CAPÍTULO XI
~PDV MAEL~
Creí morir al entrar al café y ver a Neus caer en cámara lenta, corrí lo bastante rápido como para lograr que al menos su cabeza no se golpeara con el suelo, pero no pude evitar que la mesa y la silla cayeran sobre sus piernas.
La llamé por el nombre varias veces y al no reaccionar comencé a desesperarme. El dueño del local llamó a una ambulancia que no tardó en llegar.
El camino al hospital fueron los minutos más interminables de toda mi vida, a pesar de que tenía la sirena puesta los demás autos en la calle eran demasiados lentos al moverse.
Luego de que la ingresaran para revisarla me quedé en la sala de espera, caminaba de un lado a otro, tenía la garganta seca y la mandíbula tensa, y no fue hasta que Iluka me llamó por mi nombre, que no había notado lo fuerte que estaba apretando mis puños.
-¿Do... Don... Dónde está Neus? -Logró por fin articular la pregunta entre tanto llanto.
-La están examinando en este momento. -dije extendiendo hacia ella un pañuelo para que secara un poco sus lágrimas.
-¿Los familiares de la señorita Caralt? -El médico preguntó al salir de la habitación en la que habían entrado minutos antes con Neus.
-¡Aquí! -Nos apresuramos a contestar con Iluka.
-¿Es grave lo que tiene? ¿Se encuentra bien? -pregunté una tras otra sin darle tiempo a responder.
-Pueden estar tranquilos, no es nada grave. -Al oír eso ambos suspiramos-. Se derrumbó debido a que no ha estado comiendo lo suficiente y ha estado experimentando un alto grado de estrés, por lo que su cuerpo simplemente no lo soportó y se desvaneció.
-¿Podemos pasar a verla? -Me urgía estar a su lado.
-En este momento está dormida y conectada a un suero. -explicó-. Cuando se despierte me avisan para volver a revisarla. -Luego de decir eso se marchó anotando algo en la planilla que llevaba en la mano.
Sin pensarlo entré y al verla tan tranquila mientras dormía pude respirar, no me había dado cuenta de que el alma se me había salido del cuerpo hasta que la vi y sentí como volvía a mi.
Estaba por cerrar la puerta pero Iluka, rompiendo en llanto nuevamente, la interceptó para ingresar en la habitación.
No quería decir nada, solo necesitaba que Neus se recuperara y siguiera siendo esa mujer altanera y tierna que me había robado el corazón.
-Iluka deja de llorar, ya escuchaste al médico, ella está bien. -Traté de tranquilizarla pero era en vano, ella no escuchaba palabra alguna.
Pasó alrededor de una hora y el tiempo en ese pequeño cuarto blanco con una sola ventana a la nada misma me estaba volviendo loco. Estaba decidido a salir para recuperar un poco de libertad pero en ese instante Neus comenzó a reaccionar.
Trató de levantarse sola pero no pudo, por lo que la ayude e Iluka no tardó en tirarse a sus brazos a llorar desconsoladamente como si fuera el fin del mundo.
Mientras le explicaba a qué se debía su desmayo, su semblante iba mejorando, pero estoy más que seguro de que pensó que tenía una enfermedad terminal.
Cuando estaba por ir en busca del doctor para que la revisara me llamó la atención lo que Iluka dijo, eso debió ser el motivo de su distanciamiento, y todo porque la llamó frígida por no querer acostarse conmigo. Neus no paraba de toser y codear a su amiga para que cerrara la boca, la escena era muy cómica por lo que no pude evitar reír. Sin darme cuenta, mientras salía del cuarto, comencé a imaginarme la escena de esas dos peleando por algo que ni siquiera había ocurrido, si bien es cierto que me muero porque ella esté en mis brazos durante más que una noche, nunca se lo había insinuado, solo fue un beso. La risa no paraba de salir de mi.
Gracias a Dios no tenía secuelas del golpe, pero me preocupó oír al doctor decir que tenía que hacer reposo por tres días, si hubiera reaccionado más rápido hubiera evitado que se golpeara las piernas.
Iluka no podía quedarse con ella por lo que era mi oportunidad de acercame a ella y demostrarle mis verdaderos sentimientos, por lo que sin pensarlo dos veces me ofrecí para quedarme con ella. Obviamente se negó a morir, pero su amiga prácticamente la extorsionó con sus ahorros, así que ¡bingo!, yo la cuidaría y gratis, claro estaba que no pensaba cobrarle.
Me mantuve muy divertido con sus expresiones todo el camino a su casa, no entendía cómo podía ser tan adorable detrás de esa máscara que usaba de chica ruda.
Quedé muy sorprendido al ver su casa por dentro, la verdad que por fuera no llamaba demasiado la atención, pero mi mandíbula cayó al suelo cuando entré a su cuarto, era como otro mundo dentro de la casa.
A Neus no se le ocurrió mejor idea que bañarse y siendo completamente sincero no se me había cruzado por la cabeza esa situación, pensé que esperaría a su amiga para ayudarla, pero estaba decidida a ducharse en ese mismo instante, sola, sin ayuda.
Por más que quiso la silla de rueda no pasaba por la angosta puerta que daba inicio al baño. Mientras ella luchaba incansablemente me apoyé en el marco de la puerta de su cuarto esperando a que se diera por vencida, hasta que por fin lo hizo y no le quedó de otra que pedir ayuda.
La tomé por la cintura mientras ella rodeaba con sus brazos mi cuello, sintiendo el suave aliento de ella muy cerca de mi oído, yo llamaba al autocontrol, iba a necesitarlo y no me di cuenta de cuánto.
La senté sobre una silla que se encontraba allí mientras habría el agua caliente para que se llenara la bañera, era obvio que en la condición que estaba no iba a poder mantenerse de pie para ducharse. Comencé a revisar todo los estantes hasta que di con unas sales que vertí, todas las mujeres guardan este tipo de cosas en sus baños, lo que no supuse es que iba a quedar hipnotizado por el suave aroma a jazmín que despedía.
-Se que no te va a gustar, pero necesitas mi ayuda para desvestirte e ingresar a la bañera, no voy a mirar nada que no deba, así que solo por esta vez confía en mi. -Después de decir eso comencé a desabrochar lentamente su jean, y mientras la sostenía colgando de mi cuello sin apartar mis ojos de los de ella los bajé junto con sus bragas, mi cuerpo estaba comenzando una lucha interna por no hacerla mía en ese mismo instante dentro de la bañera.
Tenía que cumplir mi promesa, era un hombre de palabra, por lo que luego de volver a sentarla la miré a los ojos y le quité la ropa de la parte de arriba incluso su brasier. Podía ver en su mirada la vergüenza de sentirse expuesta, por lo que respiré lo más hondo que pude y levantándola con cuidado y sin romper el contacto visual la deposité en la bañera. Tomé la ropa para llevarla hasta el lavarropa y salí lo más rápido que pude de ahí.
Al cerrar la puerta detrás mío me dirigí hasta el ventanal de su cuarto para abrirlo de par en par. La erección dentro de mi jean no estaba ayudando en nada a la situación, necesitaba aire y pensar en otra cosa, pero el solo hecho de pensar en que tendría que ayudarla a cambiarse ya me estaba volviendo loco.
Sabía que iba a demorar en bañarse por lo que tomé mi billetera y salí a comprar algo de comida, necesitaba despejarme y la brisa fresca bajo el cielo estrellado era la mejor opción, en verdad quería cuidar bien de ella por lo que requería el mayor autocontrol posible en mi, ella no era como las demás mujeres que había conocido, y eso me traía loco.
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