CAPÍTULO XIX
~PDV NEUS~
La verdad es que no esperaba que fuera tan buen cocinero, siendo de familia rica me imaginaba que tendría servidumbre que le cocinara.
-Vivo solo y cocino mi propia comida. -Mael habló sacándome de mis pensamientos.
-Yo no he dicho absolutamente nada. -Me defendí.
-Es cierto, pero estoy segura de que has pensado en cómo se cocinar si de seguro tengo empleadas para eso. -Me mostró una sonrisa sincera, en tanto yo quedé expuesta y con vergüenza.
-Yo jamás pensaría eso. -Antes muerta que admitirlo.
-Vamos a suponer que te creo. -Sonrió acercándose para acariciar mis cabellos, pensé que iba a besarme pero no lo hizo, al parecer entendió lo de las muestras excesivas de afecto-. Igual, esta mañana preguntaste por mi vida por lo que no está de más que sepas que vivo solo y que me hago mi propia comida, no contrato a nadie. -habló levantándose de su lugar para levantar las cosas de la mesa.
-Es una lástima. -Solté sin pensar.
-¿Y eso? -Mael se notaba confundido ante mi afirmación.
-Si tienes la oportunidad porqué no aprovecharla. -Yo si pudiera la haría, sería menos trabajo para mi.
-Porque sería como seguir dependiendo de mis padres, sería darles la razón de que soy una persona que no puede valerse por si mismo. -La verdad no encontraba fallas en su lógica.
-Tienes razón, no lo había pensado desde ese punto. -ofrecí una disculpa por mi pensamiento errado.
-¿Cómo no quieres que me enamore locamente de ti si me miras de esa forma? -Mael se acercó rápidamente hasta mi.
-¿Y ahora qué hice? -Mi expresión fue la más natural del mundo pero para él evidentemente no porque sostuvo mi rostro y colocó su frente junto a la mía.
-Nada... Así, solo así eres perfecta. -Cerró los ojos y con una sonrisa en sus labios me besó con un sentimiento que no pensaba recordar, no después de tanto tiempo.
Por unos segundos nos quedamos así, con los labios unidos y los ojos cerrados, sin necesidad de hablar y ver. Con nuestras respiraciones era suficiente.
Luego de terminar de levantar la mesa y lavar todo me acompañó hasta mi cuarto para hacer los ejercicios y los masajes indicados por el doctor. Quise hacerlos sola pero el señor testarudo no me dejó, insistió tanto en ayudarme que no me dejó más opción que dejarlo hacer lo que quisiera.
Los ejercicios en verdad no fueron un problema en absoluto, el problema vino luego con los masajes.
Mael comenzó a esparcir la crema por mi pierna derecha masajeando desde abajo hacia arriba, pero cuando sus manos subieron más allá de mis rodillas llegando a mis muslos comencé a sentir calor, mucho calor. A pesar de todo me contuve, pero no pude verlo a los ojos.
Mael ahora repetía lo mismo con la pierna izquierda pero esta vez cuando subió hasta mis muslos nuestras miradas se cruzaron y fue inevitable ver la lujuria en el brillo de sus ojos.
Se mantuvo quieto y en silencio haciendo que verlo en esa posición me excitara, después de tantos años este imbécil me estaba excitando con su mirada seductora y su camisa algo desprendida junto con las mangas arremangadas dejando ver parte de su torso y sus brazos más que bien trabajados. Inconscientemente mordí mi labio inferior y eso solo encendió el interruptor.
-Lo siento pero no puedo con esto. -Se a que se refería con sus palabras porque en sus ojos se podía ver todo.
Mael acomodó su cuerpo sobre el mío colocando ambas piernas al costado de mi cintura para acceder más fácil a mis labios.
Me tomó por el cuello jalándome hasta donde sus labios me esperaban para devorarme. Su respiración agitada y su miembro eréctil sobre mi cuerpo no hicieron más que excitarme.
Cuando el aire se desvaneció entre nosotros solo se separó para sacar su camisa, solo pude relamer mis labios al observar su torso descubierto. No se quedó solo con ver cómo me tenía sino que besándome de nuevo quitó la camiseta con cuello de tortuga. Nota mental: no usar este tipo de atuendo si voy a tener sexo debido a lo incómodo que es sacarlo.
Ahora era él quien se relamía los labios al verme en sostén. No lo pensó y se abalanzó sobre mi cuello para jugar con su lengua ahí mientras que sus manos se apropiaron de mis senos. Un gemido se escapó de entre mis labios y eso solo lo encendió más.
Cuando Mael comenzó a desabrochar los botones de mi jean, su sonrisa me golpeó con fuerza. Intenté borrarla para seguir concentrada pero cuando Mael sostuvo mis manos sobre mi cabeza me recordó a cuando él las ataba sobre el respaldar para hacerme el amor en contra de mi voluntad, por lo que sin darme cuenta comencé a removerme y a golpearlo con lágrimas en los ojos.
-¡Basta, basta! -gritaba desesperada, ya no podía distinguir con quién de los dos estaba en este momento.
-Tranquila Neus soy yo. -Intentaba calmarme pero le era imposible, había entrado en una crisis.
-¡Déjame maldito! -gritaba pensando que era él quien estaba frente a mi.
-Neus amor soy yo. -Había desesperación y preocupación en su voz-. Mírame soy Mael. -Me obligó a verlo mientras sostenía mi rostro para que me centrara en él.
Me costó bastante poder enfocar mi vista y cuando por fin pude ver que era Mael quien estaba frente a mi con los ojos cubiertos de lágrima no hice más que aferrarme a él en un abrazo mientras no dejaba de llorar.
Los recuerdos habían vuelto después de tanto tiempo.
~PDV MAEL~
No podía pedir nada más el día de hoy, estar con ella así en la mañana había sido increíble.
Cuando estuve en casa con Iker me llamó la atención ver que ella no me llamaba. Miré el reloj en la pared y ya casi era hora del almuerzo por lo que me despedí de mi amigo y salí en búsqueda de lo que iba a necesitar para cocinar.
Al llegar a casa noté el silencio así que lo primero que hice fue revisar su habitación. El alma me volvió al cuerpo cuando la vi durmiendo con tranquilidad por lo que no quise molestarla y volví mis pasos hacia la cocina. La despertaría cuando tuviera el almuerzo listo.
Todo estaba tranquilo hasta que su llanto desesperado llegó hasta mis oídos. Sin pensarlo corrí hasta ella, no quise preguntar nada, ella solo me abrazó con fuerza y se durmió por unos minutos.
No quise dejarla sola por lo que me quedé a su lado hasta que despertó minutos más tarde y tras ofrecerle agua me explicó la situación.
Era muy extraño pensar que la primera vez que la vi llorando fue por un sueño que tuvo a causa mía, nunca había experimentado algo así por lo que no podía comprenderla del todo, pero lo que más me puso en alerta fue que el llanto de ahora se debía a su pasado, algo malo le había sucedido para que se pusiera en ese estado. Ella me dejó en claro que cuando se sintiera segura y preparada me contaría todo, ahora me tocaba esperar para saber, no iba a presionarla.
Me sorprendió verla a mi lado en la cocina dispuesta a ayudarme con la comida. Me enamoraban sus distintas facetas, pero no dejaba de preocuparme su pasado ¿Qué tan mal tuvo que haberla pasado para estar de esa forma por un sueño?
"Aguanta Mael, no te apresures, ella te lo contará cuando esté preparada." me decía a mi mismo mentalmente para controlar mi estado de ansiedad.
El almuerzo fue de lo más tranquilo, conocer sobre ella y pasar tiempo a su lado me volvía loco. Si esto no es amor, entonces no se que sea.
Llegaron las horas de los ejercicios y los masajes. El doctor dijo que era fundamental que los hiciera para recuperarse rápido, si bien fue una lesión leve los músculos debían estar resentidos por el peso del golpe que recibieron.
Como era de esperarse Neus se resistió completamente a que la ayudara, pero si era por terquedad no me ganaría, y de hecho no lo hizo.
La ayudé a colocarse un short para poder masajear las piernas libremente. Me acomodé sobre la cama y di inicio a mi labor. Nunca supe que necesitaría tanto de mi autocontrol como hasta el momento.
El roce de la crema con la suavidad de su piel me excitaron en el instante en que puse mis manos encima de ella. Al llegar a su muslo derecho respiré profundo y pensé en otra cosa para evitar que mi erección siguiera creciendo.
Neus se removía y por la vergüenza que estaba sintiendo no me miraba, y eso me dolió, pero después de llegar a su muslo izquierdo y notar que nuestras miradas se cruzaran el que no nos viéramos hubiera sido lo mejor del mundo.
En el instante en que se mordió ligeramente su labio inferior todo se fue al carajo. Que Dios se apiadara de mi porque esta mujer me llevaría a la perdición.
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