Capítulo 2. "Alguien está suelto"

James.

Conduzco en mi motocicleta por el centro del pueblo, me dirijo a la casa de una de mis amigas. La dulce Agnes.

He oído que hubo disturbios por una cazadora en el territorio de los vampiros. Me da igual realmente.

Supongo que sólo la echarán del pueblo y ya. Nada del otro mundo. Dudo que la maten.

Estaciono la motocicleta frente a la casa de Agnes y golpeo la puerta. Unos minutos después, ella abre.

—Hola, no te esperaba. ¿Sucede algo? —inquiere, confundida por verme aquí.

—Pues, quería venir a verte. ¿Está mal preocuparme por mi mejor amiga? —ella sonríe divertida y me deja pasar—. Lamento venir sin avisar.

—No pasa nada, sabes que no es tanta molestia —dice despreocupada—. ¿Quieres café, té, algo?

—Un té estaría bien —mascullo—. ¿Sabes algo de lo que pasó anoche en territorio de vampiros?

—Una chica cazadora fue al bar donde van a comer, básicamente —explica mientras se dirige a la cocina—. Es mi culpa, yo la llevé.

—¿Cómo?

—La conocí por la calle, es nueva en el pueblo. No sabía que era cazadora, te lo juro —su tono suena un poco apenado.

—Tranquila, los cazadores saben ocultarse bien —intento tranquilizarla.

—De todas formas no hubo nada grave. Ella dejó en claro que no busca vampiros —menciona y me extraño—. Es una vampira también, enseñó sus colmillos.

—¿Una cazadora vampira? —me quedo perplejo—. Wow, eso sí que no se ve todos los días.

Ella ríe y me extiende mi taza de té. Olisqueo el aroma, té de menta. Mi favorito.

Nos sentamos en el sofá bordó, ella bebe un sorbo de té. Nos hemos convertido en amigos con el paso de los años, casi que podría decir que es como la hermana que nunca tuve.

Las cosas en el pueblo han ido mejorando, nos ocultamos muy bien de los humanos. De todas formas, son pocos los que aún quedan en el pueblo luego de la masacre de los vampiros en 1910.

El pueblo está dividido en sectores, licántropos por un lado, vampiros por otro. Lo mismo pasa con las brujas y los demonios, algunos druidas y humanos.

—¿Qué pasa, James?¿Soy tan hermosa? —bromea con una sonrisa.

—Estaba pensando —sonrío ante su comentario—. Eres muy linda, pero sabes que mi corazón ya le pertenece a alguien.

—Ni que lo digas, no me imagino contigo. Soy como tu hermana pequeña —opina ella—. Veamos una película mejor.

Acepto la propuesta y comienzo a beber de mi té. En realidad, ahora que lo pienso, lo de que quería venir a verla sólo era una tonta excusa.

Salí de la mansión porque necesitaba aire fresco, no quería seguir escuchando a mis padres y hermanos. A veces, cuando debatimos de cosas simples, tenemos opiniones muy diferentes y no siempre se toleran.

Además de que papá está muy ocupado y preocupado por postularse para alcalde del pueblo, ahora mismo es el sheriff. Un puesto muy bien merecido.

Agnes coloca una película de acción y ciencia ficción mientras recuesta su cabeza en mi hombro. Es una hermosa persona.

...

Cayó la noche y decido volver a casa en mi motocicleta. No es la gran cosa, pero bueno.

Me la compré con el primer trabajo que tuve, puede que sea un cambiante licántropo, pero adoro las costumbres humanas. Y no me importa cuanto dinero tenga mi familia, quiero comprar mis cosas yo solo por una vez en la vida.

El viento golpea contra mi rostro, maldición, debí traer mi casco. Si llego a chocar, mi cuerpo podría caer violentamente en el asfalto y mi cabeza romperse.

Qué inteligente que eres, James.

Al llegar a la mansión, estaciono la motocicleta en el garage y me dirijo hacia dentro.

Al atravesar la puerta, escucho la voz de mi hermano Jacob, gritar.

—¡No podemos dejar que algo así pase!¿Cómo es que no haces nada, papá? —le oigo gritar mientras baja las escaleras.

—¡Intento todo lo que puedo! Jacob, tienes que recordar que no soy un maldito brujo o mago. Estoy tratando de encontrar al asesino serial de estos últimos años.

—¿Qué pasa? —interfiero—. ¿Han habido más muertes?

—Sí —responde cortante mi padre—. Y también está el caso de una cazadora que llegó al pueblo y se metió en territorio de vampiros.

—He oído hablar de ella, dicen que es una de ellos —comento y mi hermano jadea sorprendido.

—Como sea, espero que no ocurran más muertes. Estoy teniendo bastante trabajo —masculla mi padre antes de regresar a su habitación.

—El pueblo se está yendo a la mierda —se lamenta Jacob—. Casi una muerte por día y no sabemos quién es el asesino en serie.

—Relájate, sé que lo encontrarán —palmeo su hombro una vez él se encuentra abajo.

...

Darlene.

Abro mis ojos, encontrándome en una habitación mal iluminada y con paredes grises. Qué deprimente.

Intento mover mis piernas y me sorprendo al darme cuenta que estoy atada. No sé con qué material es, no parece ser una cuerda común.

Mi mente se encuentra como borrosa, dispersa. No puedo usar mis poderes, ¿Qué?

La puerta se abre y entra el mismo chico que me durmió. Está acompañado de otros sujetos.

—¿Qué quieren de mí? —pregunto cortante, sin perder la calma. No tengo miedo.

—¿Estás seguro que es una cazadora? —habla uno de los sujetos.

—Sí —responde mi secuestrador y se acerca a mí, me remuevo incómoda y lo único que hace es apartar mi cabello pelirrojo de mi cuello—. Esta es la marca de los que pertenecen a la Orden de los Cazadores.

Me mantengo estoica, impasible. Los haré pedazos cuando pueda liberarme de estas cuerdas.

Puedo oler sus aromas. Son cambiantes, sólo que no sé de qué.

Los oigo hablar en un idioma extraño, no es francés, inglés ni español. Tal vez sea alemán por la manera en la que pronuncian las palabras y como suena su tono.

—Los Cazadores no están permitidos en Peaceville —se acerca mi secuestrador y me agarra de la barbilla para que lo mire a los ojos—. ¿Quién te envió?

—Suéltame —pido—. No me envió nadie, yo sola quise venir aquí.

Él me suelta y luego me propina un golpe en el estómago. Contengo la respiración, duele, pero trataré de soportarlo.

—¡Estás mintiendo!¡Ustedes siempre mienten! —me grita con rabia—. Habla o morirás quemada.

—¡Te estoy diciendo que no me envió nadie, maldito imbécil! —le respondo en un grito. Él parece ofenderse ante mi comentario.

Se acerca de vuelta a los otros y hablan de nuevo. Suspiro y mantengo la calma, quiero destrozar todo, quitarme estas estúpidas cuerdas y asesinarlos.

Los Cazadores somos los únicos que podrán dominar.

Después de unos minutos, el chico me desata, pero vuelve a atar mis manos. Lo miro confundida.

—Vas a ser juzgada ante el Consejo y el Alcalde —informa—. Muévete.

Comienzo a caminar, con él siguiéndome. Esto es realmente incómodo.

En un momento, me detengo en seco y él me exige que me mueva. Sonrío y lo pateo, él se retuerce de dolor.

Lo empujo contra una pared, aprovechando que los demás se fueron.

—Sabes que soy... —deduzco por la expresión en su cara—. Que lástima, lindo, me estabas agradando.

Clavo mi daga, que tenía guardada entre mi vestido, en su abdomen sin ningún miedo. Él abre sus ojos como platos, sorprendido ante mi acción.

Retiro la daga y me abstengo de beber la sangre que hay en ella. Generalmente la de los cambiantes no suele saber bien.

Además de que hay ciertas posibilidades de que si lo muerdo, se convierta en vampiro.

La daga no lo matará, sólo lo dañará un poco. Para asesinar a un cambiante se necesitan balas de plata.

Me alejo caminando mientras intento romper las cuerdas con mis dientes. No, no puedo.

Tardo unos segundos en comprender que las cuerdas portan un hechizo, mierda. Tengo que encontrar alguien que las rompa.

Camino más rápido, buscando una salida. Estoy en una especie de búnker laberinto, bien, admito que asesinarlo no fue una decisión muy inteligente.

—¡Se escapa!¡Atrápenla!

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