CAPÍTULO XXXIX

~PDV MAEL~

El viaje estuvo normal, al menos para mi, porque Iker parecía bastante nervioso hasta pálido lo noté, quizás le daba miedo volar y yo lo hice venir hasta aquí.

Me puse a mirar sobre los papeles que tenía para entretenerme y ver sobre qué se trataban las próximas reuniones que tendríamos hasta que el avión volviera a tocar tierra.

La voz de la azafata indicando que estábamos pronto a aterrizar me despertó, no pude resistirme y me dormí en cuanto comencé a leer los documentos, y es que eran muy aburridos, a veces me gustaría recordar cómo fue que terminé estudiando y trabajando en un lugar que me parecía muy aburrido.

Cuando bajamos del avión, Iker se encargó de tomar las maletas y en lo que yo salía por un taxi pero en cuanto salí el aire me golpeó de frente haciendo que las lágrimas cayeran sobre mi rostro sin saber porqué, un dolor en el pecho me oprimía con fuerza.

¿Qué significaba todo esto?

~PDV IKER~

En verdad no asimilaba que estábamos viajando hacia el pueblo de las chicas, no recordaba que tuviéramos conexiones empresariales en aquél sitio, pero todo podía pasar porque nosotros decidimos ignorar la imposición de nuestros padres con respecto a las empresas familiares.

Mael paracía bastante concentrado en su lectura, no podía creer que se volviera tan diligente con un trabajo que detestaba. Me acerqué para preguntarle algo y al hacerlo solo pude sonreír, se hallaba completamente dormido. El pobre había aguantado demasiado leyendo esos aburridos papeles. Tomé mi celular y le saqué una foto para poder burlarme de él más tarde.

Cuando aterrizamos insistió en que yo buscara las maletas que él iría por el taxi, como no quería contradecirlo me dispuse a hacer lo que dijo.

Iba saliendo bastante cargado, al parecer trajo demasiado en su valija, cuando lo vi parado y sin un taxi esperándonos. Me preocupé por lo que aceleré el paso.

—¿Te encuentras bien? —pregunté con cuidado de que le hubiera dado una de sus crisis.

—Si, es solo que olvidé a lo que vine. —dijo algo preocupado, en los últimos meses descubrimos que Mael sufría de ciertas lagunas temporales olvidando todo por unos minutos, el doctor dijo que se debía a que sus recuerdos se negaban a volver.

—No te preocupes, no sucede nada. —dije colocando mi mano sobre su hombro esperando que se calmara—. Sostén tus pesadas maletas que yo me encargo del taxi. —Le di para que sostuviera las maletas en lo que yo me acercaba al borde de la calle para tomar algún taxi vacío—. Ven, vamos. —Le hice señas para que se acercara hasta donde estaba.

El chofer se bajó para abrir la parte de atrás para que pudiéramos guardar las valijas en lo que Mael se sentaba en los asientos traseros.

Una vez guardado todo subí en el asiento del copiloto.

—Al hotel... —Estaba por decir el nombre del hotel cuando Mael me interrumpió tocando mi hombro.

—Disculpa, no vamos a un hotel, aquí está la dirección. —Le pasó un papel con la dirección.

—De acuerdo. —El chofer recibió el papel y puso el auto en marcha.

—Iker ¿ya habías venido antes verdad? Pregunto por lo que mencionaste tan seguro un hotel. —¡Mierda! Casi la cago de nuevo.

—No, es la primera vez que vengo... —Claro, después de un año—, es solo que investigué mientras volábamos para ahorrarte el trabajo de pensar donde ir, pero al parecer tienes todo resuelto. —En verdad esperaba que me creyera sino estaría en grandes problemas.

—¡Ah, ya veo! —Al parecer había mordido el anzuelo.

El resto del camino se podría decir que fue tranquilo pero en realidad estaba muriendo lentamente, de todos los malditos lugares que hay en el mundo justo aquí lo tenían que enviar. No es que no quisiera que volviera y se reencontrara con mi pequeña hermanita, al menos no en las condiciones en las que estaba: sin memoria y sin poder reconocer rostros, era un pésimo panorama.

Decidí mirarlo con cuidado por si reconocía algún lugar pero al parecer no lo hacía, Mael iba asombrado del lugar y su paisaje. Me calmé un poco y traté de observar el paisaje pero fue lo peor que hice: este era el camino a la casa de Neus.

No podía creer en dónde nos habíamos detenido, en verdad esperaba que el chofer nos dijera que necesitaba buscar algo y que continuaríamos.

—Es aquí. —afirmó abriendo la puerta para salir y poder sacar el equipaje de atrás.

—Muchas gracias. —dijo mi amigo extendiendo su tarjeta para que se cobrara el viaje.

—¿Estas seguro que es aquí? —pregunté dudoso, quería creer que en verdad se había equivocado de lugar. ¿Por qué diablos estábamos en la casa de Neus?

—Si, es aquí. Siento como si ya hubiera estado antes aquí. —habló observando el lugar, y claro que había estado ahí y un millón de veces si casi que vivía con ella en este lugar.

—¿Y por qué no fuimos a un hotel? Este sitio no parece ser de calidad. —Tenía que mentir si quería que fuéramos a otro lugar antes de que Neus apareciera.

—Porque en los hoteles hay muchas personas y sabes lo difícil que es para mi lidiar con tantos rostros. Busqué varios lugares y este estaba en oferta el alquiler. —¿Alquiler? ¿La pequeña estaba tan desesperada por plata que decidió alquilar su casa? Quizás Iluka se la llevó a vivir con ella.

—Siento la demora, estaba terminando cosas del trabajo. —El corazón se me paralizó al escuchar su voz.

Levanté la vista y la vi llegar tan radiante como siempre buscando algo en su cartera, ella todavía no nos había visto y eso solo alargaba la tortura.

—No se preocupe, nosotros recién llegamos. —Mael habló cortésmente.

Iluka al escuchar su voz se detuvo en seco, con lentitud y dejando de buscar en su cartera fue levantando la vista hasta mirarnos fijamente y de frente.

—¡Jodido imbécil! Te da la cara para aparecerte frente a mi. —Ella prácticamente gritó. Soltó todo y corrió hasta Mael.

—Quédate quieta un segundo. —Gracias a Dios me interpuse frente a ella para poder atajarla.

—¡Voy a cortar tus pequeñas pelotas y tirársela a los chanchos! —Iluka seguía gritando y tratando de llegar hasta Mael que se hallaba detrás de mi bastante confundido.

—Iker ¿quién es, la conoces? —En verdad estaba bastante confundido.

—¿Cómo es que no me conoces maldito bastardo? —gritaba aún más enfurecida.

—Mael entra a la casa. —Le pasé las llaves que quité de las manos de Iluka—. Yo me encargo de hablar con ella. —Él solo me observaba sin moverse de su lugar en lo que la loca que tenía encima no dejaba de golpear mi espalda y arañar mi brazo.

—¿A dónde me llevas maldito bastardo? —Al parecer no había cambiado nada.

—¿Puedes quedarte quieta por un segundo? —La bajé para que pudiera calmarse pero creo que fue peor.

—Ni en tu sueños más locos me verás calmada. —En cuanto dijo eso no pude evitar reír—. ¿De qué te ríes imbécil? —En verdad debo admitir que extrañaba nuestras discusiones.

—Tu y yo necesitamos hablar, pero no aquí estando Mael cerca. —dije muy serio, y es que en verdad era un tema delicado a tratar.

—¿Por qué no tiene que estar el idiota cerca? —preguntó confundida y era comprensible, después de todo le estaba pidiendo que entendiera algo que no había explicado.

—Porque él tuvo un accidente y perdió su memoria, eso a grandes rasgos porque aún falta la peor parte y no quiero que se entere que te conoce. —Iluka parecía no creer en lo que le estaba diciendo y era lógico pero era lo que había.

—En verdad no te creo nada. —Sabía que lo diría, siempre fue una mujer desconfiada.

—No pierdes nada con escucharme, por el contrario, ganas porque podrás saber lo que pocos saben que pasó en realidad. —Iluka era una mujer que odiaba quedarse con la intriga así que están seguro de que ella mordería el anzuelo.

—De acuerdo, después de todo ella necesita la plata. —Ahora el que estaba intrigado de lo que había pasado con mi pequeña hermanita era yo, pero tendría que aguantarme hasta que ella quisiera soltar la sopa.

—Genial, vamos. —Y ahí iba yo con el diablo a tratar de apaciguar las cosas.

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