CAPÍTULO LXII

~PDV NEUS~

Al momento de abrir la jodida puerta mi corazón no dejó de acelerarse y ni hablar de cuando encendí las luces, todo estaba como lo había dejado antes de irme.

—Bienvenido a mi hogar. —En verdad estaba nerviosa, mis manos no dejaban de temblar y trataba de que mis piernas no cedieran al avanzar—. Es algo humilde pero acogedora. —No podía ver a la cara a Ivo, me daba vergüenza y no sabía el porqué.

—Es hermosa tu casa no deberías sentirte avergonzada. —En cuanto terminó de decir eso no pude evitar girarme rápidamente hacia él—. No me mires así ¿pensaste que no me daría cuenta de lo que pasaba por esa cabeza loca? —Ivo se acercó lentamente hasta estar frente a mi—. Puedo saber lo que piensas porque me interesas. —dijo besando mi frente como si no hubiera dicho absolutamente nada.

—Yo... Yo... —No me salían las palabras de la boca, estaba en modo estúpida.

—Tú... Tú... ¿Me dirás en que habitación debo colocar mis cosas? —Él se  burló de mi.

—¿Cómo supiste que tengo otra habitación a parte de la mía? —No recordaba para nada haber mencionado algo.

—Es obvio, no estas en lo absoluto preocupada porque durmamos en la misma habitación como en el hotel por lo que supuse que si estabas así de tranquila era porque tenías otra habitación. —En verdad estaba sorprendida por su razonamiento.

—De acuerdo, admito que me sorprendes... —dije tomando su equipaje para que me siguiera.

Caminamos unos cuantos pasos en lo que él no se perdía ningún detalle de mi casa lo que me causó mucha ternura.

—Aquí está tu cuarto, el baño esta aquí a penas sales. Siéntete en libertad de usarlo a tu gusto. En lo que te duchas pediré la cena, hoy ha sido un día largo. —expliqué en lo que me alejaba hasta la puerta de enfrente.

—De acuerdo, pero ¿tú no piensas ducharte? Debes estar más agotada que yo. —En cierto punto era cierto pero él era mi invitado y no podía decirle que si para que se sintiera incómodo.

—Suelo ducharme antes de acostarme. —Mentí ya que en realidad suelo bañarme antes de cada comida.

—Tus mentiras no funcionarán conmigo, recuerda que vivimos en la misma casa por casi un año. —¡Mierda! Se me había olvidado.

—Bueno, menos pregunta Dios y más perdona... ¡A bañarse y punto! —ordené en lo que empujaba a Ivo dentro del cuarto para luego cerrarle la puerta.

Una vez que estuvo dentro me enfrenté a la cruel realidad de mi habitación, quizás la zona más dolorosa de toda la casa. Intenté girar la perilla pero no pude por lo que dejé el equipaje frente a la puerta y me dirigí a la cocina.

Elegí uno de los imanes de comida que estaban pegados en la puerta de la heladera para llamar, luego de eso me acomodé en el sillón de la sala de estar para estar atenta a cuando llegara el pedido.

La media luz que había en toda la casa culpa de no haber encendido la luz hizo que, en lo que los recuerdos llegaban a mi, me quedara dormida.

Entre la oscuridad que me abrigaba su voz comenzaba a hacer eco y de a poco su mirada indiferente volvía a aparecer frente a mi. Ese no era Mael, y dolía no poder escupirle todo lo que me hizo sufrir con su partida porque aquel con mirada perdida no era él.

Tanto dolía que no supe en qué momento empecé a llorar y fue tanta la angustia que de repente me viene envuelta en uno de mis ataques. Por más que hacía fuerza para no llorar y despertar era peor, nada funcionaba.

Sentía el cuerpo paralizado, quería moverme pero mis extremidades no me respondían, quería gritar pero mi boca se mantenía cerrada. De nuevo me veía envuelta en la desesperación.

—Tranquila, aquí estoy. —No era un voz a la que estaba acostumbrada a escuchar durante mis ataques pero e tono cálido logró que una pequeña luz se encendiera entre tanta oscuridad—. Aquí estoy Neus. —Ivo me hablaba y yo podía escucharlo.

Volví a intentar gritar al aferrarme a aquella pequeña y cálida luz y por fin pude hacerlo. Me encontré gritando y llorando sin saber donde estaba.

—Tranquila, estas en tu cuarto. —Ivo me abrazaba con fuerza en lo que yo lloraba a gritos contra su pecho.

Creo haber estado así durante quince minutos o más hasta que pude calmarme.

—¿Qué hago aquí? —Fue lo primero que pregunté.

—Cuando salí del cuarto la comida ya había llegado pero te encontré dormida en el sofá por lo que intenté despertarte cuando salí de la ducha pero seguías profundamente dormida. No me quedó otra opción que llevarte hasta tu cama. —Ivo explicaba con tranquilidad en lo que acariciaba mi cabello.

—¿Qué haces en mi cuarto... Y en mi cama? ¿Qué hora es? —En verdad estaba desorientada.

—Primero, son las cuatro de la madrugada —No podía creer que hubiera dormido tanto—, y segundo, algo me dijo que no tenía que dejarte sola esta noche por lo que traje el colchón de mi cuarto hasta aquí. —Al decir aquello miré por encima de su hombro y el idiota de verdad había traído todo para dormir aquí.

—¿Por qué simplemente no te acostaste aquí en la cama? —Mi llanto ya hablo cesado.

—¿Y tentar a la muerte cuando te despertaras? No gracias, soy demasiado joven para morir. —En verdad él trataba de distender el ambiente que yo misma había creado.

—Creo que te mereces una explicación, después de todo te lo has ganado. —Me incorporé quedando sentada frente a sus ojos que me observaban con sinceridad.

—No tienes que explicarme nada si todavía duele la herida. —Simplemente sus palabras dolían pero eran reconfortantes a la vez.

—Estoy decidida a decirte todo, después de todo estamos juntos y no quiero que sientas que hay secretos entre nosotros. —Me tiran encima de él dejándolo recostado en la cama en lo que yo volvía a acurrucarme entre sus brazos buscando la calidez que su pecho me ofrecía.

—De acuerdo, pero cuando sientas que debes detenerte prométeme que lo harás. —La seriedad volvió por un segundo su rostro y no se fue hasta que se lo prometí.

—Esta bien. —respondí tras un largo suspiro—. Te daré la versión breve de mi vida pero no por eso menos intensa. —No me animaba a levantar la vista por lo que mis ojos permanecían cerrados.

—Escucharé lo que me quieras contar. Estoy aquí para ti. —Sus palabras no hacían más que hacer que mi cariño por él creciera.

—¡Bien, aquí voy! —dije en voz alta y suspiré pesadamente—. No soy de aquí, en realidad llegué hasta aquí tras escaparme de mi ex quien me golpeaba entre otras cosas. Durante muchos años el trastorno de su abuso físico y psicológico me persiguieron en forma de estos ataques como el que acabas de presenciar, pero desde que conocí a Iluka y a Taras habían disminuido considerablemente. Comprenderás que por todo lo que viví me cerré a la idea de conocer a alguien, me atormentaba tener que volver a pasar por lo mismo. —Ivo solo callaba pero su cuerpo no mentía, contenía la rabia dentro de él, cada célula de su cuerpo se tensó al escuchar lo de los abusos—. Me puse una armadura impenetrable a todo tipo de hombre que quisiera acercarse, el único que tenía ese privilegio era Taras, y digo tenía porque como lo habrás notado hubo alguien más. —De solo pensarlo me agarraba coraje.

—Esta claro que es O'Neill. —El tono de su voz se endureció y su cuerpo volvió a estar tenso.

—Mael apareció en mi vida de sorpresa y se metió en ella sin darme tregua, a él jamás le importaba darme espacio, muy por el contrario a ti, él no esperaba el avasallaba. Claro que al principio fue molesto y hasta artante pero no se en qué punto terminé por enamorarme de él. —Aquella confesión salió con un sabor un tanto amargo—. Mi vida con él siempre fue intensa porque él era así, vivía al máximo y no esperaba. Un día, después de volver de un fin de semana en una cabaña, me dejó en casa y jamás volvió. Si me preguntas creo que ni él sabía que no volvería. Un año lloré su partida al punto de desmoronarme, entrar en depresión y hasta pensar en el suicidio, pero mis amigos no me dejaron y fueron los que me empujaron a viajar, así llegué a España. —De solo recordar el sol cálido en mis mejillas una leve sonrisa se dibujó en mi. Ivo lo notó.

—Y no lo has vuelto a verdad sino hasta ahora. —Sus palabras dolían pero era la verdad.

—Exacto. Nunca más volví a saber de él y esperaba no tener que hacerlo porque a pesar de todo duele y mucho. —Me acomodé sobre la cama para sentarme y mirar de frente al hombre que estaba hoy para mi—. Iker me explicó sobre el accidente y su pérdida de memoria junto con la consecuencia de que no puede reconocer los rostros debido a no se qué enfermedad, pero a pesar de eso la ira, la frustración y la tristeza no me dejan. —Terminé por confesar así como si nada en lo que mis lágrimas caían por mi rostro.

—Esta bien que te sientas de esa manera y estas en todo tu derecho de estarlo, después de todo a la que dejaron sin explicación alguna es a ti. —Ivo secaba mis lágrimas con el dorso de su mano—. Se que dijiste que nuestra relación, ficticia o no, tiene tiempo de caducidad, pero aun así Neus quiero amarte como si lo nuestro fuera eterno. —No podía más que aferrarme a su pecho, Ivo era todo lo que necesitaba en este momento y más.

Todo en él era perfecto, incluso los defectos más notables.

Todo en mi decía que lo alejara pero una pequeña parte me impedía hacerlo y le haría caso, me aferraría a Ivo y a su amor todo el tiempo que pueda.

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