Capitulo 36

Felicity abrió los ojos antes de que el despertador sonara indicándole que era hora de enfrentarse al mundo un día más. El culpable de ello, estaba tumbado tras su espaldas, sus fuertes manos estaban acariciándola por debajo de la camiseta que se había puesto para dormir. El aire puro le había sentado a Oliver de maravilla, no solo habían hecho el amor en la ducha antes de cenar, sino que lo habían vuelto a hacer nuevamente cuando se fueron a la cama y a juzgar por como la estaba tocando estaba dispuesto a volverlo a hacer una vez más.

—Oliver ¿Qué haces? —le preguntó sin moverse, no quería abrir los ojos, aun se sentía adormilada.

—¿De verdad necesitas preguntarlo? —Oliver usó ese tono sugerente que implicaba que algo perverso pasaba por su mente.

Y así fue, una de sus manos, que tan desvergonzadamente le había estado acariciando su seno izquierdo, descendió lentamente al sur de su cuerpo. Felicity contuvo la respiración al sentir como las yemas de sus dedos rozaban el punto más sensible de su cuerpo.

—Creo que me hago una idea —respondió entrecortadamente—. Pero tenemos que prepararnos, tú tienes esa reunión...

—Aun nos queda media hora antes de que suene el despertador —él aprovechó que ella estaba tumbada de lado y para besarla en el cuello. Sus labios eran como plumas que fueron repartiendo pequeños roces.

Felicity se volvió para enfrentarlo.

—¿No se te ha ocurrido pensar que me dejaste exhausta anoche y que necesito dormir?

—Prometo dejarte dormir todo lo que quieras esta noche —le concedió Oliver, que aprovechando que ella había cambiado de posición se tumbó sobre ella y atacó sus labios.

Pese a toda la resistencia que había estado poniendo Felicity no dudó en rodearle el cuello con sus brazos y en contornearse en busca de sus expertas manos.

Sin embargo el universo estaba en su contra, y el teléfono de Oliver comenzó a sonar. Ninguno quería dejar lo que habían comenzado pero Felicity era incapaz de seguir adelante cuando alguien al otro lado no dejaba de llamar.

—Será mejor que conteste, puede que sea importante —le recomendó acabando con el beso.

—¿Que puede haber importante a las seis y media de la mañana? —preguntó algo molesto por la interrupción.

—Precisamente por ser las seis y media debe de tratarse de algo importante —le subrayó ella, la gente no solía molestar a esas horas si no fuera estrictamente necesario, era una norma cívica no escrita.

Oliver alargó su mano hacía la mesita de noche donde lo dejaba cada noche, y al cogerlo comprobó que la pantalla mostraba el numero y la fotografía de su fiel compañero.

—Es John —rápidamente su rostro se había inundado de preocupación, al igual que el de ella— ¿Qué ocurre Digg?

Felicity se debatió entre quedarse a la espera de ver que era lo que estaba ocurriendo o levantarse y comenzarse a arreglarse. La preocupación por su amigo ganó y se quedó tumbada junto a Oliver mientras este hablaba por teléfono.

—No te preocupes Digg, podemos apañárnosla sin ti —el rostro de Oliver parecía más calmado pero aun había una sombra de preocupación—. Lo primero es que Andy esté bien, llámame cuando sepas algo o si no ya sabes como es Felicity, te estará llamando cada cinco minutos.

La aludida le castigó con un puñetazo en el brazo, se había sentido ofendida, aunque en el fondo sabía que era cierto. Si a su ahijada le ocurría algo, tal y como había podido entre leer de la conversación de ambos hombres, estaría llamando cada cinco minutos en busca de noticias; pero no le gustaba ese tonito de su chico.

Algo tuvo que decirle John al otro lado porque Oliver de pronto sonrió medio avergonzado y luego respondió.

—Ya sabes, me tomo la responsabilidad de padrino muy en serio.

Felicity bufó al escucharlo. Oliver no solo se tomaba esa responsabilidad en serio, se las tomaba en serio TODAS, algo que no era malo, sino fuera porque a veces parecía algo casi obsesivo.

Él continuó hablando con John un par de minutos más, pero en cuanto cortó la llamada se volvió a ella.

—Digg no puede venir, está en urgencias con Andy.

—¿Pero está bien? —Felicity se golpeó a si misma en la frente ante tal pregunta— ¡Qué digo!, si estuviera bien no estarían en urgencias.

Oliver le regaló una sonrisa de esas que esbozaba cuando algo en ella le resultaba gracioso y adorable.

—Al parecer ha pasado toda la noche con fiebre, según Lyla creé que son los oídos —y aunque no lo dijo Oliver estaba seguro que su compañero estaba de acuerdo con el diagnostico de su esposa—. Digg ha prometido mantenernos informados.

—Claro porque soy una neurótica controladora... —le reprochó.

—Sabes que eso no es lo que quería decir —Oliver se acercó tratando de retomar lo que estaban haciendo antes de que la llamada de teléfono les interrumpiera.

—Sabes una cosa señor Queen —Felicity le puso una mano en el pecho impidiendo su avance—. De repente se me han quitado las ganas de jugar contigo.

Le dio dos suaves golpecitos en sus mejillas mientras le sonreía con ironía. Antes de que él pudiera responder, se había levantado de la cama para arreglarse.

En ese momento para desgracia de Oliver los despertadores sonaron indicando que eran las siete de la mañana.

— X —

A pesar de que Felicity fue la primera en levantarse de la cama, fue Oliver el que bajó primero a desayunar. Al contrario de otros días, no había pasado por la habitación de Connor, a su hijo le quedaban aun dos días más sin clase, no encontraba necesidad alguna de hacerlo madrugar; por lo que había bajado directamente desde su dormitorio.

Cuando entró en la cocina le recibió una imagen que durante un tiempo había pensado que no volvería a ver. Su hermana Thea estaba sentada en la isleta de la cocina, comiendo y hablando con Raisa.

—Vaya veo que te has vuelto madrugadora Speedy —comentó mientras se sentaba al lado de su hermano.

—Cuantas veces te tengo que decir que no tengo edad para que sigas llamando así OLLIE —la joven recalcó esta última parte porque sabía que a su hermano no le gustaba que le llamaran así.

—¿Que os pasa hoy a las mujeres de esta casa? —preguntó fingiendo sentirse ofendido—, ¿hoy es el día de odiemos a Oliver Queen?

Thea le miró como si se hubiera vuelto loco.

—No sé como Feilcity te soporta —comentó la joven.

—Esa misma pregunta me la hago yo muchas veces —confesó Oliver. Raisa le puso un café y un plato de tostadas, huevos y beicon, que él no tardó en agradecer antes de volver a hablar con su hermana—. Pero en estos momentos no es eso lo que me preocupa... sino tú.

—Estoy bien Oliver —respondió ella rápidamente—, solo necesito tiempo para pensar.

Él no estaba satisfecho con la respuesta de su hermana pero no tenía más remedio que aceptarla.

—Sabes que puedes contar conmigo siempre que lo necesites —él la rodeó los hombros con un brazo.

—Lo sé Oliver, pero este es algo que tengo que solucionar yo sola.

—Pero puedo escuchar —le sugirió, aunque puede que no fuera la persona más indicada para hacerlo.

—Lo tendré en cuenta.

Pero él sabía que no era cierto, Thea no le buscaría a él cuando necesitara hablar, sería a Felicity a quien a acudiría puede que incluso a Diggle, pero no a él. Lo sabía por su gesto, por su tono de voz... Odiaba que no confiera en él lo suficiente para que le contara lo que le pasaba por la cabeza en esos momentos.

—Por cierto ya que estamos sincerándonos, y esas cosas...—comenzó a decir Thea, la expresión de su mirada dejaba claro que iba a hacer un comentario bastante malicioso—, la próxima vez que Felicity y tú querías pasar la noche... jugando a los médicos deberías de hacer un poco menos de ruido. Ya sabes lo digo por Connor.

—Ya claro, porque tú eres muy silenciosa —le recriminó la informática que acaba de entrar en la cocina.

Aun podía recordar el días que se encontró a la joven haciendo en amor junto con Roy en el almacén de Verdant.

—FELICITY —exclamó indignado Oliver de que su chica hablara de la vida sexual de su hermana pequeña.

—Oliver, Thea es una mujer adulta, asume que tiene vida sexual —Felicity le robó la taza de café y tomó un sorbo—. De hecho estoy casi segura que la suya ha sido más interesante que la mía a su edad.

—Un hombre tiene sus límites —Oliver recuperó su taza de café—. No estoy dispuesto a hablar de la vida sexual de mi hermana y tampoco quiero pensar en ti con otros hombres. No gracias. Llamarme anticuado.

—Eso se llama ser hipócrita —le gritó Thea mientras él se iba al despacho de la oficina haciendo tiempo para ir a QC.

Sí sería hipócrita de toda la tierra, pero imaginar a Felicity con otros hombres hacía sentirse celoso y eso no le gustaba nada.

— X —

Felicity aun se preguntaba como el día que había empezado tan bien había ido torciéndose poco a poco. Bueno en realidad si lo sabía, había comenzado con el comentario de Oliver, ella había pretendido hacer una broma pero él no la había tomado como tal, y en vez de ir a buscarla a la ducha como había esperado había mantenido las distancias. Luego llegó Thea y su insistencia en meterse en la vida sexual de su hermano...

El viaje hasta las oficinas de Queen Consolidated habría sido muy silencioso sino hubiera sido por la música que salía de la radio del coche.

Horas más tarde cuando al fin había recibido noticias del estado de Andy, Oliver le había escrito un mensaje diciéndole que ya estaban en casa y que se trataba de una otitis. Y lo peor es que en el trabajo la cosas no iban mucho mejor, había recibido varios correos de su antiguo departamento de informática informando de un problema en el sistema de la empresa. Además un problema con la empresa de abastecimiento de elementos de oficina había provocado que todos en esa planta no pudieran imprimir ningún documento al encontrarse sin tóner en la impresora general; provocando así el retraso de algunos proyectos.

Cada vez que el teléfono había sonado había sido para anunciar algún problema con algún cliente... en definitiva, Felicity estaba deseando que acabara esa semana que había ido de mal a peor, día tras día. Miedo le daba pensar lo que ocurriría al día siguiente que al fin era viernes.

"Señorita Smoak, el señor Queen acaba de llamar para solicitar su presencia en su despacho en cuanto pueda. Al parecer se trata de algo urgente."

¿Y ahora qué? se preguntó recelosa, la palabra urgente no paraba de saltar en su cabeza como si de una luz intermitente se tratara. ¿Le habría pasado algo a Connor? no seguro que no, Thea estaba con él. Lo que les llevaba a algún problema para Arrow.

Felicity se regañó por pensar tanto e ello, lo mejor era coger su tableta e ir a ver qué era lo que Oliver quería exactamente.

Al llegar a su despacho, le extrañó no ver a Adrien sentada en su mesa, quizás la hubiera pillado en el baño. Aunque las cosa sobre la mesa parecían demasiado colocadas . Además la puerta de la oficina de Oliver estaba abierta de par en par, gracias a la cristalera pudo ver que estaba solo leyendo alguno de los muchos documento que tenía sobre su mesa.

El sonido de sus tacones hizo innecesario que se parara a llamar a la puerta, nada más escucharla llegar el levantó la cabeza de los papeles y esperó a que entrara.

—¿Y Adrien? —le preguntó nada más entrar.

—Se encontraba indispuesta

Felicity le miró con asombro

—¿Llevas solo toda la mañana? podrías haber avisado y yo hubiera venido a suplirla.

—Creía que odiabas el puesto de asistente ejecutiva —comentó recordando los insistentes comentarios negativos que ella había realizado cuando había trabajado directamente con él.

—No me gustaba , cierto —reconoció sin ningún pudor—, pero necesita que alguien haga el trabajo. ¿Esto era lo que era tan urgente?

—No. Esto es lo que es urgente —Oliver le acercó el documento que había estado leyendo unos segundos antes.

Felicity lo cogió sin dudar y empezó a leer.

—Esto debe de tratarse de un error —exclamó ofendida al leerlo.

—Me temo que no, hay un error en el programa que Q-Core ha desarrollado.

—Es imposible, yo misma he comprobado cada fase de creación del programa y te pudo asegurar que no hay ningún fallo.

—No es eso lo que piensan los consultores que contratamos para probar el programa.

Unos consultores que ella misma había insistido en contratar a pesar que él había confiado plenamente en las capacidades de ella como informática y hacker.

—Oliver seamos sinceros, de verdad crees que si yo no he podido acceder al sistema a través de otro ordenador, otra persona lo ha podido hacer y encima en tan solo un día.

—Felicity no se trata de lo que yo crea o deje de creer —se defendió él, no quería que esto también lo viera como un ataque hacía su persona, él no dudaba de sus capacidades pero los datos eran los datos—. Sabes de sobra que admiro lo que eres capaz de hacer con un ordenador , pero ahí tienes el informe.

—Pero te digo Oliver que es imposible, que hacker mejor que yo para saberlo.

—Yo —exclamó una voz masculina.

Una voz que Felicity creyó reconocer y que esperaba estar equivocada. Pero al volverse comprobó que no era así, que la persona de su pasado que le había parecido ver el día anterior estaba realmente allí.

—¿Y usted es? —preguntó Oliver al desconocido.

— Cooper Seldon —se presentó el hombre tendiendo una mano hacía Oliver.

—Encantado señor Seldon, —le saludó como buen empresario que era — soy Oliver Queen y ella es...—se volvió a presentarle a su chica pero no hizo falta.

—Felicity Smoak —terminó Cooper por él —, lo sé nos conocemos ¿No es así Liz?

Ambos hombres se volvieron a mirarla. Cooper con una mirada burlona, mientras que Oliver se encargó de analizar su actitud ante el nuevo visitante. No sabía por qué había algo en él que no le gustaba nada, y a juzgar por la actitud de Felicity no andaba muy desencaminado.

Ella no respondió a la pregunta que Cooper le había hecho, sino que se puso más pálida si cabe.

—¿Y cuando conociste a la señorita Smoak señor Seldon? —Oliver necesitaba llegar al fondo del asunto.

—Nos conocimos en la universidad —le respondió—, ambos estuvimos...—Cooper le lanzó una mirada que a Oliver no le pasó desapercibida aunque fingió no verla— estudiando en el MIT.

Felicity estaba nerviosa, él lo sabía y Cooper también y fuera por lo que fuera disfrutaba con ello. En su cabeza Oliver fue sumando dos más dos y el resultado que estaba obteniendo no le gustaba demasiado. Sospechaba que este Cooper Seldon, había sido algo más que un compañero de estudios para Felicity.

—Señor Queen se que ha solicitado mi presencia pero me temo que no puedo quedarme a esta reunión —comentó ella, sus ojos se encontraron con los de Oliver suplicantes. Necesitaba irse de allí ahora mismo,

—Por supuesto —le concedió—, no se preocupe señorita Smoak, el señor Seldon y yo no encargaremos de todo.

—Es una pena Felicity me hacía ilusión volver a trabajar contigo —Cooper le agarró una de sus manos pero ella la retiró rápidamente.

No quería saber nada de él. Tan pronto se vio libre de su agarre salió del despacho de Oliver los más rápidamente que pudo sin llegar a perder su dignidad. Sabía que Oliver más tarde buscaría respuestas pero ahora necesitaba salir de allí, iría a su oficina, cogería su bolso y su chaqueta y tomaría un taxi hasta la mansión Queen. Necesitaba alejarse del hombre que había estado a punto de destruir su vida.

Oliver observó impotente como su chica huía despavorida, si no fuera porque tenía un negocio entre manos en estos momentos no se mostraría tan amable. Se obligó a relajar los dedos de su mano que se habían cerrado fuertemente formando puños, en estos momentos debía ser Oliver Queen el empresario, no Arrow. Respiró profundamente para serenarse.

—Por favor señor Seldon tome asiento.

Cooper siguió su sugerencia y se sentó en una de las sillas colocadas frente el escritorio de Oliver . Éste no pensaba concederle el lujo de sentarse en uno de sus sillones o en la sala de juntas; cuanto antes solucionaran lo que tenían entre manos, antes se largaría de su vida.

—Vaya ha sido toda una sorpresa reencontrarme con Felicity. La había visto alguna vez en las noticias, ya sabe cuando le acompaña a usted a algún acto de QC; pero es una sorpresa lo mucho que ha cambiado.

—¿De verdad? —preguntó Oliver fingiendo interés.

—Sí, no sé si sabe que en realidad ella es morena —comentó el hombre ajeno al tono burlón de su interlocutor—. La verdad es que me resulta curioso que haya elegido el mismo tono de pelo que lleva su madre con lo mal que se lleva con ella.

—Lo sé y también conozco a Donna, una mujer...

—Única —sugirió Cooper.

—Más bien diría peculiar. Pero si no te importa podemos centrarnos en los negocios tengo la agenda algo apretada y como habrás comprobado estoy sin asistente.

—Por supuesto señor Queen,

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top