CAPÍTULO VIII

~PDV NEUS~

Claramente no pude pegar un ojo en toda la noche, ni siquiera me esforcé en levantarme para ir a correr, yo solo me escondí detrás de las sábanas para seguir llorando.

Tomé mi teléfono y le avisé a mi jefe que no iría a trabajar, no tenía ánimos de nada, solo quería morir, pero mi suerte era tan mala que ni eso tenía permitido.

Y así, entre lágrimas y las sábanas de mi cama, pasé el día.

~PDV MAEL~

Estaba más que sorprendido por su reacción a mi beso, generalmente me piden otro o directamente me lo quitan sin permiso. Cada minuto que pasaba al lado de esa mujer no dejaba de sorprenderme.

Después de que la vi marcharse emprendí el camino hasta donde nos estábamos hospedando. Tuve la intención de darme una ducha pero no quise arrebatarme su fragancia de mi cuerpo, y pasé la noche vestido pensando en el sabor de su beso y en la suavidad de sus labios.

-¿Estas son horas de llegar? -Le pregunté a Iker viendo que estaba llegando sobre el medio día.

-¿Qué puedo decir? Esa rubia era ardiente y adictiva. -Supuse que estaba hablando de Iluka-. ¿Y tú cómo la pasaste campeón? -Me dio un suave codazo y guiñó uno de sus ojos.

-¿Qué te puedo decir? Una bofetada no estaba en mis planes. -Levanté los hombros al tiempo que colocaba mi taza de café caliente sobre la mesa rústica de la cocina.

-¡No lo puedo creer! ¡Has sido rechazado por primera vez en tu vida! -gritaba de manera exagerada dejándose caer en el sillón que estaba en frente de mi mesa al tiempo que se desabrochaba la camisa.

-No pienso darme por vencido, con ella no. -afirmé mientras las imágenes de su cuerpo y su beso venían a mi.

-¿Estás enamorado? Porque te recuerdo que en unos meses nos iremos de aquí y no volveremos, sin contar que tu madre ya está buscando una nuera ideal para ella. -De repente su semblante se endureció.

-¿Quién sabe si lo estoy? -Aún no quería arriesgarme a decir nada, necesitaba tiempo para conocerla y que me conozca.

-Va a estar difícil que tu madre la apruebe con lo ruda que ella es. -Tenía razón, Neus no es la típica mujer delicada de familia adinerada que mi madre elegiría, pero ella tiene algo que me está matando por dentro y voy a averiguar qué es.

-¿Y qué pasa si tu eres el que termina enamorado? -bromeé para cambiar un poco la conversación.

-Eso jamás ocurrirá, Iluka es solo diversión en la cama, y un rostro y cuerpo lindo para mostrar un par de veces en público, pero ¿amor? Ni lo sueñes. -dijo al paso que se ponía de pie y se marchaba a su habitación.

Desde que conozco a Iker ninguna mujer lo ha cautivado tanto para siquiera llamarla más de tres veces, para él todo se acababa en la segunda llamada, no había necesidad de una tercera habiendo tantas mujeres en el mundo.

Sin embargo, creo que Iluka, a pesar de aparentemente ser igual de libre que mi amigo, tiene algo que lo hará caer a sus pies en más de tres llamadas.

Dos días desde que no sabía nada de ella yendo y viniendo por todas las excursiones a las que Iker me estaba arrastrando. El atardecer estaba cayendo en el cielo y yo tenía urgencia de verla por lo que prácticamente arrastré a mi amigo hasta el café donde trabajaba, pero no la vi por ningún lado.

-Iluka ¿Y Neus? -pregunté a penas llegó para tomar nuestra orden.

-No me hables de ella, desde hace dos días dejamos de ser amigas. -Su tono frío me dio mala espina.

-Hola preciosa ¿me esperabas? -Iker intentó hacerse el juguetón.

-Disculpa pero yo no espero a nadie, si me gusta alguien voy tras él, sino busco a otro. -Lo sabía ella era igual de ruda que su amiga, Iker solo se quedó abriendo la boca como si fuera un pez tomando aire-. Cuando sepan lo que van a ordenar me avisan. -Largó la carta ligeramente sobre el pecho de mi amigo que seguía sin creer lo que había sucedido.

-¿Qué le sucede? ¿A caso no sabe qué se mueren las mujeres por estar conmigo? -Todo ofendido se puso a leer el menú.

-Quizás sabe y por eso no le interesas. -Reí después de burlarme un poco de él, pero aún así estaba preocupada por la pelea de esas dos ¿qué tiene que haber sido tan grave para que discutieran a tal punto de separarse?

Después de saber qué íbamos a ordenar otra camarera apareció ante nosotros y por primera vez en la historia vi la desilusión en los ojos de mi querido amigo.

No dijimos ni una sola palabra, bebimos el café en silencio, supongo que cada uno estaba sumergido en su propio mundo. Nos fuimos en silencio.

~PDV NEUS~

Ya habían pasado dos días y por más que quisiera no volver a ver a Iluka, necesitaba ir a trabajar si quería ahorrar dinero para irme, porque nada me ataba a este lugar, al menos ya no.

Me di una ducha como para despejarme del cuerpo el olor de las sábanas y aclarar un poco las ideas. Me vestí con lo primero que encontré, como era costumbre nunca puse atención a mi aspecto, por lo que una vez que busqué mi bolso y mi abrigo salí de casa hacia el café buscando el coraje que necesitaba y que no tenía para ignorar a mi ex mejor amiga.

-¡Buenos días Neus! -Me saludó el dueño siempre tan amable y dulce-. ¿Ya te sientes mejor? -Siempre se preocupaba por nosotras.

-Hola Taras, ya me siento mejor. -Traté de sonar lo más sincera que pude.

-Voy a fingir que te creo. -Sonrió de manera amable y se por la sinceridad de sus profundos ojos negros que sabía que no estaba bien.

-Voy a fingir que no estas enamorado de Iluka. -Al nombrarla recordé que ya no éramos amigas y mi semblante se ensombreció.

-No se qué ha pasado entre ustedes, pero algo definitivamente sucedió, nunca antes la había visto de tan mal humor, tanto que tuve que pedirle que se fuera. -¿La corrió? Eso si no me lo esperaba-. Y ahora tu vienes con esa cara de perro que quiere morir, más les vale que arreglen sus diferencias como buenas amigas que son y vuelvan a la normalidad, o me veré en la obligación de intervenir y les aseguro que a ninguna de las dos les gustará. Ahora ve a cambiarte y empieza a atender las mesas. -Taras daba miedo cuando se lo proponía, pero era un buen hombre que quería bien a Iluka, no se porqué le costaba tanto mirarlo con cariño.

Decidí no seguir pensando en ella y me dirigí al vestidor, y tras cambiarme comencé a atender a los clientes que estaban ingresando.

No me detuve ni por un segundo, aún sabiendo que ella ya había llegado y que estábamos en el mismo lugar.

Cuando iba camino a una de las mesas con su orden en mi mano, un dolor intenso en la cabeza apareció, y fue creciendo cada vez más hasta llegar al punto de que dejé caer la bandeja sobre el piso para poder sostener entre mis manos mi cabeza.

En un segundo todo se volvió oscuro y lo último que escuché fue su voz llamándome por mi nombre.

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