Nuestro famoso Boi. Nuestros hijos
Sharpay llevaba un par de semanas de vuelta en Nueva York y ya estaba acomodada en la casa, junto con sus dos pequeños Caleb y Chloe, sin olvidarse de su bebé Boi, por mucho que ahora tuviera hijos, él siempre sería parte de su familia. Además parecía que sus niños lo adoraban y era normal porque el perrito se hacía querer.
Sharpay y London esperaban al doctor Wesley para ir con él y los niños a tomar algo, desde que habían llegado se había portado muy bien con ellas, ayudándolas en todo lo que podía, tanto que la rubia ya lo consideraba un amigo, más que solo su obstetra.
-Lamento mi retraso es que mi hermano no dejaba que mi fuera-explicó el doctor Wesley
-Tranquilo, aprovechamos para salir antes y sacar a pasear a los niños-respondió Sharpay con una gran sonrisa
-Caleb y Chloe son una monada y tienen una madre maravillosa-soltó el doctor Wesley
Sharpay se sonrojo un poco pero no le tomo importancia ya que era un buen amigo, luego cogió al pequeño Caleb que estaba llorando.
-¿Qué tienes mi niño?-le sonrió Sharpay mientras el pequeño seguía llorando a pleno pulmón
-Quizás tenga hambre-soltó London
-Han comido antes de salir, además no parece que sea por eso-replicó Sharpay empezando a preocuparse
-Déjame ver-preguntó el doctor Wesley acercándose a ellos
-Claro, por supuesto-afirmó Sharpay
-No es hambre, pueden ser gases pero esta ardiendo y no es normal-les explicó el doctor Wesley
-Le... voy... lo llevaré al hospital-respondió Sharpay de imediato
Pensar que le pasaba algo a su pequeño le aterrorizaba, Sharpay tenía el corazón a mil por hora, no podía imaginarse sin su niño, simplemente no. Sentía que le fallaban las piernas, estaba paralizada, sabía lo que debía hacer pero el pánico no la dejaba reaccionar, salto cielo, su pequeño enfermo, no podía, se negaba a que lo estuviera. Inmediatamente el doctor Wesley llamo para que supieran de su llegada al hospital, a pesar de ser obstetra era médico a fin de cuentas y sabía que debían darse prisa o podría ser peor. Prontamente entraron por la puerta de urgencias del hospital general de Nueva York, un médico y varias enfermeras les esperaban, se llevaron al pequeño a que lo revisaran.
Sharpay no se separaba de su niño, no lo dejaría solo por nada del mundo, mientras que London y el doctor Wesley se quedaron cuidando de Chloe, quien presentía que pasaba algo con su hermano porque estaba muy inquieta, ambos esperarían a que les dijeran que era lo que le pasaba al pequeño.
No tardaron mucho en averiguar que sufría una rara enfermedad que afectaba a su sistema inmunitario y este estaba empezando a hacerlo funcionar incorrectamente pero lo peor es que nada le salvaría la vida salvo que se lo operase de urgencia con un transplante de médula ósea.
Sharpay se quedó desecha cuando escuchó que la vida de su pequeño corría peligro, se sentía que iba a morir, no soportaría perderle. Sin más demora se hizo las pruebas para ver si ella era compatible pero no lo era y eso no hizo más que preocuparla todavía más.
-Qué podemos hacer ahora doctor-preguntó Sharpay casi sin habla
-No descartemos nada aún, el doctor Wesley es posible que sea compatible. Es el padre del pequeño, ¿no?-respondió el doctor
-Pues no pero porque, no entiendo-volvió a preguntar Sharpay
-Es muy posible que el padre sea compatible pero no lo sabré con seguridad hasta que se le hagan las pruebas-contestó el doctor
-Le avisaremos-se apresuró a decir London
-Bien, cuanto antes mejor. No tenemos tiempo que perder. Mientras el pequeño se quedará bajo supervisión-soltó el doctor
-Mi bebé...-
-Tranquila Sharpay se pondrá bien-le consoló el doctor Wesley
-Se que tienen problemas pero debes llamarle-proclamó London
-No tengo su número, aunque debería-respondió Sharpay entre sollozos
-Puede que Ryan si-aseguró London
-Si se lo pido me preguntará porque lo quiero y no...-
-De acuerdo. Espera y Miss Darbus, fue vuestra profesora, ella debe tener su número-soltó London
-Probablemente si-
Sharpay llamó a su profesora y como pudo le explicó lo que pasaba, ella no tenía el número pero le dijo que se encargaría de conseguirlo. En pocos minutos la rubia recibió un mensaje con un número de teléfono.
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Ahora que Troy había decidido volver a ser amigo de Chad, se encontraban en el proceso de volver a reencontrarse.
Troy lo había estado pensando mucho y había decidido que de nada valía seguir enojado con Chad. Además él era su amigo, siempre lo había sido, desde niño. Y los hermanos seguían siendo hermanos, aunque pelearan, eso nada lo cambiaría.
Ambos chicos quedaron de verse para ir a tomar y pasar un buen rato. Chad pasó al lugar dónde Troy estaba quedándose y de ahí se irían juntos al bar que solían frecuentar cuando recién cumplieron la mayoría de edad y Troy iba de visita a Albuquerque.
-Es lindo este lugar-dijo Chad un tanto serio, aunque en realidad no pensara aquello
Troy se hundió de hombros mientras tomaba su chaqueta y las llaves de su auto.
-No es el mejor sitio pero al menos duermo caliente y seguro-
Eso Chad no se lo discutió.
-Tal vez después puedas conseguirte algo mejor pero por ahora marchémonos. Aprovecharé este fin de semana que Taylor a tenido que salir por trabajo-
-Esa mujer te controla ¿eh? Veo que ahora ese todo un mandilón-rió Troy con sorna
Chad negó
-Ya, claro-
-Se te nota a tres cuadras, amigo. Por eso yo nunca voy a casarme, eso no es para mí-
Lo habría sido, hace años, junto a Gabriella Montez pero aquello ya nunca podría ser posible.
Chad rió y caminó hasta la puerta. Estaban por marcharse cuando el celular de Troy comenzó a sonar.
Era Sharpay Evans.
¿Por qué la exquisita Sharpay estaba marcándole? ¿Desde cuando ella tenía su número?
Troy pensó en no contestar pero sin estar muy seguro del por qué, atendió.
-¿Qué pasa?-cuestionó con voz fría
Pasaron unos cuantos segundos que no le dijeron nada a Chad, salvo la expresión en el rostro de Troy que se había transformado notoriamente. Las duras facciones parecían esculpidas en acero puro.
Algo malo había sucedido, algo demasiado malo para haber puesto a Troy Bolton de aquella manera.
Cuando Troy colgó el teléfono la voz no le sonó. Parecía muy pálido.
-¿Qué sucede? ¿Quién era?-
-London-respondió Troy con voz tensa y garganta seca
-¿London? ¿London Tipton, la mejor amiga de Sharpay?-
-Mis hijos-dijo de pronto Troy que seguía demasiado perturbado
-Ah claro, London es el la tía de tus hijos-recordó Chad
Troy negó para sí mismo y se llevó ambas manos al cabello intentando tranquilizarse.
-Chad, llévame al hospital, ahora yo mismo no puedo conducir-
Chad no terminaba de comprender.
-Claro pero explícame antes qué es lo que está pasando-
Troy apretó los puños para no gritar y no perder los estribos.
-Uno de mis hijos se encuentra mal, no me dijo cuál de los dos, pero el caso es que necesitan donadores y al parecer ninguno de los Evans es compatible... ¡Joder! ¡Llevame cuanto antes!-
Chad que había permanecido impresionado de inmediato asintió. ¡Por todos los cielos!
Así como veía a Troy, debía darse prisa.
Su amigo se veía realmente mal, lo cual no dejaba de impresionarlo pues ya era conocido entre todos que a Troy le importaba un carajo sus hijos. Por eso el verlo de aquella manera, tan preocupado y bastante desesperado lo impresionaba.
Chad pisó el acelerador y en menos de unos cuantos minutos pasaron por casa de ambos, Sharpay ahora vivía en Nueva York y debían tomar el primer vuelo si querían que Troy ayudase a uno de sus hijos.
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Sharpay estaba con tal angustia que sentía que se rompería, no podía imaginarse perder a su pequeño, la sola idea le rompía el corazón y no lo aceptaría. London a petición de Sharpay había usado el teléfono de la rubia para llamar a Troy y pedirle que ayudase a uno de sus hijos, si bien el ojiazul no había dicho que iría, la asiática esperaba que por una vez Troy hiciera lo correcto y decidiera presentarse.
Durante las cuatro largas horas de vuelo Chad estuvo tratando de calmar a su amigo, Troy siempre había sido bastante tranquilo pero desde lo de Gabriella solía saltar cuando lo provocaban. Pero en esta situación estaba realmente tensó, a pesar de que él decía no querer saber de sus hijos y que le importaban una mierda no parecía que eso fuera así. En el fondo a Troy si le importaban sus hijos y mucho o no estaría en ese estado, lo cual a Chad aún dentro de lo que estaba pasando le alegraba ver que su amigo, el que conocía cuando estaban en el instituto seguía estando ahí.
Troy corrió por todos los pasillos del hospital hasta que encontró lo que buscaba. Y Chad lo siguió por detrás. London sonrío, sabía que a pesar de que siempre se mostraba, frió, arrogante, engreído y cínico seguía siendo el mismo chico amable y bueno de siempre.
-¿Dónde están los niños?-Troy tomó a Sharpay de los hombros y la estrujo con fuerza
Sharpay de inmediato se soltó. Ella lucía mal, desolada, casi enferma.
La rubia estaba sufriendo demasiado, como nunca en su vida y Troy sólo deseó poder abrazarla pero se contuvo.
-Chloe está en casa con mi madre y Caleb...-
-¿Es Caleb quién está enfermo?-preguntó Troy de inmediato
Sharpay asintió mientras lágrima tras lágrima brotaba de sus redondos ojos cafes. Enseguida London se acercó y la abrazó con fuerza.
-Tranquila-le susurró
Sharpay se aferró más al abrazo y las ganas de consolarla se multiplicaron en Troy. Deseó tener ese derecho pero no lo tenía. No después de cómo la había tratado y lo que había hecho.
-¿Pero qué es lo que pasa?-
-Tiene una rara enfermedad que afecta a su sistema inmunitario y que además provoca que falle pero si eso fuera poco esta enfermedad también esta haciendo que sus órganos dejen de funcionar por eso necesita un trasplante urgente de médula. Todos nos hemos hecho la prueba pero nada...-
-Y donde están tus padres o Ryan, ¿por qué no...-preguntó Troy
-Ellos no lo saben, no quiero preocuparlos. Los médicos creer que el padre del niño, ósea tu podrías ser compatible y hasta no estar seguros de eso no les diré nada. Si tu no... bueno si eso sucede les diré para que se hagan las pruebas, es posible que algún familiar...-respondió Sharpay con un hilo de voz
-Caleb necesita de esa donación pero es que ya todos hemos sido analizados y ninguno es compatible-Sharpay miró a los ojos a Troy con verdadero dolor. Nunca nadie lo había mirado de aquella manera y Troy se sintió tan devastado... deseó borrar todo ese dolor y limpiar esas lágrimas-Troy, tú podrías...-la súplica le destrozó el corazón-Tú...-
¡Oh mierda! Ella ni siquiera podía mencionarlo.
Troy asintió.
-Lo haré voy a donarle lo que sea que sea necesario, te lo juro, Sharpay-
Los dos se miraron a los ojos y se tomaron de las manos. El alma volvió a Sharpay. Supo que ahora todo estaría bien. Lo sabía desde el fondo de su corazón.
-Gracias-le dijo, casi quiso abalanzarse hacia él y abrazarlo pero Sharpay contuvo la emoción
-Muy bien, ¿Troy, cierto? ¿El padre de Caleb?-le habló el que parecía ser el doctor y que por cierto se encontraba demasiado cerca de London la amiga de Sharpay.
Troy asintió.
-Venga conmigo. Soy el doctor Wesley. Vamos a someterlo a las pruebas para confirmar si es usted apto o no para donarle la médula al pequeño-
Troy no lo dudó ni un segundo.
-Andando. ¿Qué estamos esperando?-exclamó bruscamente
El doctor Wesley le mostró el camino y cuando se marcharon, Sharpay se hundió en el abrazo de London su mejor amiga.
Chad la saludó y les mostró su apoyo incondicional, luego tomó asiento junto a ella pacientemente.
Media hora más tarde cuando Troy regresó, lo hizo en silencio. Los resultados estarían listos en otra media hora.
Él y Sharpay compartieron miradas pero no se dijeron nada más.
Aquella fue la media hora más tensa de toda la existencia de Troy y Sharpay.
El niño se encontraba mal, eso les habían dicho. Podría morir y aquello era algo que el corazón de Sharpay no soportaría. E increíblemente tampoco el de Troy.
Entonces el doctor Wesley apareció con el sobre en sus manos.
Inmediatamente todos lo rodearon y le pidieron, sobre todo Sharpay, casi en suplicas, que les diera los resultados.
-El donante es compatible-anunció con una sonrisa
Sharpay no se lo pudo creer y comenzó a llorar de felicidad agradeciéndole al cielo. Al fin podía respirar con normalidad.
Troy simplemente sonrió. Aquello lo tranquilizaba mucho.
-Ven conmigo de nuevo, Troy, vas a prepararte para entrar en quirófano. ¿Estás listo para salvarle la vida a tu hijo?-
Troy compartió otra mirada significativa con Sharpay, una mirada que sólo ellos dos pudieron comprender. Luego Troy regresó hacia el doctor.
-Estoy listo-
Después de varias largas horas que aunque habían sido difíciles, saber que el pequeño Caleb se recuperaría los habían tranquilizado, el doctor Wesley regresó con ellos. A pesar de que no era exactamente su campo y él estaba especializado en la rama del embarazo, por eso era obstetra, a pesar de eso seguía teniendo el título de medicina, además se trataba del hijo de su amiga y quería asegurarse de que todo saliera bien.
Sharpay se acercó a él y con insistencia le rogó que le dijera si su pequeño estaba bien, no hizo falta decir nada porque sonrió en asentimiento. Todos recuperaron el aliento, por una vez Troy se había preocupado por sus hijos.
Entonces Sharpay pidió ver a Troy, a pesar de como estaban las cosas debía agradecerle lo que había hecho, al fin y al cabo eran sus hijos. El doctor Wesley lo llevó a su habitación y salió fuera, sabía que ambos necesitaban hablar a solas, Troy dormía tranquilamente después de haberse sometido a la operación.
Sharpay se acercó a él y se sentó a su lado, de ese modo, no se veía tan aterrador ni intimidante, fuera como fuera Troy Bolton tenía un corazón enorme pero las circunstancias habían hecho que se volviera más frío y arrogante.
-¿Cómo te encuentras?-preguntó Sharpay al ver que Troy estaba abriendo los ojos
-¿Y Caleb? ¿Está bien?-respondió Troy
-Se recuperará-
-Me alegra oírlo, aunque no voy a quedarme-afirmó Troy
-Solo, gracias-soltó Sharpay sonriendo
-Era lo que debía hacer. Ese niño, Caleb no tiene culpa de nada. No soy tan insensible como puede parecer-
-Si, gracias, de verdad gracias-Sharpay se acercó y le dio un beso en la mejilla
-No tienes porque dármelas-
Joder, esa preciosa rubia encendía todos los sentidos de Troy pero en ese momento lo que más importaba es que su hijo estaba bien, bueno iba a ponerse bien. Sharpay le sonrió y lo dejo para que descansara.
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Hoy era jueves y Troy aparcó su moto frente al edificio del consultorio de su psicólogo, era la cuarta sesión o eso le parecía porque no recordaba a cuantas había asistido ya pero sentía la misma reacción como si fuera la primera vez, no tenía intención de seguir con eso, se veía como un marica, aunque lo haría, tampoco era un cobarde.
Entró al edificio y subió a la planta correspondiente, llamo y cuando recibió un adelante paso, el doctor Somerhalder estaba en su escritorio revisando unos papeles. Troy se sentó y él después rodeo su escritorio para sentarse en su sillón.
Cada vez que iba Troy se sentía tensó y deseaba abandonar el edificio pero reprimió las ganas de hacerlo.
-¿Cómo has estado Troy?-preguntó el doctor
-Usted que cree-bufó Troy
-Ya veo y has seguido alguno de...-
Troy estaba jugando con sus manos, que mierda hacía él ahí, se preguntaba cada vez que acudía a sus citas.
-Entiendo tu situación pero yo quiero ayudarte-soltó el doctor
-He... he hablado con Chad-
-¿Qué a pasado?-preguntó el doctor con interés
Eso era una de las cosas por las que Troy guardaba mucho rencor. Por eso le preocupaba el que no fuera capaz de arreglarlo.
-Al principio me molesto, no quería saber nada de él pero luego vi su colgante-
-¿Su colgante?-preguntó el doctor
-En realidad es un conjunto de dos, nos los regalamos cuando éramos pequeños con la promesa de que pasase lo que pasase siempre seríamos hermanos. Yo perdí el mío cuando me acosté con Sharpay la segunda vez, por eso no lo llevo-
-¿Qué hiciste después?-
-Recordé lo que me dijo de ponerme en su lugar y bueno, hemos arreglado lo nuestro. Ahora volvemos a ser amigos-explicó Troy
-Me alegra oír eso, es una gran noticia-respondió el doctor
-Ya pero sigo odiando al resto sobre todo a Gabriella-bufó Troy
-Bueno pero es un paso adelante-
Troy en cierto modo lo pensaba pero no estaba de acuerdo en que realmente lo fuera, tenía mucho resentimiento hacia Gabriella como para que pudiera desaparecer por completo.
-¿Gabriella?. Cuéntame más de ella-
-Es de coña-
¿Por que mierda ese maldito doctor le estaba pidiendo eso? Prefería mantener todo lo que tuviera que ver con ella lejos, fuera de su vida. Troy sentía que iba a golpearle y romperle su jodida cara.
-Solo trato de ayudarte-Mientras él apuntaba algo en su cuaderno-Por lo que veo le guardas mucho rencor
-Me destrozo, que quiere que sienta-
-Puedo ver que hay más que eso-
-Yo bueno... es que hace unos cuantos días me la encontré y...-soltó Troy con amargura
El doctor volvió a escribir en el cuaderno y después volvió la vista a Troy, quien parecía estar molesto por tener que hablar de ella.
Troy tragó saliva y continúo.
-Me confeso que se arrepentía por lo que hizo y que todavía me amaba, la verdad es que estaba muy cambiada-
-¿Qué sucedió después?-
-Atacó a Sharpay y me pidió volver. La odio pero...-respondió Troy con el ceño fruncido
-Ya veo, ahora háblame de Sharpay-el doctor nuevamente anotó en su cuaderno
Era en serio, primero Gabriella y ahora esa exquisita rubia, no deseaba hablar sobre ninguna de ellas pero contuvo las ganas de gritarle.
Troy estaba tensó como un resorte a punto de saltar pero continuaría con la sesión a pesar de lo que sentía, la rabia y la ira que tenía dentro. Después todo aún no se sentía cómodo yendo al psicólogo a hablar de sus problemas.
-No hay nada que contar, hemos tenido dos hijos, gemelos pero eso es todo-
-De acuerdo, entonces no sientes nada por ella-
-Pues no la verdad, esta muy buena lo admito pero nada más-soltó Troy
-Y los niños-preguntó el doctor
-Nada, cierto que son míos pero no pienso hacerme cargo de ellos. Hice lo que tenía que hacer y ahora no tengo obligación a nada-respondió con desdén Troy
-¿Lo que tenías que hacer?-
-Uno de los pequeños se puso muy enfermo y necesitaba un trasplante de médula. Como era él único compatible se la di pero fuera de eso no hay nada más-
-No los quieres-preguntó el doctor
-Para nada, no me gustan los niños. Son llorones y dan mucho trabajo-respondió Troy
-Tu los engendraste junto con Sharpay, algo debes sentir-
Joder, maldito doctor Somerhalder, ¿porque carajo no dejaba de insistir? Acaso quería verle sufrir, disfrutaba haciéndolo.
-No, no quiero nada con ellos ni con su preciosa madre, salvo que sea para tenerla en mi cama-
-Ya veo, Gabriella te dejo una huella muy fuerte y lo de tu encarcelación no ayudo en nada a solucionar las cosas-concluyó el doctor
-Esa zorra no...-
Troy se puso furioso, no soportaba que se la nombraran, la odiaba con ganas, ella le... le había roto el corazón y deseaba que estuviera fuera de su vida, en todos los malditos aspectos. Quería olvidarla de una jodida vez pero parecía que no querían que lo hiciera.
-No la nombre, esa maldita me ha destrozado la vida-espetó Troy apretando los puños
-Cálmese ponerse así no va ayudarle en nada. Entiendo que todavía la ames pero ella te ha hecho mucho daño y debes olvidarla-replicó el doctor
-Joder, cree que no lo sé. Maldito doctor Somerhlader-
Troy se levantó y le propino un fuerte puñetazo al doctor. Que mierda de derecho se creía que tenía para decirle eso. No amaba a Gabriella, ya no, puede que aún sintiese algo pero para nada era amor, eso ya no existía.
>> Joder que no <<
Tampoco amaba a Sharpay, él no amaría a nadie, solo disfrutaría de las mujeres como le viniera en gana. Troy salió del consultorio hecho una furia, querría romperle la cabeza a alguien por eso se desquitó con lo primero que encontró. Con fuerza pateo un contenedor y lo lanzó a unos pocos metros, después regresó a su moto.
Antes de arrancarla y volver a casa, soltó un suspiro. Troy no era un animal, así que camino de vuelta al consultorio y subió hasta la consulta del doctor Somerhalder.
Llamó a la puerta y al entrar lo vio con un poco de hielo en la cara. Se sintió mal, no había debido dejarse llevar por la ira y el doctor no tenía culpa, solo estaba tratando de ayudarle, así que se disculparía por su comportamiento de hace un rato.
-Lo siento doctor. No debí pegarle, es que lo de Gabriella me saca de mis casillas. Aunque se lo parezca no soy un animal. Lo siento mucho-le explicó Troy
-Tranquilo, está bien. Gracias por disculparte. Igual yo me excedí un poco-respondió el doctor
-No, se que solo trata de ayudarme. Es que me...-
-Aunque su cita a terminado, haré una excepción. Siéntese y hablemos-
-Y sus demás pacientes-preguntó Troy
-Por hoy no tengo más citas-respondió el doctor
-De acuerdo-asintió Troy
-Ahora cuéntame. Se que no es agradable pero por lo que he podido apreciar todo es a raíz de lo sucedido con Gabriella-acotó el doctor
-Si, ella me demostró que no puedo confiar en nadie, salvo en mi mismo y en mi hermano Chad. No pienso volver a amar, así nadie volverá a hacerme daño. Su traición fue casi más dolorosa que mi lesión-explicó Troy
-Pero aún hay algo, ¿me equivoco?-preguntó el doctor
-Ella fue mi primer gran amor. Yo la amaba más que a nada y aún siento algo por ella-
Troy estaba tensó y sentía ganas de echarse a llorar pero no lo haría, no era un marica para ponerse así, además ahora lo que quería hacer era romper algo. Odiaba a Gabriella, ella era la culpable de todo.
-Entiendo lo que me dice y debo añadir que es lógico que todavía puedas sentir algo por ella. Por lo que veo tuvisteis una relación muy intensa y algo así no es fácil de olvidar-
-Lo fue, me fui a otra universidad para estar más cerca de ella. En alguna ocasión hablamos de casarnos y tener hijos a futuro-
-Entonces planeabas...-
-Si, no es que me gustarán los niños pero quería formar una familia con ella. Ahora solo deseo disfrutar de buen sexo. No quiero ataduras ni compromisos, son una mierda-respondió Bolton sin expresión alguna
-Vamos progresando pero aún queda para que por fin puedas ser el de siempre y te quites la pesada carga que llevas a tus espaldas-explicó el doctor
Troy no dijo nada, sentía que nunca podría llegar a hacerlo. Gabriella le había dejado una huella en su corazón difícil de borrar. Troy bajó la mirada, todo esto era realmente necesario, serviría de algo.
-Antes de dejarlo por hoy. Hablemos ahora de Sharpay-
-¿Qué quiere saber?-
-Por lo que he notado hay algo ahí, al menos es la conclusión que saco por mis anotaciones-explicó el doctor
-Bueno, fuimos compañeros de clase, ella trató de conquistarme pero la rechacé por estar con Gabriella y no era mi tipo, demasiado vanidosa. Sin embargo después de cinco años al verla de nuevo en la reunión de antiguos alumnos, estaba diferente. Se veía como una mujer en todos los sentidos y me llamó la atención-
-Entonces ya está-preguntó el doctor
-Si no hay más que lujuria y deseo. Sharpay es una muñequita muy apetecible y una leona cuando se lo propone-expuso Troy
-¿No te gusta, no la amas?-
Troy amar a Sharpay, ¡santo cielo no! Si estaba tremendamente buena pero no, definitivamente no, en absoluto.
-Puede que todavía no sea amor pero esta claro que sientes algo. No debes cerrarte así, sabes lo que es estar enamorado-
-No, el amor es un asco-
-Al menos porque no tratas de estar con tus hijos. Eso quizás...-explicó el doctor rascándose la barbilla-Tus padres que piensan de esto
-Mis padres...-
-Ya veo. Habla con ellos-soltó el doctor
-Ni de coña. Para mi están muertos-
-Troy deberías...-
Ya estaba, su paciencia había llegado a su límite, por eso no iba a pasar, no todavía y quizás no lo hiciera nunca, volvía a estar enfadado de nuevo. Troy salió de la consulta del psicólogo de mal humor y dando por zanjada la cita.
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Desde lo sucedido con Troy en el hospital, Sharpay no había vuelto a saber de él y lo agradecía, no quería tener nada que ver con el ojiazul. A pesar de que le había salvado la vida a uno de sus hijos, eso siempre se lo tendría en cuenta, siempre se lo agradecería pero sabía que Troy no querría nada con ellos y no quería que sus niños sufrieran por la forma de ser de su padre. Sus dos preciosos niños, Chloe y Caleb, a los cuales amaba con todo su corazón, eran su única razón de vivir.
Los pequeños ya tenían dos añitos y Sharpay tenía que correr tras ellos por el parque cuando los sacaba a pasear, eran bastante juguetones, desde luego tenían una energía arrolladora, además su hijto Boi también ayudaba a que los niños corretearan por toda la casa para jugar con el perro, al que ambos adoraban. Todos ellos eran su maravillosa familia. Cierto que no era la familia que se había imaginado pero aún a pesar de eso los amaba.
Además Boi hacía algo más de un año que se había hecho famoso y ahora era él, el que actuaba en musicales o en anuncios para marcas de utensilios y comida para perros, por eso London se había quedado para ayudarla con los niños. Tampoco podían olvidarse de Paul quien debido a problemas con su hermano pequeño, había tenido que quedarse en Nueva York hasta que todo se solucionara por lo que solía visitarlas a menudo y los niños lo querían un montón. Era un hombre cariñoso y amable, siempre tenía una sonrisa para todos, además le gustaban los niños, a parte de ser muy guapo. El hombre que toda mujer querría tener a su lado, era tan diferente a Troy, porque ella no podía enamorarse de un hombre así y si de Troy Bolton.
-Hola renacuajos-soltó el doctor Wesley
-Tito Aul-chilló Caleb y corrió a abrazarlo
Chloe también fue a abrazarlo, los pequeños ya lo consideraban de la familia, era como el padre que no tenían y Sharpay agradecía el gesto. Los gemelos adoraban jugar con él y él se inventaba juegos para que los niños disfrutasen.
Paul se llevaría a los pequeños Caleb y Chloe a su casa para jugar con él y su hermano pequeño mientras Sharpay debía ir con Boi para su nuevo trabajo. Era una sesión de fotos para una nueva marca de comida para perros.
Antes de ir a su casa el pequeño Caleb lo había convencido para que fueran a tomar un helado, tendría solo dos años pero era un terremoto, también su hermana Chloe. Paul a pesar de que podía parecer intimidante era un pedazo de pan que no podía negarse a lo que eses dos diabillos le pedían. De camino a casa una mujer morena se acercó a ellos, parecía cojear y no tenía buen aspecto. Paul se adelantó un poco para proteger a Chloe y Caleb, ayudaría a esa mujer pero si resultaba necesario antepondría la vida de ellos a la de la mujer.
-Se encuentra bien-preguntó el doctor Wesley
-Perfectamente-
La mujer golpeó a Paul con fuerza y a pesar de que él era más grande, la contundencia del golpe lo dejo inconsciente. Inmediatamente los gemelos se echaron a llorar, se veía que estaban muy asustados, la morena les dijo que si no se iban con ella haría daño a su madre y que le hicieran caso, Caleb y Chloe asintieron.
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Troy había arreglado muchos de sus problemas gracias a sus sesiones con el psicólogo pero todavía tenía varias cicatrices que no había sido capaz de borrar y que quizás nunca fuera capaz de hacerlas desaparecer.
Sin embargo en eses dos años que se había mantenido al margen de la vida de sus hijos y de la preciosa Sharpay no había dejado de pensar en esa exquisita rubia. En muchas de sus charlas con el psicólogo solían hablar de ella. Así que había tomado la decisión de luchar por su dos niños y por eso había cogido el primer vuelo a Nueva York. Estaba claro que quizás no fuera lo mismo que sintió por Gabriella pero si sentía algo por Sharpay.
Después de varias horas por fin había pisado suelo neoyorquino, con la ayuda del hermano mellizo de la rubia se había hecho con la dirección de Sharpay. Cogió su maleta y tomo un taxi para ver a sus dos gemelos que ahora debían estar enormes con dos años.
Troy se sentía un completo imbécil por no haber hecho lo que debía hacer cuando supo que iba a ser padre, cierto que ya no creía en el amor pero ese no había sido motivo alguno para no hacer lo correcto. Sus padres le habían enseñado a ser responsable, le habían enseñado a ser una persona de bien y simplemente se había saltado todo eso. Y era por esa razón por la que ahora estaba dispuesto a recuperar a su familia, su psicólogo le había hecho darse cuenta de que estaba empezando a sentir algo por la preciosa Sharpay.
Nada más salir del taxi se quedó observando la casa, era bastante grande pero no tanto como Troy se había imaginado. Era una casa frente al río Hudson, con un poco de jardín muy cerca de Broadway, en Greenwich Village, un área residencial en el lado oeste de Manhattan.
Troy tragó saliva y se encaminó a la puerta, estaba aterrado, sabía que Sharpay no estaría contenta por su aparición pero a partir de ahora las cosas serían diferentes, no pensaba desentenderse de sus hijos, ya había pasado mucho tiempo lejos de ellos y para nada que seguiría lejos, no volvería a suceder. A pesar de como habían llegado a su vida los quería, siempre los había querido pero no se había dado hasta ese momento. Ahora Troy sabía lo que debía hacer, no solo los los quería, los amaba y haría cualquier cosa por ellos, para protegerlos y daría su vida si era necesario.
Estaba por llamar al timbre cuando su teléfono empezó a sonar, no tenía intención de cogerlo pero joder el maldito aparato no paraba de sonar ¿Qué inoportuno? ¿Quien carajo era el idiota que estaba tocándole los huevos? Justo en este momento.
>> Mierda joder <<
Al final se resignó y término por coger el teléfono, era un número desconocido por lo quien lo llamaba no quería ser identificado.
-Hola Troy-dijo la voz de un hombre tras la línea con diversión
-¿Quien eres? ¿Cómo sabes mi nombre?-pregunto Troy frunciendo el ceño
-Eso no importa-respondió el hombre
-¿Qué ostia quieres?-volvió a preguntar Troy empezando a perder la paciencia
-Eso si que es lo importante-dijo entre risas el hombre
-Habla de una puta vez. Joder-soltó Troy apretando los puños
-Tengo a tus queridisimos gemelos conmigo-respondió el hombre con satisfacción
-Porque iba a creerte-espetó Troy con cierta calma
-Lo imaginaba. Preciosa tráeles-
-Si, como quieras-dijo la voz de una mujer de fondo
Troy reconoció esa voz sin tener que verla, conocía demasiado bien a su dueña y entonces sintió una oleada de rabia. Bajo ningún concepto permitiría que le hicieran daño a sus hijos, antes tendrían pasar por encima de él.
-Mami, teno medo-dijo la voz de un niño pequeño
-Si les haces algo te juro que mataré-soltó Troy furioso apretando los puños
-Ya lo veremos-respondió el hombre riendo
Entonces se cortó la llamada, Troy estaba histérico, no podía estarle pasando, carajo no. Tenía que tratarse de un maldita broma pero si lo era, era una de muy mal gusto, antes de hacer algo debía asegurarse que sus hijos estaban bien y para eso debía ver a Sharpay. Llamo al timbre y una preciosa Sharpay vestida con un vestido floreado y una radiante sonrisa abrió la puerta.
A Sharpay se le borró en cuanto vio a Troy, su rostro mostró un evidente enfado. Como él esperaba a la rubia no le agradaba que Troy estuviera ahí.
-¿Qué haces aquí Troy? ¿Cómo has sabido que vivo aquí?-preguntó Sharpay
-Tu Hermano-respondió Troy
-Menudo traidor-murmuró Sharpay
-Vengo a ver a mis hijos. Quiero formar parte de su vida de ahora en adelante-
-Lo siento pero...-
-Sharpay dime que sabes donde están Caleb y Chloe-interrumpió Troy algo preocupado
-Con Paul, un buen amigo. Acabo de llegar de una sesión de fotos que tenía Boi ¿Por qué quieres saberlo?-preguntó Sharpay frunciendo el Ceño-Acaso ahora te importan
-Joder si, siempre me han importado, sólo que estaba tan dolido con el mundo por lo que me paso que no me di cuenta de que actuaba equivocadamente. Cuando me contaste que ibas a tener un hijo mío debí responder como era debido y no dejarte sola-explicó Troy conteniendo las ganas de llorar
-Y piensas que con venir aquí ya está. Lo siento pero no es así, con que pidas disculpas no va a arreglar las cosas, no quiero que hagas daño a mis hijos-escupió Sharpay enfadada
-Nuestros hijos. Por favor Sharpay te lo suplico-
-Vete Troy-
Sharpay se veía más que enfadada, desde luego no pensaba dar su brazo a torcer y dejar que Troy entrase en la vida de sus hijos. Pero Troy no se iría sin asegurarse de que sus hijos estaban bien, cuando lo estuviera dejaría que Sharpay se hiciera a la idea de que tendría que verle.
Entonces el carísimo teléfono de Sharpay empezó a sonar, Troy sabía que esto no podía ser una coincidencia, no después de lo que le acababa de pasar hacía unos minutos. Sharpay atendió el teléfono. Troy no necesitó saber de que trataba la llamada porque por su cara podía verse que no era nada bueno y eso no enfureció.
-Era Gabriella, ¿verdad?-preguntó Troy con la voz temblorosa
-¿Có... cómo lo sabes?-respondió Sharpay
-Porque antes de entrar un hombre me llamo diciéndome que tenía a nuestros hijos. En un principio no le creí pero le dijo a alguien que fuera a buscarles y a través del teléfono escuche la voz de una mujer y se que era ella-
-Por eso preguntaste donde estaban-
-Si, es que necesitaba saber que no se trataba de una broma, una de mal gusto pero una al fin y al cabo-explicó Troy
-Tiene a... mis... mis niños-
-Tranquila Sharpay te prometo que los traeré sanos y salvos. Voy a demostrarte que quiero formar parte de su vida de ahora en adelante. Antes de dejar que les hagan daño tendrán que pasar por encima de mi-le explicó Troy con firmeza
-Esa... esa...-soltó Sharpay entre sollozos
-Me aseguraré de que vuelvan sanos y salvos. Te lo traeré de vuelta para que veas que deseo estar en su vida. Como su padre-
Troy abrazó a Sharpay y ella se rindió antes los poderosos brazos de Troy. Había pensado que lo rechazaría pero estaba claro que en esa situación lo necesitaba. Sharpay era una madre maravillosa y era lógico que estuviera en un estado de pánico
Fue justamente en ese momento en el que Troy se dio cuenta de que su psicólogo tenía razón, quizás no fuera amor pero no desde luego sentía algo por esa preciosa rubia y le demostraría que podía ser la clase de hombre que ella esperaba que fuera, no solo para sus hijos, sino también para la rubia. Se había imaginado que sería en otras circunstancias, sin embargo lucharía por sus hijos y por Sharpay.
>> Vaya si lo haría <<
Segundos después Troy volvió a la realidad, Gabriella y otro hombre desconocido tenía a sus hijos y él los recuperaría. No dejaría a sus pequeños en manos de esas personas tan retorcidas. Destrozaría a cualquiera que pretendiese hacerle daño a sus hijos.
>> Por el amor al cielo que lo haría <<
Fuera como fuera, no dejaría que nadie les tocase un solo pelo, si se atrevían tendrían que vérselas con él. Llamaron a la puerta, Troy fue a abrir, al ver a un hombre de unos pocos años mayor que él y de aspecto intimidante se acercó a él, inmediatamente lo agarró del cuello de la camisa. Aunque la presencia de quien quiera que fuera no intimidaba a Troy, en ese momento sacaría la fuerza de donde fuera.
-Fuiste tu. Dime donde los tienes-gritó Troy furioso
-Troy...-
-Sharpay dile que me suelte-
-Por favor. Él es Paul, del que te hable, un amigo y mi obstetra. Lo conozco bien y se que no ha sido-respondió Sharpay
-Una mujer morena se acercó y me atacó llevándose con ella a los niños-soltó el doctor Wesley
-Gabriella-murmuró Troy apretando los puños
Sharpay se llevó al doctor Wesley para curarle la herida que tenía en la cabeza, mientras que Troy estaba en el salón dando vueltas y soltando palabrotas. ¿Cómo había podido llegar a ese extremo? ¿Por qué lo estaba haciendo? ¿Qué pretendía conseguir con todo esto?
El teléfono de Troy vibró y el ojiazul lo sacó de su bolsillo, tenía un mensaje de un número desconocido, el mismo que lo había llamado antes que ponía: << Hola Troy. Imagino que quieres ver a tus hijos vivos, entonces nos vemos en el teatro Stars en media hora. Ven solo y ni se te ocurra llamar a la policía o ya sabes lo que les pasara. Se que serás listo. Se despide PL >>. Después de leerlo Troy se puso todavía más furioso, en ese momento su parte más primitiva quería matar a ese cabrón que tenía a sus hijos.
Si se atrevía a hacerles daño, tendría que vérselas con él, más le valía que él fuera listo, no sabía con quien se estaba metiendo. Sharpay regresó con el doctor Wesley que llevaba una pequeña venda en la herida. La rubia se acercó a Troy al verlo en ese estado y le suplicó que por lo que más quisiera, si como realmente decía quería formar parte de la vida de sus hijos, los trajera de vuelta.
>> Por supuesto que se los traería <<
Sin ninguna duda lo haría, le traería de vuelta a sus hijos sanos y salvos, se aseguraría de que así fuera. Quería demostrarle a Sharpay que ahora si estaría para sus niños y empezaría haciendo lo que fuera para que nadie les hiciera daño, los protegería incluso con su vida si era necesario. Troy no estaba conforme con que ese tal Paul estuviera allí, se lo imaginaba junto a Sharpay haciéndole lo mismo que el le había hecho cuando estuvieron juntos y le hervía la sangre, esa rubia era suyo o lo sería pronto.
-Debo irme. No se quien seas pero me da igual. Cuida bien de ella o te las verás conmigo-soltó Troy con arrogancia
-Tranquilo por eso no te preocupes-soltó el doctor Wesley
Troy murmurando palabrotas, se marchó dando un fuerte portazo, estaba que echaba humo, mataría al cabrón que intentase tocar a sus hijos. Gabriella de nuevo le estaba volviendo a hacer daño una vez más junto con ese hombre desconocido. No sabía que pasaría pero de lo que si estaba seguro era de que no dejaría que hiciesen daño a sus hijos, de ninguna manera, así tuviera que matar a Gabriella el mismo.
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