CAPÍTULO LXXI

~PDV NEUS~

Una vez que terminamos de cambiarnos hicimos nuestro mejor esfuerzo para que Iluka se sentara en la silla de rueda sin que ambas rodáramos por el piso. Cuando logramos cumplir la misión positivamente nos dirigimos al comedor a esperar a que Iker llegara con la cena.

—¿Piensas quedarte hasta que el idiota de Iker regrese? —Mi amiga me observaba detalladamente esperando una respuesta.

—La respuesta es más que obvia. —dije sentándome frente a ella con una sonrisa—. ¿O es que acaso quieres que te deje para pasar tiempo a solas con él? Si es así solo dime y me iré. —guiñé un ojo a lo que ella solo resopló resignada.

—Diga lo que diga harás lo que quieras y tendrás una razón para molestarme. —Mi amiga sabía a lo que se enfrentaba.

—Es bueno que lo sepas. —sonreí victoriosa.

Con Iluka empezamos a conversar como si nunca hubiéramos estado distanciadas y se sorprendió de saber que una de las chicas se había fijado en Taras, a decir verdad noté un tinte de molestia en sus ojos pero no quise decir nada porque sabía que en el fondo se debía a su egoísmo inconsciente.

—Espero que Taras se de la oportunidad de conocer a alguien. —Su deseo fue sincero aunque en su tono de voz no se notara del todo.

—¿De verdad crees que puede fijarse en alguien que no seas tú? —Mi pregunta estaba dirigida más que nada a ver sus verdaderas intenciones.

Ella estaba a punto de dar su respuesta cuando el timbre resonó por toda la casa. Me puse de pie para ir a abrir y me alegró verlo.

—Como que te estabas demorando en aparecer. —dije sonriendo y abrazando fuertemente a Taras que traía algo en su mano y que por el olor supe que era el café preferido de Iluka.

—Lo siento, tenía que encargarme del negocio, hasta ahora necesitaba un reemplazo para Iluka ya que ella es la que quedaba a cargo cuando yo me aumentaba. —Me explicó en lo que entraba a la casa luego de recibir mi abrazo.

—¡Qué bien! De nuevo los tres como en los viejos tiempos. Bueno tan así, pero se entiende. —Sabíamos que se refería a su situación en particular.

—¿Puedes dejar de ser tan idiota por un segundo? —Taras reprochó las palabras de Iluka en lo que dejaba el café sobre la mesa y tomaba asiento.

—Yo creo que tomaré esto y me retiraré lentamente. —mencioné agarrando mi café.

—¿A dónde piensas ir? —Iluka me fulminaba con la mirada.

—Taras acaba de mencionar que necesita a alguien que cubra tu lugar ¿y quién mejor que yo para hacerlo? —Sonreí, en realidad solo quería dejarlos solos, me resultaba divertida la situación—. Si Ivo pasa a buscarme dile que estoy allí, se me apagó el móvil y no traje el cargador. —Taras estaba nervioso e Iluka me comía con la mirada—. Los amo, bye. —Agarré mis cosas y cerré la puerta para dejarlos solos, solo Dios sabía qué iba a pasar entre ellos. Yo hice mi parte.

El café de Taras no estaba tan alejado de la casa de mi amiga, pero había olvidado lo frío que eran las noches allí, de igual modo disfruté el camino.

Cuando llegué el lugar era un caos, la chica que mi amigo había dejado era nueva y no pudo con tanto. Traté de tranquilizarla y explicarle que yo iba a tomar su lugar por lo que ella tenía que volver a su trabajo de siempre.

—Tu tranquila, ahora solo limpia las mesas desocupadas que yo me encargo de los pedidos nuevos. —A decir verdad la nostalgia me invadió una vez que puse el delantal en mi cuerpo, todos los buenos recuerdos fueron llegando uno a uno.

Una vez que me tranquilicé me puse manos a la obra. Menos mal que seguí trabajando de lo mismo, los reflejos se mantenían intactos.

Poco a poco el lugar se empezó a llenar y muchos de los clientes habituales comenzaron a reconocerme y a saludarme. Se acercaban y coqueteaban, algunos preguntaban cómo me había estado yendo, otros confesaban que mi presencia se extrañaba, pero uno en particular fue quien se puso muy insistente.

—¿Estas soltera o sigues con el idiota con el que salías? —Su pregunta me puso tensa porque sabía que se refería a Mael.

—¿No se a quién te refieres? —Traté de hacerme la desentendida pero no funcionó. No quería sonar altanera para no espantar la clientela de Taras por lo que esperaba que solo dejara de meterse en lo que no le importaba.

—El señor sonrisa. —soltó como si nada, no tenía idea alguna de que le habían puesto ese apodo—. Muchos nos entristecimos cuando te vimos con él, aunque nos dolió más cuando te fuiste sin decir nada. —Yo trataba de respirar y no contestar.

—No tenía idea de eso. —Me limité a sonreir, seguir limpiando y ordenando.

—¡Oye! Sigues igual de altanera que siempre —habló sosteniendo bruscamente mi muñeca y sin saberlo aquella acción desató una de mis crisis que pensé había superado.

Estaba parada con su mano ejerciendo presión sobre mi muñeca. En mi mente  sus golpes reaparecieron como si nada y la falta de aire comenzó a ser notoria. No respiraba y las lágrimas comenzaron a caer.

—¡Oye tú! Suéltala de una vez. —Su voz quebró el silencio que en mi mente se había creado—. ¿A caso no ves que la lastimas? —Su tacto abrió el camino para que el aire volviera a ingresar a mis pulmones.

—Exactamente él es por quien te preguntaba. —El tipo no parecía darse cuenta de la situación que había creado—. Por lo que veo siguen juntos. —Su tono de voz sonó irónico.

—Lamento decirte que te equivocas. Ella es mi novia. —La voz profunda de Ivo me devolvió a la realidad—. Si me permiten. —dijo educadamente y con un timbre calmo apartando al tipo y soltando el agarre de Mael, me sostuvo de los hombros y con gran delicadeza de me llevó hacia afuera por unos minutos.

Una vez que salimos y mi mente procesó todo solo abracé a Ivo y comencé a llorar. Me derrumbé.

—Tranquila, suelta todo lo que tengas que soltar. Respira y vuelve a trabajar. —De verdad me había ganado la lotería con este hombre.

—¿Cómo te enteraste de que estaba aquí? —Pude preguntar una vez que mi sollozo se calmó.

—No lo sabía, solo pasé de casualidad porque esperaba encontrar a Taras y hablar con él un poco y que me contara de cómo eras cuando trabajabas aquí. —Me dio ternura escuchar su motivo, tanto así que lo abracé con más fuerza.

—Eres tan especial. —dejé escapar de mis labios que se encontraban apoyados contra su pecho.

—Tú lo eres. —Me separó de su lado y sonriendo me besó la frente—. Si ya te encuentras mejor es hora de que vuelvas a dentro, yo me quedaré aquí trabajando hasta que salgas. —Secó mis lágrimas y trató de que el maquillaje no se corriera de más.

No dije nada, lo tomé de la mano y entramos juntos. Ivo se acomodó en una de las mesas de la esquina del lugar, una de las que estaba más alejada del resto, en realidad estaba puesta allí estratégicamente ya que era mi mesa preferida para cuando quería tranquilidad fuera de mi horario de trabajo. Hice que le llevaran una taza de café caliente para que su cuerpo entrara en calor.

—Deberías evitar que los clientes te toquen tan libremente y más si te pones de esa forma. —La voz de Mael y la forma tan ruda en la que se dirigió a mi me recordó que todavía estaba ahí.

¿En qué momento se acabará esta tortura con él?

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