Capítulos 57.- La derrota de la bestia
En el set de grabación de "Los sueños de Jessica X".
— ¡Tzuyu! ¡Sana! —La actriz las recibía vestida solamente con su ropa interior y con una bata de baño blanca— Que bueno que vinieron —las saludó con un abrazo a ambas. Sin lugar a dudas esta rubia delgada y con facciones finas tenía su atractivo.
— No es nada —contestó Sana— Esta de aquí me trajo casi arrastras —rieron mientras Tzuyu miraba amenazantemente a su esposa por la mentira que había dicho.
— Bueno espero que no defraudarlas con mi performance —les dijo— Vengan que les presento al resto del equipo —Caminaba por delante de las chicas hacia un grupo de personas
Tzuyu aprovechó para susurrarle a Sana— Si yo recuerdo bien, fuiste tú la que le robó el taxi a una pareja de ancianos para poder llegar a tiempo. Y también fuiste tú la que no me dejó ir a comprarme una coca light para que no nos demoráramos. No entiendo entonces como soy yo la que te arrastró hasta aquí —le reprochó.
— Nadie me creería si lo hubiera dicho al revés —dijo la rubia— De las dos tú eres la que tiene la cara de sexópata —agregó haciendo que la morena abriera la boca grande.
— ¿Perdón? ¿Yo Sexópata? —se defendió.
— Tzuyu trajiste dos valijas y una de ellas estaba llena de juguetes y lencería erótica —La rubia tenía un buen punto— Juro que pude ver como los agentes de seguridad del aeropuerto nos miraban —apuntó.
— ¿Sabes que...? ¿Sabes que...? No más sexo para ti —sentenció esquivando la mirada de su esposa.
— Tzuyu ¿Cuánto duró la última vez que me dijiste eso? —le preguntó seriamente.
— ¡Eso no cuenta! —Reprochó— No fue mi culpa que justo diez minutos después de la prohibición, tú elijas usar esos condenados lentes de lectura que me vuelven loca —De sólo imaginársela con los lentes puestos Tzuyu sucumbía.
— ¿Quieres apostar a que en este momento me estás imaginando con los lentes puesto y que si fuera por ti ya mismo me estarías haciendo el amor? —preguntó la fotógrafa.
— No —se negó rápidamente.
— ¿Y por qué no, cariño? —preguntó pícaramente.
— Porque perdería —contestó sin dudar. No había con que darle.
— ¿Cuál es la conclusión entonces? —Sana seguía razonando con su esposa.
— Qué yo soy la sexópata —acertó.
— Así me gusta cariño —le dio unos golpecitos en la cabeza para irse a con Jessica que las estaba esperando.
— ¡Oye! No soy un perro —le dijo. Tzuyu suspiró y miró el caminar de su esposa— ¿Algún día podré resistirme a ella? —se preguntó.
— Amor... ¡Ven! —le gritó Sana.
Tzuyu apuró su paso— Nunca, nunca voy a poder. Condenada rubia con trasero y pecho de dioses —se dijo a sí misma.
— Mira cariño —le dijo apenas llegó a su lado— Ellos son Paul HORNY (caliente) —Tzuyu enganchó la cara de su esposa ante el apellido del apuesto y musculoso hombre— Samantha BOOBS (pechos)... &Menos mal que la morena había descartado Boobs como su apellido artístico. Tzuyu saludó a la joven rubia de marcadas curvas— Y... —la rubia miró a Jessica porque aún no sabía el nombre de la última mujer que parecía la mayor de todos y que no sacaba la vista de la deportista.
— Y ella es Betany Sixtynine (Sesenta y nueve) —culminaron las presentaciones.
— Tu puedes llamarme Bethy —Le dijo en el oído a Tzuyu cuando se acercó para saludarla. El gruñido de Sana no pasó desapercibido.
— ¡TODOS A SUS PUESTOS! —George estaba detrás de cámara y estaba listo para comenzar la filmación— Pero antes de empezar —El hombre caminó hasta donde estaban las chicas— ¿Estás segura de que no te gustaría participar? —le preguntó a Sana— Fácilmente podrías ser la protagonista junto a Jéssi... —La cara de Tzuyu daba miedo. Sana la tenía agarrada bien fuerte— ES BROMA MUJER, ES BROMA —Se apresuró a decir el director.
Jessica giró los ojos ante el chiste de su esposo— ¿Empezamos o no? —le preguntó.
— SI SI —el hombre estaba más que contento con alejarse de la morena— PRIMERA ESCENA JESSICA Y PAUL EN LA CAMA —anunció volviendo a su puesto detrás de cámara.
— Bueno niñas, las tengo que dejar. Es hora de ganarse el pan de cada día —las abrazó la actriz— Menudo ángel guardián tienes a tu lado rubia —le dijo al oído de Sana— Cuídala —aconsejó para después irse
— Ese tal George no me cae para nada bien —murmuró la morena sentándose en una de las sillas que había en el set.
Sana le sonrió y se sentó a su lado para recostarse sobre ella— Me encanta cuando te pones celosa —confesó.
— ¡No estoy celosa! —aclaró.
— ¿No? —la famosa ceja se levantaba y Tzuyu negaba con su cabeza— ¿No te molestaría para nada que fuera yo en este momento la que se estuviera sobando al bulto de Paul? la escena que se estaba reproduciendo enfrente de ellas - ¿O que fuera la que la que Paul le está agarrando los yo a dos pe...?
— ¡BASTA!... NO LO SOPORTO... ¡NO LO QUIERO NI PENSAR! ¡NO TE ESCUCHO! ¡NO TE ESCUCHO! —La morena se tapaba sus oídos mientras Sana luchaba por seguir provocándola.
— ¡CORTEN! —Gritó George— ¿ALGÚN PROBLEMAS SEÑORITAS? —El director les llamaba la atención.
Tzuyu y Sana se quedaron quietas y una rubia colorada contestó— Disculpa George, no volverá a pasar —le dijo.
El hombre volvió detrás de cámara— PAUL ¿Por qué DEMONIOS ESTAS TOCANDO LOS PECHOS DE JESS COMO SI ESTUVIERAS AMASANDO PIZZA? ¡PONLE GANAS HOMBRE! TOMA DOS... ¡ACCIÓN! —ordenó y el actor siguió desnudando a Jessica.
— Buuuu, tampoco es para tanto —comentó la rubia ante la desnudez de la actriz— Tanta plata en películas para eso, Squishi y Spongi son más bonitas —Tzuyu escuchaba los comentarios de su chica y se aguantaba para no reír.
— No es por sus pechos que es una de las actrices porno más buscadas —le dijo la morena logrando que Mina la mirara inmediatamente.
— ¿Por qué es entonces? —le preguntó venenosamente y acto seguido ambas chicas escucharon gritar a George.
— ES HORA DE QUE MUESTRES AL PODEROSO EN CÁMARA JESSICA —ordenó e inmediatamente la actriz con mucha habilidad apuntó con su trasero a la cámara...
— Por eso —Tzuyu contestó la pregunta de Sana señalando la parte trasera de Jessica.
La rubia se cruzó de brazos y se tiró su espalda en el respaldo de la silla— Tampoco es para tanto —refunfuño la rubia.
La deportista miró a su novia— ¿a ver esos pucheritos? —la cargó tratando de agarrar su rostro. Sana esquivaba sus manos— No te preocupes amor, tú no tienes nada que envidiarle —aclaró logrando que Sana volviera a recostarse sobre ella— Yo amo tu trasero —afirmó.
— ¡TU TURNO PAUL! —indicó el director.
Se ve que era el turno del actor para desnudarse. Y así lo hizo, se quedó como Dios lo trajo al mundo.
Sana y Tzuyu se miraron automáticamente— Cariño... —La artista fue la primera que habló.
— Lo sé, Lo sé... —Tzuyu le leyó la mente— Creo que su apellido tendría que ser littleone (pequeño) —opinó.
— Pero si hasta nuestro pene falso es más grande —Sana estaba azorada.
— Mucho más grande —acotó la morena.
— ¿Y porque Jessica hace tanto escándalo? —La fotógrafa hacía dos más dos y las cuentas no le daban cuando escuchaba a la actriz gemir y gritar.
— Por eso se llaman actrices amor —le explicó Tzuyu.
— Pero eso debería ser declarado como trabajo insalubre —protestó en broma mirando la escena en la que ahora Paul hacía su máximo esfuerzo arriba de Jessica.
— O al menos deberían pagarle una indemnización por el servicio no prestado —dijo Tzuyu.
Las esposas se miraron— JAJAJAJAJAJA —soltaron la carcajada a dueto.
— ¡CORTEN! ¡CORTEN! —las chicas interrumpían la filmación de nuevo— ¿Y AHORA QUE LES PASÓ? —George las miraba buscando respuestas.
— Dis... dis... —No podían formar las palabras— Que dolor de panza Dios —la risa había hecho estragos en ellas— Discúlpanos George —por fin formularon la oración y trataron de esforzarse para hacer silencio.
El hombre las ignoró— TOMA TRES... ¡ACC...!
— VOY A NECESITAR UN MOMENTO AQUÍ GEORGE —gritó Paul. Parece que las cosas se vinieron abajo.
— ¡DEMONIOS PAUL! TOMATE UNOS SEGUNDOS NADA MÁS —ordenó mientras Jessica y el caminaban hacia las chicas.
— ¿A caso no saben cuánto cuesta el minuto de filmación? —Les preguntó enojado— Y ahora tengo que esperar a que a ese idiota se le despierte de nuevo —les dijo.
— Bueno tampoco es para tanto... ¿Cuánto puede tardar? —le preguntó Tzuyu.
— Uno o dos segundos como mucho —agregó Sana.
Se miraron de vuelta— JAJAJAJAJAAJA —no podían parar.
Cuando por fin pudieron frenarse Tzuyu agarró la mano de su mujer— Mejor nos vamos cariño —la cara de George no era la mejor.
— Total... totalmente de acuerdo —Sana seguía agarrándose el estómago— Jessica mereces todos mis respetos —le dijo la rubia a la actriz que estaba desnuda frente a ellas.
— Tienes coraje —la apoyó Tzuyu.
La actriz no podía creer la locura de estas dos— Eeee... ¿Gracias? —estaba confundida.
— Una cosita más —Sana la frenó— ¿Nos podemos sacar una foto? Es para una amiga fanática tuya —Tzuyu a su lado asentía.
— Por supuesto —aceptó la actriz.
— ¡Digan pechos! —pidió el fotógrafo.
— ¡PECHOS! —las tres sonrieron ante la cámara.
Mucho más tarde en casa Park-Minatozaki.
— ¡DIOS MIO ESOS TAMBORES ME ESTÁN PARTIENDO LA CABEZA! —Momo se quejaba por el ruido que hacía Yoon Ah tocando la batería— LLEVA UNA HORA DÁNDOLE CON EL PALITO A ESA COSA —Jihyo no le prestaba atención a las quejas de su esposa y seguía muy atenta a su tejido— Tengo una idea Jihyo, agarra el martillo que dejó el bomboncito cuando vino a arreglar nuestra puerta de baño y...
— ¿Ya supiste como se rompió la puerta? —Misteriosamente la puerta había aparecido rota después de la noche que Sana y Tzuyu pasaron en el departamento de las chicas.
Momo giró los ojos ante la inocencia de su esposa— Tengo una leve idea — contestó asqueada. La idea de sus dos amigas teniendo sexo en su casa no le agradaba mucho, pero eran Sana y Tzuyu, demasiada suerte tenía si no lo hacían en frente de ella, no es que Momo se quejara si eso pasara. El sonido de un platillo la volvió a la realidad— Bueno, como te decía, agarras el martillo y me golpeas fuerte en la cabeza. Quedo inconsciente durante dos o tres horas y cuando la ratita termine de ser tan ruidosa me despiertas —La mayor pensaba que había descubierto América con su idea— Jihyo... Jihyo... ¡JIHYO! —por fin la rubia la miro— NO me estas escuchando —le reprochó.
— ¿Te parece que esto tenga la forma de un saquito? —levantó su tejido para mostrarle lo hecho a Momo. La verdad es que parecía algo que pudiera haber salido del estómago de la vaca que tenían como gato.
La abogada en vez de contestar se tiro boca arriba en el sillón y se tapó la cabeza con uno de los almohadones— Juro que cuando las sexópatas vuelvan les voy a hacer pagar cada día que tuve que aguantar a la ratita baterista —dijo tocando su enorme panza— ¿Por qué siempre patea más cuando la toca el bomboncito? —preguntó en voz alta.
— Chewy tiene algo especial con los niños —contestó en forma simple la bailarina— Y trata de no decirle eso a Sana, no quiero que Tzuyu duerma en el sillón de nuevo —dijo.
Momo sonrío ante el recuerdo de sus amigas peleando por el cariño de su ahijada, cuando Tzuyu le tocaba la panza la bebé respondía, no así cuando lo hacía la fotógrafa. Al parecer la pequeña Yunjin aun no nacía y ya había elegido a Tzuyu como su tía preferida. Es más antes de nacer, la morena ya le había puesto su pseudónimo. Para todas era Yunjin o bebé, pero para Tzuyu era leoncín, porque la morena decía que ya desde la panza peleaba como leona.
— No me acuerdo que fue lo que dijo el bomboncito que hizo enojar a Sana? — algo hizo que la deportista terminara en el sillón.
Jihyo sonrió— Le dijo a Sanake que "ese es el efecto que suele causar ella en las mujeres" —la cara de la artista había sido un Picasso original cuando escuchó a Tzuyu decir eso.
— ¿Escuchas eso? —Momo dejaba de recordar y volvía a prestarle atención al ambiente de su casa.
— No escucho nada Momoring —Contestó la bailarina.
— EXACTO... NADA —Momo suspiró— No más batería por hoy. Gracias a Dios —Se acomodó en el sillón justo cuando Yoon Ah hacía su presencia en la sala.
— Necesito ir al centro comercial —anunció la pequeña ocupando un lugar en el sillón al lado de su tía Hyo.
Momo la miró— Si claro... ¿Antes o después del fin del mundo? —preguntó en forma irónica.
— Si es posible, antes. —contestó la pequeña sin dudarlo— Se me rompió el soporte del platillo ¿No sintieron que suena como los gritos que pegas tú a la noche? —Miró a Momo y la mayor miró a su esposa que seguía metida en su tejido. Por más que tratara la cosa no tenía forma.
Momo hizo silencio y miró para el frente, lo que menos quería era tener otra conversación sobre sexo con la pequeña.
— Tía Jihyo ¿Me puedes llevar? —le pequeña insistió con su pedido.
— Yoon Ah cariño, lo siento, pero no creo que el centro comercial aun esté abierto —la bailarina mintió un poco. A su esposa le vendría bien descansar de la música de su sobrina— Pero mañana sin falta te llevo ¿de acuerdo? —como si alguien se le pudiera negar.
— De acuerdo —aceptó la pequeña acomodándose más en el sillón. Después de un segundo de silencio, la pequeña miró a la mayor y luego a su panza, luego a Momo para después volver a mirar a la panza de la mujer y finalmente terminar en la abogada. Con mucho cuidado se inclinó para quedar cerca del vientre de la mujer.
Momo y Jihyo se miraron sin ánimos de interrumpir a su sobrina.
— Hola Yunjin —le susurró la niña al estómago— Soy yo, Yoon, tu prima —se presentó — Dicen que falta poquito para que salgas de adentro de la tía Momo. Mi mamá Sana dice que como veinte pico de días para eso, pero mi mami Tzu dice que vas a salir antes porque nadie puede aguantar tanto tiempo cerca de la tía Momo —Aunque Momo no quería no podía evitar sonreír ante el comentario— ¿Te cuento un secreto? —La voz de la pequeña se hizo difícil de escuchar— Yo también quiero que salgas pronto, porque cuando lo hagas, mi mamá Tzu y yo te vamos a enseñar a tocar el piano, porque mami dice que eso nos falta para ser una buena banda —explicó reclinándose sobre su tía. Momo puso una mano en la de Yoon Ah y la acariciaba. Sabía que era cuestión de segundos para que la pequeña cayera rendida.
— Tía Hyo... —alcanzó a decir entre bostezos.
— Dime ratita —Le dijo.
— Mami Tzu dice que yo tengo que cuidar a Yunjin como si ella fuera un tesoro, porque todo cangurin tiene que cuidar de leoncín —contó— Así que tú no tienes por qué preocuparte porque yo la voy a proteger —aseguró cerrando los ojos.
— Lo sé ratita, lo sé. —dijo Momo mirando como caían lágrimas por el rostro de su esposa sin poder evitar que salieran las suyas propias.
En el hotel del Caribe.
Chaeyoung llevaba ya alrededor de quince minutos buscando a su esposa. Era su última noche de luna de miel y quería disfrutarla en grande, pero Sana no aparecía por ninguna parte
— Disculpe —la morena estaba en frente del mostrador de recepción— ¿De casualidad no vio a mi esposa por alguna parte? —La pareja se había hecho famosa en el lugar debido escandalosos encuentros sexuales. Era sabido por los del servicio de limpieza que no tenían que aparecer por la habitación antes del mediodía sino querían presenciar un concierto de gritos y gemidos. Sin contar que ya eran varias las "denuncias" que acumulaba el dueño del hotel por los molestos ruidos que los otros hospedantes escuchaban a la noche y que provenían de la habitación de la famosa pareja.
— Creo que dijo que la esperaba en la sala de juego Señora Chou Minatozaki —contestó el hombre educadamente.
— ¿En la sala de juegos? —lo dijo más para sí misma que para el hombre— ¿Qué juego puede ser mejor que jugar conmigo a la doctora? —Tzuyu tenía el estetoscopio preparado.
— Por las quejas que tenemos acumuladas, estoy segura que ningún juego la supera Señora Chou Tzuyu —contestó sin vergüenza.
— ¿Has visto a mi mujer? Si fueras yo no le sacarías las manos de encima —sin vergüenza contestó Tzuyu también.
— Créame que la he visto y entiendo lo que dic... —el hombre se tuvo que callar inmediatamente al ver la cara de la morena.
— ¿Está insinuando que mira a mi mujer? —le preguntó tratando de quemar al hombre con su mirada.
— Eeee... yo... es que... —Rápidamente agarró el teléfono— Hotel "Ulaula" —respondió esquivando los rayos que provenían de la cara de la morena.
Tzuyu sin dudarlo agarró el aparato y cortó la llamada del hombre para luego agarrarlo de la ropa y tirarlo hacia ella - Si te llegó a agarrar mirando, o siquiera respirando el mismo aire que mi esposa, como un Ulaula va a quedar tu trasero— ¿Me oyes? —Amenazó y lo soltó para dar media vuelta e irse rumbo a la sala de juego— Estúpido recepcionista de Hotel ulaula —refunfuñó llegando a la puerta mencionada.
Antes de entrar pudo escuchar el golpe de un taco de billar golpeando la bola y se paralizó— ¿Estoy soñando de nuevo? —se preguntó y acto seguido abrió la puerta. Sana circundaba la mesa estudiando su próximo tiro. La rubia llevaba puesta solamente la camiseta con la que Tzuyu ganó el partido final de campeonato y que era suficientemente larga para cubrir el trasero de su chica. Además, para esa noche había elegido llevar el pelo suelto. A pesar de toda la intimidad compartida hasta el momento, a Tzuyu aun la seguía impresionando la belleza de su mujer. De algún modo esa forma de caminar que tenía la rubia, tan pedante, tan "soy dueña del mundo", era una especie de energizante para la deportista.
Sana levantó la mirada y la vio esperando en la puerta. Le sonrió con una calidez que reconfortaba y excitaba a la vez. Dejó el taco sobre la mesa y se acercó. La envolvió en sus brazos y la apretó contra su pecho, embriagándose del perfume preferido de Tzuyu, que la misma Mina le había pedido que usara solo con ella.
— ¿Estás bien? —le preguntó Tzuyu. De alguna manera había percibido una pequeña vulnerabilidad en la chica. -
— Es nuestra última noche de bodas — contestó con tristeza— Y no quiero que sea la última —confesó.
— Prometo tratar de que tengas todas las noches de bodas que quieras amor —la tranquilizó Tzuyu apretándola más hacia ella.
— ¿Me amas? —la rubia le preguntaba con toda su inseguridad.
— Más que a nadie en este mundo —contestó la basquetbolista— Te amo tanto que me sorprende que una mujer de mi tamaño pueda amar de esa manera. Desde que te conocí no paro de amarte ni un día. Desde que te conocí, yo que nunca deseé ser dominada por nadie, te di el control sobre mí y eso sorprendentemente me encanta —confesó.
— Yo no quiero controlarte, quiero hacerte feliz —dijo la rubia abrazándose a ella como si fuera a perderla.
— Lo haces amor, lo haces cada minuto que pasas conmigo —afirmó Tzuyu.
Sana no lo demoró más y la besó con pasión, con intensidad. Ella necesitaba su presencia, la necesitaba con urgencia, cada vez que sentía los labios de Tzuyu sobre los de ella convencía que esa mujer era solo para ella, se convencía que ella era todo para la morena y nada le importaba más en ese momento que ambas fueran todo la una para la otra.
— ¿Estabas practicando? —le preguntó la morena con picardía.
Sana se repuso del beso y miró a la mesa de pool— Después del juego en el aeropuerto creo que la que necesita práctica eres tú —contestó a la provocación.
— Tal vez quieras darme una clase —seguían las provocaciones.
— ¿Quieres aprender? —Tzuyu asintió con una sonrisa. Porque no cambiar el juego de la doctora por el juego de la maestra "Sana en guardapolvo mmmm"
— ¿Es muy difícil? —preguntó inocentemente.
— Pues solo hay que combinar puntería con inteligencia —respondió la rubia— Ven —le agarró la mano— hasta la mesa. Sígueme —caminaron
Cuando llegaron la rubia le dio un taco a su esposa y le explicó como agarrarlo, como poner los dedos y como y donde pegarle a la bola blanca. La morena estaba callada. Tzuyu se inclinó sobre la mesa con Sana ubicada detrás de ella indicándole en el oído a que bola debía apuntar. La lección duró poco. Tzuyu enseguida sintió la parte frontal de la rubia apretada en su trasero y las manos de Sana navegando por su cuerpo. La morena cerró los ojos y se mordió los labios. Se quedó quieta, con el taco en la mano, sin necesidad el control, esta vez quería ver hasta donde Sana era capaz de llegar.
Sana agarró sin piedad los pequeños pechos de su mujer y se inclinó al oído— Sabes que amo tu perfume ¿cierto? —Le apartó el cabello y le buscó la nuca para mordérsela con delicadeza— Es como tú, dulce y excitante —le tomó el cuello y la obligó a volver la cara para besarla— Me gustas tanto. No puedo dejar de mirarte en ningún momento —le dijo mientras sus manos exploraban su cuerpo.
Tzuyu sonrió, aunque sus labios tuvieron que abandonar la sonrisa pronto, para abrirse y dejar pasar un quejido cuando los dedos de Sana le apretaron los pezones y la rubia a refregarse en su trasero.
— ¿Sabes? —dijo la fotógrafa— Deseaba tanto que me encontraras rápido para poder hacerte esto. Has hecho que hacer el amor contigo sea una obsesión.
— ¿Soy tu vicio? —provocó la morena.
— Mi vicio. Si eres mi vicio. Si no te tengo me muero —confesó.
Sana comenzó a quitarle la ropa y Tzuyu se movió para facilitarle la tarea. Con una mano impaciente, la rubia empujó las bolas hacia los extremos de la mesa y obligó a Tzuyu recostarse sobre la carpeta verde. La morena aún tenía puesta la ropa interior. Sana deslizó las manos por sus largas e inolvidables piernas hasta llegar a la zona húmeda del centro de su esposa.
— Sana —fue lo único que pudo balbucear la deportista. Necesitaba placer inmediatamente.
La artista le quito las últimas prendas que le quedaban, dejándola desnuda sobre la mesa. Guardó un silencio inquietante mientras admiraba su cuerpo, amaba cada uno de sus cuadraditos y amaba aún más ese duro trasero como roca que resaltaba con sus pequeños pero llamativos pechos.
Tzuyu nunca pensó que se iba a sentir tan a gusto debajo de su esposa. Había aprendido a dejarse llevar por las reacciones de los ojos de su chica. Ojos que decían todo lo que morena necesitaba saber y que en este momento no hacían más expresar un intenso deseo por la deportista.
La morena no pudo evitar incorporarse un poco de forma involuntaria cuando sintió la boca de Sana en si estómago. Se quedó muda, no podía decir palabras— Sana... —Trató expresar con su nombre la necesidad que sentía.
Sana la ignoró y siguió haciendo de las suyas con su lengua y una fuerte corriente la devolvió sobre la mesa cuando la lengua de la rubia estaba teniendo una charla muy personal con el clítoris de Tzuyu. La morena ya no podía evitar gemir. Se agarraba de las troneras y movía la cabeza de un lado al otro— Me estás volviendo loca —Le dijo sin respirar.
Era tanto el placer que sentía, que el cuerpo de Tzuyu reaccionaba sólo, se curvaba ofreciéndole los pechos a su esposa mientras se aferraba a la cabeza de la misma buscando intensificar el placer. Sana no tardó en responder su pedido y con sus manos tomó el preciado trasero para atraerla y profundizar la penetración de su lengua.
Tzuyu tuvo que morderse el puño ante lo que estaba sintiendo, el orgasmo pasaba por ella haciendo estragos. Y enseguida sintió el peso de Sana que se inclinaba sobre ella, le apartaba el puño de la boca y la besaba, con labios mojados y calientes, compartiendo con ella su propio sabor. La deportista quedó laxa, los ojos cerrados, la boca entre abierta, sus puños aun cerrados; sus piernas cayeron hasta colgar de la mesa. Descansó sus brazos sobre su pecho y dejó caer la cabeza a un costado.
En ese estado de relajación le pareció sentir como Sana se quitaba la camiseta y enseguida sintió los pechos desnudos de su esposa sobre los de ella— Aún no termino contigo —tomándola de la cadera y arrimándola al borde de la mesa para introducir sin previo aviso sus dedos dentro de ella— Me encanta ver a la bestia sucumbir ante mí —la provocó. Sus palabras se cruzaban con los jadeos de Tzuyu— ¿Puedes sentirme? —le preguntó sin obtener respuesta.
— Contesta si no quieres que pare morena —ordenó.
— Si... si... te siento... te siento —dijo como pudo.
— Mírame —volvió a ordenar, esta vez Tzuyu le hizo caso acariciando una de las mejillas de Sana.
— Estás temblando —le dijo Tzuyu.
— Ya te dije que me vuelves loca —repitió.
Tzuyu levantó aún más sus piernas y ajustó los pies en la espalda de Sana. Ambas comenzaron a menearse adquiriendo un ritmo casi salvaje, como Si Sana nunca llegara a estar adentro de ella lo suficiente.
— ¡Dios mío Chaeng! —repitió el nombre de la morena hasta que sus palabras se confundieron con los gemidos de la otra y hasta que esos gritos y gemidos se convirtieron en el segundo intenso orgasmo de la morena.
Se quedaron quietas, tensas, una aferrada al cuerpo de la otra, Sana todavía adentro de Tzuyu, las respiraciones agitadas hacían que sus húmedos pechos se golpearan. Las piernas de la morena cruzadas en la espalda de Sana y sus brazos apretados al cuello de la rubia.
— No quiero salir de ti —confesó Sana.
— No lo hagas entonces —Sugirió.
— Eres mía... toda mía —Dijo Sana buscando los ojos marrones de su mujer.
— Soy tuya. Y tú eres mía —agregó Tzuyu— Y así para siempre bebé —aseguró encontrando los ojos que la buscaban.
Y así se quedaron hasta que tuvieron la fuerza suficiente para salir del salón de juegos y dirigirse hacia la habitación.
La salida de las chicas no pasó desapercibida para dos mujeres encargadas de la limpieza en el hotel.
— ¿Irán por la segunda ronda? —le preguntó una a la otra. Al parecer las paredes del salón de juego no eran a prueba de orgasmos.
— Que no te quepa la menor duda —contestó la otra mujer— Estos jóvenes de hoy —agarró el balde y agitando su cabeza empezó su trabajo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top