CAPÍTULO I

~PDV NEUS~

Es cierto que dicen que el pasado no determina a una persona, pero en mi caso me ayudó a ser quien soy en estos momentos.

La palabra "ilusa", en aquellos tiempos, me definía a la perfección. Estaba perdidamente obsesionada con la idea de estar enamorada, de estar en una relación con alguien, y tan ciega fui que no vi las paredes contra las que me estrellé.

-¿Hasta qué hora piensas seguir mirando a la nada? -Iluka preguntó golpeando suavemente mi brazo derecho.

-No estoy mirando al horizonte, estoy admirando la belleza del paisaje. -Traté de sonar realista.

-¿No estarás pensando en echarte para atrás, verdad? -Volvió a empujarme pero esta vez con un poco más de fuerza.

-¡Jamás! Sígueme si puedes. -Empecé a correr delante de ella.

El paisaje en Hallstat (Austria) es simplemente bello y eso se debe a que vivimos a los pies de un complejo montañoso.

Vine a vivir aquí porque quería alejarme de los malos recuerdos que no dejaban de acecharme. Cuando llegué no tenía nada, ni casa propia, ni trabajo, ni amigos. Me alojé por un tiempo en una pensión con el dinero que traía.

Mientras buscaba trabajo para pagar el alquiler y subsistir conocí a Iluka en el café donde actualmente trabajo. Al principio sólo era molestada por ser la nueva, pero con el tiempo cambió y nos dimos cuenta de que teníamos cosas en común, así fue que empezamos a ser amigas.

-Si no te estas retirando entonces comencemos a correr. -dijo devolviéndome a la realidad de este mundo.

-¡Vamos! -respondí retomando donde me había quedado.

El pueblo tenía grandes lugares por recorrer y admirar su belleza, allí fue donde empezamos a correr una vez al día para mantener el cuerpo en forma, solo diré que Iluka es mucho más femenina que yo, pero yo tengo el mejor cuerpo.

Puse mis auriculares y encendí el reproductor, ninguna de las dos hablaría hasta llegar a la meta que nos propusimos ese día por lo que era un desperdicio correr sin nada de música.

Estábamos en otoño por lo que el follaje se comprendía de colores amarillos, verdes y marrones. El que el pueblo estuviera ubicado cerca del agua hacía que corriera una brisa bastante helada. Los árboles resultaban majestuosos con sus hojas de colores mientras dejaban una alfombra a sus pies. El estilo de las casas no eran modernas como en otras partes del mundo, eran casas estilo cabañas, acogedoras donde simplemente se confundían con las montañas y sus alrededores, todo era mágico.

-Hasta aquí llegamos. -La rubia de mi amiga me penetró con sus ojos color cielo, casi suplicando que paráramos, mientras me movía el brazo para que quitara mis auriculares.

-¿No me digas que ya te cansaste? -Sabía que lo había hecho pero quería seguir corriendo tan solo un poco más.

-¿Cuántos kilómetros piensas correr? -Ella tomó un sorbo de su botella de agua.

-Al menos unos cinco kilómetros más. -respondí pensativamente.

-De acuerdo. -expresó resignada.

-¿De verdad? -pregunté algo extrañada.

-Claro, puedes correr sola. Yo pego la vuelta. -admitió acostada sobre una pequeña montaña de hojas rojizas que se habían formado.

-Está bien. -Suspiré profundo-. Nos vemos en el trabajo. -La saludé para seguir corriendo.

Iluka me miró confusa, estoy segura de que esperaba que desistiera de mi idea de seguir, pero su plan no le funcionó.

Di media vuelta para retomar la ruta que habíamos elegido, coloqué nuevamente los auriculares y volví al ruedo. Una canción sonó en mi reproductor, una canción que me habían dedicado pero que nunca cumplieron con lo que la letra decía.

"...Yo te enseñaré como amar de nuevo..."

Una tonta pensaría en creerle a alguien cuando dice eso, lamentablemente esa tonta fui yo. Pensé que esa persona de verdad sanaría todas mis heridas, pero la verdad es que, como siempre, todo fue un fiasco.

Realmente quise borrar ese tema, era una canción que me traía recuerdos, pero había algo inconsciente que me lo impedía, me rendí por completo y la dejé donde estaba, después de todo la canción no tenía la culpa del idiota que la usó de mala manera.

Cuando salí de mis pensamientos noté que terminé corriendo cerca del agua, me pregunté qué tan metida estaba en mis pensamientos que no noté el cambio de la brisa. Me detuve por un momento a recuperar un poco de aire y tomar algo de agua, pero mientras más buscaba en mi espalda mi botella más me desesperaba.

Al notar que mi pequeño bolso estaba vacío, sólo con el celular en su interior, en la única que podía pensar era en Iluka, esa pequeña bruja tendría su merecido.

Suspiré pesadamente y me recosté sobre la hierba del lugar. Me quedé por unos segundos mirando el cielo totalmente despejado, ni una nube se veía en su manto, luego cerré los ojos para descansar un poco mi cuerpo, hoy de verdad me había excedido.

-Toma. -Pude sentir una voz varonil muy ronca de esas que son completamente sexys, de seguro alguna pareja pasando cerca-. Toma. -Ahora sentía la voz más cerca.

Abrí con cuidado los ojos pensando que los rayos del sol golpearían directamente, pero eso no sucedió, alguien se estaba interponiendo.

Me sobresalté y me incorporé tan rápido que nuestras frentes chocaron y del golpe el joven quedó sentado frente a mi.

-¡Lo siento, lo siento! -repetía constantemente, estaba totalmente avergonzada, quería que un pozo se abriera en la tierra y me tragara.

-Estoy bien, no te preocupes. -hablaba mientras pasaba una de sus manos por su frente-. ¿Tu estas bien? -preguntó poniéndose de rodilla frente a mi-. Déjame ver. -De una manera suave tomó mis manos para separarlas de su rostro para poder centrarse en el mío, por alguna razón estaba demasiado nerviosa, yo y mi torpeza definitivamente íbamos a morir juntas algún día.

-No te preocupes, fue sólo un golpe, no duele tanto. -Mentí, de verdad dolía, parecía que había chocado con una roca y no con una frente.

-¿Estas segura? -preguntó para luego enterrar uno de sus dedos en el lugar donde había sido el impacto y no pude evitar soltar una maldición -. ¿No era que no te dolía? -Sonrió.

-¡De acuerdo, si duele! -Elevé un poco la voz.

-Vamos, te compraré algo para que no se siga hinchando. -Se puso de pie y me ayudó a hacer lo mismo.

-Está bien. -Fue lo único que dije y lo seguí hasta una pequeña tienda que estaba cerca.

-Buenos días Neus. -Me saludó la abuela del local.

-Buenos días abuela. -Devolví el saludo mientras me sentaba en una de las pequeñas mesas a esperar al sujeto.

Mientras esperaba me puse a pensar que era una total descerebrada, cómo se me había ocurrido seguir a un completo extraño, y lo que es peor no reparé ni una sola vez en su rostro como para saber al menos cómo era, después de tantas desilusiones amorosas me propuse no mirar el rostro de los hombres jóvenes, ya que en ese entonces una linda sonrisa o unos ojos soñadores bastaban para que estuviera estúpidamente enamorada.

-Aquí tienes, algo de café y déjame colocar esta compresa de hielo en tu frente, de esa manera no tendrás un gran chichón en ella. -dijo tras colocarla en mi frente.

-Gracias por el café, puedo sostener la compresa por mi misma, golpeé mi frente pero eso no me hace estúpida. -Ante mi respuesta él solo soltó una sonora carcajada.

-Si tu lo dices te creeré. -Dejó su mano fuera de la compresa una vez que la sostuve y comenzó a beber su café.

-Tengo una pregunta. -Evitaba mirarlo a los ojos, por lo que me enfoqué en el café.

-Adelante. -Pude sentir cómo me miraba.

-¿Qué hacías frente a mi? -Tomé otros sorbo de café.

-Te vi corriendo y cuando te detuviste estabas buscando algo, lo que supuse era tu botella de agua, así que vine aquí compré una y te la ofrecí. -Su tono de voz sonaba muy calmado, ¿estaría acostumbrado a hacer esas cosas?

-Gracias. -Bajé la mirada hasta donde estaba mi reloj y salté literalmente de la silla, maldita sea se me hacía tarde para el trabajo-. ¡Abuela! Ponga el café en mi cuenta. -Tomé la compresa-. Lo siento se me hace tarde para el trabajo. Gracias y ten una buena vida. -dije para salir corriendo, parar un taxi y regresar a casa.

Cuando subí al vehículo miré mi celular por si tenía alguna llamada, y juro por Zeus que hubiera sido mejor no mirar el celular, tenía literalmente cincuenta llamadas perdidas de Iluka.

Hoy definitivamente no era mi día.

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