CAPÍTULO XXXVI

~PDV IKER~

Ya ha pasado un mes desde que Mael despertó y desde que nuestro mundo se rompió. Estaba agradecido de que estuviera vivo pero en verdad lamentaba su situación, eso solo contribuyó a que su madre lo manipulara y terminara haciendo lo que ella siempre quiso: encargándose de la empresa familiar.

Este mes ha sido tan difícil para mi, he tenido que contenerme de decirle la verdad por recomendación del médico, no queríamos evitar un impacto negativo pero tampoco teníamos certeza de cuándo recuperaría la memoria.

El gran problema era su prosopagnosia, como todavía no se acostumbraba al desorden de rostros todos lo asustaban por lo que comenzó a evitar el contacto visual. Mael tenía que trabajar muy duro para sobrevivir en este mundo salvaje que esperaba ansioso por devorarlo, yo solo esperaba que mi pequeña el día de mañana pueda perdonarlo por desaparecer de esa forma.

~PDV MAEL~

Hace un mes me desperté en una habitación de hospital, no recordaba quién era, de dónde era y mucho menos qué me había pasado.

Como no reconocía a nadie terminé por aceptar que las personas que estaban a mi alrededor eran mi familia y amigos.

Perder mi memoria no fue tan impactante como el no poder reconocer rostros. La primera vez que vi uno pensé que se debía al efecto de la luz mezclado con el tiempo que pasé inconsciente pero para mi desgracia no fue así.

Cualquier persona que se presentara frente a mi parecía un monstruo. Del cuello hacia abajo eran personas normales pero en cuanto mi vista se fijaba en donde debería estar un perfecto y común rostro solo encontraba caos. Los ojos estaban desordenados, la boca en el lugar de los ojos, la nariz en el mentón, las cejas en donde deberían estar las mejillas y así sucesivamente. El orden variaba de acuerdo la persona o el día.

En un primer momento comencé a desviar la mirada, era la única forma de no salir huyendo o desmayarme del terror.

Iker, quien supuestamente es mi amigo me había comentado que vivía solo, pero una mujer que me resultaba algo desagradable, que decía ser mi madre junto con un hombre mayor me convencieron de vivir con ellos hasta que pudiera manejarme de nuevo solo.

Los primeros meses fueron un desastre, no recordaba nada de mi vida antes del accidente y ni hablar de ver personas en directo. Los espejos de mi habitación habían sido quitados y los del resto de la casa cubiertos. A donde fuera que me moviera cubrían todo aquello que mostrara un reflejo.

—Buenos días ¿estas listo? —Por el perfume, la forma en que mueve sus brazos al caminar y el tono de voz sabía que Iker había llegado. Poco a poco me vi obligado a fijarme en esos pequeños detalles para reconocer al menos a las personas de mi entorno.

—Buenos días Iker. Termino de desayunar y ya estoy. —dije bebiendo mi taza de café. Había quedado con él para ir hasta mi departamento, después de un mes aquí necesitaba mi privacidad, pero sobre todo necesitaba que no estuvieran encima de mi todo el tiempo como un niño pequeño.

—Veo que vas mejorando. Ya puedes reconocerme sin siquiera mirarme. —Al no poder reconocer sus rostros no podía leer sus expresiones.

—¿Cómo sabes que no he recuperado la memoria y la visión? —Estaba intrigado con su respuesta.

—Si me hubieras recordado lo primero que hubieras hecho es preguntarme por... —Iker se detuvo al sentir la presencia de la que decía ser mi madre.

—¿De qué estaban hablando? —Nada en esa mujer me inspiraba confianza.

—Nada serio. Iker esta esperando que termine de desayunar porque saldremos. —afirmé tras levantar mi taza y dejarla en el fregadero.

—¿A dónde? —Se notaba muy interesada en saber cada uno de mis movimientos y eso fue el detonante para tomar mi decisión de vivir solo.

—Solo iremos a dar un paseo, necesita aire fresco y nuevo. Debe ser agotador estar todo el tiempo en casa. —Iker me salvó de responder.

—No se demoren mucho, recuerda que tienes que seguir atendiendo las cosas de la empresa. —Tras decir eso el taconeo firme de su pisada se fue alejando.

—Gracias. —dije moviéndome hasta la salida.

—No hay nada que agradecer. Se cuán difícil debe ser soportarla. Ahora vamos, que te daré un paseo. —No hacía falta que pudiera reconocer su rostro, sabía que estaba sonriendo.

El recorrido fue bastante largo, al parecer estábamos tomando el camino más largo para que pudiera aprovechar la salida. Agradecí que tomara un camino que no estuviera repleto de personas, todavía no podía manejar el hecho de ver tantas personas juntas.

Durante el recorrido hasta que llegamos me dediqué a preguntarle todo lo que pudiera sobre mi vida antes del accidente: mis gustos en la comida, en la música, qué tipos de lugares me resultaban más agradables, todo lo que me pudiera ayudar a volver a ser quien era antes del accidente.

—Dime Iker ¿Estoy en una relación? ¿Me enamoré alguna vez? —Esas preguntas me inquietaban. Noté que los músculos de su cuerpo se tensaron y sus manos apretaron con fuerza el volante.

—¡Llegamos! Bajemos así conoces tu departamento. —Evitó completamente el tema y eso solo me generó aún más curiosidad.

¿Será que estaba en una relación? Y si es así ¿por qué ella no está aquí conmigo? ¿Le habrá suscedio algo? Ahora esas preguntas no abandonaban mi cabeza.

~PDV NEUS~

—¿A dónde crees que vas? —Iluka me preguntaba detrás de la barra.

—Ya terminé mi horario de trabajo y estoy bien, así que no necesito que me cuides. —No quería sonar ruda pero no soportaba que todo el tiempo mi amiga estuviera encima de mi.

—Déjala, ¿no ves que va a correr? ¿puedes prestar algo de atención a los detalles por una vez en tu vida? —Taras golpeaba con suavidad la cabeza de mi amiga.

—Lo siento, es solo que sigo preocupada. —dijo mirándolo fijo a los ojos. Esos dos harían una gran pareja.

—Me voy. Nos vemos más tarde. —Y antes de que ella pudiera decir algo solo salí del lugar corriendo.

No necesitaba planear mucho hacia dónde me dirigiría, siempre fue el mismo recorrido.

El lugar era el mismo, nada había cambiado, excepto que él ya no estaba en mi vida. De un día para el otro, así como llegó se marchó sin dejar rastro alguno.

Me recosté sobre el mismo lugar, el invierno ya había pasado y fue más duro de lo que esperaba.

Miré hacia el cielo despejado, la brisa todavía era algo fresca pero mi cuerpo se encontraba caliente por lo que había corrido.

Por más que intentara no podía borrar todo lo que había pasado, no podía hacer que todo volviera a como era antes. Por momentos me debatía si quería volver a mi tiempo con él, y por otro lado si quería volver a mi tiempo antes de conocerlo. Estaba tan dolida a pesar del tiempo que ya había pasado, que todo me afectaba por igual.

Cerré los ojos por un momento, quería perderme.

—¿Te encuentras bien? —Su voz sonaba bastante clara.

—¿Tú qué piensas idiota? —Abrí los ojos y giré mi cuerpo hacia el lado en que provino la voz. Ahí estaba él, sonriendo sin sentir nada de vergüenza por lo que había hecho.

—Lo se, es solo que me gusta verte enojada y lo sabes. —Sus ojos se fijaban en los míos directamente sin distracciones.

—Pues deberías venir y verme cuando estoy llorando. —En verdad estaba muy enfurecida con él, pero eso no quitaba que lo extrañara.

—Perdón bebé. —No se animaba a tocarme, quizás se debía a que tenía cargo de consciencia—. Se que todo esto pasara, volveremos a estar juntos. —Sus palabras resonaron en cada rincón de mi corazón hecho añicos y no pude contener las lágrimas.

—He tomado una decisión, y lamento decirte que no volveremos a estar juntos nunca, aún si vuelves a aparecer por aquí no podrás volver a encontrarme. Has terminado de romperme. —Me puse de pie y la imagen que mi mente había formado de él se desvaneció.

Volví a reanudar mi trote pero esta vez el destino era el aeropuerto.

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