CAPÍTULO XXXIII

~PDV ILUKA~

Ha pasado más de un mes y no sabemos nada de Mael y del imbécil de Iker.

Neus está devastada no para de llamarlo pero su celular nos marca fuera de servicio. Todos los días después del trabajo se dirigue hasta el departamento que alquilaban para ver si habían vuelto por sus cosas, y la respuesta siempre había sido la misma.

No pensé volver a ver a mi amiga, la persona que más amo en este mundo, en ese estado deplorable de nuevo.

No había noche que no intentara comunicarme con el idiota de Iker, pero siempre me llevaba al contestador. Las ganas de torturarlo y matarlo con mis propias manos no se iban de mi.

Me sentía sumamente culpable por haberla empujado hacia Mael, porque si, eso fue lo que hice creyendo que era un buen tipo y que de verdad estaba enamorado de ella. No dejé de insistirle para que se abriera, insistía en que no todos los hombres eran iguales, pero me equivoqué, quería que ella sintiera la calidez de un amor sincero y fallé.

Me culpaba una y otra vez, el corazón se me partía cada vez que veía a Neus llorando preguntando a su celular porque no respondía, qué había hecho mal, que volviera, que sería menos gruñona y más cariñosa.

Algo tenía que hacer, algo se me iba a ocurrir, no soportaba seguir viéndola en ese estado.

~PDV NEUS~

Cuando llegué a casa no aguanté y rompí en llanto, mi estado de nerviosismo fue en aumento cuando mis labios pronunciaron el hecho de que estaba aquí.

Iluka no me dejó sola en ningún momento, no se apartó de mi lado hasta que me dormí, y en verdad estaba muy agradecida, necesitaba descargarme y con Mael cerca no podía hacerlo, era consciente de lo que podía hacer si se enteraba que esa escoria se hallaba en el mismo lugar que nosotros.

—¿Qué hora es? —No podía adivinar cuánto había dormido.

—Hora de que te des una ducha y te relajes. —Iluka me lanzó una toalla que calló sobre mi rostro.

—Esta bien. —contesté sin ánimos de llevarle la contra—. Por cierto, ¿no deberías estar trabajando con Taras? —Las cortinas no me permitían ver hacia afuera así que supuse que era de noche y que tenía que estar en el Café.

—Querida son las doce del medio día. —Ella me dedicó una sonrisa juguetona, de esas que significaban que ya había arreglado todo—. Tu tranquila y al baño que yo preparo el almuerzo, bueno más bien lo pido ambas sabemos que la cocina no es lo mio sino está el sexo involucrado. —Sonrió de manera divertida y me dejó para que me bañara.

Salí de la cama con dolor de cabeza, tenía los ojos hinchados de tanto llorar y el poco maquillaje que había puesto sobre mi el día anterior se encontraba esparcido por todo mi rostro.

Una vez que entré en la ducha mi cuerpo se relajó con el golpeteo de las gotas de agua caliente. Evitaba pensar en él, y por el contrario vino a mi mente Mael, de seguro estaba preocupado porque no le había contestado su llamada de buenos días, cuando saliera lo llamaría.

Fue grande mi sorpresa cuando tomé mi celular y me fijé que no había llamada perdida alguna ni mensajes de buenos días. Era raro en él porque en todo este tiempo si no le contestaba o devolvía una llamada me llenaba de mensajes.

Me senté sobre la cama envuelta en la toalla y marqué su número. El celular me daba fuera de servicio. Corté y volví a intentar, otra vez lo mismo. Ahora la que estaba preocupada era yo.

—¿Todavía no terminas? La comida llegó hace media hora y se enfriará más de lo que ya está. —Iluka apareció en el umbral de la puerta.

—¿Sabes algo de Iker? ¿Te dijo si iban a alguna excursión con Mael hoy? —pregunté un tanto inquieta.

—No suelo hablarme con ese imbécil. —Sabía que estaba mintiendo pero hoy le seguiría el juego, mi mente estaba en otro lugar—. ¿Pasa algo? —Se preocupó al verme así.

—Es solo que no me ha llamado ni escrito para desearme buenos días y es muy raro en él. —explicaba tratando de no sonar tan exagerada.

—No pensé que fueras de esas novias tóxicas que controlan a sus parejas. —Ella claramente se estaba burlando de mi—. Deja de preocuparte por nada, de seguro esta en alguna excursión y no tiene señal o simplemente se le apagó el teléfono. Si tienes tiempo para preocuparte por semejante estupidez, vístete y ven a comer que tenemos que ir a trabajar que las cuentas no se pagan sola. —Luego de decir eso dio media vuelta y se marchó.

Me detuve a pensar en lo que dijo y la verdad tenía razón, estaba exagerando bastante por lo que me vestí y me fui a comer, mi estómago ya estaba demandando comida.

Después de comer nos fuimos a trabajar, el día estuvo bastante normal y tranquilo, pero el sentimiento de opresión en el pecho no se me iba. ¿Dónde mierda te has metido Mael?

Esa noche no pude dormir absolutamente nada, giraba de un lado al otro pensando en Mael. ¿Y si algo malo le hubiera ocurrido? Rápidamente desechaba esas ideas de mi cabeza, si algo le hubiera sucedido Iker sería el primero en avisarme.

La mañana llegó y con ella mi hora de ir a trabajar. Estuve esperando un llamado que nunca llegó y no me aguanté, fui a buscarlo a su departamento, si estaba enojado conmigo preferiría que me lo dijera a que me hiciera el vacío que me estaba haciendo.

—Mael, abre la puerta. Se su estas ahí. —Empecé a gritar mientras tocaba el timbre y golpeaba la puerta tras ver que no me contestaba.

—¿Busca al joven de este departamento? —El conserje apareció logrando que me llevara un susto de muerte.

—Si ¿de casualidad no sabe si está? —En este punto ya me hallaba completamente desesperada.

—Uno de ellos se marchó hace tres días y el otro hace dos, pero ninguno dijo nada de irse completamente. —Cada palabra que salía de su boca era como si apretara mi corazón—. No han regresado pero vi que ambos salieron con prisa. —Eso terminó por derrumbarme ¿y si en verdad si le pasó algo?

Mis ojos se llenaron de lágrimas y mis piernas fallaron haciendo que callera al suelo con la espalda contra la puerta.

—¿Se encuentra bien señorita? Espere le traeré un vaso con agua. —El buen hombre intentaba calmarme pero era imposible.

—Le... Le... Le agradezco. —Pude al fin decir para ponerme de pie y marcharme.

No sabía hacia donde ir, dónde buscar. Mis vista estaba nublada culpa de las lágrimas y mis piernas temblorosas por el miedo a que en verdad algo muy malo hubiera sucedido.

Corrí hasta el hospital cercano y en mesa de entrada pregunté si había ingresado algún paciente con su nombre y la respuesta fue negativa. Repetí el proceso en las dos comisarias que tenía el pueblo y la respuesta fue la misma: negativa.

Mi teléfono no paraba de sonar, era Iluka que de seguro me regañaría por no haber ido a trabajar.

—¿Por qué no has venido a trabajar? Llevas dos horas de retraso y hoy hay mucha gente para que te pueda cubrir sola. —Me reprochaba a lo que yo solo lloraba—. ¿Estas llorando? Tampoco era para que te pusieras así. —dijo sin saber el verdadero motivo detrás de mis lágrimas.

—Se fue Iluka... Mael se marchó. —Y tras decir eso corté la llamada.

No tenía a donde ir así que volví a casa. La mezcla de emociones era muy grande, no sabía si era miedo a que le hubiera pasado algo malo o decepción porque se cansó de mi y se marchó.

Me encerré en casa con llave, sabía que Iluka vendría y ella tenía llave de la puerta por lo que también me encerré con llave en la habitación, de ahí no tenía llave.

Tomé ni celular y volví a marcar, la contestadora me dio la bienvenida.

—Mael dime que estas bien jodido idiota, necesito escucharte. —Se cortó la primera vez.

Volví a marcar hasta que me volvió a atender la contestadora.

—Si estas enojado conmigo por favor vuelve, prometo ser una buena novia, no me dejes, no ahora. —La llamada se volvió a cortar y con ella la batería de mi celular.

La oscuridad de mi cuarto me sostuvo en sus brazos mientras yo solo me deshacía en llanto.

Solo necesitaba escucharlo, me conformaba con eso.

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