CAPÍTULO XXXVIII
~PDV MAEL~
Estuve buscando por internet dónde poder hospedarnos, la verdad que con esto de no poder reconocer rostros no se me daba bien un hotel, podía llegar a tener una crisis al ver tantos monstruos deformes juntos por lo que la mejor solución era una casa o un departamento, tampoco quería que fuera demasiado caro, no quería que mis padres sintieran que me estaba aprovechando de su dinero.
Luego de tanto buscar, ni tanto, solo me entretuve observando lo maravilloso del paisaje, encontré una casa a buen precio y en una excelente ubicación. Envié un mail contactándome por parte de la empresa y reservé todo.
—¿Qué es lo que tanto miras en esa computadora? —Iker hizo acto de presencia en mi oficina.
—Nada importante. —dije sabiendo lo que había hecho.
—Algo me dice que no debería de creerte. —Sonrió divertido mientras e observaba profundamente intentando descubrir lo que le ocultaba.
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunté buscando desviar la conversación mientras tomaba mis cosas para salir a cenar, todavía tenía que llegar a casa a preparar el equipaje.
—Agotador. —Soltó tras un suspiro cansino—. Vine temprano a la oficina pero no quise molestarte te vi muy concentrado, luego de organizar unos papeles fui a dar clases y luego del almuerzo atendí algunos pacientes que tenía bastantes retrasados. Lamento llegar a esta hora. —En los ojos de Iker se podía ver que estaba bastante consternado por no haber estado más tiempo a mi lado el día de hoy.
—No te preocupes, no salí mucho de la oficina así que no tuve ningún problema hoy. —Estaba agradecido por su compañía—. Además, te recuerdo que estas aquí por gusto, nadie te pidió que trabajaras a mi lado. —Caminábamos por los pasillos casi vacíos de la empresa hacia la salida, el invierno se estaba acercando y por eso la noche llegaba antes de lo esperado.
—Ya lo se, pero aún así si asumo una responsabilidad me gusta cumplirla. Además, no puedo dejar que te quedes con todas las bellezas de la empresa. —Su brazo pasó por encima de mi hombro y me atrajo hasta él, era cálida y sincera su amistad, algo que en verdad necesitaba en momentos como estos.
Tardamos en decidir dónde comeríamos ya que ninguno coincidía en lo que quería comer. Finalmente terminamos en un puesto de comida rápida, nadie jamás pensaría que dos tipos empresarios terminarían en un lugar así, pero realmente me sentía bastante cómodo comiendo aquí.
—Apura y trágate tu hamburguesa. —ordené mientras yo iba a la mitad de la mía.
—¿Cuál es el apuro con que termine de comer mi comida? —habló con la boca llena.
—Desde aquí puedo ver tu comida. —reproché una vez que terminé de tragar.
—Bueno, pero aun no has contestado mi pregunta. —Dio un sorbo a su cerveza.
—Mañana a primera hora tomaremos un vuelo, tengo trabajo que hacer y se que no me dejarás solo así que ya saqué tu pasaje. —comenté limpiando mis manos luego de haber terminado mi comida, la hamburguesa en verdad estuvo deliciosa, en casa mi madre obligaba a las cocineras a preparar comidas que no es particularmente de mi agrado.
—¿Y a dónde iremos? —Sabía que no se negaría a viajar, lo que me causó algo de gracia y terminé esbozando una sonrisa—. ¿De qué te ríes? —Estaba confundido con mi reacción.
—Es solo que no te negaste. —Volví a sonreír—. Y en cuanto al viaje te enterarás mañana, ahora termina eso y vamos que tengo que armar el equipaje. —Me puse de pie para que se apurara porque sino el señor tortuga terminaría de comer mañana en el avión.
—Si tu lo dices, supongo que de verdad me sorprenderé mañana. —Tras sonreír se puso de pie y nos dirigimos al auto.
En un punto sentía algo de nervios por el hecho de viajar y estar en un lugar con personas desconocidas, claramente se debía a mi condición especial, pero también estaba algo emocionado, por alguna razón el corazón me latía con fuerza al pensar en ese lugar.
~PDV IKER~
Me sorprendió bastante que los padres de Mael lo obligaran a viajar teniendo en cuenta su condición, pero lo que más me sorprendió es ver que él parecía estar entusiasmado. Estaba claro que no lo dejaría solo.
Luego de dejarlo en casa volví a la mía para armar mi equipaje repleto de trajes aburridos para asistir a reuniones aburridas, en verdad no podía creer que sus padres, sobre todo su madre le mintiera y lo persuadiera de trabajar en un lugar que él detestaba.
Me acosté y encendí el celular viejo de Mael, con el paso del tiempo los mensajes y llamadas de mi pequeña hermanita habían disminuido, ahora muy de vez en cuando escribía algo, al parecer cuando se hallaba triste. Sin importar que, jamás abrí uno de sus mensajes, era la privacidad de mi amigo y la respetaría.
Al estar con el celular y ver que Neus aun le escribía me hizo pensar en Iluka y qué sería de su vida, habría encontrado alguien que la aguante. Esa mujer si que era el demonio, si no cambia su forma de ser se quedará sola.
Pensando en nuestro tiempo con ellas y en lo distinto que debería ser todo me dormí, al menos yo soñaría por Mael y sus recuerdos.
La imagen de las chicas no abandonó mi sueño en ningún momento, extrañaba nuestro tiempo con ellas.
El sonido de mi teléfono se hizo presente a lo lejos, pero no era de la alarma. Extendí mi brazo para alcanzarlo pero no lo encontraba y el maldito no dejaba de sonar lo que me hizo preguntar quién mierda llamaba tan temprano. Seguí buscando sin levantar la cabeza de la almohada hasta que di con él.
—¿Quién habla a esta hora? —El brillo del celular estaba muy fuerte a pesar de que ya lo había bajado.
—¿Sigues acostado? —La voz de mi amigo resonaba del otro lado de la línea.
—Como debería ser, todavía no es la hora en que dijiste que pasarías por mi ¿no me digas que te arrepentiste? —Todavía no podía abrir los ojos del sueño que tenía.
—No, solo que tenía que buscar unos papeles que me pidieron a último momento anoche cuando llegue a casa. —habló muy natural, aunque en realidad estaba muy excitado.
—¡Mael! Interrumpiste mi sueño con Iluka y mi pequeña hermanita. —Le recriminé sin darme cuenta lo que había dicho.
—¿Quién es Iluka y de qué pequeña hermanita me hablas? Hasta donde se tienes un hermano menor. —¡Mierda! Como todavía están dormido metí la pata, me golpeé mentalmente por imbécil.
—Es una forma de decir que están soñando con unas nenas... ¿si me entiendes, verdad? —Rogaba a todos los santos existentes que no insistiera en el tema, no quería que sufriera una confusión en este momento que tenía que trabajar.
—No cambias más. —Su tono pícaro me hizo comprender que mordió el anzuelo por lo que respiré aliviado—. Bueno, ahora que ya estas despierto levántate que en un rato paso por ti, no podemos perder el vuelo. —Algo que no había perdido era su sentido de la responsabilidad y su nivel de exigencia.
—Voy, voy... Como usted diga mi general. —bromeé con él.
—Así me gusta. Nos vemos en un rato. —Y tras decir eso colgó la llamada.
Me quedé unos minutos en la cama pensando cómo casi la cago por completo, la estúpida de Iluka sigue jodiendo aún en la distancia, solo espero no tener que volver a encontrármela en la vida.
Me quedé dormido unos minutos más hasta que la alarma hiciera lo suyo. Cuando fue en momento el celular inició su medio de tortura.
Antes de detener el ruido molesto di como diez vueltas en la cama, no quería levantarme, no quería viajar y menos para asistir a unas reuniones aburridas en donde todos serían hombre viejos y gordos.
Recordé que hacía todo esto por Mael y me puse en marcha. El baño fue relajante. No debía de pasar horas buscando lo que me pondría porque ya lo había preparado la noche anterior para poder dormir unos minutos más.
Desayuné en tanto revisaba que a mi equipaje no le faltara nada, cualquier cosa podría comprarlo a donde fuéramos, eso me recordó que mi amigo seguía manteniendo en secreto el destino, quizás fuera una playa paradisiaca repleta de gatitas lindas que conocer.
—¡Estoy afuera! —Su mensaje de voz resonó en el silencio de mi departamento.
—Voy. —contesté apagando las luces y corroborando que el gas estuviera bien cerrado, más tarde caería Milena para encargarse de la limpieza.
—¿Traes todo incluido el pasaporte y el documento? —Fue lo primero que preguntó en cuanto me subí.
—Si. —afirmé y me acomodé.
El viaje hasta el aeropuerto fue silencioso, cada uno iba metido en lo suyo.
Al llegar ya había un mundo de gente a pesar de ser muy temprano por la mañana. Cada uno bajó su equipaje y yo me limité a seguirlo. A medida que nos acercábamos hasta nuestra plataforma la sensación de malestar me invadió.
—¿Vas a decirme a dónde viajamos? —pregunté algo temeroso.
—¡Cierto! Lo había olvidado por completo. —Parecía inocente por fuera—. Vamos a Hallstat Austria. —Dio su pasaje a la joven detrás del mostrador.
¿Hallstat? Me sonaba de algún lado y como si hubieran vertido un balde de agua fría sobre mi cuerpo conecté todo, las chicas vivían en ese pueblo. ¡Mierda!
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