Capítulo 2: ¡Noticia, noticia! A las niñas también les gustan las matemáticas.


La verdad es que esto es una locura, los nervios están carcomiéndome mientras lo único que puedo hacer es esperar.

Después de suplicas, pataleos, unas cuentas lagrimas falsas y promesas de pizza y chocolate, los muchachos (y algunas de las chicas) aceptaron ser parte del equipo para ayudarme a que el rosa por fin obtenga su merecido lugar.

Estoy segura que al menos la mitad de los involucrados siguen creyendo que estoy haciendo esto como una nueva forma de mantenerme ocupada. Ese día más tarde, los diez involucrados (incluyendo a Ruben) fueron a mi casa por la comida que prometí y comenzar con la acción de la primera fase. La cual estamos a punto de ejecutar.

Decidimos que, lo primero que teníamos que hacer era establecer que tan grave es el problema y a qué grado está afectado a la preparatoria. Recuerdo que, cuando recién entre en primer semestre, muchas de las chicas de nuevo ingreso, incluyéndome entre ellas, estábamos en nuestro máximo esplendor. Nuestra personalidad estaba al aire y la mayoría no tenía miedo de lo que los demás pudiesen pensar.

¡Estábamos en un nuevo lugar, donde nadie nos conocía y podíamos empezar de cero!

Eso fue, claro, hasta que las novatadas comenzaron a llegar. La única manera de evitar ser lastimado era no mostrar quien eras.

Los chicos son fuertes. Los chicos no lloran. Los chicos no usan colores no "masculinos". Los chicos tienen que ser parte de algún deporte.

Las chicas tienen que ser femeninas. SI te gusta el rosa te hace una buena para nada. No puedes quejarte de lo que te toca. No puedes participar en deportes. No puedes participar en actividades que sean relacionadas con el hogar. Las rubias son tontas. Las castañas son tontas. Las chicas son tontas.

Mantenerte debajo del radar era la única manera de no salir con un moretón en la cara. Yo ya no podía soportarlo.

Así que vamos a hacer que un montón de bombas de confeti rosa y estas haga explosión hoy durante el receso. Recibo un último mensaje de confirmación de posición y sé que es la hora. Cada uno de los chicos está arriesgando mucho por la causa, eso y más debo de hacer yo. Tomo una respiración profunda y me encamino a la dirección para mantener entretenida a la prefecta.

Lo que quiere decir que no veré nada, y tampoco podre dar fe de los resultados por mi cuenta. Pero para eso tengo a Ruben. Así que texteo rápidamente los números para que la cuenta regresiva comience.

No tardo mucho en encontrar a mi objetivo, una vez frete a mí, la tarea es sencilla. Con mis habilidades nada pulidas de manipulación, hago que la profesora avance junto conmigo lejos del centro de las bombas mientras le comento como es que el profesor de Laboratorio no ha estado asistiendo a clases y todos los que llevamos su clase estamos muy preocupados por el examen.

No escucho nada más que el murmullo habitual durante los dos minutos exactos que habíamos acordado que tendría de ventaja. Sé que han pasado ya por que algunos chillidos se escuchan a lo lejos.

Elevo mi tono de voz y hablo cada vez más rápido tratando de desviar la atención de la maestra por un rato más.

Afortunadamente para mí, el timbre no tarda mucho en sonar. Digo alguna excusa vaga sobre llegar temprano a clase y corro directamente al baño abandonado del tercer piso donde mis amigos se encuentran reunidos.

— ¿Funciono? – es lo primero que sale de mis labios al entrar por la puerta aun si haber visto a nadie. Y sigo sin hacerlo. Tengo miedo de ver algo que no va a gustarme.

— ¡Funciono Xio! Es tan emocionante, ¡hay que hacerlo de nuevo! – por fin levanto la mirada para encontrarme a todos con sonrisas de satisfacción en sus rostros. Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo y choco los cinco con todos mientras trato de contener la risa por el entusiasmo de Theo.

Y el que tenía miedo, pff.

— ¿Y cuáles fueron las reacciones? – Ruben se acerca a mi lado con un vídeo en su celular esperando a que le de play. Percibo una mueca en el rostro de mi novio y me temo que sea peor de lo que pensamos.

Doy clic en el botón y algunas de las reacciones me dejan sorprendida.

Primero, todos se asustan un poco por el sonido de pop, después, algunas de las chicas tratan de quitar el confeti como si fuera bichos, algunos chicos actúan arcadas y otros muchos siguen el ejemplo de las chicas.

Uno pensaría que harían comentarios preguntándose, ¿Quién fue el loco que nos bombardeo con confeti? Pero en West Villa parecía que las cosas eran diferentes.

Ellos no estaban preocupados por eso, no señor. Para todos los estudiantes, parecía más importante porque el confeti era color rosa que por el simple hecho de estar presente.

Una sonrisa triste se forma de inmediato en mis labios.

Supongo que ahora tendré más trabajo del que pensé inicialmente.

—Hey Xio, no te preocupes, ya idearemos una forma para cambiar la idea que tienen esos tontos sobre el rosa, ¿Qué tan difícil puede ser? – me rió un poco y les doy una sonrisa a Lils.

Tiene razón.

Además, no estoy sola. Los mejores compañeros de crimen del planeta están justo frente a mí dispuestos a todo y el mejor novio del universo está dispuesto a hacer las más grandes locuras por mí.

Todos ponemos las manos al centro hasta formar un ciclón para levantar las manos al aire mientras gritamos las iniciales del proyecto como si fuéramos parte del elenco de alguna serie americana.

Una vez que acordamos reunirnos ahí mismo después de clases, tomo la mano de Ruben caminando en dirección al aula, con una fe renovada y un objetivo más a la espera de ser alcanzado.

Mis amigos era algo en lo que siempre podía contar. Gracias a los muchos años de pasar juntos en horas y horas interminables de clases y ensayos para bailes que solo nuestros padres encontraban talentosos, habíamos aprendido a llevarnos bien, al menos, en su mayor parte.

Ellos piensan que soy demasiado terca. Tienen razón.

Junto con Lilian y Maya, mis mejores amigas, habíamos sido escogidas para ir a representar a la escuela en un concurso de matemáticas de manera regional cuando estábamos en primaria. Las tres estábamos emocionadísimas, especialmente Maya. Ella ama las matemáticas como loca y el estar compitiendo en algo para ser reconocida y obtener clases avanzadas en el tema la entusiasmaba más de lo que quería admitir. Yo no estaba segura de cómo había pasado a la siguiente etapa, no había contestado el examen a conciencia.

La profesora que teníamos en aquel curso no era de dejar las cosas a la ligera. Tres días antes de la competencia nos dio un repaso intensivo para no dejar las cosas al azar. Si les soy sincera, estaba más emocionada por mi mejor amiga que por mí, aun así, creía que quizá pudiera tener una oportunidad.

El día por fin llego. Nos encontrábamos en las puertas de la universidad de Física y Matemáticas de la ciudad para presentar el examen. Antes de comenzar, las tres nos deseamos éxito; porque la suerte no te ayuda a ganar. Al contrario de lo que estábamos acostumbradas, la mayoría de las autoridades del concurso eran hombres. No creímos que fuera a ser un problema, sabíamos que no todos eran igual de tontos que Eduardo.

Oh como nos equivocamos.

Mientras el maestro a cargo de revisar de supervisar el examen entregaba las pruebas, se veía extrañamente sorprendido, cuando llego a mi lado la cosa había empeorado considerablemente. Maya estaba a dos asientos de distancia, lo suficiente cerca para que pudiera oír hacia mi lugar pero no para entablar una conversación. Tampoco era como si el susodicho estuviera susurrando.

— Me sorprende la cantidad de ustedes que hay, demasiado lindas para ser así de listas. – Estaba furiosa, mi corta edad no era un impedimento para pasar por alto los insultos tan disimulados. No dije nada, simplemente tome mi examen e hice una seña en dirección de mis amigas. Las dos habían escuchado y estaban igual de molestas.

Contestamos el examen con la mayor presión posible; Lily y yo logramos calificar de manera estatal, mientras que Maya llego a ganar el concurso y tomar un curso en la capital en la presidencia. Actuamos con elegancia, dando un golpe con el guante blanco.

Este no sería el caso. Estaba harta de jugar a la chica buena, a aguantar con resignación aquellos pequeños comentarios que ponían en duda mi conocimiento, mi inteligencia. Reuní a mis amigos en la hora libre. Hable por lo que pareció una eternidad, tratando de transmitir aquella impotencia que cada mirada despectiva me hacía sentir, lo que la preparatoria estaba haciendo en sus alumnos.

Quiero creer que mi discurso los motivo y movió la semilla del cambio en algún lugar de sí mismos, aunque es probable que les entusiasme hacer un poco de desastres en la escuela y tener comida gratis de mi mamá siempre que las reuniones de estrategia tuvieran lugar en mi casa, especialmente a Lils y a Tadeo. Las miradas de preocupación no tardan en llegar.

Rubén me apoya a lo largo de mi discurso y cuenta algunas otras anécdotas que de manera directa o indirecta, acaban afectándonos a todos. Parecía una tontería que algo tan pequeño en el mundo pudiera tener tanto significado en las acciones de las personas.

Con una promesa de pizza esa misma tarde y reuniones a futuro en mi patio trasero, logro que acepten. Puedo apostar que menos la mitad de ellos siguen creyendo que estoy haciendo esto como una nueva forma de mantenerme ocupada. El primer paso de mi plan podía hacer que cambiaran de opinión al respecto.

La acción por la fuerza era lo que comenzaría un cambio a corto plazo, uno donde cuando no estuviéramos bajo el régimen de la escuela, esta dejaría de ser un lugar al que temer, en el que esconderse.

Y es que el rosa está apunto de invadir la ciudad.

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