Capítulo 39. "Señales confusas"

Darlene.

—Miren que yo nunca usé esto —aclaro, rígida—. Y puede no salir bien.

—¿Cuántas posibilidades de error hay? —interroga Agnes, con cierto interés perceptible en su voz.

—Ochenta porciento —masculla Brianna, antes de darle una calada a su cigarro.

Ha pasado tanto tiempo desde que la vi fumar, supongo que aprovecha las ventajas que tenemos por ser seres sobrenaturales y, más que nada, por ser brujas.

Nuestra especie es conocida por la inmunidad ante muchas enfermedades de los humanos, la inmortalidad y la fortaleza de nuestros sistemas. Nada que haya sido creado por los humanos puede afectarnos.

En este sentido, compartimos puesto con los licántropos y cambiantes de otras especies, como los cuervos, en los seres fantásticos más fuertes de todos los tiempos.

Muelo las flores compuestas de hiedra azul, hierba rosa y semillas diamante. Se supone que estos tres ingredientes combinados con mi magia, alguna palabra que quiera recitar y las hojas de las flores, deberían darme la respuesta que busco.

—Darlene —me llama Jacob, apesumbrado—. Confío en ti.

—No tienes porque no confiar en mí —le sonrío, un poco arrogante. Su ánimo se eleva un poco—. De todas formas, si esto no funciona, buscaremos otra solución.

Un leve pinchazo ataca parte de mi palma, es extraño que ocurra, pero no es nada fuera de lo normal. Lo que los brujos nombramos como semillas diamante no es más que las raíces de una de las flores doradas más antiguas, que al arrancarlas del suelo, forman la figura del mineral. Y claro, tienen ciertas espinas imperceptibles al ojo humano.

Una vez termino la mezcla, comienzo a esparcirla sobre la alargada mesa de madera de roble. Al final, el polvo y el líquido deben formar un círculo perfecto.

Esbozo una sonrisa satisfecha cuando veo que mi objetivo se ha logrado. Suspiro con un poco de pesadez y provoco que de las puntas de mis dedos gotee un líquido negro, con cierto brillo violáceo y azulado.

Al contacto con lo que preparé antes, se forma un pequeño remolino que abarca todo el círculo antes formado. El viento que se forma mece mi cabello rojizo, pero no me molesto por ello, sólo me limito a tratar de leer lo que me dice.

—¿Esto es así? —vacila, Jacob—. ¿No era mejor idea buscar a un médium?

—Los médiums que hay en el pueblo no tienen la capacidad suficiente para hallar a Madison —explica mi querida mejor amiga—. Viajar hasta otro estado es riesgoso, si es quien supongo que es, la asesinará en cuanto vea que nos movimos de sitio.

—Si ve que no gana la jugada, ninguno gana —opino, ronca—. Es lo suficientemente egoísta para permitir que nadie se beneficie.

Muerdo mi lengua en el momento en que me percato que no consigo leer nada, se supone que dentro del remolino está escrita la respuesta, en el idioma de las banshees. Sé esa lengua, pero por más que trate de traducirla, no hallo nada, mi cerebro no piensa.

—¿Quién está detrás de todo esto, Brianna? —pregunta James, a mi lado—. Has dicho que supones que es alguien.

—Prefiero reservarme la hipótesis hasta estar segura, Mareoux —indica, adusta, antes de desviar el tema—. Según el hechizo de Darly, está a un par de horas de aquí.

El pequeño tornado se esfuma antes de que pueda impedirlo. Suspiro, agotada y acomodo mi cabello con cierta frustración. ¿Por qué me ocurre todo esto? Ella pudo descifrarlo antes que yo, ¿Por qué?

¿Qué está ocurriendo conmigo? No lo entiendo, siempre he sido la primera en muchos aspectos. ¿Y hoy? No pude traducir una visión, me siento inepta.

—Darly —me llama Brianna, enfoco mis ojos en su rostro, un poco tensa—. No te sientas mal, es el estrés. Ha sido demasiado para cualquiera, tranquila.

Suspiro de forma pesada, ella arquea un poco sus cejas, pero se mantiene en silencio. Tal vez está a la expectativa de una respuesta mía.

—¿No vas a decirme que viste? —inquiero, gélida. Mi tono de voz provoca que Agnes haga una leve mueca de disgusto—. Sé que viste algo más que una simple ubicación.

James se mantiene impasible a mi lado, sé que mi manera de sentir, y a la vez no sentir nada, lo abruma un poco. No obstante, prefiere quedarse en silencio, como si esperara mis palabras o acciones. O quizá que yo se me tranquilice.

—Prefiero reservarme esa información, Darly —sonríe serena, espera a que su gesto suavice mi expresión fría—. Como le he dicho a Mareoux con respecto a mi teoría, prefiero no decir nada hasta tener la certeza de que estoy en lo correcto.

...

Han pasado un par de horas desde que invoqué ese hechizo para rastrear a Madison. Aún no comprendo como es que no pude descifrar lo que estaba escrito en el corazón de mi rastreador, quisiera culpar al estrés, tal y como hizo Bri.

Pero sé que es algo más.

No fue un simple episodio de estrés ni nada parecido.

Esto no puede estar ocurriendo ahora. No es momento.

¿Cómo es posible?

James me observa un poco alarmado al escuchar lo que viaja por mi mente. Le dedico una sonrisa tranquilizadora y él suspira de forma profunda, no parece estar muy convencido de mi "todo estará bien". Creo que sabe que es más una utopía que una realidad.

Recojo mi cabello en una coleta alta que deja a la vista el tatuaje en mi cuello, dibujo una amarga sonrisa en mi rostro. Por más que sea una cazadora, aún tratan de que yo me convierta en la presa.

Eso jamás ocurrirá. No fui hecha para ser una presa, sino para cazar y ganar la partida. Aunque parezca que voy a ciegas, la realidad es que siempre encuentro la manera de estar un paso adelante sin que los demás lo sepan.

—¿Qué ha decidido Jacob? —mi cuestionamiento rompe el silencio que se había formado en la habitación.

—Iremos a buscar a Madison —expone, un poco dudoso—. Él ha dicho que algo pasó con Madison, desde la última vez que logró comunicarse por telepatía, ella no estuvo bien.

—No sé si es muy seguro que vayamos, James —opino, mientras recuerdo las palabras de Brianna—. No tengo ni la más mínima idea de quién pudo ser el que secuestró a la banshee, pero Brianna dijo que tiene una teoría y esa persona la matará si nos movemos un milímetro.

—¿Crees que la mate? —inquiere, observo sus ojos verdes pensativos—. Digo, las banshees son una especie casi extinta. Asesinarla sería perder para esa persona, a menos que...

—Busca a otra persona a través de ella —completo por él—. Nos atrae, la verdadera presa es alguno de nosotros, Madison es el cebo que terminará en ser daño colateral.

—Imagino que Brianna ya lo sabía, ella suele analizar todas las posibilidades, ¿No? —suspira.

—Así es, y si no nos dijo, es para que saquemos nuestras propias conclusiones —murmuro, con mi vista puesta en mis uñas—. Hay que reunirnos y hablar sobre esto.

—Bien, hablemos con las chicas —suspira, su mano derecha acomoda un mechón de mi cabello rojizo tras mi oreja. Sonrío leve por el gesto.

El viento comienza a soplar de una manera tan fuerte que podría arrastrar a cualquier persona que estuviese transitando por las calles. La ráfaga emite un silbido aterrador.

Los ojos de James se dirigen a los míos, casi aterrorizado por lo que ha ocurrido de esta forma tan repentina.

Me mantengo impasible y le dedico una sonrisa, mis labios se curvan con suavidad y elegancia.

«¿Fue Kiera o fuiste tú, Lexa

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