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Debía admitirlo. Dolía, dolía estar consciente de que ella no lo quería volver a ver jamás, la culpa no la tenía su hermano sino su padre; él fue el que cayó en el abismo del rencor y el odio, así como también solo dio verdadero cariño al menor y no a los dos por igual. 

Tenía la culpa de todo.

Clavo de golpe la espada en el suelo y apoyó una rodilla en la grama del jardín, ¿Había hecho lo correcto? Retiro la careta y levantó la vista para encontrarse con el rostro petrificado de su hermano, él no tenía la culpa. Después de la pelea había trasladado la estatua a un lugar apartado del jardín por petición de la princesa, ni siquiera los padres del verdadero Sonic la querían en su castillo, ya sufrieron lo suficiente.

El color grisáceo había pasado un poco a verdoso debía a que las plantas estaban empezando a reclamarlo como suyo, y por supuesto, no las dejaba; cada dos días limpiaba el área.

Sus orejas se encresparon cuando empezó a escuchar como las hojas secas crujían bajos los pies de alguien además de los suyos, inmediatamente cubrió su rostro con la careta, debían estar rojos. Sacó la espada de la tierra y salto hasta quedar apoyado en una rama un poco lejos de ahí, quería saber quién era el que venía hacia acá. 

Y en plena oscuridad de la noche pudo diferenciar esos ojos jades, miraban con tristeza la estatua de su hermano, debía extrañar al verdadero Sonic como para venir a esta hora de la noche en pleno invierno... un momento. ¿No debería estar acompañándola ahora?

En medio de ese jardín aparentemente desolado se empezaron a escuchar sollozos de parte de la ojos jades, miraban con suplica a la estatua, esperando a que de alguna manera esta volviera a la vida y pudiera volver a abrazarlo, y decirle cuanto lo extrañaba en estos momentos. Apretó con tanta fuerza el tallo de la rosa que traía en su mano que las espinas de clavaron en su palma provocando ligeras cortadas, solo sentía un leve dolor comparado con el que tenia en su pecho.

Sintió como una ligera brisa recorría su espalda y miro hacia atrás, encontrándose con la figura imponente de un caballero, no podía ver su rostro debido a la careta pero sentía como sus ojos le atravesaban el alma.

- No debería estar aquí a estas horas, majestad. - Dijo el caballero mientras se inclinaba un poco y le ofrecía su mano para que se levantara del suelo. No la acepto, no ahora.

- No es necesario... - Respondió mientras volvía a mirar la estatua y secaba un poco las lágrimas que seguían cayendo por sus mejillas. Realmente no necesitaba a un guardia pisando sus talones a donde quiera que fuera. Nuevamente volvió a apretar el tallo de la rosa, pero esta vez no por tristeza sino por ira, si tan solo esos vampiros no fueran venido... Sonic estaría vivo.

Uno de ellos la salvo si, pero eso no significa que deba perdonarlo, él debía saber una forma de poder traer a la vida a su primo, ¡Debía saberlo maldición! 

Solo lo quería de vuelta a él.

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