CAPÍTULO IX

~PDV NEUS~

No podía abrir los ojos, cada vez que lo intentaba un dolor fuerte llegaba hasta mi cabeza sintiendo como si estuviera muriendo.

A lo lejos podía escuchar varias voces que no lograba reconocer y un llanto que se sentía muy cerca.

Después de mucho intentarlo pude abrir por fin mis ojos y con lo primero que me encontré fue con el rostro preocupado de Mael.

-No te esfuerces. -dijo ayudándome a incorporar.

-¡Eres una idiota! -La voz solloza de Iluka se hizo presente junto con un muy apretado abrazo-. ¿Acaso quieres dejarme sola en este horrible mundo? -Ella no paraba de llorar en mis brazos y yo seguía sin entender nada.

-¿Qué fue lo que sucedió? -Le pregunté a Mael quien evidentemente de los dos era el que mejor mantenía la compostura.

-Estabas trabajando y de repente te desmayaste. -Su rostro era muy serio, pero a pesar de eso no dejaba de mirarme con algo de dulzura detrás de esa expresión tan seria.

-¿Y qué tengo? ¿Es grave? -pregunté asustada viendo que ningún doctor se acercaba hasta mi habitación.

-Casi muero de un susto idiota. -Iluka volvía a llorar aparentemente recordando el episodio.

-Claro que es grave... -Mael no hablaba y yo comencé a sentir que me estaba muriendo, de seguro era algo grave y nadie me lo diría, terminaría muriendo sola-, es grave si llevas más de un día sin comer y cargas con demasiado estrés. -Listo, ya estaba despidiéndome del mundo, cuando volví a analizar sus palabras.

-¿Qué? -pregunté confusa.

-El doctor dijo que te desmayaste por no haber comido y por tener un alto grado de estrés, así que simplemente tu cuerpo no lo soportó y se derrumbó. -Esperaba que esa mirada que me estaba dando no fuera de lástima porque ahí si terminaríamos por llevarnos peor.

-¿Es por mi culpa verdad? -Iluka se veía muy triste y todo su maquillaje estaba corrido debido a las lágrimas-. ¿Fue por la pelea que tuvimos? Lo lamento tanto bebé, no tendría que haberte llamado frígida por no querer acostarte con Mael. -Comencé a carraspear mi garganta fuerte para que se callara ya que el susodicho estaba justo en frente de nosotras, pero fue demasiado tarde él ya había soltado una sonora carcajada.

-Mejor las dejo un momento solas. -Me miró y volvió a reírse, ahora si la mataba-. Voy por el doctor para que te revise ahora que estas despierta. -Y se fue por la puerta blanca de la habitación mientras que a lo lejos se seguía escuchando su risa.

-¿Eres o te haces? -Miré acusadoramente a Iluka-. ¿Cómo se te ocurre soltar todo delante de él?

-Lo siento bebé, no me acordé de que estaba aquí. -Ella solo lloraba.

-Ya... -Puse una de mis manos en su cabeza y comencé a acariciarla para tratar de que se tranquilizara-, deja de llorar que tu maquillaje sigue corriéndose y solo me estas asustando. -Al oír eso detuvo el llanto de inmediato.

-¡¿Qué?! -buscaba en su bolso de mano desesperada un espejo.

-Que tu maquillaje está todo corrido. -Volví a reafirmar lo que había dicho antes.

-¡Dios! Estoy demacrada. -gritó tras verse en el espejo-. Enseguida vuelvo bebé, no voy a demorar mucho solo voy al baño a arreglar esto. Estoy segura de que Iker vendrá en unos momentos y no pienso darle el gusto a ese infeliz que me vea en mal estado. -No me dio tiempo ni ha decir "a" que salió casi corriendo del cuarto.

Después del espectáculo que montó Iluka me quedé completamente sola en el cuarto, por lo que cerré los ojos para descansar un poco, pero cuando iba a disponerme a hacerlo un hombre de mediana edad con una bata blanca debajo de un ambo celeste apareció junto a Mael.

-¿Cómo se encuentra? -preguntó con una voz ronca pero amable.

-Creo que bien. -respondí mirando de reojo a Mael que se estaba aguantando la risa y me hacía señas de que prestara atención al médico.

-Bueno, vamos a corroborarlo. -dijo sacando una pequeña linterna que apuntaba a mis ojos y luego ese aparato que nunca supe su nombre para sentir los latidos de mi corazón.

-¿Ya puedo irme a casa? -A decir verdad estaba desesperada por hacerlo, odiaba con toda mi alma los hospitales.

-Puede irse pero necesitará hacer reposo por al menos tres días, por lo que le recomiendo que si vive sola pida a alguien que se quede con usted. -No despegaba su vista de la libreta que tenía en manos mientras anotaba vaya a saber qué cosas.

-¡Tres días! -grité horrorizada.

-Si. Cuando se desmayó aparentemente una mesa cayó sobre usted lastimando varios músculos de las piernas y la espalda, afortunadamente este joven llegó a tiempo para sostener su cabeza, sino hubiera sido peor. -Genial, ahora debía agradecerle a Mael haber salvado mi vida, y yo que quería no volver a verlo.

-Gracias doctor. -agradecí con una voz muy baja, mis ánimos habían caído por el suelo.

-¡Me olvidaba! -El doctor se volteó hacia nosotros justo en la puerta-. No debe olvidar sus comidas, y haga algún tipo de ejercicio o meditación para liberar el estrés, la próxima vez puede que sea peor. -Tras decir lo último se marchó dejándome sola con Mael.

-¿Y bien? -preguntó mientras tomaba asiento en la silla de respaldar negro que estaba a mi derecha.

-Y bien ¿qué? -Era obvio que me estaba haciendo la desentendida.

-Quiero saber qué fue eso que dijo Iluka sobre tu y yo teniendo sexo. -Mis mejillas comenzaron a arder de la vergüenza, juro que cuando me recuperara en verdad la mataría.

-No hay nada que decir. -Miré hacia otro lado.

-¿Sabes lo preocupado que estuve ayer cuando no te vi en el trabajo? -Se levantó de su lugar y se sentó en la cama justo frente a mi, con tan solo unos centímetros de distancia.

-¿Yo te pedí que te preocuparas por mi? No. Es más creo haberte dicho que no quería volver a verte. No quiero saber nada contigo. -Ahora yo lo miraba sosteniendo su mirada decidida a que por fin desapareciera de mi vida.

-Lo siento, pero no puedo hacerlo. -habló muy serio-. Cuando te vi desvaneciéndote en lo único que pensaba era en llegar a tu lado y evitar el mayor daño posible. -Estaba a punto de voltearle la cara pero delicadamente la sostuvo entre sus manos-. Cuando te sostuve y no reaccionabas, fue en ese instante donde pensé que mi vida se iba contigo y lo comprendí. -Su mirada era muy intensa.

-¿Comprender qué? -pregunté desafiante como siempre, sin importarme que él estuviera abriendo su corazón a mi, de verdad lo sentía pero yo estuve muchas veces en esa situación y a nadie le importó lastimarme después, ahora mi corazón no quería abrirse con nadie.

-Que estoy perdidamente enamorado de ti Neus. -Nunca había visto unos ojos tan sinceros, pero no iba a dejarme engañar, no otra vez.

-Lo siento, pero yo no. -Y cuando iba a voltearme sus labios se apoderaron de los míos.

Me envolvió dulcemente con sus manos, sus labios se movían de una manera suave como si estuvieran evitando dañarme. Traté de resistirme, pero quizás debido a mi falta de energía no pude y solo me dejé llevar, dejé, solo por esta vez, que me llevara al mundo que tanto le gustaba.

-Neus el idiota de Iker quiere saludarte. -Iluka interrumpió abriendo la puerta abrúptamente.

-Que no soy un idiota. -Al oírlos entrar por reflejo me separé bruscamente de Mael y tapé mi rostro con mi cabello debido a la vergüenza que estaba sintiendo-. Creo que hemos llegado en un mal momento. -dijo tomando por el brazo a mi amiga a punto de salir.

-No pasa nada. -Me apresuré a hablar antes de que salieran con una idea equivocada.

-De acuerdo. -sonrió de una manera traviesa, de esas que hace que a todas las chicas se les caigan las bragas, ahora entendía porque mi amiga no dejaba de hablar de él-. ¿Estás bien? ¿Qué dijo el médico? -Se acercó aún sosteniendo la mano de Iluka.

-Si, por fortuna y gracias a Mael estoy bien y la situación no fue peor, pero ahora debo hacer reposo durante tres días. Lo que me recuerda: Iluka, querida ¿te quedarías conmigo? El doctor dijo que no me puedo quedar sola. -La miré con carita de perro mojado, esperando que aceptara.

-Lo siento bebé. -Iba a dar un paso pero se percató de que Iker aún sostenía su mano-. Tú... -Se volteó a verlo-, ¿cuánto más piensas sostener mi mano? -Ante sus palabras la soltó y ella solo sonrió victoriosa-. Como te decía bebé, lo siento pero he tomado otro trabajo de medio tiempo y no creo que pueda quedarme todo el tiempo que necesitas. -Terminó por decir colocándose a mi izquierda.

-Tendré que contratar a alguien si no me queda más remedio. No quería usar mis ahorros. -dije frustrada dejándome derrumbar sobre el respaldo de la cama.

-Yo lo haré, yo te cuidaré. -Mael habló decidido.

-Ni lo sueñes. -Lo miré con todo el odio del mundo.

-No pienso cobrarte. -Sabía que se estaba metiendo con mis preciosos ahorros.

-¡Perfecto! Te puedes quedar en la habitación de huéspedes. -Iluka era la que estaba más emocionada con todo esto, a nadie le importaba mi condición en realidad, solo querían divertirse a mi costa.

-Esta todo dicho. -Mael juntó sus palmas formando un aplauso-. Voy a administración por tu alta médica y después nos vamos.

Por más que pensé no tenía escapatoria de esta situación, y solo me restaba rezar por mi pronta recuperación.

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