Capítulo 18 : El arte del dolor

El Arte del Dolor

La noche del evento fue un éxito rotundo; los aplausos reverberaban en el aire como un eco interminable, mientras las luces brillaban intensamente, creando un espectáculo casi mágico. Pero detrás del telón, Valentina sentía una creciente inquietud que le oprimía el pecho. La multitud se agolpaba alrededor de Lucas, admirando sus obras con fervor. "Es un genio", decían algunos; "su locura es parte de su grandeza".

Pero Valentina sabía que esas palabras eran engañosas, como un espejismo en el desierto. El arte de Lucas no era solo creatividad desbordante; era un grito desesperado por ayuda, un lamento ahogado en la profundidad de su ser. Cada trazo, cada color vibrante, ocultaba un dolor que resonaba en su alma.

Mientras la música seguía sonando y las risas llenaban el aire, Valentina se apartó de la multitud. Su corazón latía con fuerza mientras buscaba a Lucas entre las sombras del salón. Finalmente, lo encontró en un rincón oscuro, solo, como si el mundo a su alrededor hubiera desaparecido. Estaba mirando sus propias obras con una mezcla de orgullo y vacío, como si estuviera atrapado en una prisión de cristal.

"Lucas", le dijo suavemente, acercándose a él con cautela, como si temiera romper algo frágil. "Esto no es lo que realmente eres".

Él giró la cabeza hacia ella, y por un breve momento, Valentina vio destellos del chico que había amado; su risa despreocupada y su mirada llena de vida. Pero esa chispa se desvaneció rápidamente, reemplazada por una sombra que lo envolvía como una niebla densa. Se volvió hacia sus pinturas, evitando su mirada.

"¿Qué sabes tú sobre lo que soy?", respondió Lucas, su voz cargada de defensiva. "La gente me aplaude. Ellos entienden mi arte".

"¿Entender? No, Lucas", insistió Valentina, sintiendo cómo la frustración burbujeaba en su interior. "Ellos ven lo que quieren ver. Tu arte es hermoso, pero también es doloroso. No puedes ocultarte detrás de él para siempre".

Él la miró entonces, sus ojos oscuros llenos de confusión y rabia. "¿Y qué sabes tú del dolor?", preguntó con un tono mordaz. "¿Acaso has vivido algo que te haya hecho sentir así?".

Las palabras lo golpearon como una bofetada. Valentina sintió cómo su estómago se retorcía. "Sí", respondió finalmente, su voz temblando ligeramente. "He sentido el dolor. He visto cómo consume a las personas que amo".

Lucas se cruzó de brazos, su postura defensiva como una muralla impenetrable. "Entonces deberías entender que este es mi escape. Este es mi refugio".

"Pero no es suficiente", replicó ella con firmeza. "No puedes seguir escondiéndote en tu arte como si fuera un escudo. Necesitas enfrentarte a lo que sientes".

El silencio se hizo pesado entre ellos, como una nube cargada de tormenta. Valentina podía ver la lucha interna en el rostro de Lucas; estaba atrapado entre el deseo de abrirse y el miedo a ser vulnerable. Finalmente, él soltó un suspiro profundo, como si estuviera dejando escapar todo el aire de sus pulmones.

"¿Y si no puedo?", murmuró Lucas, su voz apenas un susurro. "¿Y si me pierdo aún más?".

Valentina dio un paso adelante, acercándose lo suficiente para sentir la calidez de su cuerpo. "No te perderás", le aseguró. "Te prometo que estaré aquí para ti. No quiero que te hundas en este abismo".

Sus palabras parecieron calar hondo en él; sus ojos se suavizaron por un instante y Valentina sintió cómo su corazón se aceleraba al ver esa pequeña rendija de esperanza.

"¿Y si me caigo otra vez?", preguntó Lucas, esta vez con un tono más vulnerable.

"Entonces te ayudaré a levantarte", respondió ella con determinación. "No voy a dejarte caer sin luchar por ti".

Lucas parpadeó, como si estuviera procesando la magnitud de lo que ella decía. "No sé si merezco eso", admitió finalmente.
"Todos merecen ser amados y apoyados", dijo Valentina con sinceridad. "Tu arte es increíble, pero no puede ser tu única razón para existir".

Un silencio tenso llenó el espacio entre ellos mientras Lucas luchaba con sus pensamientos. La música seguía sonando a lo lejos, pero para ellos el tiempo parecía haberse detenido. Finalmente, él rompió el silencio.

"Tal vez... tal vez estoy listo para enfrentarme a ello", dijo con voz entrecortada.

Valentina sintió una oleada de alivio y alegría al escuchar esas palabras. "Entonces hagámoslo juntos", propuso, tomando su mano con suavidad. "Empecemos a construir algo más allá del dolor".

Lucas miró sus manos entrelazadas y luego alzó la vista hacia ella, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y miedo. "No sé qué vendrá después", confesó.

"No importa", respondió Valentina con una sonrisa cálida. "Lo importante es que estamos aquí ahora".

Y así, en medio del bullicio del evento y el eco lejano de los aplausos, Valentina y Lucas dieron un paso hacia lo desconocido; juntos enfrentarían el arte del dolor y la posibilidad de redención.

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