¿Pero quién se lo iba a decir a SeokJin?
Él, desde luego, no lo haría.
SeokJin los encaminó al interior de una habitación con una austera decoración. No había ningún mueble a excepción de una pequeña mesa al fondo, apoyada contra la pared con dos espadas japonesas descansando sobre ella.
SeokJin se sentó de rodillas de espaldas a las katanas y apoyó las manos sobre sus muslos.
– SeokJin, ¿qué vas a hacer con JungKook? No puede quedarse en la reunión…– dijo TaeHyung preocupado –. ¿Dónde se han metido los demás?
– Relájate, TaeHyung. Hoy no ocurrirá nada…
TaeHyung parecía alterado.
– No entiendo cómo puedes estar tranquilo… Quieren tu cabeza, SeokJin…–TaeHyung se calló de golpe y miró a JungKook receloso. Sin lugar a dudas había hablado más de la cuenta.
– Hazme un favor, TaeHyung. Acompaña a JungKook fuera de esta estancia.
– ¿A dónde?
– Limítate a sacarlo de mi vista.
A JungKook se le heló la sangre. Miró a SeokJin dolido y sin molestarse en esperar a TaeHyung pasó por el lado de SeokJin y se acercó a la puerta.
– Sé marcharme solo no hace falta que me acompañes – dijo cerrando la puerta de un golpe seco.
Estaba furioso y dolido. ¿Por qué siempre tenía que ser así? … él no le pidió que lo llevara a Japón, si lo hizo fue porque le había dado la gana… ¿a qué venía esa actitud?
Fuera verdad o no lo de Min Hyun, SeokJin no tenía porqué inmiscuirse en las personas a las que hablaba. Siguió andando por la larga terraza de madera y terminó sentándose en ella, contemplando un pequeño lago cubierto de plantas silvestres.
¿A dónde iba a ir ahora?
– Tengo entendido que has venido con SeokJin–san – dijo un hombre acercándose a él.
Tenía el cabello blanco aunque no parecía muy mayor. Unas pequeñas bolsas colgaban de sus ojos y una cicatriz le recorría el cuello.
– Sí… – susurró incómodo, levantándose. El suelo estaba muy frío y JungKook hubiera deseado no haberse quitado los zapatos en la entrada.
– Es extraño que el cabeza de la familia haya decidido volver a la casa familiar – comentó sin dejar de mirarle. ¿El cabeza de familia? ¿Se estaba refiriendo a SeokJin? –. Y mucho más que lo haya hecho con un invitado. ¿Eres un amigo? Debes de ser alguien muy importante para él, ¿no?
¿Un amigo? Si no hubiera tenido tanto sueño y no se sintiera tan mal de ánimos, se hubiera echado a reír.
– No – soltó más brusco de lo que había pretendido.
El hombre lo analizó atentamente y sin cambiar su desagradable expresión asintió con la cabeza sin convicción.
– ¿Y piensa quedarse mucho tiempo?
– ¿SeokJin? No lo sé, no me lo dijo.
¿A qué venía ese interrogatorio? Si quería saberlo que se lo preguntara directamente a SeokJin. Si pretendía averiguar algo de él, por muy insignificante que fuera, estaba perdiendo el tiempo.
Finalmente el hombre sonrió o al menos pretendió hacerlo.
– Bueno, ha sido un placer conocerte. Soy Hito Matsudaira, el hermano mayor del padre de SeokJin–san –. ¿El tío de SeokJin? –. Si necesitas algo sólo tienes que pedírmelo. Sea lo que sea…
– Hito-san – le interrumpió una mujer muy hermosa. Vestía un kimono azul que contrastaba con su cabello largo y negro, con unos ojos tan oscuros como los de SeokJin –. Estoy segura de que tendrá tiempo de conocer mejor a JungKook, pero creo que este no es un buen momento, así que si me lo permite, me lo llevaré y le indicaré donde puede asearse y descansar.
Hito le lanzó una furiosa mirada que, si hubiera podido, la habría degollado.
La mujer, sin borrar su tierna sonrisa de los labios, ni demostrar que había visto la advertencia del hombre, hizo una inclinación y se dirigió a él directamente por primera vez.
– Bienvenido a la residencia de los Matsudaira, JungKook–kun – dijo haciendo otra inclinación –. Si me acompaña le llevaré hasta su habitación.
JungKook no protestó. Echó una última mirada al hombre que permaneció de pie, mirándolo de una forma extraña y salió corriendo tras la hermosa joven.
– Perdona – dijo con timidez. La mujer se detuvo y lo miró –. ¿Puedo saber tu nombre? –. De alguna forma ella sabía el suyo, pero le incomodaba no saber el de ella.
– Ah, perdóname, JungKook–kun – dijo algo azorada –. No tengo excusa para mis modales…
– No… lo siento…
– Mi nombre es Tsubasa Haruna. Por favor, tráteme bien. – E hizo otra inclinación.
¿Eh? ¿Qué forma de presentarse era esa? Pero a JungKook le fascinaban los finos modales y la dulce voz de la hermosa joven.
– Encantado – dijo, haciendo una torpe inclinación.
La mujer le sonrió agradecida.
– Vamos, te llevaré a la habitación, pareces muy cansado. ¿Quieres comer algo?
JungKook negó con la cabeza y Haruna retomó su camino hasta llegar ante una puerta. La abrió y entró, indicándole a JungKook que hiciera lo mismo. Después volvió a cerrar la puerta.
La habitación era bastante distinta a lo que había esperado. No había muchos toques orientales y la cama y los muebles parecían fuera de lugar en la mansión.
– El baño está ahí mismo – dijo Haruna, abriendo una puerta interna –. En los armarios encontrarás todo lo que necesitas. Después me aseguraré que los sirvientes se encarguen de traer tu equipaje – Calló unos segundos y volvió a acercarse a él –. Intenta no deambular solo por este lugar – le aconsejó –. Sería peligroso… No sé que le habrá llevado a SeokJin a tomar la decisión de traerte con él, pero intenta no acercarte a nadie. No salgas con nadie del recinto sin el consentimiento de SeokJin o los muchachos. Nunca hables de SeokJin con nadie y jamás te quedes a solas con alguien de esta casa o un desconocido.
– ¿A… a qué viene todo esto? – preguntó JungKook asustado.
– Es por tu seguridad, JungKook–kun. Yo no soy tu enemiga.
– Haruna…
La voz de SeokJin a sus espaldas hizo que ambos se giraran bruscamente. Haruna sonrió radiante y cuando SeokJin le abrió los brazos ella corrió a ellos, dándole un apasionado beso en los labios al que SeokJin respondió sin dudar.
JungKook miró la escena conmocionado hasta que apartó la cabeza sintiendo como le ardía el pecho.
¿Qué demonios había ido a hacer él allí? Tenía que haberse quedado en casa…
– ¿Qué tal está mi prometido? – preguntó Haruna apartándose de SeokJin.
¿Prometido? JungKook quería morirse. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? SeokJin no tenía ninguna novia porque iba a casarse…
– Ni idea, hace años que no lo veo – soltó SeokJin, desconcertando a JungKook. Se giró nuevamente para mirarlos. Haruna seguía agarrada a él.
– Oh, tú eres oficialmente mi futuro marido. – comentó ella como si fuera lo más natural del mundo.
– Ten cuidado, Haruna, no deberíamos hablar de eso. Si lo descubren no podrás casarte con Takuya.
El rostro de la joven se ensombreció y asintió con tristeza.
– Pero me voy a casar dentro de ocho meses. ¿Serás el padrino, SeokJin?
– Hasta entonces pueden pasar muchas cosas, Haruna.
– No digas eso ni en broma – protestó la joven alarmada –. No tenías que haber vuelto…
– ¿Por qué lo has traído a él a mi habitación? – soltó SeokJin, interrumpiéndola.
La joven recobró el ánimo y sonrió pícaramente.
– Me parecía un desperdicio llevarlo a una habitación a él solito… – comentó, haciendo que JungKook enrojeciera involuntariamente. ¿Qué se había imaginado? –. Además, mandarías a alguno de los chicos a que lo protegieran, ¿verdad? No puedes permitirte alejarte de ellos… lo sabes.
– ¿Insinúas que soy débil?
– Insinúo que te quieren matar SeokJin Matsudaira – chilló Haruna molesta, callándose de pronto y bajó la cabeza –. Perdóname, SeokJin… sólo estoy preocupada… Te dejaré solo, seguramente estarás cansado.
– Haruna…
– Tranquilo, ninguno de tus adorables familiares consiguieron tocar al delicioso de JungKook–kun…
Haruna le sacó la lengua pero SeokJin ni se inmutó.
La vio marcharse con una expresión vacía y cuando se encontraron solos, SeokJin lo miró al fin.
– ¿Qué significa ser el cabeza de familia? – preguntó JungKook tratando de mantener una conversación para romper el desagradable silencio que se había creado en la habitación.
– ¿No es evidente? – soltó SeokJin rudamente.
JungKook se movió incómodo y apartó la mirada de SeokJin.
– Eres tú quien me trajo aquí, deberías explicarme lo que está pasando – exigió sin demasiada convicción.
– No veo el por qué.
SeokJin se acercó al armario y comenzó a quitarse la camisa y desabrocharse el pantalón. JungKook abrió los ojos sorprendido.
– ¿Qué estás haciendo?
El chico rubio ni se molestó en mirarle. Abrió el armario y gruñó fastidiado, sacando algo de él.
– ¿A ti qué te parece? Estoy agotado y mañana será un día mucho peor –. Le lanzó a SeokJin un pijama pero éste no fue capaz de agarrarlo y cayó al suelo.
SeokJin lo miró divertido y sacudió la cabeza. Después comenzó a quitarse los pantalones sin dejar de mirarle y JungKook se dio la vuelta apenado. ¡Lo estaba haciendo a propósito!
– ¿Vas a quedarte ahí plantado? El suelo es bastante incómodo para dormir… y frío. Pero si tanto te apetece quedarte allí, por mí ningún problema.
JungKook no se movió, apoyó la frente contra la pared y fijó la mirada en el pijama que estaba en el suelo. Con cuidado se agachó a tomarlo y lo acurrucó contra su pecho.
¿Le estaba sugiriendo dormir en la misma cama? Sólo de pensarlo le ardía la cara. ¿Pero y si a SeokJin le molestaba que durmiesen en la misma cama?
– SeokJin…
– ¿Qué? – SeokJin parecía irritado. No era buena idea preguntarle si podía dormir con él. Era imposible que le hubiera sugerido que durmiesen juntos… – ¿Qué te ocurre ahora, idiota? Voy a apagar la luz de una vez así que decídete de una vez.
– ¿Te.. te… refieres… a dormir… los dos en la cama?
– ¿Qué te preocupa? – soltó SeokJin crispado – ¿Qué te viole? –. JungKook dio un respingo al oír esa pregunta y se acurrucó más el pijama –. No te preocupes, hiciera lo que hiciera contigo no podría llamarse violación. Te violaría si tú no quisieras lo que te hago, y hasta dónde he podido comprobar….
– Cállate – le pidió JungKook.
– Fantástico, cuando vea a Haruna la mataré. ¿Cómo se le ocurre meterte en mi habitación? ¿Vas a joderme la noche, verdad?
– Será mejor que duerma en otra habitación… – sugirió JungKook con ánimos de ayudar.
– Eso me parece genial – soltó SeokJin, levantándose de la cama –. Pero lo harás mañana. No voy a buscar a nadie para que te lleve a una habitación desocupada. Así que muévete de una vez de la pared que si te apartas no va a caerse, créeme –. JungKook no se movió y SeokJin rugió desesperado –. ¡Maldita sea sólo quiero dormir un rato! –. Se acercó a JungKook y sin miramientos lo arrancó de la pared y comenzó a desnudarle.
JungKook alterado intentó zafarse de las manos del chico rubio.
– Suéltame, ¿Qué haces? – preguntó escandalizado.
– Si no vas a ponerte tú solo el pijama lo haré yo.
– No, espera – pidió JungKook apoyando las manos sobre el pecho desnudo de SeokJin sin ejercer presión realmente. Aún así SeokJin se detuvo.
– ¿Y bien? ¿Te lo pondrás tú solo?
– Sí…
– Genial, ya vamos adelantando. Desnúdate – ordenó con naturalidad, cruzándose de brazos frente a él.
JungKook se ruborizó y no se movió. ¿Iba a quedarse allí mientras se desnudaba?
– Iré al baño…
– No entiendo el motivo, dudo que vaya a ver algo nuevo.
JungKook siguió sin moverse y SeokJin se llevó las manos a la cara. Parecía estar llegando a su límite.
– De acuerdo, cámbiate en el baño, en el pasillo, en el maldito infierno si te place, pero te quiero en un minuto en la cama.
JungKook asintió sin mirarle y SeokJin se apartó de su vista. ¿Iba a dormir sólo con el pantalón del pijama?
Sin pensar demasiado en ello se encerró en el baño y se cambió rápidamente; no se atrevía a darle la oportunidad a SeokJin de que fuera a buscarle.
Una vez cambiado se miró en el espejo del cuarto de baño. Tenía la cara demasiado pálida y ojeras bastante profundas adornaban sus ojos.
La ropa de SeokJin… el pantalón le arrastraba y poco le faltaba para que se le caiga. Y la camisa le sobraba por todos los lados. Suspiró resignado. SeokJin iba a reírse mucho a su costa.
– ¿Qué? ¿La recién casada piensa salir del baño de una vez?
JungKook no respondió. ¿Por qué tenía que decir esas cosas? Volvió a suspirar y salió del baño bastante cohibido.
SeokJin lo esperaba sentado en la cama con una expresión de alguien que está dispuesto a matar. JungKook se detuvo a mitad de camino, con las manos entrelazadas sobre el pecho.
– Vamos, JungKook, ya casi lo has conseguido, ánimo, un par de pasos más y podré dormir.
JungKook avanzó y con cada paso que daba enrojecía aún más. Cuando llegó al borde de la cama, SeokJin suspiró y apartó el edredón y la sabana, dando unos golpecitos, invitándolo a tumbarse a su lado.
Tras mirar durante unos segundos el lugar que SeokJin le indicaba, JungKook se metió en la cama, impidiendo que ambos rostros coincidieran una sola vez.
¿Con que cara iba a mirarlo en una situación tan bochornosa? Se acomodó en la esquina opuesta a SeokJin y le dio la espalda deliberadamente. Oyó suspirar irritado a SeokJin mientras apagaba la luz.
La habitación se sumergió rápidamente en tinieblas y a JungKook le costó un poco adaptarse a esa oscuridad.
SeokJin se había acomodado en la cama y sólo con sentir sus movimientos se ponía nervioso. ¿Dónde había quedado el sueño que antes lo estaba matando? Dudaba que pudiera llegar a dormir en toda la noche.
– SeokJin – susurró tras un rato, que le pareció una eternidad, en la misma postura sin moverse.
Esperaba realmente que el rubio estuviera dormido. Él no le respondió y JungKook cerró los ojos aliviado. Prefería no pensar qué habría sucedido si no estaba durmiendo y le hubiera oído molestándole…
…
JungKook abrió los ojos bruscamente. SeokJin se movió a su lado y le tapó la boca con su mano con firmeza.
Entre las tinieblas en las que estaba sumergida la habitación era imposible distinguir su rostro con claridad, pero podía percibir el brillo ansioso en sus ojos. Como si estuviera sucediendo algo que llevaba mucho tiempo esperando.
– No te muevas, ni se te ocurra incorporarte, pase lo que pase y oigas lo que oigas, y por supuesto, no hagas preguntas… no hables. ¿Entendiste?
La voz de SeokJin era impaciente y JungKook asintió con la cabeza sin comprender qué estaba sucediendo.
SeokJin no lo soltó rápidamente, casi parecía dudar en hacerlo, pero finalmente apartó su mano y salió de la cama perdiéndose entre las sombras de la habitación. JungKook no conseguía verlo y se acurrucó entre las sabanas.
¿Por qué estaba asustado? La culpa la tenía SeokJin por comportarse de esa manera tan misteriosa. ¿A qué se debía ese extraño comportamiento? ¿Había sucedido algo cuando por fin se había quedado dormido?
Pensó en consultar su reloj, pero desechó rápidamente la idea. Prefería no moverse demasiado.
A JungKook por poco le pasó desapercibida la sombra que avanzaba furtivamente por la habitación en dirección a la cama. No había oído abrirse la puerta, ni tampoco cerrarse, no había oído nada.
Por unos instantes creyó que sería SeokJin, pero cuando iba a llamarlo, inquieto, se dio cuenta de que la persona que había en la habitación era bastante más baja que la de él.
Permitió que el nombre quedara ahogado en su garganta y contuvo la respiración sin estar muy seguro de porqué lo hacía.
Muy posiblemente si los ocupantes de la habitación hubiesen estado dormidos, como era de esperar, la aparición de aquel intruso no los habría despertado.
JungKook no sabía qué hacer. ¿Había alguna tradición japonesa al respecto de lo que estaba sucediendo? ¿Dónde estaba SeokJin?
– ¿Podrías ser tan amable de darme el arma? – preguntó la voz de SeokJin, dejándose ver ligeramente tras la figura del otro hombre. ¿Arma? JungKook creyó ver como el extraño le entregaba algo que había llevado en la mano alzada –. Es una lástima que aquí se termine tu obra – susurró nuevamente. JungKook se estremeció al notar una nota de diversión en la voz de SeokJin –. Debes de ser muy hábil para conseguir haber llegado hasta aquí dentro.
– ¡SeokJin! – chilló TaeHyung entrando en la habitación bruscamente. YoonGi y JiMin lo seguían de cerca. Encendieron la luz y se pararon de golpe al ver a SeokJin inmovilizando al extraño.
– Llegan tarde – dijo SeokJin tranquilamente, sosteniendo en su mano libre la pistola de su pretendido agresor.
JungKook se incorporó, arrodillándose en la cama.
¿Qué es lo que había ocurrido, lo que estaba ocurriendo? ¿Habían intentado atacarles… no, atacar a SeokJin? ¿Por qué?
Se fijó en las ropas negras y ajustadas del extraño. Tenía el rostro muy sereno aunque algo sorprendido por la forma en que SeokJin había sentido su presencia y había sido capaz de atraparlo en su mismo juego.
– Los… los demás… – susurró YoonGi agitado, como si le costase respirar. Tenía un corte en un brazo donde la tela de su camiseta estaba rasgada –. NamJoon se está haciendo cargo de los cuerpos.
¿Cuerpos? JungKook abrió mucho los ojos. ¿Estaba hablando de muertos? ¡No podía ser cierto!
Todo aquello era demasiado irreal para ser cierto. Ahora, despertaría y descubriría que solo había sido una pesadilla producto de algunos temores inconscientes…
Pero no despertó.
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