Capitulo 26

Él abrió la puerta principal y si no supiera que allí estaban sus amigos, podría haber dicho que la casa estaba completamente vacía. Entraron en el salón y allí les esperaban todos que al verlos entrar dijeron.

—FELIZ CUMPLAÑAOS FELICITY.

Ninguno esperaba la reacción de la informática, que lejos de agradecerles el detalle, salió llorando de la casa dejándolos con la boca abierta. Oliver acostumbrado a reaccionar rápido fue tras ella; no es como si pudiera ir muy lejos, su coche estaba aparcado en la guarida.

—Felicity —la llamó, no tardó en alcanzarla— Felicity, dime lo que pasa.

—¿Por eso has insistido en traerme en tu moto, para que no pudiera escaparme?

Pensó obviar la pregunta, pero si quería que ella le respondiera con sinceridad le debía lo mismo.

—En parte. Que no mencionares tus anteriores cumpleaños me pareció una señal que a lo mejor no te pareciera una buena idea lo que te habíamos preparado.

—¿Y aun así lo haces?

—Felicity nos importas —la agarró por los dos brazos para evitar que se marchara de nuevo y la hizo enfrentarse a él— ¿Qué hay de malo en querer demostrártelo?

—Creía que al menos tú me entenderías... —las lagrimas volvieron a surgir esos preciosos pero tristes ojos azules.

—Llevas razón soy un hipócrita, pero un hipócrita que no sabe decir que no a su hermana; Thea quería agradecerte todo lo que has hecho por ella con esta fiesta.

—Hace mucho tiempo que nadie celebra mi cumpleaños —confesó aunque no por completo.

—Eso quiere decir que te juntabas con la gente equivocada Feli —dijo Thea que se había acercado a comprobar como se encontraba su amiga—. Te queremos y no tenemos miedo a demostrarlo—retiró a su hermano para poder abrazar a su amiga.

Oliver miró a sus chicas con una sonrisa en la cara. No podía estar más orgulloso de como su hermana se había sobrepuesto a sus problemas y volvía ser una mujer cariñosa y llena de vida.

—Además Ollie me ha prometido un regalo que te va a encantar —añadió la joven entre bromas.

—Cómo voy a resistirme a eso —ella le siguió el juego y volvió al interior de la mansión junto a los dos hermanos.

Una vez dentro todos las miraron con preocupación.

—Siento lo de antes, de verdad muchas gracias por todo esto.

Allí estaban como no Diggle con Lyla y la pequeña Andy, Roy, Connor; pero también Walter, el Detective Lance y sorprendentemente Barry, Cisco y Caitlin.

—¿Seguro que estás bien? —le preguntó Diggle dándole un gran abrazo; a ella le encantaban los abrazos de su amigo, porque a pesar de lo intimidantes que eran sus brazos cuando abrazaba lo hacía con sinceridad y amor.

—Seguro —ella le besó en la mejilla—, gracias por preocuparte John.

—Siempre Felicity, eres nuestra chica-chica—él le dio un guiño ante la broma que solo él, Oliver y Felicity entendían.

El resto se fue acercando a ella, felicitándola por su cumpleaños y asegurándose de que se encontraba bien. Y la verdad que una vez se había sobrepuesto del primer impacto, se sentía de maravilla. Achuchó a Connor en cuanto éste la felicitó, su pequeño amigo era de lo más adorable y encima estaba sano... ya ajustaría cuentas con Oliver por pegarle ese susto.

Celebraron una gran barbacoa en el jardín de la mansión, donde no faltó desde diferentes ensaladas, tentempiés fríos hasta los perritos y hamburguesas, todo ello regado de refrescos y cervezas. Thea casi estaba segura que si su madre levantará la cabeza pondría el grito en el cielo por una celebración tan común; pero ella estaba segura que su amiga no hubiera permitido otra cosa, de hecho casi ni había permitido ninguna celebración de ningún tipo. Por suerte ahora no paraba de reír y bromear con el resto de invitados. Quentin Lance estaba ahora hablando con ella con una actitud que la joven Queen nunca le había visto, relajada, el detective nunca había estado relajado cuando había puesto un pie en esa casa.

Sintió como alguien le daba un beso en la sien al volverse comprobó que se trataba de su hermano.

—Gracias —le dijo mientras daba un sorbo de su botellín de cerveza.

—¿Por qué exactamente?

—Por regalarla un buen recuerdo de su cumpleaños.

—Eso quiere decir qué tengo carta blanca para celebrar el tuyo —lo había intentado recién vuelto de la isla, pero él se marchó de vacaciones para superar la muerte de Tommy, luego ella se fue...

—Por supuesto, es hora de que todos tengamos buenos recuerdos —volvió a besarla en la sien y se fue a buscar a su chica, que ahora estaba hablando con Barry Allen.

—Hola Oliver —le saludó el joven de Central City— justamente estaba preguntando a Felicity si tu también había recibido—miró hacía un lado y hacía otro por si alguno de los invitado estaba escuchando su conversación— una misteriosa invitación.

—No, ¿Debería? —él no había recibido nada que no fuera contratos que firmar y alguna que otra invitación a alguna fiesta, pero ninguna se podía clasificar como misteriosa...

—La mía estaba dirigida a Flash, no a mi nombre —aclaró Barry.

Felicity los miró preocupada, si alguien había enviado una carta a Barry dirigida al héroe quería decir que conocían su identidad secreta algo que no podía ser del todo bueno. Si también le enviaban una a Oliver podría ponerle en peligro; no es que no se preocupara por su amigo, pero obviamente Arrow ocupaba un puesto de honor en su corazón. Él pensó exactamente lo mismo que ella.

—¿La tienes aquí? —le preguntó, se notaba que el joven estaba también preocupado.

Sacó una tarjeta del bolsillo de su pantalón y se la entregó al hombre que tenía como un mentor. Oliver leyó la tarjeta y no le sorprendió del todo leer el lugar del encuentro. Le hizo prometer a Barry que lo mantendría informado y recibiera o no invitación prometió acompañarlo al encuentro.

No pudieron seguir hablando porque Connor de la mano con la pequeña Andy se acercaron para decirle a Felicity que era hora de abrir sus regalos. Contagiada de la alegria de los pequeños los siguió hasta la gran mesa donde Thea había dispuesto que dejaran todos sus presentes.

Comenzó con el regalo del niño, que junto a su tía y Roy había elegido un precioso pañuelo en rosas y verdes. Siguió con el de su amiga que conociéndola como la conocía le había comprado unos preciosos zapatos de tacón morados que al ver la marca supo que le habían costado más que lo que ella pagaba de hipoteca en un mes. Roy se disculpó por lo "barato" de su regalo pero a ella le hizo mucha ilusión que le regalara el último disco de Justin Timberlake, durante su adolescencia había sido fan de los N'Sync y ahora de adulta le encantaba como había madurado artísticamente el más joven de sus componentes. Lyla y Diggle le regalaron una colección de películas antiguas, entre las que se encontraba Luna nueva, también conocida por ser la película de la "chica viernes". Así fue abriendo el resto de los regalos, libros, perfume... hasta que llegó al paquete más grande y también el más pesado.

Solo faltaba el de Oliver; él la miró con expectación esperando haber acertado con el regalo. dentro de la caja había una CPU de un ordenador que según la guía de características no tenía nada que ver con lo que un mortal podía encontrar en el mercado.

—Oliver ¿qué has hecho? —solo había un lugar donde ella había visto esa tecnología, en A.R.G.U.S. y Amanda Waller no era precisamente una mujer que fuera haciendo favores... de hecho a Felicity le daba algo de miedo.

—No te preocupes —él la besó en el hombro tratando de borrar su preocupación—, digamos que me he cobrado antiguos favores —por último bajó la voz para que solo ella escuchara lo que tenía que decir—. Mañana te espera un equipo completamente nuevo en la guarida, esté es para ti.

Loca de alegría Felicity le tiró de la cabeza hacía abajo y lo besó en los labios, algo más suave que horas antes.

—Gracias —le susurró en su oído y luego se dirigió al resto—, gracias a todos , sois los mejores amigos que una informática patosa puede desear.

Su comentario provocó unas cuantas risas y sonrisas.

Felicity pasó un día fantástico gracias a su amigos; la tarta de chocolate de Raisa también ayudó en parte, estaba deliciosa. Nunca olvidaría su primer cumpleaños después de veintitrés años. Era tarde cuando sus amigos se marcharon de la mansión así que Oliver sugirió que se quedara a pasar la noche, ella aceptó encantada, ambos habían dejado algo sin acabar en la guarida.

Connor había ido a la cama incluso antes de que el último de los invitados, Thea y Roy, se marcharan. Eso les daba una oportunidad única, que Oliver quiso aprovechar antes que nada para hablar.

—Al final no ha resultado tan mal ¿No? —le preguntó.

Ambos estaban sentados en el sofá que había en su despacho, a ella le encantaba ese rincón que Oliver había logrado hacer suyo sin mucho cambio.

—Te debo una disculpa por lo de esta mañana...

Le puso un dedo sobre los labios para que no continuara hablando.

—Tenías tus razones y yo no soy quien para juzgarlas cuando yo tengo las mías.

—Mi padre se fue el día de mi cumpleaños —confesó bajando la mirada incapaz de mirarle a él a la cara—. Sé que es una idiotez que me importe lo que hizo un hombre como ese...

—Eras una niña y tu mundo se destruyó —Oliver la cogió de la barbilla y le hizo alzar la mirada para que sus ojos se encontraran—, no te sientas culpable por sentirte dolida.

—¿En qué momento te has vuelto tan sabio Oliver Queen? —Felicity se sentía orgullosa del cambió de actitud y de carácter que él había experimentado en los últimos años.

—Tanto tiempo contigo y con Diggle algo se me tendría que pegar, digo yo —bromeó al ver que ella estaba más animada.

—Yo creo siempre has sido más inteligente de lo que has querido mostrar.

Felicity se acercó a él y lo besó, Oliver no se hizo de rogar y enseguida los dos retomaron la pasión desenfrenada que les había inundado en la mañana. Harta de la postura tan poco cómoda, se sentó a horcajadas sobre él colocando las rodillas una a cada lado de su cadera; aprovechó para quitarle la camiseta y besarle en una zona muy concreta de su cuello en el cual había descubierto que era especialmente sensible. Estaba fascinado de ver el lado más atrevido de su chica miércoles; tanto es así que volvió su cabeza en busca de sus labios. Sus bocas se volvieron a juntar, las manos de ella acariciaban el torso y los hombros de él. Por su parte Oliver optó por acariciar sus piernas, empezó por el tobillo y fue ascendiendo despacio y cuando llegó a la parte alta de sus muslos se aventuró rozar con los nudillos la tela de sus bragas amarillas; no había abierto nunca el cajón de la ropa interior de Felicity, pero estaba seguro que estaba lleno de color pues en todas las veces que habían estado juntos ninguna de las veces había utilizado colores como el blanco, el negro o el nude; como odiaba ese color.

Felicity gimió al sentir el roce sobre su clítoris, involuntariamente balanceó las caderas buscando el contacto de su mano. A Oliver no necesitó que le rogaran, unos segundos más tarde deslizo un dedo por debajo del elástico de su ropa interior, la humedad de la tela tenía que haber sido un aviso de lo mojada que estaba ahí abajo; pero no había esperado que tanto. Con el dedo bañado la acarició con pericia llevándola en muy poco tiempo al borde, capturó sus labios para amortiguar sus gemidos, no quería que todo el servicio se enteraran de lo que estaban haciendo en esa habitación; ya no era un adolescente lleno de hormonas y despreocupado. Aunque tener a la mujer que tenía entre sus brazos le hacía perder la razón igual, con solo lograba ponerlo a media asta, después de un rato de besos y caricias apenas podía soportar la presión su los pantalones.

Ella pareció entender su problema porque empezó a desabrocharle los pantalones, sin importarle llegar al orgasmo o no, para luego torturarle a él del mismo modo que lo estaba haciendo con ella. Tuvo que dejar de besarla y morderse el labio inferior para no vociferar.

—FE-LI-CI-TY —su voz sonaba entrecortada.

Sacó la mano de entre sus piernas, había llegado el momento de pasar a la acción, ya tendría tiempo más tarde para explorarla y acariciarla a su antojo más tarde cuando estuvieran en su habitación. Le bajó la ropa interior para que ella supiera de sus intenciones, lo cual hizo rápidamente , no fue tan sencillo sin embargo liberarse de la ropa interior. Su escasa experiencia sexual se había limitado siempre a la cama en un piso compartido; el sentimiento de inferioridad comenzaba aflorar una vez más. Oliver impidió que estos se asentaran en su cabeza, la ayudó a deshacerse de la prenda y la colocó sobre él.

Ella se dejó caer lentamente permitiéndole entrar en su interior, la tela de la falda de su vestido ocultaba lo que estaban haciendo pero ellos podían sentir el roce piel con piel.

—Parecemos animales lo nos hemos quitado ni la ropa —comentó avergonzada mientras comenzaba el movimiento a ritmo lento pero seguro, aun necesitaba adaptarse a la nueva experiencia.

—Te prometo que más tarde te quitaré ese precioso vestido que llevas — Oliver depositó un suave beso en el hueco de su clavícula, sus manos se había introducido bajo la falda sugetando los glúteos desnudos de su chica—. Ahora necesitamos liberal el ardor que nos lleva consumiendo todo el día.

El deseo fue creciendo; Felicity ondeaba sus caderas, cada salida u entrada era más fuerte e intensa a medida que la exasperación por la liberación crecía en ella. Él estaba tan al límite que necesitó echar mano de pensamientos poco eróticos para resistir. Si poder evitarlo le vino a la mente aquella noche en Rusia con Isabel Rochev, cuando sin querer había gemido el nombre de Felicity. Sintió como su chica IT lo llamaba y eso le hizo volver al presente.

—¿Ocurre algo? —preguntó, había parado de moverse y Oliver lo echó en falta de inmediato.

—Estoy perfectamente —adelantó una de sus manos y rozó su clítoris haciéndola temblar de placer.

Enseguida ella volvió a ponerse en movimiento, cabalgando como si no hubiera un mañana. Ambos respiraban con dificultad, sus cuerpos cada vez más tensos estaban sudorosos y sonrojados, sus corazones latía a máxima velocidad; solo importaban ellos y su placer no conquistado. De repente Felicity sintió como si algo explosionara en su interior robándole por completo las fuerza. Con un gemido ronco y lento Oliver la siguió y se derramó en su interior.

Completamente extenuada, dejó caer la cabeza entre su hueco del cuello; no podía moverse aunque su vida dependiera de ello. Sintió como Oliver quitaba las manos de sus glúteos y la abrazaba por la cintura.

—Vámonos a la cama — comentó una vez había recuperado las fuerzas.

—Creo que aun no puedo moverme —la voz de Felicity sonaba medio adormilada.

Sin pensárselo dos veces se puso en pie con ella entre sus brazos y echó a andar hasta su habitación. La miró y se había quedado dormida, al parecer lo de tomárselo con calma tendría que esperar; ahora la dejaría dormir todo lo que quisiera había tenido un día intenso de emociones.

La dejó sobre su cama, le quitó su bonito vestido y la vistió con una de sus camisas. Cuando fue a dejar las gafas de ella sobre la mesita de noche vio un sobre con su nombre escrito. Cuando lo abrió se encontró con una invitación exactamente igual que la que le había mostrado Barry, salvo que esta estaba dirigida en exclusiva para Arrow, el héroe de Starling City, al parecer no iba a tener que colarse en ningún sitio.

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