Capítulo 42.- Las veces que tú quieras

En medio de la noche Sana se despertó con los dedos de Tzuyu dentro de ella. Se quejó, luchando contra el sueño y la excitación. La morena trataba de convencerse de dejarla en paz, sabía que su novia necesitaba descansar. Le había exigido demasiado. Pero no pudo detenerse, siguió adelante. No se trataba de ella sino de esa pasión que sentía por su rubia, de esa sensación, de ese deseo que la manipulaba como aun títere, como si se estuviera muriendo de hambre o de sed, y su novia fuera lo único de lo que ella pudiera alimentarse o de lo que ella pudiera beber. El problema era que nunca acababa de saciarse.

Sana terminó de despertar y casi enseguida volvió a desvanecerse. La fotógrafa sabía que su novia era insaciable, lo supo desde la primera vez que hicieron el amor, Tzuyu la conocía de memoria, sus puntos débiles, sus posturas favoritas, la morena sabia como derretirla, sabia como volverla vulnerable, como tocarla, como calentarla. Y para colmo el entorno era aún más excitante, la habitación estaba totalmente a oscuras, solo unas sábanas las cubrían, el aroma de sus cuerpos, la respiración agitada de su morena, sus propios gemidos, todo la excitaba. A Sana se le erizó la piel cuando escuchó a Tzuyu susurrarle.

— ¿Por qué tienes que volverme tan loca? ¿Por qué? No puedo dormir cuando te tengo desnuda a mi lado —la deportista no había dejado de mirar a su novia en toda la noche. Se controló, lo intento, trato de conformarse con solo mirarla, pero basto solo un movimiento de la dormida mujer para que la sabana resbalara de su cuerpo dejando al descubierto uno de sus pechos, para que Tzuyu se perdiera.

— ¿No me vas a dejar dormir cierto? —alcanzó a preguntar entre gemidos.

— Puedes apostarlo —sentenció .

De un momento a otro Tzuyu aprovechó la debilidad de su novia y la movió con total destreza, que la obligó a ubicarse de costado, su espalda estaba siendo sostenida por los pechos de la morena. Tzuyu aprovechó su rodilla para levantar la pierna de la rubia, quien volvió a sorprenderse cuando Tzuyu volvió a introducir sus dedos en ella, fue un empujón certero y rápido, que para ser sincera Sana nunca creyó que lograría en esa postura. Sana llevó el brazo hacia atrás para sujetarse de la nuca de Tzuyu.

— Prométeme —gimió Sana— que siempre será así entre tú y yo. Que siempre me amaras así, que siempre seré la única mujer a la que le hagas el amor.

— Te lo prometo —aseguró— te lo prometo porque te amo como sé que nunca voy a amar a nadie más, porque fuiste, eres y serás la única mujer de la que me he enamorado —afirmó sin dejar de tocar a su chica.

Con esta promesa y con el cansancio de este último orgasmo, Sana logró el sueño justo un segundo antes del amanecer.

Mismo día - Mucho más tarde

Cuando Sana despertó lo primero que vio fue el enorme ramo de rosas rojas que adornaba la habitación acompañado de una pequeña nota "Una rosa por cada vez que dejaste que hiciera de las mías— Te amo" —Doce —contó la rubia. Y Tzuyu no se había equivocado, doce fueron las veces que Sana pensó que iba a morir de placer, si bien la rubia le devolvía los favores a su novia ella no entendía como hacia la morena para seguir de pie después de cada orgasmo. Al final solo tenía que aceptarlo y dejar que su chica hiciera, como dice en la nota, de las suyas. Después de todo lo que Tzuyu despertaba en ella era más fuerte que su propia voluntad. Sana sonrió ante los recuerdos de la noche y si no fuera porque todavía podía sentir los efectos de la "bestia" juraría que se estaba excitando de nuevo con tan solo imaginar a su novia cerca de ella. Decidió distraerse leyendo la parte que seguía de la nota "Me gustaría estar aquí para cuando te levantes, pero hay otra Minatozaki demandando atención. PD: en la mesita deje una pastilla que te va a ayudar con las molestias, perdóname. TE AMO". Efectivamente el calmante junto con un vaso de agua estaban en la mesa. La artista nunca pensó que alguien iba a lograr derretirla tan solo con un gesto. Definitivamente Tzuyu era un sueño hecho realidad.

— ¡BUEN DÍA A TODOS! —Cuando llegó a la sala recibió cinco miradas distintas. Jihyo la miraba como diciendo "no puedo creer que aun estés viva", la de Chaeyoung decía algo así como "Sería un buen día si hubiera podido dormir sin tener que escuchar esos gritos", Jeongyeon no miraba a Sana si no más bien a su esposa con una mirada de reproche "Te dije que elegir la habitación cerca de la de Tzuyu y Sana era peor que la de Momo y Jihyo" y la señora Yoo le respondía mirándola como diciendo "Para la próxima ya lo sabemos". Y por último estaba la mirada de la bailarina, esta costaba descifrar, era una mezcla de alegría, con... ¿Tristeza? .... ¿Jihyo triste? Eso era algo a lo que nadie del grupo estaba acostumbrada, era como si la mirada de su amiga dijera "Me alegro por ti, pero algo no bueno me está pasando a mi".

Cuando Sana estuvo a punto de preguntar, la respuesta llegó de la mirada faltante, la de Momo. La mayor de las japonesas estaba tirada boca abajo en el sillón y aún seguía con la ropa de la fiesta.

— Ahí quedo desde anoche —le aclaró la futura esposa de Momo.

— La tuvimos que meter nosotras porque no se podía mover de la borrachera de que tenía —Jeongyeon había sido la encargada de moverla

— Con suerte no tuvo que escuchar lo que nosotras tuvimos que padecer — Nayeon seguía con sus remordimientos— Y por cierto no es un buen día, si no más bien BUENAS TARDES, que son las cuatro de la tarde por dios —agregó la misma mujer.

— Si las escuche —alcanzaron a oír una leve y ronca voz desde el sillón— Es mas —se levantaba del sillón como podía— Si llama Maiko desde Japón seguro es para quejarse por que ella también las escucho —Dijo para luego agregar— DIOS MIO ¡MATAME, MATAME YA! —el exceso de alcohol estaba haciendo estragos en Momo.

La verdad que la fotógrafa no sintió una pizca de vergüenza por lo que decían sus amigas, valió la pena, lo volvería a hacer, cuando quiso caminar para sentarse sintió sus piernas débiles, bueno tal vez no lo volvería a hacer ya mismo.

— Hasta raro caminas —le dijo Mina y Sana solo se limitó a sonreírle. Su vista volvió a Jihyo, ahora la bailarina miraba a Momo muy enojada, la abogada solo se limitaba a esquivar la mirada de su prometida, algo pasaba fue lo primero que se le vino a la mente. Lo segundo que pensó fue en su hija y en su novia, no las veía por la casa— ¿Tzuyu y Yoon Ah? —Preguntó al aire.

— Fueron de nuevo hasta el cerro —contestó Nayeon— de hecho, Tzuyu volvió de correr justo cuando Yoon Ah se levantaba —aclaró.

— Menos mal —Chaeyoung se metía en la conversación— porque hay que ver la cara del cangurin si no desayuna con su madre...

— No le digas así —Sana saltaba por su hija. La coreana giraba los ojos y la fotógrafa se perdió calculando cuanto tiempo faltaba para volver a ver a sus dos personas favoritas.

— ¿Cómo es que el bomboncito aún puede salir a correr? Yo no puedo ni moverme y eso que ni siquiera tuve sexo —se preguntó Momo en voz alta.

— Pensamos que después de como la vimos salir de la fiesta a buscarte no te íbamos a volver a ver viva —Mina se interesaba en la charla.

— Que puedo decirles... Tzuyu sabe lo que hace —su cara provocó varias reacciones— Dios mío cierra la boca Minatozaki, tu sonrisa me encandila y me hace doler la cabeza —protestó la abogada.

— A mí me da envidia —esta fue Nayeon— Si mi novia no hubiera estado tan ocupada mirando los pechos de las mozas tal vez yo la hubiera dejado tocarme —al parecer no había sido una buena noche para el resto.

— Bueno creo que Chaeyoung y yo nos vamos a jugar por ahí —ambas chicas se pararon tratando de evitar más reproches de parte de sus novias.

— ¿Otra vez? —protestó una de sus mujeres, no se iban a escapar tan fácil.

— Ayer y antes de ayer se la pasaron toda la tarde jugando —la cantante siguió la protesta.

— ¿Han visto ese televisor? —Chaeyoung señalaba hacia la sala de juegos— ¡Los zombis prácticamente son de nuestro tamaño! —explicó acompañado de gestos.

— Solo nos queda hoy y mañana y adiós televisor —Jeongyeon se unía a las plegarias de la coreana.

Nayeon y Mina se miraron y cuando quisieron avivarse sus chicas ya habían huido— .Me voy al sol —anunció la cantante

— Igual yo —La siguió Nayeon. Al parecer había mucho que chismear.

— ¿Se puede saber que les pasa a ustedes dos? —la capitana aprovechó que se había quedado sola con sus amigas para preguntar.

— Pregúntale a tu amiga porque carajo no me habla —espetó la mayor de las japonesas que volvía a tirarse sobre el sillón.

— Jihyo...

— No quiero hablar de ella —se apuró la bailarina.

— Pero... —Sana no podía verlas así.

— Pero nada Myoui, ¿Acaso no puedes cerrar tu bocota? —No era una buena idea, si Momo enojada era Ironman, Sana era toda la puta liga de la justicia junta.

— Tu a mí no me haces callar idiota, ¿no ves que solo estoy tratando de interceder por ustedes? —atacó.

— ¿Y se puede saber quién carajo te pidió que lo hicieras? —la mayor no se quedaba atrás.

— No le hables así a Sana —se metió Jihyo.

— Le hablo como quiero —dos contra uno no era justo pensó la abogada— ¿Y tú ahora quieres hablar conmigo? Después de haberme ignorado desde que te levantaste —y eso que la abogada lo intentó.

— Ahora quieres hablar conmigo, cuando estuve toda la noche persiguiéndote —Parecía tonta pero no la iban a tomar como una estúpida a la bailarina.

— ¡BASTA! —Tzuyu al rescate. La morena aparecía con su hija dormida en brazos. El bichito otra vez había sucumbido ante la caminata del cerro. En el rostro de Sana volvía a aparecer una enorme sonrisa— Voy a subir a mi hija y para cuando vuelva las quiero sentadas a las tres. No se hablen, no se miren, no hagan nada ¿okay? —ninguna de las tres se atrevió a contradecirla. Apenas la morena subió por las escaleras cada una busco un lugar donde sentarse. El ambiente parecía una zona de guerra, bastaba un solo comentario para que alguien acabara lanzándole a la otra algo pesado por la cabeza.

Tzuyu volvía a aparecer con un vaso de agua en su mano, fue derecho a Momo— tomate esto —abrió la palma de su mano mostrando una pastilla— Créeme que, si no fuera por esta pastilla, las fiestas de mis padres no se hubieran hecho tan seguidas —De hecho, si fuera por el padre de la morena ya le hubiera hecho un monumento a ese analgésico. La mayor de las japonesas agarro la oferta de la deportista y se bebió el vaso de agua de un solo trago— Bueno —Tzuyu buscó a la bailarina y la encontró bastante alejada de su prometida— Jihyo por favor, ¿puedes venir a sentarte en el sillón con Momo? —en un principio la rubia más alta lo dudo, pero convencida por el tono amable de la basquetbolista camino hasta el mueble, se sentó al otro extremo de su novia.

Ahora la morena buscaba a la luz de sus ojos, solo tuvo que dejarse llevar por el perfume de la mujer que día a día, hora a hora, minuto a minuto y finalmente segundo a segundo la enamoraba cada vez más. Allí sentada en una de las sillas y mirándola intrigada estaba Sana. La rubia no pudo sostener la mirada, sentía que los hermosos ojos marrones de su novia podían leer sus pensamientos, y eso no era nada buen en este momento, Sana sabía que su cuerpo no iba a poder resistir las embestidas de la deportista, al menos por ahora. Tzuyu camino hasta ella y se puso en cuclillas para ser ella la que buscara los ojos de su chica— Mírame amor de mi vida, por favor mírame —suplicó logrando lo que quería.

— Hola -—Saludó tímidamente la fotógrafa. Había algo en Tzuyu que la hacía sentir nerviosa como si fuera la primera vez que la tuviera tan cerca.

— Buenas tardes mi reina ¿Estas bien? —le pregunta de Tzuyu admitía varias acepciones, y Sana supo a lo que su novia se refería cuando una de las manos de la morena acaricio una de las marcas que ella misma había puesto cerca de su clavícula la noche anterior.

— Estoy perfecta —le aseguro casi con un susurro que solo la morena pudo escuchar.

— Perdóname, soy una bruta —le dijo sin dejar de acariciarla.

— Chewy, Amor... nunca te voy a permitir que me pidas perdón por hacer de mi la mujer más feliz de este universo. Al contrario —Sana acariciaba el rostro de su chica, admirando con ternura como Tzuyu cerraba los ojos y se entregaba al gesto— soy yo quien debe agradecerte por enseñarme lo que es el placer —admitió.

— Mmhhhmmhh —un carraspeo se pudo escuchar desde el sillón. Y Tzuyu entendió que no era momento para perderse en el mar de caricias que le ofrecía la fotógrafa. Agarró la mano de su novia y la guio hasta el pequeño sofá enfrente de la otra pareja. Tzuyu se sentó tirando de su novia para que la rubia cayera arriba de sus piernas. Necesitaba tenerla cerca.

— Algo está pasando entre ustedes dos —Dijo Tzuyu sorprendiendo a las otras tres mujeres— Y ya que al parecer ninguna de las dos se anima a enfrentarse, Sana y yo vamos a arbitrar la cuestión —les informó dejando un beso en el brazo de su rubia.

— No necesitamos de su ayuda —Momo no bajaba la guardia

Tzuyu no pudo evitar que su mente encontrara muy semejante esta situación con aquella vez que ella mismo tuvo que interceder para que sus padres volvieran a mirarse. Exactamente igual que Momo y Jihyo, después de una de sus tantas fiestas ambos se habían enfadado porque al parecer según Chou Huan, su madre había estado "coqueteando" con uno de sus invitados y a él eso no le había gustado nada. La hija de amos les hizo repasar la situación y en cuestión de segundos ya estaban reconciliándose y bueno, se fueron a su cuarto a hacer lo que hacen las parejas normales para sellar el arreglo. Ahora sentadas en el mismo sillón estaban sus amigas. Una pareja a la que la deportista no podía ver separadas, ver a Jihyo y Momo distanciadas era como imaginarse a Bonny sin su Clyde, era como imaginarse una hamburguesa sin papas acompañándola. Simplemente no era admisible. Algo está mal y Tzuyu no podía permitir eso.

— Jihyo —la morena no hizo caso a las quejas de la mayor y ataco por el otro frente— ¿Le has dicho a Momo lo que te molesta de las fiestas? —la seriedad de la morena flaqueó cuando su novia empezó a dejar suaves cosquillas en su nuca. Sana pudo notar la piel erizada de su chica.

— Por supuesto que me lo ha dicho —Momo llenó el vacío que se había producido— sé que no le gusta la gente de mi oficina, y ella sabe perfectamente que yo solo los aguanto por el dinero que me producen —la abogada no miraba a su novia, sino que se dirigía a la otra pareja como si estuviera en una condenada terapia, nada más que esta vez el terapeuta no era una persona sino era una mujer que estaba siendo tentada por las caricias de otra mujer encima de ella.

— ¿Es solo eso lo que te molesta Jihyo? —la deportista ejercía su papel de terapeuta a la perfección, en cambio Sana dejaba mucho que desear.

— ¿Estás buscando que nos peleemos Chou? Por qué en vez de eso solo vas a lograr que patee tu trasero —volvió a contestar por su novia.

— No Momo... escucha —Tzuyu se levantó para dejar a su novia suavemente a un costado y ante el quejido de la rubia la calmo con un corto beso para luego acercarse aún más a la otra pareja. Eligio sentarse en la mesita frente al enorme sillón— Cuando anoche Sana se paseaba entre medio de toda esa gente sonriendo, hablando de negocios, o lo que sea ¿sabes cómo me sentía yo? —tal vez contar la propia experiencia le servía a sus amigas— Me sentía así de chiquita —con ayuda de su mano derecha pudo gesticular el tamaño— sentía que yo no era suficiente para ella. Y me preguntaba ¿Cómo yo una persona que apenas pudo terminar la preparatoria podía estar al lado de alguien que llamaba la atención de cientos de personas? ¿Cómo alguien como yo, que solo sabe picar una pelota, que hay veces que ni siquiera puede medir mis fuerzas para tocarla, puede enamorar a alguien tan delicada, tan dulce, tan mujer como ella? —Tzuyu sintió como Sana se sentaba justo detrás de ella poniendo una pierna en cada costado de la morena y descansando sus manos en los hombros de la deportista. Esta última aprovecho a dejar un beso en cada mano de su chica— Hay veces que, sin querer, sin buscarlo, las cosas o las situaciones te hacen sentir así...

— ¿Tú te sientes así? —la abogada esta vez se dirigió directo a su novia.

La bailarina asintió para luego mirar a Momo— Siento como si yo fuera lo último, como si no te importara —confesó— y entiendo perfectamente porque lo haces, pero no puedo evitarlo —al igual que no podía evitar que se le cayeran las lagrimas.

— Jihyo yo... —Momo no entendía como podía ser ella la causa de la tristeza de su novia± perdóname —finalmente dijo acercándose a la bailarina para abrazarla— Tu y yo nos vamos a casar. Yo te amo y no pienso dejar que sientas lo mismo otra vez. Lo prometo —le aseguró para después besarla— ¿Me perdonas? —preguntó tímidamente.

La bailarina volvió a chocar sus labios con los de Momo— Te perdono Moguri y también te amo mucho —la felicidad volvía a ella, Jihyo volvía a su estado normal mientras abrazaba a las otras dos— ¿Vamos a la piscina a aterrorizar a Mina y Nayeon con nuestros jueguitos? —era uno de los pasatiempos preferidos de las dos, ver las caras que ponían las dos chusmas cuando ellas se ponían a darse sexys momentos en la piscina.

La mayor de las japonesas asintió y se paró para irse, no sin antes mirar a la morena y murmurar un suave gracias el cual Tzuyu aceptó guiñando un ojo. La morena se estremeció cuando sintió la boca de su novia en su cuello, los brazos de la rubia ya no estaban en sus hombros, sino que una se sostenía firmemente de su cintura mientras que la otra dibujaba sus abdominales— Amor.... Sabes las cosas que me produces, si sigues jugando así conmigo no me voy a poder controlar —le advirtió.

— ¿Por qué no me lo dijiste? —le preguntó la rubia alejando sus manos de su adicción— ¿Por qué no me dijiste que te sentías así en la fiesta? —completó la pregunta.

— Porque era estúpido —contestó— y por otra parte porque verte desenvolverte así me volvía loca, como todo lo que haces, me pierdo en ti. Además, todas las inseguridades se iban cuando me mirabas. Tus ojos me calman —confesó tirando su cabeza atrás para apoyarla en uno de los hombros de la rubia.

— Te amo —expresó

— ¿Cuánto? —le preguntó sonriente. Siempre era ella la que jugaba, ahora le tocaba a la otra.

— Más que Bugs Bunny a las zanahorias —le dijo— ¡NO TE RIAS! —empezó a picar las costillas de la morena haciéndole cosquillas.

Tzuyu le agarró las manos para frenarla y detuvo su risa— Amor... —Tzuyu habló y se refugió en ella.

Sana conocía ese tono de voz, conocía esa postura. Su novia necesitaba protección, cariño, tenía miedo... ¿pero de qué? La fotógrafa miró afuera buscando payasos, pero no vio nada— Dime cariño —la animó.

— Creo que... creo que estoy lista —dijo dudando. Y como si pudiera sentir la pregunta de su novia volvió a hablar— Quiero entrar al cuarto de mis padres —esta vez lo dijo sin titubear

— ¿Ahora? —la morena asintió— ¿Quieres que vaya contigo? —recibió otra afirmación.

— ¿Abro? —la rubia estaba dando cada paso con cuidado, no quería que su novia se sintiera presionada.

Pero Tzuyu había perdido el habla. Solo se limitó a mover la cabeza de arriba hacia abajo y su mano se aferró aún más a la artista.

Cuando Sana abrió la puerta lo primero que pensó fue que esa era la habitación más hermosa de la casa. Su decoración era minimalista, la cama era enorme y de pronto la magnitud de ese mueble la hizo navegar por el futuro imaginado los "dominyunos", mezcla de domingo y desayuno que Tzuyu y su hija habían inventado y que consistían básicamente en que las tres desayunaban en la cama de las mayores. Pues Sana imagino miles de Domingos iguales en esa enorme cama, nada más que en la cama no estaban ellas tres nada más, había varias niñas o niños más. Otra de las cosas que más les gusto del cuarto fue la vista. Inmediatamente se enamoró del balcón que daba hacia el lago y menos pudo evitar imaginar pasar noches enteras en este lugar haciendo el amor con Tzuyu— ¡Tzuyy! —la ausencia de la mano de su novia en la de ella la saco de sus pensamientos. La encontró enfrente del placar sosteniendo un vestido blanco en sus manos.

— Es el vestido de su boda —contó— lo trajeron acá porque mi madre decía que la contaminación de la ciudad lo iba a arruinar —relató entre risas y muecas de tristezas.

— Es hermoso —y Sana no mentía, era uno de los vestidos de novia más bellos que había visto, y eso que gracias a la boda de sus amigas había visto cientos y de toda clase.

— Obviamente yo no la vi, pero mi padre decía que cuando la vio caminar hacia el con este vestido puesto siento tantos celos de estar compartiendo ese momento con otras personas que quería raptarla y llevársela lejos para disfrutarla el solo —Al parecer Huan era un hombre posesivo, Tzuyu tenía a quien salir sin lugar a dudas.

— Cuéntame mas —pidió la fotógrafa. Adoraba los relatos de la morena.

La deportista inspeccionó la habitación— Ven —agarró la mano de Sana y la llevó al baño de la habitación, Sana quedo más maravillada aun al ver el espacio de ese lugar— Esto que ves acá —Tzuyu señaló varias rayitas marcadas en una de las paredes— son mis medidas —contó— las dejaron de hacer cuando vieron que yo me ponía triste porque no se alejaba mucho unas de otras —Sana no pudo contener la risa.

Ahora la morena trasladaba a su novia hasta el balcón, la rubia se sostuvo de la baranda mientras Tzuyu la rodeaba con sus brazos por detrás— ¿Ese era el árbol favorito de tu madre? —Sana recordaba vagamente lo que le había contado la señora Wilson.

— Si —lo confirmó Tzuyu— cuando yo me despertaba y venía a buscarlos, había veces que no los encontraba en la cama que seguía perfectamente hecha —relató— entonces solo bastaba con acercarme a este balcón y mirar hacia ese mismo árbol y los veía dormidos, abrazados y tapados de una manta, sabía que habían pasado la noche ahí —terminó la anécdota.

— ¿Los ibas a buscar? —preguntó curiosa.

— No, me parecía que era un momento muy íntimo, muy de ellos como para interrumpirlo —le explicó dejando un beso en su mejilla.

Se quedaron un momento contemplando la belleza del paisaje enfrente de ellas— Puedo sentirlo —le dijo la morena.

Sana sabia de que hablaba y aún así preguntó— ¿Qué cosa? —giró para quedar atrapada entre la baranda del balcón y el cuerpo de su chica.

— Puedo sentir que te has enamorado de esta habitación —Tan solo con mirar sus ojos se había dado cuenta— ¿La quieres para nosotras? —jamás se lo negaría.

— ¿No te molesta? —le preguntó con miedo. No quería obligarla a nada.

_ Si puedo levantarme al lado tuyo todos los días del resto de mi vida no me importa donde lo haga —le dijo para después besar despacio su mentón, luego un poco más debajo de la boca y por ultimo llegar a sus labios. Definitivamente esta iba a ser su habitación

— Oye —Sana rompía el beso— ¿se animó a tirarse Yoon Ah del cerro al final? —era una curiosidad que tenía y todos sabemos que la curiosidad mató al gato.

— No —estuvo una hora mirando para abajo y amagando, pero no lo hizo— el cangurin no estaba preparado para semejante salto aún— ¿Sabes que fue lo más gracioso? —le preguntó a su curiosa novia.

— Dime —ordenó abrazando a su novia.

— Que me hizo contarle la leyenda del lago de nuevo. Creo que se la quiere aprender para cuando traiga algún admirador o admiradora algún verano y poder contársela a la luz de la luna. Aprende rápido el bichito —ambas rieron.

— ¿Vamos a volver? —si fuera por la fotógrafa ella viviría en este lugar. Definitivamente la había atrapado— ¿A esta casa, de nuevo? —por si no lo había entendido.

— Todas las veces que tú quieras amor —afirmó.

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