Capítulo 18. "Problemas"

Darlene.

Parpadeo unos segundos, estoy comenzando a sentir una intensa quemazón en mis ojos que se vuelve insoportable. Observo mis manos unos segundos, mi visión está más que borrosa.

Pequeñas gotas rojizas caen de aquello que me permite observar el mundo. Frunzo el ceño, sacando un pañuelo de mi bolsillo para secar mis lágrimas rojas. No son lágrimas, pero suena más interesante llamarlas así. ¿Qué mierda?

Respiro profundo por la nariz y exhalo con lentitud por la boca. Repito esa acción varias veces en un minuto.

La sala está sumida en un silencio filoso y hasta doloroso. Necesito que alguien hable de una vez, Madison cometió un error al decir eso, ¿Pero qué es lo que quiere informarme?

¿Qué busca con decir esas palabras?

Habló en francés. Sé lo que dijo, pero no entiendo el significado. Me frustra, siempre debo saberlo todo, absolutamente todo.

Aunque me hago una idea de a lo que se refiere.

—Darlene, ¿Estás bien? —inquiere James. Sus ojos y su voz brillan en preocupación. Es tan tierno.

Sonrío ante eso.

—Mejor que nunca, sólo fue un efecto por usar demasiado tiempo uno de mis poderes —aclaro dirigiendo mis ojos a sus orbes verdosas. Bonito color, debo admitir.

Madison ríe de forma ligera y bebe un poco de agua del vaso de cristal que sostiene en su mano.

—Tus ojos se volvieron rojos, una tonalidad tan hermosa como la sangre misma. De veras que son preciosos con ese color —opina ella con voz gélida, sin dejar de inspeccionarme en silencio.

—Lo sé —sonrío ante su halago.

Realmente no me había percatado con anterioridad que mis ojos se hubieran vuelto rojos. Supongo que no le doy tanta importancia a ello, es un detalle sin importancia para mí. Aunque, debo confesar que me gusta imaginarlos de ese color.

No soy fan del rojo, pero debo admitir que es una linda tonalidad.

Madison me observa atentamente, arqueo una ceja al encontrarla con sus ojos verdosos y asesinos, puestos en mí. No le importa estar frente a alguien que podría acabar con su vida, tampoco le importa el hecho de que mi mirada desprende fuego.

Amo su actitud.

—Tu madre enfermó y fue herida con una bala de plata —asegura sin despegar su vista de mí—. Sabes que debes ir a visitarla en algún momento. Hazlo en cuanto puedas.

Asiento en silencio, me incomoda un poco que sepa tanto, pero es parte de sus poderes. Debo controlarme para no estamparla contra una pared.

Acaricio el colgante que Brianna me regaló semanas atrás, me ayuda a ocultar mi aroma de cazadora. Al menos ella me trajo algo bueno.

Me mantengo sumida en mis pensamientos, todo se está volviendo más difícil. Las muertes, la enfermedad de mamá, eso que se avecina...

Al final no podré dominar este pueblo como yo quisiera. Supongo que mi maestro de la Orden tiene razón. Peaceville está fuera de nuestro alcance.

Oigo un trueno y abro un poco más mis ojos por la sorpresa, ¿Por qué empezó a llover repentinamente?

Me acerco a la ventana, interesada por el fenómeno natural. Una suave melodía comienza a resonar en toda la casa, parece la voz de una niña tarareando alguna canción de cuna. No es normal, no hay alguien más en esta casa además de nosotros.

Tardo unos segundos en percatarme de que las gotas que caen de las nubes, son negras y no simples gotas de agua. ¿Qué carajos?

¿Quién está manejando el clima a su antojo?

—Imposible... —murmura Madison con pasmo—. Es imposible, ¿No es así, Darlene?

—Lo es —concuerdo con sus palabras.

No estamos solas Brianna y yo. Hay alguien más en este pueblo que sabe manipular la magia negra y esto parece ser una demostración de lo que es capaz de utilizar.

Eso sólo significa otro obstáculo más para mí.

Primero las muertes, luego la muerte de la madre de Agnes, los ataques, las palabras de Madison, lo de Jules, ¿Qué más sigue?

¿Cuándo podré centrarme en mi objetivo?

Nunca —susurra una voz distorsionada cerca de mi oído.

Giro mi cabeza para encontrar al culpable de ese susurro, pero no hay nadie ahí. Suspiro, lo más probable es que sea alguno de los fantasmas que disfrutaba molestar de niña.

He cometido tantos "pecados" como lo llamarían las personas cristianas. Supongo que estoy más que condenada al infierno, pero los demás no saben que de allí vengo.

La lluvia cesa al cabo de unos minutos, pero lo que sucede a continuación, provoca sorpresa en los demás presentes. Un rayo cae casi enfrente de nuestra casa y se puede observar la silueta de una persona, luego se desvanece.

Una silueta borrosa y negra. Alrededor de ella había una bruma oscura y con brillos rojizos.

Y eso sólo puede provenir de un solo lugar...

Una respiración agitada se presenta en la sala. Examino a los otros dos que se encuentran en este lugar y compruebo que la agitación proviene de Madison.

Sus ojos conectan con los míos y a los segundos se colorean de un negro con las iris blancas, incluso la esclerótica está negra. Nos mantenemos así por unos segundos, como si no pudiéramos despegar nuestras miradas.

—¿Dar? —se preocupa James, intenta dar un paso hacia nosotras, pero alzo mi mano para detenerlo.

Él entiende mi orden y se queda en su lugar.

Oriento mi atención a la castaña frente a mí. Pocos son los metros que nos separan, sus ojos siguen de esa tonalidad clara, su respiración está más acelerada que antes y no para de mirarme.

No me incomodo, cruzo mis brazos con un rostro imperturbable. No sé cuál es la razón por la que sus ojos se tiñan de ese color, pero no me provoca temor alguno. Presencié cosas peores durante mis veinte años, esto no es nada.

—La están matando —musita con angustia. Se la oye temblorosa.

Mis cejas se fruncen levemente ante su expresión.

—¿A quién? —me atrevo a preguntar sin titubear. Mi tono de voz desborda frialdad.

Estoy impasible.

Inhala aire de una manera larga y forzada, como si el oxígeno no entrara en sus pulmones. Sus labios tiemblan un poco, siendo apenas notable a la vista.

—Tú sabes la respuesta —contesta de forma enigmática. Es una indirecta.

El problema es que no la capto. No tengo ni la más palida idea de lo que se está refiriendo. ¿Por qué no puede ser clara?

Maldición. Maldita sea.

Esto es una mierda. Necesito que sea clara y no lo es.

—Madison, sé clara —espeto con un pequeño atisbo de molestia.

Baja su mirada y cabeza, la manera en la que su expresión refleja angustia es impresionante. Jamás había visto algo así.

—No puedo... Je ne peux pas, Darly —pronuncia con lentitud.

La mención del apodo tonto que me puso Brianna hace unos años me alerta. ¿Cómo puede saber eso? Es una banshee, no una médium, como mucho podrá ver algunos eventos del pasado o del futuro.

Pero no debería saber detalles tan irrelevantes como ese.

Le temps est fini —murmura antes de que sus ojos regresen a la normalidad.

A ese tono verdoso que refleja viveza y rebeldía. Ferocidad. Y esa sensación de que te asesinan con sólo el contacto visual.

—¿Madison?¿Dar? —se dirige a nosotras el castaño. Su ceño está fruncido.

—Tenía que dar ese mensaje —explica Madison sin mucho esfuerzo—. Es importante. Tú sabrás lo que significa, Darlene.

Intercalo la mirada entre ambos, mi rostro se mantiene estoico, pero por dentro soy un mar de dudas. Lamentablemente debo saberlo todo, pero no encontrar respuestas me confunde.

La banshee grita, anunciando la muerte de alguien. Su chillido es irritante y doloroso para los oídos de los licántropos, por lo que veo a James reprimir sus ganas de retorcerse del dolor. Muerde su labio con fuerza.

Que en paz descansen sus tímpanos.

Otro relámpago cae en las cercanías de la casa. En definitiva alguien está demostrando su poder, sea quien sea, está muy equivocado o equivocada si piensa que podrá vencerme.

Nadie puede contra mí.

Ni ahora ni nunca.

—Hay gente gritando, a unas cuatro cuadras de aquí. Son gritos de susto y sorpresa —informa James con preocupación—. Deberíamos ir a ver.

—Es necesario —afirma ella, sus pupilas están un poco dilatadas y de su nariz vuelve a gotear ese líquido grisáceo de la otra vez.

Ruedo los ojos y suelto un bufido. Bien, tendré que ir a ver a qué le temen unas personas que andan gritando. Muy casual.

Y aburrido, sobre todo. Necesito acción.

Mi vida es acción, la sensación de la adrenalina recorrer tu cuerpo. Esto es demasiado pacífico, quizá debí pensarlo mejor antes de viajar hasta aquí. En Canadá yo tenía una vida más activa, más movida, por así decirlo.

Agarro una chaqueta de mezclilla negra que cuelga del ropero al lado de la puert y me la coloco. Al menos combina con mi falda roja y mi crop top blanco. No voy tan mal.

Agarro las llaves de la mesa y abro la puerta. Después de unos cinco minutos, nos encontramos camino a la dirección donde James escuchó el ruido. Las personas amontonadas en las calles no son un buen indicio.

Mercink~

¿Qué será lo que escuchó James?

¿Hay alguien más en el pueblo?

¿Y Madison que quiso decir?¿A qué se puede estar refiriendo?

Decidí cambiar la portada <3. ¿Les gusta?

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