Capitulo 47

Sara subió para reunirse con las chicas, por el camino se encontró con Diggle y Roy q ue bajaban en compañía de los más pequeños . Saludo a la pequeña Andy que le respondió con una linda sonrisa, era imposible no sentir simpatía por la niña que era todo amor.

Siguiendo las voces que se escuchaban por el pasillo llegó junto con sus amigas, Felicity estaba casi preparada, solo le faltaba ponerse el vestido y el velo, pero aun así vestida solamente con una bata de raso blanca Sara podía asegurar que estaba guapísima. Su rostro tenía un brillo especial, fruto de la felicidad que sin duda estaría sintiendo por ese día especial.

—Sara estás aquí —la saludó Felicity dejando sobre la mesa un vaso de agua del que había estado bebiendo—, dime que has logrado lo que te pedí.

Sara pudo ver la incertidumbre en los ojos de su amiga, por suerte podía darle buenas noticias, no había sido una misión fácil, pero lo había conseguido.

—Lo he hecho, ahora respira tranquila y disfruta del resto de tu día —le respondió envolviéndola en un abrazo por lo que aprovechó para susurrarle en el oído—. Oliver está impaciente por verte.

—¿Cómo está? —Felicity esperaba que no estuviera atacado como ella, que había tenido que tomarse una pastilla de benzodiacepina para relajarse un poco, se hubiera tomado alguna más, pero era su boda además los nervios seguramente se le pasaran en cuanto estuviera el altar.

—Guapo —le señaló su amiga—, muy guapo diría yo, distraído, nervioso, impaciente... Más o menos como tú, salvo que él ya está arreglado.

—Le hemos dicho de ponerle el vestido pero no quiere —comentó Lyla que al igual que Thea estaban ya vestidas con sus trajes de dama de honor.

—Estoy tan nerviosa que seguro que derramaré algo encima —Felicity no paraba de frotarse las manos de manera compulsiva.

—¡Eh! —Sara agarró las manos de su amiga entre las suyas—, es casi la hora, los invitados estás aquí. Vamos a ponerte ese vestido.

Felicity miró a sus amigas y a su madre, todas ellas le ofrecieron una sonrisa logrando que sus nervios se calmaran un poco.

—Está bien, voy a vestirme.

Felicity se desató el lazo que mantenía su bata cerrada dejándola solamente con el conjunto de ropa interior que Thea le había comprado el día que fueron a comprar el vestido de novia. Se trataba de un corpiño de encaje blanco y espalda baja, que recogía y ensalzaba el poco pecho que Felicity tenía. Además las cuatro en las que acababa permitían que las medidas de liguero permanecieran en su sitio durante todo el día. Las braguitas también estaban confeccionadas del mismo encaje.

—Alguien se va a poner muy contento esta noche...—le piropeó Sara la verla así vestida y con los tacones puesto.

Felicity se sonrojó.

Entre su madre y Thea la ayudaron a ponerse el vestido, lo hicieron desde abajo para no estropear el fabuloso recogido que la peluquera le había hecho. Luego uno a uno fueron abrochando los minúsculos botones que cerraban la parte trasera del vestido de novia.

—Listo —anunció su madre después de abrochar el ultimo botón.

Solo entonces Felicity decidió que era hora de mirarse en el espejo, en todas esas horas había cedido a la tentación, esperando la llegada de ese momento. Respiró hondo y se volvió hacía donde Moira había colocado un espejo de cuerpo entero, al verse se quedó sin respiración.

Le costaba reconocer a la mujer que veía reflejada, el vestido se le ajustaba como un guante marcando a la perfección la curva de su cintura y sus caderas, el recogido hacía que su cuello pareciera más largo, los pendientes le aportaban sofisticación, pero lo mejor de todo era el brillo que tenía en la mirada, la mirada de una mujer feliz.

—Ya solo queda una cosa —anunció Lyla con el velo entre las manos.

De cara al espejo vio como su amiga le enganchó el velo tal y como la peluquera les había enseñado.

Ya estaba todo, estaba lista para su boda.

—Estás preciosa —exclamó Thea.

Al volverse hacía su cuñada comprobó que la joven estaba a punto de echarse a llorar.

—No se te ocurra ponerte a llorar Thea Queen—le amenazó—, porque si no me pongo a llorar yo también.

—Lo intentaré —las dos mujeres se abrazaron, con ese abrazo se dijeron muchas cosas para las cuales no eran necesarias las palabras. Con ese abrazo se espesaron el cariño que se procesaban, se dieron las gracias, por estar ahí, por ser amigas... pero sobre todo Thea le dio la bienvenida a la familia.

Una a una sus amigas fueron abrazando a Felicity, diciéndole lo guapa que estaba. Cuando le llegó el turno a Donna la mujer no podía ocultar sus lágrimas.

—Lo siento no quería llorar —se disculpó la mujer—pero estás preciosa —la mujer se secó las lagrimas y respiró varias veces mirando hacía el techo antes de acercarse a abrazar a su hija—. Espero que seas muy feliz.

—Gracias mamá —una vez más tuvo que luchas con las lágrimas que amenazaban por saltársele.

—Antes de irnos —exclamó Thea tomando de nuevo su papel de dama de honor—, ¿lo tienes todo?.

—Creo que sí, vestido, velo, zapatos...—se dijo Felicity haciendo repaso mental— solo me falta el ramo.

—¿Y tu algo azul? —le preguntó Thea.

—Eso lo tengo yo —anunció Sara sacando de su bolso una liga de encaje —lo he traído por si las moscas.

—Menos mal —respiró tranquila la joven Queen—. Ahora si está todo, tu algo nuevo el vestido, tu algo viejo los pendientes de mi madre, tu algo prestado el collar y tu algo azul la liga —. ¿Lista para casarte con mi hermano?

Felicity sonrió por la pregunta; estaba más que lista.

—Por supuesto.

Sara fue la primera en bajar, de ese modo avisaría de que Felicity estaba lista y después se sentaría junto a su padre y su novia.

Mientras emprendía el camino desde el dormitorio principal al jardín, Felicity no podía parar de pensar en cómo ella y Oliver se habían conocido, en sus momento más importantes, en su primera cita, su primer beso... Su madre y sus dos damas de honor iban delante de ella, para que si se encontraban con alguien no la pudieran ver aun. Sin embargo Felicity captó una presencia conocida, pero cuando se dio la vuelta para asegurarse, allí no había nadie.

—Hija ¿ocurre algo?— le preguntó Donna al ver que se había quedado muy retrasada y no paraba de mirar hacía atrás.

—No nada —respondió a medias la informática, solo le había parecido ver a... Zatanna.

Llegaron al descansillo del salón, desde allí tomarían la puerta que daba al jardín y caminarían hasta llegar al altar improvisado que habían colocado para la ocasión. Thea se había lamentado por no tener una buena pérgola, en su defecto habían alquilado una de madera, que no era fea pero según la joven no posea nada de encanto.

Su madre se despidió con un beso y fue a sentarse, Thea y Lyla también salieron fuera, dejando a Felicity unos minutos a sola antes de que John llegara para llevarla camino al altar. Quizás podría habérselo pedido a su madre, pero era un honor que ya le había concedido a su amigo y no pensaba quitárselo.

—Estás preciosa Felicity —escuchó que le decía una mujer al otro lado del pasillo.

Volvió la cara y se sorprendió de encontrarse cara a cara con Moira Queen.

—No debí de tomarme la benzodiacepina, creo que me ha sentado mal —comentó para sí misma llevándose una mano a la frente.

Moira sonrió con indulgencia.

—¿Recuerdas la noche que viniste a decirme que sabías que Malcom Merlyn era el padre de Thea? —le preguntó la mujer—. Veo por tu expresión que sí lo recuerdas. Esa noche te amenacé diciendo que había notado la forma en que mirabas a mi hijo...—Moira se acercó a paso lento pero firme a la mujer que en pocos minutos se convertiría en la esposa de su hijo—, lo que no te dije era que también había notado la forma en la que él te miraba a ti.

Felicity miraba a la mujer asombrada, no solo porque estaba muerta y aun así ahí estaba frente a ella, sino también por lo que la estaba diciendo.

—¿Cómo?

—Como si fueras lo más preciado para él.

—Eso no es cierto —puede que ahora Oliver si la mirara así, pero no en ese entonces...

—Créeme lo hacía —aseguró Moira que no había perdido de vista la forma en que su hijo y su "amiga" interactuaban—. Desde que Oliver regresó de la isla no era el mismo, pero contigo se comportaba diferente, y yo como madre me sentía...—trató de buscar una palabra adecuada—celosa, no quería perder a mi hijo de nuevo. Pero veo a Oliver, a Thea, a mi nieto y me doy cuenta que estaba equivocada —Felicity estaba sin habla ¿acaso Moira Queen se estaba disculpando?—. Cuida de ellos.

—Lo haré —aseguró automáticamente Felicity.

Moira la tomo de la barbilla para que ella le mirara directamente a los ojos.

—Gracias por querer a mi precioso niño —le dio un beso en la sien.

Justo en ese momento John apareció a recoger a Felicity para llevarla junto a Oliver.

—¿Estás bien? —le preguntó al ver a su amiga con lagrimas en los ojos

—Estoy bien —aseguró aceptando el pañuelo que su amigo le ofrecía—Voy a casarme con Oliver Queen ¿te lo puedes creer?

—Creo que estás guapísima; Oliver es un hombre afortunado por tenerte en su vida —Felicity abrazó a su amigo—. Será mejor que nos pongamos en marcha, nuestro chico está que se sube por las paredes —John le ofreció el brazo para que ella se agarrara a él.

Felicity así lo hizo, tomó aire y echó a andar en busca del hombre al que amaba.

Oliver estaba de pie junto a Roy, su hermana y Lyla hacían unos minutos que habían ocupado sus puestos al otro lado, sin embargo aun no había rastro de John y Felicity. Eso no significaba que estuviera ocurriendo necesariamente algo malo, pero no podía evitar tener algo de desconfianza. Para tratar de calmarse se fijó en Connor, si hijo estaba sentado junto a la madre de Felicity jugando con la pequeña Andy, la cual parecía una pequeña princesa con su vestidito blanco y el fajín verde a juego con la corbata de Connor y el resto de adultos del cortejo nupcial. Para Oliver había sido toda una sorpresa que su chica escogiera ese color, había esperado un salmón, turquesa o alguno de esos colores que solo las mujeres sabían diferenciar del resto de colores principales (es decir rojo, rosa, amarillo, azul, morado o verde...) y en el fondo así había sido, salvo que el verde elegido era un verde que le resultaba muy familiar, su hermana le había llamado verde bosque, para él era más bien verde Arrow. No era él el único que había tenido que elegir entre una vida normal como Oliver Queen o una vida en las sombras como héroe de Starling City, también Felicity había tenido que descubrir quien quería ser realmente y también Diggle... y todos habían descubierto que no podían vivir en plenitud con una cara de la moneda, porque todos ellos eran personas con vidas normales que por la noche se dedicaban a salvar el mundo. Y aunque el resto del mundo no lo supera, el verde bosque era el guiño a esa parte de ellos.

Junto a la pequeña Andy también estaba sentada Raisa, la mujer que era como una segunda madre, que siempre había confiado en él, y que no había dudado en volver a su lado a pesar de no poder asegurarle un sueldo fijo. Ella era lo más cercano que le quedaba a su antigua familia. Había rechazado tener un puesto de honor en el enlace, ella había querido sentarse junto al resto de empleados en la parte más lejana, pero ni él, ni Felicity lo habían permitido por eso habían utilizado a su pequeña y dulce ahijada para que con la escusa de cuidarla, Raisa ocupara el lugar que ambos creían que se merecía.

Estaba tan absorto viendo como Connor y Andy se entretenían que no se dio cuenta que Felicity se acercaba si no fuera por Roy que le dio un toque con el brazo.

—Ahí viene —le susurró.

Oliver la buscó con la mirada y cuando la vio, el resto del mundo dejó de existir. No se percató que el resto de invitados estaba en pie o que mientras se acercaba sonaba la marcha nupcial, simplemente la veía a ella, vestida como si fuera un ángel y brillando como solo ella podía hacerlo. Durante una milésima de segundo su corazón había dejado de latir al verla, luego ella le había sonreído y había vuelto a la vida; estaba preciosa, y el no podía dejarla de mirarla completamente maravillado. A medida que ella se cercaba del brazo de John, Oliver sentía que su sonrisa era más y más amplia, al fin había llegado el día.

Antes de que estuvieran frente el altar Oliver se adelantó a recibirla alargó su mano hasta ella y Felicity no dudó en abandonar el brazo de John para ir junto a su prometido, aunque antes de hacerlo le dio un cariñoso beso en la mejilla a su amigo. Oliver le dio agradeció a su amigo el que acompañara a su chica con un leve gesto de cabeza, que John contestó con una sonrisa y una palmadita sobre la espalda de su amigo.

Cada uno tomo sus posiciones mientras que la oficiante de la ceremonia se acercaba al altar. Oliver y Felicity habían optado por realizar una boda civil, aunque ninguno es que fuera especialmente religioso, pero aun así tenían diferentes religiones, Oliver habría estado dispuesto a haber cedido a realizar una boda judía, pero Felicity creía que era más sencillo una boda civil, además según ella le hacía ilusión que la persona que los casara fuera una mujer. Así que Oliver no tuvo más que ir a hablar con unas de las juezas de Starling City y pedirle sus servicios como oficiante, a cambio el se había ofrecido a financiar su campaña de reelección como jueza como pago a esos servicios. La mujer se había mostrado encantada y allí estaba para casarlos.

—Buenos días a todos, hoy tenemos el privilegio de ser testigos de la unión de Oliver Jonas Queen y Felicity Megan Smoak —comenzó a hablar la jueza—. Mucho se ha escrito y hablado de ellos, pero solo hace falta estar unos minutos con ellos para saber se aman, se quieren por encima te todo. Muchos de vosotros habéis sido testigos esos sentimientos, que no han temido en demostrar públicamente, sin complejos y con sinceridad —Oliver miró a su chica al mismo tiempo que ella lo miraba a él sin dejar de sonreír—. En este acto que hoy nos reúne a todos, es sin duda para vosotros el más importante de vuestra relación, un paso más en vuestra condición de pareja. En nombre de todos los presente os deseo de corazón todo lo mejor en esta nueva aventura. Antes de continuar, tengo que preguntar si hay alguien que crea que hay algún motivo para que esta unión no deba celebrarse que lo diga ahora.

Oliver y Felicity se volvieron por si alguno de los invitados tenían alguna objeción, pero a la única persona a la que se escuchó fue a la pequeña Andy que trataba de llamar la atención Connor que trataba de mantener la compostura de un adulto y a Diggle tratando de hacer callar a su hija.

Pudieron ver a Barry en compañía de todo su equipo y también al Bruce Wayne sentado junto al señor Fox, así como otros conocidos socios de Queen Consolidated y también trabajadores de la empresa como Adrian o Noemi, las asistentes de Oliver y Felicity respectivamente. Pero nada de eso les importaba en ese momento tanto como el miedo de que alguien interrumpiera el enlace.

Pero nadie lo hizo y la jueza siguió con su discurso hasta que llegó el momento en que Oliver y Felicity tenía que prometerse lealtad y fidelidad. Para ese momento Oliver había decidido escribir el mismo sus votos con los que esperaba estar a la altura.

—Ahora este sería el momento de sellar la unión, pero el señor Queen me ha pedido algo de tiempo porque hay algo que le gustaría decirle a su prometida —anunció la jueza ante los invitado—, así que señor Queen adelante.

Felicity lo miraba perpleja, eso no era lo que tenía hablado.

—Cuando regresé después de estar cinco años fuera, todo el mundo dio por hecho que los pasé solo, pero no fue así. En todo el tiempo que estuve fuera, no pude confiar realmente en nadie y cuando te ocurre algo así dejas de ver a las personas como personas, solo ves peligros...y cuando volví a casa no sabía cómo superar esa parte de mi...—miró hacía su hermana con una sonrisa triste antes de regresar su atención de nuevo en su prometida—entonces un día entré en tu oficina y vi a la primera persona que me pareció una persona —Oliver tomó algo de aire y continuó—. Había algo especial en ti.

—Yo estaba mordiendo un bolígrafo —recordó algo abochornada de como se había comportado la primera vez que se habían conocido.

—Era rojo —Felicity se quedó quieta durante unos segundo, no podía creer que él recordara ese detalle. Luego afirmó con una sonrisa, puede que las palabras que Moira le había dicho tuvieran cierta parte de razón después de todo —. Pero no era eso, ni si quiera era por tu compulsivo balbuceo —las personas que conocían a Felicity soltaron una breve carcajada —. Había algo en ti, hay algo en ti —se corrigió a sí mismo— que hace sacar a la luz lo bueno que un queda de mi —Oliver miró a Sara y esta le sonrió feliz de que entendiera lo que le había querido decir el día que se marchó porque casi había matado a Roy —. Siento no haber sido lo suficientemente valiente para enfrentarme a ello antes. Te quiero.

Felicity agradecía que la maquilladora hubiera utilizado productos resistentes al agua, porque sino ahora mismo tendría el rostro manchado de manchurrones negro. Oliver había conseguido sorprenderla con un discurso sincero a pesar de estar en público, ella no había preparado nada pero quería hacerle el mismo regalo.

—Yo también quiero decir algo si no le importa —le pidió permiso a la jueza la cual se lo concedió encantada—. El día que nos conocimos ¡Dios creo que no he pasado más vergüenza en toda mi vida! —exclamó como si estuviera reviviendo de nuevo ese día—. Tú estabas ahí de pie tan... atractivo, mientras que yo no paraba de meter la pata una y otra vez. Pero tú en vez de salir corriendo regresaste y sin saberlo me diste mucho más que tu amistad, porque tú no eras el único que se sentía perdido —ella a su modo también se había sentido así—. Gracias, por ser mi familia...—Felicity no pudo continuar porque se le formó un nudo en la garganta que le impedía seguir hablando.

Oliver que desde que había llegado no le había soltado la mano, con la otra que tenía libre le acaricio con ternura el rostro.

—Sigamos —anunció la jueza— Oliver Jonas Queen, ¿aceptas a Felicity Megan Smoak como esposa, prometes serle fiel y cuidar de ella en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad todos los días de tu vida?

—Sí, acepto —respondió sin dudarlo.

— Felicity Megan Smoak ¿aceptas a Oliver Jonas Queen como esposo, prometes serle fiel y cuidar de él en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad todos los días de tu vida?

—Acepto —Oliver apretó su mano ligeramente.

—Por favor los anillos —solicitó la mujer tanto a los padrinos del novio.

John sacó el estuche con las dos alianzas sencillas que la pareja había comprado para la ocasión. Oliver fue el primero en coger el anillo y lo colocó en el índice de la mano derecha de su prometida, antes de soltársela depositó un beso justo encima del anillo. Luego fue ella quien le puso el anillo a él.

—Yo en virtud que de los poderes que me confiere la legislación de Starling City, os declaro unidos en matrimonio. Podéis besaros —Oliver llevaba esperando ese momento desde que había visto aparecer a su chica del brazo de su mejor amigo, la cogió la cara con ambas manos, bajó su rostro hacía al de ella y la beso. Felicity no dudó en devolverle el beso, mientras algunos de los allí presentes comenzaron a aplaudir— Os presento al señor y la señora Queen —el anunció hizo que la pareja se separara—, enhorabuena.

—Gracias —le respondió Oliver.

Mientras que su hermana se lanzaba para abrazar a Felicity.

—Bienvenido al club de los casado —Oliver aceptó encantado el abrazo con el que su amigo le felicitó por su nuevo estado civil.

Luego siguieron su hermana Thea, Roy y Lyla... pero el abrazo que más le llegó al corazón fue el que Connor le dio a Felicity.

—Ahora sí que somos una familia de verdad —había exclamado el niño con entusiasmo mientras se echaba a los brazos de la rubia.

Sí, puede que casarse fuera simplemente legalizar algo que ya estaban viviendo, porque en realidad ya estaban siendo una familia antes de jurar unos votos; pero algo en su interior se sentía diferente, puede que por ello entendiera la importancia de la declaración de su hijo. Y estaba seguro que Felicity también lo entendía, pues la emoción en su mirada no se parecía a ninguna de las que había experimentado hasta ese momento.

Su esposa, una palabra que en otro tiempo le hubiera hecho correr despavorido hacía cualquier parte, ahora le hacía sentirse seguro y en paz consigo mismo.

Para evitar posibles problemas con los paparazis, habían contratado a un prestigioso fotógrafo que filtraría a cada uno de los periódicos y medios de comunicación que así lo solicitaran algunas de las fotografías del enlace. Les habían ofrecido una gran cantidad por la exclusiva del enlace, pero ni Felicity ni él, habían estado dispuestos a venderse de esa forma, a pesar de que Diggle les había sugerido donar el dinero a alguna organización benéfica. Oliver prefería donar su propio dinero a vender su vida privada de ese modo. Pero tampoco eran estúpidos, y su vida por simplemente ser quien eran importaba a los medios, por lo que mejor mantenerlos a todos controlados y contentos; siendo ellos mismos quien controlaran la situación.

Cuando Thea había sugerido el nombre del fotógrafo el primer impulso de Felicity había sido rechazarlo por ser demasiado exclusivo.

—¿Y por qué no llamamos a Annie Leibovitz? —exclamó Felicity en respuesta a la sugerencia que su cuñada le había dado como fotógrafo de su boda— ¡Ya puestos!

—Podríamos llamar a Annie, desde luego vuestro álbum de bodas sería un recuerdo único —le respondió Thea sin inmutarse.

—¿Esa no es la que fotografía bebés vestidos como frutas o cosas así? —preguntó Oliver que no sabía de quien estaban hablando su hermana y su prometida.

—Esa es Anne Geddes —le respondieron las dos al unisonó; no se podía negar que entre ellas hubiera buena sintonía sin duda.

Las dos mujeres se pasaron la tarde sopesando las opciones, y finamente Felicity había acabado claudicando a la primera opción que le habían presentado. Una elección de la cual no había podido tener queja hasta ahora, pues no se habían dado cuenta de que él hombre había estado inmortalizando el momento, hasta que se había acercado a ellos pidiendo unas cuantas fotos con el cortejo nupcial y familiares.

Estaban a punto de dirigirse a la carpa donde se celebraría el banquete, cuando una persona se acercó a felicitarlos.

—Enhorabuena Ollie.

Oliver se volvió buscando a la dueña de esa voz.

—¿Laurel? —no se explicaba cómo es que estaba allí; él mismo había viajado hasta Gotham con la intención de invitarla a su boda, pero ella había conseguido darle esquinazo y había tenido que regresar a casa con el desconsuelo de no tenerla en su boda—. ¿Qué haces aquí?

—Digamos que hay alguien que ha sido mucho más insistente que tú—Laurel desvió la mirada hacia la derecha de Oliver, el cual miró sin llegar a sorprenderse de ver a Felicity a su lado con una sonrisa de satisfacción—. No quiero entreteneros, tan solo quería desearos lo mejor; aunque viniendo de mí puede que no os importe demasiado.

—Nos importar —aseguró Felicity para sorpresa tanto de Oliver como de Laurel, que tras recuperarse de la impresión sonrió.

—Tomaste la decisión correcta Ollie —le aseguró la abogada sin dejar de mirar a Felicity; sin decir las palabras, los tres sabían que era su forma de pedir perdón por haberse interpuesto en la relación—. Será mejor que me vaya antes de que papá y Sara asusten a mí...

—¿Novio? —acabó Felicity por ella.

—Podría ser, el tiempo lo dirá —Laurel se marchó a reunirse con su familia y su acompañante dejando a los recién casados.

Oliver miró a su chica preguntando por qué lo había hecho, por qué se había molestado en encontrar a Laurel e invitarla a su boda. No era un secreto que su chica prefería a cualquiera de los otros dos miembros de la familia Lance que estaban invitados a la boda que a su ex-novia.

—Sé que llevas un tiempo tratando de ponerte en contacto con Laurel —Oliver se volvió hacía Diggle tratando de reprenderlo—. John no me ha dicho nada —le aseguró ella que estaba tratando de colocarle la corbata—; pero te conozco lo suficientemente para saber cómo piensas. Así que contacté con Laurel y con un poco de ayuda de Sara, logramos convencerla.

Oliver bajó su cabeza pegando su frente con la de ella y susurró.

—Gracias.

—Tú has traído a mi madre ¿recuerdas?

Los dos habían tratado de su día especial no se viera ensombrecido por más ausencias de las debidas. Salvo la muerte, los demás eran obstáculos salvables siempre que se pusiera un poco de ingenio.

—Papá ¿podemos entrar ya? Tengo hambre —se quejó Connor, no sin razón pues sus tripas sonaron confirmando sus palabras.

—Venga campeón vamos a buscarte algo de comer —comentó Diggle entrando a la carpa en compañía del niño y el resto de el cortejo dejando solos a los recién casados para que hicieran su gran entrada.

Y así fue, cuando Oliver y Felicity aparecieron por la puerta todos los invitados se pusieron en pie y aplaudieron provocando que la novia se sonrojara, incluso trató de esconder su rostro de los invitados apoyándose en el hombro de su chico. Ella que no dudaba de enfrentarse a los villanos, para desagrado de él, no era capaz de aguantar el tipo por unos cuantos aplausos; Oliver le besó la coronilla y comenzó a andar hasta su mesa donde ya estaban sentados, su hermana y el novio de ésta, así como su suegra. Connor estaba sentado en la mesa de los niños, mientras que Diggle y Lyla por petición propia estaba sentados con el resto de amigos de Arrow.

La comida transcurrió sin ningún problema, todos disfrutaron con el menú que los novios habían elegido para la ocasión. En las mesas parecía que las conversaciones fluían con la misma facilidad que se vaciaban las copas de vino.

Fue después de la tarta, cuando dieron comienzo los brindis cuando sus amigos que habían estado bastante callados decidieron hacer de las suyas. El primero como bien manda la tradición fue el padrino, aunque hay que decir que de todos Diggle fue el más benevolente de todos.

—Buenas tardes a todos, mi nombre es John Diggle y soy el padrino —se presentó el ex-militar levantando su copa de champan—. Para mi es una bendición estar aquí hoy, porque empezaba a creer que Oliver no iba a entrar en razón nunca —algunos de los asistentes se rieron de la declaración —. Reíros, reíros, vosotros no sois los que lleváis más de tres años soportando las miraditas, los flirteos... los celos... Dejémoslo que he estado tentado muchas veces en encerrarlos en un armario o el ascensor, o encerrarlos en a cualquier sitio que en el que estuvieran obligados a hablar —Roy apoyó el comentario de su compañero provocado la risa de todos—. Armarios aparte, conocí a Oliver poco días después de que regresara de una isla inhóspita de China. Conocí a hombre perdido, sin esperanzas, que no se creía capaz de amar, ni ser amado. Pero aquí lo tienen —dijo señalando a su amigo— recién casado con una de las mejores mujeres que he conocido en mi vida —Oliver aprovechó justo ese momento para besar la mano de su chica la cual tenía entrelazada con la suya por encima de la mesa—. Me hizo falta solo verlos una vez juntos para saber que esto acabaría ocurriendo, eso sí no cuando, mis dotes de adivino no llegan a tanto. Os deseo a los dos que seáis muy felices porque os lo merecéis.

Felicity le mandó a John un beso desde donde estaba sentada, las lagrimas estaba a punto de volver a aparecer, seguramente fruto de tantos días de tensión.

Thea fue la siguiente en tomar la palabra.

—Hola a todos, soy Thea y como sabéis soy la hermana del novio y obviamente me alegro mucho por él, porque como ha dicho John...—la joven se giró a mirar a su hermano y durante unos segundos se mantuvo en silencio—el Oliver que regresó no era mi hermano —aun le dolía recordar como su hermano la había alejado cuando ella quería recuperarle—, al principio sentí celos Felicity, con ella Oliver parecía más relajado...—su cuñada la agarró de la mano sin tenerle rencor por sentir celos de ella—; pero tuve la oportunidad de conocerla y lo comprendí. Ella es la persona más sincera, amable y más cariñosa que he conocido. Para mí es un orgullo poderla tener no solo como amiga, sino ahora también como hermana —Thea levantó la copa y exclamó —. Por Oliver y Felicity para que sean felices y sobre todo que me hagan tía pronto. Salud.

Mientras los invitados brindaron con ella la joven y su cuñada se fundieron en un cariñoso y sincero abrazo, que hizo que las dos acabaran con los ojos llorosos.

—Gracias Speedy —le agradeció su hermano dándole un beso en la sien —. Y haré lo que pueda para hacerte tía pronto —le aseguró bajando la voz para que solo ella lo pudiera escuchar, al separarse le dio un giño de complicidad y se sentó nuevamente en su silla.

Entonces Sara apoyada por Barry, Cisco, Ronnie, John, Lyla y compañía empezaron a pedir un beso. Oliver se rió encantado mientras que Felicity una vez más se sintió abochornada, no entendía como sus amigos eran capaz de hacerla es.

—No van a parar hasta que no nos besemos —le dijo al oído su esposo—. Fe-li-ci-ty — Oliver mordisqueó el lóbulo de su oreja tratando de ese modo de convencerla.

—Está bien —le rió pegándole para que se apartara de ella—. Un beso y ya —le concedió.

—Pronto empezamos con los dolores de cabeza —bromeó Oliver. No esperó que ella contestara, le cogió el rostro entre sus manos, se acercó lentamente hasta que sus labios se fundieron en un apasionado beso, que ella respondió con idéntica entrega para alegría de sus amigos que vitorearon al ver la escena.

—¿Recuérdame porque seguimos siendo sus amigos? —le pidió ella rompiendo el beso, él apoyó su frente sobre la de ella para mantener la intimidad que habían compartido escasos segundos antes.

—Yo soy el que hace esas preguntas —bromeó él, pues él había sido durante mucho tiempo quien había evitado relacionarse con algunos de ellos, como por ejemplo con Barry.

—Bueno, si no me equivoco yo soy la que tiende a balbucear y recuerdo un par de ocasiones en las que estuviste muy adorable... —le replicó ella jugando con su corbata.

—Yo tendría cuidado si no quieres que acabemos haciendo algo que te avergüence más que darme un beso delante de los peces gordos de la ciudad.

Ella siguió su sugerencia, se mantuvo un poco alejada de su esposo entablando conversación con algunos de los invitados que no perdieron la oportunidad de felicitarla y darle los mejores deseos, ajena a lo que Oliver le había preparado para su primer baile como marido y mujer. Una de las cosas que más había llamado la atención de Oliver al visitar la casa de su por entonces compañera, había sido el póster de la antigua película de Robin Hood que tenía colgado por encima del televisor.

Recordaba haber hecho un comentario para averiguar si el poster tenía algo que ver con él o más concretamente con su alterego, pero ella le había asegurado que el poster lo había tenido desde su época de estudiante del MIT. Oliver la había mirado con desconfianza, pero un segundo vistazo al interior del marco, y había comprobado que efectivamente el papel estaba algo desgastado. Aun así ese poster que ahora estaba en el despacho de su padre, se le había quedado muy grabado en la memoria. Tampoco le pasó desapercibido como una de las primeras películas que Felicity llevó a su casa poco después de encontrar a Connor, fue la versión animada de esa misma película. No es que se considerara así mismo avispado como un zorro, pero estaba claro que ella tenía cierta fijación con los arqueros vestidos de verde, a pesar de considerar que el tiro con arco era una absoluta pérdida de tiempo, aunque claro eso lo había pensado antes de conocer que él era Arrow, estaba completamente seguro que ya no pensaba lo mismo de su "pequeña afición".

Cuando Thea le había sugerido que tenía que hacer algo especial para Felicity y que en el baile era el mejor momento. Había puesto su plan en marcha, podría haber aprendido los paso de Dirty Dancing como había visto en algunos videos de Youtube, a ella le encantaba Patrick Swayze y no había tenido el mayor reparo de decirlo delante de él; pero sinceramente tenía dos pies izquierdos y no pensaba hacer el ridículo. Había elegido su segunda mejor opción, Robin de Locksley. Había encontrado la banda sonora de una de las múltiples versiones del arquero, más concretamente la interpretada por Kevin Cosner y la había elegido como canción para su primer baile como marido y mujer; esperaba haber acertado; porque para él esa canción estaba cargada de significado, porque parte del hombre que era en ese momento se lo debía a ella; a sus sentimientos hacía ella.

Las luces se atenuaron para darles intimidad, ellos apenas veían a los invitados pero estos si los veían a ellos. Oliver se acercó lentamente a ella que lo esperaba mordiéndose el labio inferior. No hablaron, se tomaron de la mano y se colocaron para empezar el baile como si llevaran toda la vida haciéndolo. Felicity reconoció la canción cuando las primeras notas comenzaron a sonar, ella le miró buscando una respuesta, pero él solo le sonrió como el tonto enamorado que sabía que era.

Se movieron al ritmo de la música, Felicity no podía remediar ir cantando la canción entre susurros, pues era una de sus canciones favoritas desde hacía muchos años y le alegraba que Oliver la hubiera seleccionado. Sintiéndose más relajados incluso intentaron alguna que otra cabriola, que no todas tuvieron buen resultado, pero sí les hizo sentirse más ligeros y felices, e incluso llegaron a reírse. Oliver se encontraba tan a gusto que llegó a cantarle las tres últimas frases de la canción —You know it's true. Everything I do, I do it for you —, encandilando por completo a su esposa.

Cuando acabó la música, les costó algo de trabajo separarse si no hubiera sido por Thea y John que reclamaron enseguida sus turnos.

Pero el baile que Felicity guardaría en su corazón ese día, sería con su esposo o sus amigos, sino con un hombre algo más pequeño, en altura y en edad. Después de John, el niño se había acercado en compañía de Donna y le había pedido a Felicity un baile, por supuesto había cedido encantada, lo que no había esperado era lo que ocurrió durante el baile.

—¿Lo estás pasando bien? —le preguntó ella, aunque teniendo a Aj a su lado era difícil que Connor se estuviera aburriendo.

—Mucho —le respondió el pequeño con una sonrisa—además estoy muy contento.

—Déjame adivinar... —le bromeó ella— Seguro que ha sido por la tarta, gran elección señor Queen.

—Pero si la elegiste tú —exclamó él entre risa.

—¿Sí? pues yo no lo recuerdo— ella aprovechó su nueva broma para hacerle girar como si fuera una peonza—. Entonces sino es por la tarta ¿por qué estás contento?

—Porque ahora eres mi nueva madre, tal y como quería —respondió él con una gran sonrisa.

—Connor...— le llamó la atención, hacía escasos días el niño había estado preocupado por lo que pensaría su madre de él y no quería que se sintiera en la obligación de llamarla por ningún apelativo —No hace falta que me llames mamá si tú no quieres.

—Lo sé, pero está bien. Tú me dijiste que las madres quieren que sus hijos sean felices —le recordó el pequeño, que tal y como ella le había dicho había comenzado a escribir los recuerdo de su madre, y por ello se encontraba en paz consigo mismo, permitiéndose sentir lo que realmente sentía en ese momento. Ella asintió dándole la razón —pues yo soy feliz porque eres una buena mamá —Connor miró por el rabillo del ojo en busca de su padre y antes de hablar de nuevo bajó la voz para que solo lo oyeran ellos dos —eres mejor que mi papá.

Felicity paró de bailar y abrazó al pequeño, tratando de contener el llanto al mismo tiempo que reía del comentario inocente del niño sobre la ineptitud de su padre.

—A mí también me hace muy feliz ser tu... ¿otra mamá?

—¿Puedo ir a jugar con AJ? —preguntó Connor que no tuvo ningún problema de pasar página de un momento muy emotivo a la diversión. Aunque a Felicity le costó un poco más.

—Claro —le permito marcharse, dejándola allí tratando de recomponerse.

—¿Va todo bien? —le preguntó Oliver que había interrumpido su baile con Donna para asegurarse para ver como se encontraba.

—De maravilla —respondió ella picoteando sus labios—. Aunque me he quedado sin compañero de baile.

Durante la siguiente hora Felicity no le faltaron parejas de baile, bailo con Ro, con Barry con el capitán Lance el cual parecía haber hecho buenas migas con su madre, hasta con Bruce Waney y el señor Fox. Oliver tampoco se quedó atrás, porque todas las mujeres de la sala querían compartir un baile con él aunque sea escasos segundos. Aunque para él los realmente importantes fueron los que bailó con su hermana, con Raisa, con Lyla o con sus exnovias Lance.

Sara bromeó con él, ella también había cambiado con los años, se sentía mucho más ligera y Oliver se alegraba por ella. Una de las cosas que más se arrepentía es haber llevado a Sara al Gambit sentenciándola a una vida tortuosa. Ella había sido la primera en darse cuenta en que no eran una máscara y que necesitaban gente que no las llevara; él había sido algo más duro de mollera, había tenido miedo de acabar muerto sobre la camilla de la guarida o aun peor, que fuera Felicity la que acabará allí tendida. Había sido duro apartarla, ver como hacía su vida, como salía con otros... había hecho lo que Yao Fei, Slade o Masao le habían enseñado hacer, sobrevivir. Solo cuando había aprendido a vivir, viviendo y capturando los buenos momentos de la vida, había dejado la máscara a un lado buscando rodearse de esas personas "normales". Esa persona no solo era Felicity, también lo era Diggle, Connor o la pequeña Andy, sin ellos su vida no sería lo mismo y Sara como él lo sabía, porque ella había pasado por lo mismo y por eso ella estaba tan feliz como si fuera su propia boda. Siempre tendría un cariño especial por Oliver, no podría decirse que había sido su gran amor, pero si un gran amigo y Felicity... era simplemente ella, adorable por todos lados pero a la vez la mujer más fuerte que había conocido, la mujer perfecta para Oliver, por eso cuando se había dado cuenta que él en realidad tenía fuertes sentimientos por la rubia informática había puesto punto y final a su relación, una relación conveniente para dos almas torturadas y sin ganas de volver a la vida. Pero todo el conflicto con Slade, le había dado una nueva perspectiva, de ella misma, de Oliver... por mucho que ambos se escondieran tras la máscara, que se dijeran que estaban bien, los dos querían volver a tener una vida normal, ser Oliver Queen y Sara Lance, lo veía por la forma que él interactuaban con Felicity o por la forma que ella misma se comportaba con su padre. Ambos lo habían logrado, más o menos y ahora esperaba que Laurel también lo consiguiera. Cuando le dio su chaqueta no había imaginado que su siempre racional hermana acabaría siguiendo sus pasos. Se había preocupado mucho por ella cuando Felicity se lo contó, si había sentido la necesidad de comportarse como ella sería porque Laurel se encontraba perdida, no sabía quién era exactamente... Pero al verla parecía que estaba cerca de descubrirlo.

Lo mismo pensó Oliver, cuando bailó y habló con ella, le parecía mucho más centrada que la última vez que se vieron, menos frágil, menos enfada con el mundo. Ella misma había reconocido un antes y un después de haber conocido a su acompañante Ted Grant, él le había enseñado a canalizar su ira. Oliver deseaba que la cosa entre ellos funcionara, Laurel había sufrido mucho por la muerte de Tommy y se merecía ser feliz.

Después de bailar con las hermanas Lance, Oliver se retiró discretamente de la carpa en busca de su chica que había salido hacía escasos minutos al baño. Apenas habían pasado un rato juntos desde los brindis y necesitaba un poco de tiempo a solas, aunque fuera un par de minutos. Le esperó junto a la puerta del baño y cuando ella salió la tomó de la mano llevándola hasta el despecho.

—Oliver ¿qué hacer? tenemos invitados —le increpó sobresaltada. Pero él no le hizo ningún caso y siguió avanzando a paso ligero hasta que se encontraron seguros y a solas, cerró la puerta con el pestillo para asegurarse que nadie le interrumpiera—. Oliver esto no está bien —le volvió a reprochar ella.

—Yo creo que sí —él la obligó a sentarse sobre el escritorio de madera que durante tantos años había pertenecido a su padre y que ahora le pertenecía a él. Se colocó entre sus piernas salpicando su cuello con un reguero de besos —Hola Señora Queen —le saludó usando su voz más seductora mirándola directamente a los ojos.

—Umm me gusta cómo suena —le respondió ella cediendo finalmente al juego de su esposo. Le envolvió el cuello con sus brazos atrayéndolo un poco más hacía ella.

—A mi también —acercó su rosto al de ella y todas las dudas y preocupaciones que ella pudiera tener se disiparon en cuanto sintió el roce de sus labios, el calor del pecho de Oliver a través de su camisa. Ambos se dejaron ir irremediablemente por el beso.

Oliver le levantó el bajo del vestido para poder acariciar sus piernas, aunque las medias de seda le impidieron acariciarla como quería. Ella le envolvió entre sus piernas y llevó sus manos a la hebilla de su cinturón, dejándose llevar por el fuerte deseo que les invadía.

—Muy propio de Oliver Queen escarparse de su boda para acostarse con una mujer —dijo una voz masculina sorprendiéndolos. Felicity le mordió el labio a Oliver sin querer.

—Lo siento —exclamó entre arrepentido y avergonzada. Bajo rápidamente las piernas y se alisó la falda de sus vestido tratando de hacer como si no hubiera ocurrido nada.

Oliver no entendía como había podido pasar eso, había cerrado la puerta con llave y no había nadie allí cuando habían entrado, de ello estaba completamente seguro. Su cerebro aun no funcionaba correctamente por culpa del beso, de otro modo hubiera reconocido la voz inmediatamente.

—Tommy —susurró.

Su amigo estaba sentado en uno de los sillones, con una pierna reposando sobre su otra rodilla y con un brazo extendido por lo alto del asiento.

—¿Tú también lo ves? —preguntó insegura Felicity, vale que hubiera tenido alucinaciones con Moira, pero tenerlas también con el mejor amigo de su marido empezaba a ser preocupante. Pero si ambos estaban viendo y oyendo lo mismo podría ser que alguien les hubiera inyectado algún tipo de sustancia —¿Crees que nos han dado vértigo o alguna cosa así? —continuó preguntando ella entre susurros.

—No soy ninguna alucinación causada por el alcohol y una droga —explicó Tommy poniéndose de pie—. Te prometí que estaríamos en tu boda —le recordó la promesa que le había hecho cuando Oliver estuvo inconsciente a causa de la explosión en el laboratorio— y lo estamos, gracias a una amiga vuestra.

—Zatanna —dijeron los dos a la vez. No había sido imaginaciones, la maga había estado en la mansión y ambos la habían visto de pasada. Pero la presencia de Tommy, de Moira y de Robert no dejaba lugar a dudas que ella había pasado por allí haciendo uno de sus encantamientos.

—Exacto. Debéis de haberle causado gran impresión para querer haceros un regalo como éste —comentó acercándose a la pareja.

—¿Tú has visto...? —comenzó a preguntarle Oliver a su chica.

—A tú madre, sí —confirmó ella—supongo que ha sido su forma de decirme que no estaba mal que llevara sus pendientes —inconscientemente se llevó la mano a uno de los lóbulos de sus orejas y acarició el precioso zarcillo que había pertenecido a su suegra.

—Es nuestra forma de daros nuestra bendición y que nos alegramos por vosotros —Tommy se acercó a su mejor amigo y le susurró con la misma complicidad con que lo había hecho cuando eran jóvenes—. Entiendo porque no puedes mantener las manos alejadas de ella yo haría lo mismo en tu lugar —le guiño un ojo y se dirigió nuevamente a los dos—. Ser felices y no olvidéis ponerle mi nombre a vuestro primer hijo.

La pareja se miraron sonriendo por la petición; Felicity no tuvo que decirle a Oliver que le parecía bien, algo que Oliver sabía que ocurriría gracias a otro favor de Zatanna. Cuando se volvieron para decirle que lo harían estaban de nuevo solos en el despacho.

—Será mejor que regresemos, la gente estará preguntándose donde estamos —sugirió Felicity tratando de acicalarse para que no se notara lo que habían estado haciendo.

Aunque gracias a Tommy en realidad es que no habían hecho mucho. Oliver siguió los pasos de su chica, y una vez estaban recompuestos salieron a reunirse con todos los invitados, ya tendrían tiempo más tarde para estar a solas.

Un par de horas más tarde los invitados habían regresado a sus casas; Oliver y Felicity se habían despedido de Connor, que pasaría unos días al cuidado de su tía Thea y de Roy, mientras los recién casados pasaban unos días de luna de miel, luego regresarían e irían todos juntos a Disney World; pero antes de eso pasarían la noche en la suite del mejor hotel de Starling City, cortesía de todos sus amigos.

Diggle ese día estaba libre de obligaciones, así que uno de los guardaespaldas contratados para mantener en orden la seguridad del enlace, los llevó desde la mansión Queen hasta el hotel. Las maletas para la luna de miel habían aguardado todo el día en el interior de maletero; Felicity había decidido no cambiarse, quería disfrutar de su vestido el máximo tiempo posible, Oliver había seguido su ejemplo, ya se encargaría alguien al día siguiente de recoger sus trajes.

Así que allí estaban Oliver y Felicity entrando por las puertas de la habitación, riendo. no habían parado de bromear durante su viaje en coche. Pero una vez Oliver había cerrado la puerta de la habitación, las risas habían desaparecido dando paso a otra emoción más primitiva. Oliver abrazó a su esposa por la espalda dejándola apoyada sobre su pecho. Felicity se vio envuelta no solo por los brazos, también por su olor, un olor que la excitaba y la calmaba a partes iguales.

Un tenue gemido salió de sus labios al sentir los labios de su esposo recorriendo la piel sensible de su cuello. Involuntaria mente movió sus caderas, restregando la redondez de su trasero con la entrepierna de Oliver, provocando en él la misma reacción que habían tenido en ella sus besos.

A pesar de que le parecía que Felicity estaba preciosa, para Oliver las metros y metros de tela, y las infinitas capas del vestido eran un completo estorbo para lo que tenía en mente. Uno a uno fue desabrochando los diminutos botones que cerraban el corpiño, cuando este estuvo abierto, ella dejó caer el vestido al suelo.

Ella le escuchó contener el aliento al descubrir por primera vez su conjunto de ropa interior. Sin duda le daría las gracias a Thea por el regalo. Muy lentamente se dio la vuelta para que Oliver pudiera ver lo bien que le quedaba el corpiño.

—¿Te gusta lo que ves señor Queen? —le preguntó burlonamente. El fuego que había en los ojos de su esposo la hacían sentirse, no solo guapa o sexy, sino también poderosa y juguetona, o quizás se debiera al vino, poco le importaba, era su noche de bodas y pensaba disfrutarla.

—Coño sí —aseguró no perdiendo de talle de como sus senos se levantaban bajo la copa del sostén, o como el encaje se ajustaban a las curvas de su cintura—. Sí llego a saber que llevabas eso debajo todo este tiempo, nos hubiéramos ido mucho antes.

Felicity se rió por su respuesta tan ruda. En los tres años que llevaba conociendo a Oliver apenas le había escuchado decir alguna palabrota, haber despertado en él esa reacción era todo un premio para ella. Soltó una carcajada y se dio la vuelta buscando al carro que el servicio de habitaciones había dejado para ellos.

—Mira nos han dejado un bote de nata —Felicity lo tomó entre sus manos, muy consciente de que él no perdía detalle de sus movimientos. Apretó la boquilla y salió una pequeña cantidad de producto, que ella inmediatamente lamió—. ¡Ummmm!

Oliver blasfemó internamente, ver a Felicity lamer esa lagrima de nata había logrado que sus pantalones se le estrecharan un poco más. Estaba completamente excitado, no paraba de desear quitarle ese endemoniado corpiño y saborear sus turgentes pechos coronado con la nata que tenía entre las manos.

—¿Acaso quieres matarme tan pronto? —le preguntó acercándose a ella cual depredador se acerca a su presa.

—Ahora no —le respondió ella amoldándose a su abrazo—, quizás más tarde.

Su voz era por completo la de una seductora, algo que sin duda era, porque Felicity Smoak tenía muchas caras y algún día quizás cuando llevaran cincuenta años de casados, las descubriría todas, pero desde luego se iba a divertir en el proceso.

Ella apretó sus labios con los de él, mientas le envolvía el cuello con sus brazos. Oliver recorrió sus curvas con su manos, no podía evitarlo necesitaba tocarla. Sintió como las manos se deslizaban desde su nuca por sus hombros tratando de quitarle la chaqueta, con reticencia retiró las manos de su espalda y se dejó hacer. Pero tan pronto la prenda estaba en el suelo regresó buscando el contacto de su cuerpo.

Le agarró de su trasero pegando su entrepierna en el vientre de ella, a pesar sus tacones seguía siendo mucho más alto que ella. Pero Felicity no pensaba ser una doncella sumisa, esta vez quería llevar el mando aunque para ello tuviera que atarlo al cabecero de la cama. La imagen que visualizó en su mente la hizo excitarse todavía más; si no fuera físicamente imposible estaba segura que sus bragas desaparecerían por combustión espontanea.

Busco de nuevo su boca mientras sus manos deshacían los botones de su camisa. Oliver estaba a punto de perder el control, no quería esperar más, la necesitaba, y la necesitaba ya. La levantó en brazos haciendo que ella se enganchara al su cintura con sus piernas y la depositó suavemente sobre la cama.

Felicity tembló al sentir la frialdad de las sabanas blancas contra la piel de su espalda mientras que por delante sentía el calor que desprendía el cuerpo de Oliver. Su miradas se encontraron, el intenso deseo en los ojos azules de él hicieron que el su corazón latiera a más velocidad.

—Tienes demasiada ropa —le recordó.

Con gusto Oliver se quitó la camisa que permanecía abierta así como su corbata, pero cuando sus manos fueron a abrir la hebilla del cinturón, ella se lo impidió.

—Dejamame a mi —le obligó a tumbarse sobre la cama y ella se sentó sobre él a horcajadas.

Sin apartar la mirada de sus ojos le desabrochó la hebilla y el cierre del pantalón de su traje, liberándole de la presión que éste le ocasionaba.

—¿Qué ocurre? — le preguntó Oliver al ver que ella se había quedado de repente quieta.

—Quiero probar algo —se agachó para susurrarle al oído.

—¿Qué tienes en mente exactamente? —le preguntó con curiosidad, sus manos recorrieron sus muslos, el cachito de encaje con las que acababan la media le volvía loco.

—Tú y un bote de nata.

Oliver no pudo ocultar su sorpresa durante unos segundos, pero cuando se recompuso lo hizo con la mejores de sus sonrisas. Colocó sus manos detrás de su cabeza y dijo.

—Soy todo suyo señora Queen.

Felicity se puso de pie con las piernas algo temblorosas por la anticipación, fue en busca de la nata, antes de volver a subir a la cama, tiró de la pernera de los pantalones de Oliver dejándole al igual que ella en ropa interior. Se sentó nuevamente sobre él acariciado su cincelado y herido pecho, notando los diferentes relieves y texturas en su piel. Durante mucho tiempo había fantaseado con poder tocarlo al verlo sin camiseta, algo que solía hacer casi todo el tiempo. Ahora no tenía porque fantasear con tocarlo podía hacerlo siempre que quisiera; las cicatrices no habían sido ningún impedimento, conocía cada cicatriz como la palma de su mano.

Vertió un poco de la nata sobre su clavícula derecha, para luego limpiarlo con su lengua; muy lentamente acarició su piel haciendo que Oliver gimiera. Fue repitiendo la operación por diferentes puntos de su cuerpo, como sobre el tatuaje de la Bratava, su ombligo, sus abdominales...a Oliver cada vez le estaba costando más trabajo contener sus manos ante tal tortura. Nada dispuesta a acabar con la diversión, Felicity regresó a la parte superior de su torso.

Decoró uno de sus pezones con la crema, su lengua rodeó la aureola limpiándola poco a poco, una vez estaba completamente limpia la tomó entre sus dientes y le dio un suave mordisco. Oliver retiró las manos de detrás de su cabeza e hizo que Felicity subiera la cabeza hasta sus labios.

—Se acabó el juego —sentenció él.

—No, quiero jugar un poco más —Oliver sintió como ella bajaba la mano por su torso, se adentraba por sus calzoncillo y acariciaba miembro.

Exhaló un gemido de satisfacción, sus suaves manos sobre su gran excitación se sentía como el mismo cielo. Tuvo que luchar por no dejarse llevar, era su noche de bodas y ella se merecía algo para recordar y no precisamente para mal.

—Para —logró decir sacando su mano del interior de su ropa interior—. Ahora me toca jugar a mí.

Le desabrochó el corpiño, le había excitado pero necesitaba sentir el tacto de su piel, fue una tarea difícil con tanto corchete pero lo consiguió. Sí, su pecho ahora se veía más pequeño, pero era perfecto para él. Se acercó y lamió uno de sus erectos y sonrojados pezones de la misma forma que ella lo había hecho unos minutos antes. Felicity arqueó la espalda dejando escapar un gemido al sentir el roce de la lengua de su esposo sobre su piel sensible. Hundió los dedos en su pelo disfrutando del momento.

—Oliver —exclamó al sentir como sus dientes ejercían presión sin hacerle daño ninguno.

Una de sus manos encontró el camino al interior de sus bragas, como de costumbre la encontró dispuesta; Felicity se avivaba fácilmente bajo sus caricias, pero esta vez no podía apuntarse el tanto, pues apenas había comenzado a acariciarlo. Felicity movió su pelvis, buscando el roce de sus dedo, en escasos minutos Oliver la tenía gimiendo y arqueándose como una gata, clavando sus dedos sobre sus hombros gimiendo y pidiendo más.

Se desprendieron de las dos únicas prendas que los separaban, la insto a tumbarse y ella se colocó sobre ella, tratando de dejar su peso sobre sus fuertes y entrenados brazos. La penetró con una poderosa estocada, estaban los dos demasiado exaltados para andarse con recatos. Oliver empezó a besarla por el cuello a la par que la entraba y salía de su interior una y otra vez, Felicity le recorrió su fuerte y poderosa espalda con sus manos, con uno de sus pies subía y bajaba a lo largo de su pierna. La pasión los iban envolviendo en su manto de sensaciones.

Oliver les hizo rodar por la gran cama, ella quedó de nuevo sobre él. Teniendo las riendas de su propio placer, Felicity lo cabalgó cambiando el ritmo a medida que las sensaciones se iban acumulando en su interior, mientras que sus bocas se buscaban con desesperación. Estaban a punto de llegar a ese punto de sin retorno cuando Oliver les hizo regresar a la posición inicial, quedando de nuevo tumbado sobre ella, vigorizó sus movimientos y en dos estocadas Felicity cayó presa del mayor de los placeres y él no tardó en seguirla.

Los dos cayeron rendidos y sudorosos contra la cama, apenas podían moverse o pensar. Había sido el orgasmo más intenso que habían experimentado hasta la fecha.

—Creo que como esto siga yendo a más me va a dar un ataque al corazón — bromeó ella cuando ya estaba algo más recuperada.

Oliver se rió y buscó la sabana que contento ajetreo había caído al suelo y les tapó, estaba seguro que en cualquier momento se quedarían dormidos.

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