CAPÍTULO LIV
~PDV MAEL~
Nunca antes había asistido a una reunión en donde me sintiera tan observado y estaba más que claro quién era.
Me esforcé para que mi incomodidad no se notara y me mantuve centrado en mi rol de jefe.
La hora se hizo eterna pero al fin el calvario llegó a su fin, o al menos eso pensé.
Cuando llegamos al ascensor la misma mujer que estuvo en la reunión bajó con nosotros. Si ella pensaba que estaba siendo disimulada era todo lo contrario, hasta me repugnaba su actitud, no me gustaban las mujeres fáciles.
—Tienes que arreglar estos documentos que faltan. —Le extendí una carpeta llena de papeles a Iker que me observaba, supongo yo, con intención de matarme.
—¿Encerio? —preguntó casi queriendo comerme vivo.
—Si, y los necesito para esta tarde. —En el instante en que mis palabras dejaron de salir la puerta del ascensor se abrió permitiendo el ingreso de una pareja.
El perfume y la melodía de su voz llegaron de inmediato a mis sentidos, que por alguna extraña razón se pusieron en alerta.
Estaba casi seguro que era la risa que escuché en aquella casa durante nuestro viaje, la misma que escuché en el aeropuerto.
Estaba tan sumido en mis pensamientos que no noté que las puertas estaban abiertas, y en cuanto ella salió mi cuerpo por instinto se movió pero mi andar se detuvo por culpa de Iker que sostuvo mi brazo.
—¿Qué sucede? —pregunté molesto viendo como ella se marchaba.
—Es que... —¿Y a este qué cuernos le pasaba ahora que tartamudeaba?
—¿Es que qué? —En verdad estaba enfurecido, por su culpa mi oportunidad de hablar con aquella mujer se había esfumado.
—Es que tienes que dejar que avancen primero las damas. —respondió y me sañaló a la mujer de la reunión.
—Si es por mi no se detengan. —contestó ella y el solo hecho de escucharla me generaba rechazo.
—¿Ves? Andando que quiero descansar un poco. El viaje y la reunión me han agotado. —Ya estaba de mal humor.
—No es para que te enfades de esa manera. —Iker estaba algo raro y estoy seguro que hasta lo sentí suspirar de alivio en un momento.
—Camina, no tengo ganas de hablar. —dije cansado, perdí mi oportunidad de saber quién era esa mujer.
—Como digas mi adorado jefe. —Iker podía un jodido imbécil cuando se lo proponía, pero ese era su encanto.
~PDV NEUS~
—¿Qué dicen los chicos? —Ivo preguntó una vez que colgué la llamada y salimos del ascensor.
—Estaban preocupados porque fueron a buscarme al trabajo y no me encontraron. —Entrelacé mi mano con la suya dejando que me guiara ya que él sabía a dónde ir.
—Claro, nunca les dije nada. —Su voz profunda era realmente sexy.
—Así que ahora nos esperan cuando volvamos y exigieron regalos. —comenté sabiendo que no pensaba comprarles nada porque si algo caracterizaba a Ivo era su frialdad y distanciamiento hacia las personas.
—Esta más que claro que no pienso llevarles nada. —Me observó por unos segundos con esa mirada seductora que tenía para luego dejarme ver una sonrisa ladina.
—Ya lo se y es por eso que yo si. —Le devolví la sonrisa y seguimos caminando.
Dimos unas cuantas vueltas más por el lugar en lo que me enseñaba los alrededores, y aunque Ivo se esforzaba nada de esto se comparaba al bello paisaje de Hallstat.
Terminamos almorzando en un restaurante demasiado caro para mi gusto, pero habían decidido que en este viaje dejaría que Ivo se expresara.
Luego de almorzar volvimos al hotel porque tenía una reunión con las personas de su empresa y más tarde con los inversionistas que habían venido a ver.
—¿Segura que vas a estar bien? —Agradecía que en verdad estuviera preocupado por mi.
—Si, solo van a ser unas horas por lo que no va a ser difícil. Además... —Me observaba expectante—, voy a dormir por lo que no voy a extrañarte. —Sonreí divertida.
—En verdad eres muy cruel. —Ivo no apartaba la mirada de mi y supongo a que se debía a una lucha interna entre hacer algo que quería pero no se animaba.
—De verdad lo digo... —Me acerqué lentamente a él—. No te preocupes por mi, en caso de que me aburra usaré el GPS para dar una vuelta. —Trataba de calmarlo.
—De acuerdo, si lo dices de esa manera no puedo hacer nada más que creerte. —Ofreciéndome una increíble sonrisa acarició mi rostro—. Me daré una ducha para luego irme. —Acaricié su cabello en señal de aprobación como si fuera un pequeño.
En lo que Ivo entraba al baño por su ducha yo me recosté un rato en la cama y, al parecer, me quedé dormida viendo mi teléfono.
Mientras dormía en mis sueños el sonido de su voz apareció recordando lo doloroso que fue su partida. Sus ojos encendieron una luz en mi oscuridad que terminó por quebrarme y comenzar un llanto desenfrenado.
Cuando quise despertarme no podía porque en un abrir y cerrar estaba envuelta en sus brazos y a pesar de que quemaban no podía separarme de ellos.
La desesperación crecía a cada segundo, el dolor de recordarlo se volvía insoportable y hasta las lágrimas que derramaban surcaban el dolor.
De la nada, así como así un rayo de luz fue llegando hasta mi, de a poco y sin darme cuenta un poco de paz llegaba a mi.
Cuando pude abrir los ojos me encontraba en los brazos de Ivo que con mucha delicadeza acariciaba mi cabeza y con palabras suave me decía que me tranquilizara.
—Tranquila, solo fue un mal sueño. —Repetía pausadamente sin dejar de acariciar mi cabeza.
El solo hecho de que él se comportara de aquella forma tan cariñosa sin exigir explicación alguna solo lograba que me doliera más el pecho. Definitivamente no merecía estar con él, solo iba a causarle problemas.
—Ni sueñes que vas a dejarme solo porque me porto bien contigo. —Sus palabras llegaron claramente a mis oídos haciendo que el llanto se detuviera, era como si hubiera leído mis pensamientos—. Cuando te sientas mejor y quieras contarme seré súmamente egoísta y posesivo contigo. —Ivo me ofreció un sonrisa logrando que me incorporara de una manera abrupta de lo sorprendida que estaba.
—¿A qué te refieres con eso? —Hasta el llanto se habían detenido.
—Al parecer ya te encuentras mejor. —La sonrisa de Ivo podía desarmarme por completa porque era algo que no mostraba a cada instante.
—No te hagas y dime que quieres decir con lo que acabas de mencionar. —Exigía una explicación en lo que arreglaba mi aspecto y secaba mis lágrimas.
—Solo si me dices que de verdad te encuentras mejor. Si detecto alguna mentira en tus palabras no diré nada. —La seriedad volvió a él, pero cómo explicarlo, esa seriedad no era tan severa conmigo, no como con el resto.
—No estoy bien, trato de estarlo todos los días desde hace un año y lo logro de a ratos, pero cuando creo estar bien los recuerdos aparecen como cadenas en cada parte de mi ser. —dije mirándolo a los ojos, firme en cada palabra que salía de mi boca, porque en realidad estaba dejando al descubierto la mitad de mi ser.
—Estoy seguro de que no soy el hombre que va a romperlas porque solo quien las puso puede sacarlas, pero si estoy seguro de que cuando amenacen con aparecer seré quien las haga volver a su sitio por un tiempo sin importar las veces que sea necesario. —Ivo no dejaba de sorprenderme, nunca imaginé conocer este lado de él.
—¿Estas diciendo que no podré amarte nunca pero aun así me amarás igual? —No lograba comprender el significado de tanta comprensión.
—No, significa que te amaré y te seguiré amando hasta que esas cadenas desaparezcan. —Era muy cuidadoso con su elección de palabras.
—¿Por qué desaparecer y no romper? —Estaba segura que habían una explicación detrás de esas palabras.
—Si se rompen significa que fueron quitadas con fuerza y en el proceso lastimar a quien las usaba, por el contrario cuando se quitan es porque quién las puso esta de acuerdo con removerlas y de esa manera no lastimaría a quien las llevaba. Por eso —Ivo tomó con delicadeza mi rostro para que lo mirara—, cuando decidan arreglar su pasado como personas civilizadas y ambos quiten las cadenas que ambos pusieron, porque esto no es cosa de uno solo sino de dos, ahí estaré yo para ser egoísta con mi amor hacia ti. —Cada palabra que salía de su boca tenía lógica.
Ivo lograba calmarme en mis momentos de angustia y con su amor lógico me atraía hasta él de una forma que nunca antes habían conocido.
—Ahora que te has calmado, ve a darte una ducha así salimos a cenar. —Sonrió iluminando su cara.
Con sus palabras aun dando vueltas por mi cabeza fui hasta la ducha, en este momento era lo que necesitaba para relajarme y terminar el día uno.
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