Capítulo 30. "¿Quién es quién?"

Darlene.

Cruzamos el umbral de la puerta, escucho a James suspirar con pesadez. El recibidor de la academia está vacío, pero tanto mi acompañante como yo sabemos que hay personas en otras habitaciones.

La cuerda de un arco resuena a unos metros, chasqueo mis dedos y la persona que lo utiliza emite un gruñido exasperado.

Sé quien es la dueña de ese arco. Tantos años compartiendo clases con ella me hacen reconocerla con un solo movimiento que haga.

—Sigues siendo igual de ruidosa —opino mientras me giro. James está alerta.

—Se supone que así se asusta al enemigo, pero tú no le temes a nada —bufa, bajando el arco.

Amplío mi sonrisa divertida y miro a James, le doy un asentimiento, como asegurándole que todo está bien y no hay nada que temer.

«¿Segura?»

«Si ella te quisiera matar, ya lo habría hecho, chéri. Sólo le gusta asustar a la gente»

—Veo que tienes un acompañante —se extraña, frunce sus labios.

No suelo venir a este lugar acompañada de otras personas. Y menos si es un licántropo.

Estudio su rostro con mis ojos. Su cabello rubio ahora cae por sus hombros y frente, sus ojos chocolates se mantienen tranquilos bajo mi atenta mirada. Sabe que la estoy analizando, más que nada para intimidarla un poco.

—Y tú no pierdes la costumbre de asustar a la gente —comento, un poco hastiada—. ¿Qué quieres, Kristina?

—El líder te busca, segundo piso, habitación quince —informa, amable—. Y lo siento por asustar a tu compañero.

—Tranquila, no es nada —asegura James, educado—. Ten un buen día, Kristina.

—Igualmente, chicos —nos desea, para luego retirarse. Dispara con su arco hacia una de las dianas de entrenamiento.

James y yo nos miramos por unos segundos antes de retomar nuestro camino hacia la habitación donde se encuentra mi maestro. Primero iremos a verlo, luego iré con el líder.

Me extraña que requiera mi presencia, no suele ver a los miembros de su Orden. Prefiere que sólo los maestros y asistentes mantengan contacto con ellos.

—Kristina es una amiga mía, por así decirlo. Es humana. La conozco de varios años, es una de las mejores cazadoras —le explico a James—. Es una excelente arquera.

—Lo supuse —admite, examina su alrededor—. Tú también eres buena con el arco, ¿no?

Asiento, orgullosa de mis habilidades como arquera. Puedo disparar una flecha y darle a la diana sin necesidad de estar muy cerca de ella, creo que tengo ventaja por ser bruja.

—Puede que sea la mejor arquera que veas —presumo con una sonrisa arrogante.

—Eso lo veremos —opina. Es neutro en este tipo de situaciones y no suele juzgar o sacar conclusiones apresuradas.

O al menos eso puedo ver en su mente.

Cada vez me sorprendo más del tipo de chico que es. Sigo entender porque su diosa querría unirme a mí con él, somos fuego y agua. Más que opuestos.

Él es bondad. Yo maldad.

Mis ojos marrones viajan por la decoración de estilo gótico, la he visto tantas veces, pero por alguna razón ahora me parece mucho más bonita que antes.

Un candelabro de cristal se sostiene desde el centro del techo del recinto, las paredes son de un color claro, hay cuadros con marcos dorados muy bonitos. Hay puertas, la de la derecha nos conduce a la habitación donde está mi maestro, la de la izquierda es donde se guardan las armas que los aprendices utilizan.

A mi lado izquierdo están las escaleras de madera oscura que nos llevan a los siguientes pisos, donde se encuentran los salones y demás.

Me dirijo hacia la puerta de la derecha y golpeo unas tres veces. Escucho un "adelante" y entro, acompañada de James.

—Buenos días, Darlene —saluda el hombre detrás del escritorio.

Asiento levemente con la cabeza y me cruzo de brazos, esperando lo que sea que tenga que decirme.

—Tu madre y tus compañeros fueron atacados por la misma persona —expone serio—. Los mataron utilizando magia proveniente del infierno, que también es magia negra. Todo lo que hicimos arroja a eso.

Trago saliva.

—¿Hay algún patrón que se repita o algo así?¿Algo que nos indique quien es el culpable? —indago seca.

Lo oigo suspirar y procede a sacar de unos de los cajones, una carpeta de papel madera. Me la extiende y yo la agarro, escéptica por su accionar.

Abro la carpeta y me quedo pasmada, viendo las imágenes de dónde fueron encontrados los cuerpos y la autopsia. En dichas fotos se puede observar destellos que desprenden algunas de las heridas notables que poseen los cuerpos, dando a entender que hay magia en ellos.

No muchas personas saben manipular la magia del infierno, que no es más que magia normal con algunas características de dicho lugar a la disposición de una persona que nació en el Averno o es descendiente de una de las criaturas que lo habitan.

De hecho, no había escuchado de otra persona que supiera manejarla. Sólo yo.

—Sí, hay otra persona además de ti —afirma inquieto—. O quizá hay una familia completa de la que desconocemos esto, no lo sé. No hay patrones, no hay sospechosos, nada. Sólo está el hecho de que murieron por algo que tocaron, que curiosamente estaba en cada objeto que fue usado por ellos.

Me quedo callada por unos segundos, procesando toda esta información. ¿Qué quiere esa persona que asesina a la gente?¿Qué necesita?¿Por qué lo hace?¿Cómo los mata tan fácil?

Los engaña de una manera destilante de sencillez que preocupa, porque eso es lo que hace, ¿no? Dudo que mi madre se dejara asesinar.

—Supongo que pasa lo mismo en Peaceville... ¿Verdad, Mareoux? —esta vez se dirige a James, quien le observa desconcertado—. Sé quien eres, conozco a tu madre. Morgana Alters.

—Sí, pasa lo mismo en Peaceville, pero ya lo estamos solucionando —asegura, serio.

Puedo ver como el hombre frente a nosotros se muestra bastante escéptico a dicha respuesta de James, por lo que mis rasgos se endurecen. O está ocultando algo o él sabe cosas.

Ambas opciones son lo mismo.

—¿Hay algo que no nos estés diciendo? —decido hablar, tajante. Mi semblante se vuelve hostil.

—Nada, sé lo mismo que ustedes por el momento —dice sereno—. En cuanto pueda decirles algo más, lo comunicaré. Soy el más interesado en este asunto, Darlene. Acabaron con personas importantes para mí.

Asiento y le intento entregar la carpeta que tiene los resultados de las autopsias, pero él niega, como diciendo que es preferible que yo las tenga.

No lo contradigo y alzo los hombros antes de sonreír. Miro a mi compañero unos segundos y luego me dirijo a la puerta.

Luego de unos pocos minutos, salimos de la habitación. El castaño a mi lado se mantiene serio y dubitativo, yo por mi lado me encuentro seria y tensa.

—Sé lo que estás pensando —le susurro—. Y sospecho lo mismo.

Nuestras miradas conectan por unos efímeros momentos, ambos estamos leyendo la mente del otro y somos conscientes de ello. Damos un asentimiento y continuamos nuestro camino hacia la habitación donde está el líder de la Orden.

Aún no se porque requiere mi presencia, pero debe ser importante. Pocos conocen su identidad, le agrada mantenerse en el anonimato.

...

Madison.

Apoyo mis codos sobre la mesa y dejo reposar mi cabeza en mis manos. No estoy encontrando nada que me lleve al asesino y las muertes continúan sin parar.

¿Puede que ella sea la asesina? Sabe controlar la magia que proviene del infierno.

—¿Has encontrado algo? —inquiere Jacob con una taza en su mano. Me la entrega.

Acepto la bebida y suspiro.

—Nada —me limito a responder, sonando dura sin quererlo.

Bebo un trago del té y suelto un suspiro pesado. No creí que esto sería tan difícil cuando Brianna me propuso ayudarla, pero la verdad es que cada vez es más complicado.

Estudio la psicología del asesino, como piensa, porque actúa de esta manera. Con todo lo que he recopilado gracias a la policía de Peaceville, sólo puedo decir que la persona es sádica y que esto es una venganza o un llamado a alguien.

Dicha persona sabe manejar la magia proveniente del infierno. Podría decir que es un demonio quien provoca esto, porque tiene algunas características de ellos esta magia, pero es algo más que eso.

Alguien más poderoso.

—Estás tensa, ¿Qué ocurre? —pregunta Jacob. Siente mi preocupación.

Estoy preocupada por los destrozos, por el caos que pueda salir de esto. Esta persona es poderosa, yo diría que hasta capaz de destruir esta dimensión si así lo quiere. Ninguno de nosotros tiene idea del peligro por el que pasamos y al que nos enfrentamos.

No tenemos idea alguna de donde estamos parados. Y cada paso que damos nos lleva hacia atrás, hacia el inicio.

—Todo ocurre —suelto sin pensar, fría—. Siento que sé quién es el asesino, pero me niego a aceptarlo. Hay algo dentro de mí que no lo quiere creer.

Escucho sus pasos acercarse.

—¿Tú sabes quién convirtió a Jules?

—Sí —respondo adusta.

—¿Por qué no lo dices? —se confunde—. ¿Tan malo es decirlo?

—El tiempo se nos acaba, Jacob. De hecho, creo que ya acabó —escupo, sin pensar en si me entiende o no—. Es terrible que yo diga lo que sé, lo que vi, no puedo revelar nada.

Y menos puedo revelar algo cuando se trata de muertes.

Sólo queda esperar a que suceda lo inevitable.

Los ojos azules de mi compañero me observan con evidente confusión, no entiende nada de lo que digo y creo que es mejor así. Él no sabe nada, por más de que indague en mi mente, sigue sin tener una idea de todo el trasfondo que tiene esto.

Sé lo que he visto. Sé lo que pasará. Sé quien morirá.

Tiene muchas dudas, pero la verdadera pregunta es: ¿Quién es quién en este escenario?¿Quién es el bueno y quién es el malo?

Cuando decido mirarlo, ya no me encuentro en el comedor de la casa de Darlene.

Parpadeo repetidas veces hasta que mi visión se vuelve clara, siento mis extremidades entumecidas, como si hubiesen estado en el agua por mucho tiempo. La cabeza me da vueltas, los mareos provocan que casi pierda el equilibrio.

Oigo un carraspeo atrás mío y me esfuerzo por voltearme a ver a esa persona, pero me resulta imposible. Es como si no fuera dueña de mi cuerpo, los movimientos ya no me pertenecen.

—Supongo que nos volvemos a encontrar —dice una voz femenina a mis espaldas.

No puedo verla, pero sé que esta desplazando por lo que parece ser una habitación de paredes oscuras y piso blanco.

Tanto el piso como el techo es blanco, las paredes son de un gris oscuro casi negro, no hay muebles, sólo estamos nosotras en este lugar.

—¿Tú bloqueaste el recuerdo de la muerte de esa chica? —me atrevo a preguntar, sin dejarme intimidar.

—No, yo no fui —susurra con dulzura, acariciando mi cabello castaño.

Cierro mis ojos, sintiendo como un escalofrío me recorre la espalda. Los abro otra vez y me percato que estoy en un lugar diferente.

Debajo de mis pies hay niebla, no puedo visualizar el suelo que estoy pisando, tampoco puedo ver mis pies. Mi vestimenta ha cambiado, ahora llevo una túnica blanca que no me deja ver mis piernas.

No hay nada a mi alrededor, parece que me encuentro en un campo desolado.

Un dolor invade mi abdomen y grito desgarradoramente, me duele todo el cuerpo. El dolor se asemeja a clavarse miles de alfileres en todo el cuerpo, me sacudo por el escalofrío que me invade.

Decido bajar mi mirada hacia mi abdomen y la escena logra que grite de nuevo. Las lágrimas se escapan de mis ojos verdes para correr por mis mejillas, un pequeño sollozo es liberado de mis labios.

Tengo una gran daga clavada.

Mi ropa ya no es una túnica blanca, sino un vestido verde agua sin mangas y largo hasta la rodilla. En la parte del abdomen, el rojo comienza a adueñarse de todo.

—Bienvenida de nuevo, Grace —se mofa una voz femenina, pero esta es un poco más grave—. ¿Qué tal todo?Hace mucho no nos veíamos.

Mi cuerpo cae al suelo, no logro mantenerme en pie, los pinchazos en mi organismo me debilitan. Trago saliva, intentando ser fuerte y controlar mi dolor.

El cabello castaño que poseo parece cada vez más abundante y espeso, nunca lo había dejado crecer tanto.

—Eres tú —mascullo al levantar la mirada con las pocas fuerzas que tengo—. Eres ella.

—Así es —confirma con una sonrisa divertida y soberbia.

Sus rasgos me son más que familiares. Y el collar que lleva me confirma su identidad, sólo que ahora tengo una duda: ¿Qué rol cumple ella?¿Es la asesina o una simple peón más?

Me devuelvo a la realidad tras unas largas y pausadas respiraciones que se tornan agitadas, tomo aire, ahora mismo parezco una persona que estuvo a punto de ahogarse.

—¿Mads?¿Estás bien?¿Por qué lloras? —se altera Jacob.

Sus ojos están de un azul más oscuro que de costumbre, la mandíbula la tiene endurecida y sus rasgos reflejan entre preocupación y seriedad. Él sintió mi dolor.

Paso mis dedos por mis mejillas y confirmo que estuve llorando. ¿Qué tan real es eso que acabo de ver como para que llore en la realidad?

Es más que real. Fue una visión.

Mercink~

Buenas, buenas. Lamento tardar en actualizar, he estado ocupada últimamente. :(

¿Qué opinan de esa visión?

¿Les gusta Kristina?

¿Qué creen que piensen Darlene y James?

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