Capítulo 4|Verdadero terror.
4|Verdadero terror.
—Joder, pero que bien me veo como super héroe, ¿verdad que sí?
Le pregunto a Isa que está sentada en un rincón del aula de ballet, ella aparta la mirada de su celular e inflo mi pecho como lo hace Superman, solo que no soy él.
Que decepción.
El resto de mis compañeros aprovechan para tomarse fotos una vez que el profesor Acke está satisfecho por habernos humillado en uno de sus tantos ejercicios para la iniciación a la actuación, una asignatura que se complementa con la danza.
—Lo que tú digas —se burla repasándome con la mirada de pies a cabeza —pero, en mi humilde opinión, te verías mejor sin él.
Me guiña un ojo con esa sonrisa pícara que tanto la caracteriza y blanqueo los ojos sonriéndole de vuelta.
—Eres imposible, a veces me hieres —realizo un puchero y me aparto del espejo para llegar frente a ella y me siento mientras todos esperamos la llegada de la profesora Romina, nos ha pedido que no nos cambiemos para que también ella pueda divertirse durante la clase —¿No puedes decirme algo lindo?
—¿Sabes qué día es hoy?
Bloquea su celular dejándolo entre sus piernas flexionadas y lleva ambas manos a los lados de su pequeña cintura.
—Martes, ¿por qué?
Ella eleva las cejas a modo de sorpresa y frunce la nariz.
Entonces, en este momento, siento el verdadero terror y prefiero no apartar la mirada de sus ojos grises al percatarme de que me he metido en un problema grave por responder de manera incorrecta.
Trago en seco y comienzo hacer cuentas dentro de mi cabeza.
Mierda.
¿Soy el único que suda frío?
—Ahora sí te odio, siempre es lo mismo. No te dije nada esta mañana porque creí que lo ibas a recordar. —Me dice en un tono entre molesta y decepcionada —cumplimos medio año juntos, pero por lo visto soy la única que le importa.
—No te pongas en ese plan, Isabella, no deberías molestarte, cuando siempre he estado para ti, ¿o me equivoco?, lo lamento si te he decepcionado por no acordarme de esta fecha tan importante —hablo en voz baja y de manera calmada para que no llegue a los oídos de los demás —¿Te lo puedo compensar de alguna manera? ¿Quisieras qué salgamos esta noche a cenar?
Ni siquiera tienes el dinero suficiente, tonto.
No hay vuelta atrás ya he hablado.
Isa inhala una bocanada de aire y suspira negando rotundamente con la cabeza a mi sugerencia.
—Sabes que no consumo comida chatarra. Lo mismo deberías hacer, cuida tu alimentación.
Solo me comí un sándwich esta mañana... y tal vez unas galletas de chocolate.
Ingerirlas valió cada maldito segundo, estaban deliciosas.
Y solo ha sido una vez. Estoy consciente de que debo mantener mi peso, además entreno cuando me levanto por las mañanas y antes de ir a dormir.
—Bueno, ¿un paseo por Gröna Lund? Un poco de adrenalina nos haría bien, los juegos mecánicos son increíbles. Despejemos la mente solo esta noche, nada de escuela ni de dietas.
La sujeto de la mano y acorto un poco la distancia para besarle la mejilla, se aparta de inmediato echando su espalda hacia atrás y realizo una mueca, pero soy discreto.
Mi mejor amigo se percata de la escena con tan solo mirar el reflejo del espejo y le regalo una sonrisa para que sepa que todo está bien.
—Déjalo, cariño. Iré a calentar —es la respuesta de Isabella y se reincorpora para quedar de pie dejándome con la palabra en la boca.
—¿Y ahora qué le pasa? —Escucho a Rick y le miro desde el espejo porque le estoy dando la espalda.
—La he cagado, hoy cumplimos siete meses y se me olvidó —me restriego las manos sobre el rostro.
—Oh, entonces sí estás jodido —se ríe de mi desgracia y no dudo en mostrarle mi hermoso dedo corazón —si quieres desahogarte, Doctor Strange al rescate, yo escucharé tus penas y me reiré internamente porque sabes con exactitud que tu novia es muy difícil de complacer y no pretendo entrometerme. Tu relación, tu problema, pero me tendrás siempre.
A veces detesto que Rick sea tan directo, pero de alguna manera admiro su sinceridad, así me gustan las amistades, no importa cuánto duela una verdad, yo lo acepto. ¿Qué más puedo decir? Mi padre supo cómo criarme y yo como enfrentar las situaciones.
—¡Todos a sus respectivos lugares en la barra! —La profesora ha llegado con su atuendo habitual: Unos pantalones deportivos de algodón, su blusa de licra y sus zapatillas. —¡Daniel! ¿Quién se supone que eres? ¿Robin de los jóvenes titanes? Me da igual, ¡a sus lugares que no lo vuelvo a repetir! —Aplaude con fuerza para llamarnos la atención.
A sus sesenta y dos años, la profesora Romina Stranislavski mantiene una condición física fuerte y estable. Puede realizar excelentes pirouttes, saltos y desplazamientos que me dejan en un estado de admiración y vergüenza. Todos sus movimientos los transmite con delicadeza como si no sintiera dolor en sus músculos y articulaciones.
Nadie abre la boca y nos colocamos frente a las barras observándonos en el espejo, unos segundos después llega la profesora de acompañamiento para tocar el piano.
La clase empieza con ejercicios sencillos. Hacemos pliés, releves y algunos estiramientos para aligerar la tensión de los hombros y espalda, me dejo llevar por la melodía lenta que produce el piano, cambio los pies de primera posición a segunda para volver hacer plié manteniendo las plantas en el suelo y no suelto ni un segundo las manos de la barra.
La profesora da sus instrucciones en francés, mientras nos observa de manera minuciosa para poder corregirnos. Cambio a la posición de Primer Arabesque en relevé, manteniendo la mano izquierda en tercera posición y la derecha flexionada en la barra con tal de que pueda levantar la pierna izquierda en diagonal al aire.
Mis músculos se tensan, pero el dolor se siente tan relajante, que me he acostumbrado a las posiciones más complicadas.
No hay dolor. Me recuerdo mil veces.
Soy un superhéroe bailarín.
Mi admiración por la danza inició a los ocho años cuando vi una película sobre adolescentes bailando break dance utilizándola para manifestarse ante sus desacuerdos con la toma de decisiones del gobierno. Yo estaba absorto y la idea de hacer esas acrobacias habían invadido mi cabeza hasta el punto de intentar esos movimientos y acrobacias tan complejos.
Terminé una vez en el hospital con el antebrazo fracturado y cuando me recuperé volví a intentarlo. Cuando mi padre descubrió lo que quería lograr, no dudo en comentárselo a su esposa, Anne, mi madrastra. Ella fue quién me llevó a un estudio de danza, yo quería aprender a bailar break dance, pero vaya decepción que me llevé cuando la coreógrafa dijo que no impartían esa disciplina, solo enseñaban ballet.
Sin embargo, esos pensamientos se esfumaron de inmediato cuando vi aquellos giros y saltos en el aire que ejecutaba una pareja de jóvenes. Decidí probar con ballet, al principio fue difícil adaptarse, pues era el único varón entre un grupo de diez mujeres.
Durante mi adolescencia recibí críticas en las cual mis compañeros creían que era gay solo por usar mallas y zapatillas, ¿y cuál sería el problema si así hubiera sido?
No obstante, esos pensamientos aún lo siguen manifestando la sociedad.
La danza es para todos y punto.
Cuando la clase finaliza, la profesora nos pide que nos juntemos para una foto en grupo, nadie se queja, porque todos conocen su carácter y más vale no contradecirla si uno quiere pasar sano y salvo al siguiente semestre.
—Vale, ya desaparezcan de me vista antes de que me salgan más canas blancas por su culpa.
Y otra vez nadie replica para ir cada quién a los vestidores y quitarse de una vez los trajes. Por un segundo ya me estaba dando comezón específicamente donde no llega la luz del día.
Opto por una simple camiseta y los pans deportivos para luego salir de esa diminuta habitación, Rick llega unos segundos después a mi lado.
—Si hay una próxima vez para utilizar los trajes, me aseguraré de usar calzoncillos.
—Cierra la boca —le pido asqueado —vas a provocar que devuelva mi desayuno.
—Ugh, delicado el muchacho —se burla y me empuja del hombro.
Por un segundo desvío la mirada para esperar a mi novia, pero ella todavía sigue sin dirigirme una sola palabra y prefiere irse con sus amigas a la siguiente clase pasando de largo frente a mí.
Se me forma un nudo en la garganta.
Mi amigo tira de mi brazo para empezar a caminar mientras me repite una y otra vez que ya se le pasará el mal genio, pero la conozco y la única manera de arreglar el asunto es hablando, así de simple.
Já, eso crees. Me recuerda mi conciencia.
Tengo que intentarlo, ¿no es así?
—Deja de torturarte, Ray.
—Ya es tarde, supongo que me lo merezco.
—¿Y si le bailas en privado? —ni siquiera lo miro por estar atento a mi camino y sujeto con fuerza las correas de mi mochila —no pierdes nada con intentarlo, ¿no es así? ¡Ey! —Chasquea la lengua —¡¿Y si le escribes una carta?! Créeme que yo sí lo haría, soy un romántico a la antigua, así fue como mi padre enamoró a mi madre.
—¿Qué no fue al revés? Me contaste que tu madre le pegó a tu padre por error con su zapato y calló inconsciente en medio de la acera.
—Bueno sí, pero ese golpe inspiró a mi padre para escribir las cartas con todo y chichón. De hecho, creo que hay una foto de ese día como evidencia. Como sea, ¿investigaste acerca del contexto histórico del arte Barroco?
—¿Quieres copiar mi tarea?
Lo miro de reojo cuando accedemos al aula y optamos por sentarnos al fondo.
Después de unos segundos contesta:
—Mmm, quizás, sí, por favooor.
Abro el cierre de la mochila que he puesto sobre la mesa y saco el cuaderno.
—Aquí tienes.
Su sonrisa se ensancha.
—Gracias, te irás al cielo, hermano.
Resoplo dejando que mi espalda se apoye en el respaldo de la silla al momento que suena el timbre.
No puedo prestar atención el resto de la clase, mi cuerpo está presente, pero mi mente está volando dentro de una galaxia infinita. El profesor habla, pero no escucho nada.
¿Me perdonas?
Muevo los labios sin emitir sonido en dirección a Isa cuando nuestras miradas se encuentran, ella está en el extremo izquierdo del salón dos mesas lejos de mí.
Su mirada es inexpresiva, se mordisquea los labios y en un segundo deja de mirarme.
La hora del almuerzo llega y cuando quiero alcanzarla, mi celular interviene con su vibración, lo saco del bolsillo del pans y deslizo la pantalla para contestar una vez en el pasillo.
—¡¿Pero cómo está mi campeón, mi bebé grandote?!—Rick, al estar a mi lado se ríe y le doy un codazo en el brazo.
—Papá...
—No arruines mi buen humor, Ellington, podrás tener veinte, treinta años y seguirías siendo mi niño. —Su voz trata de sonar cabreado, pero sé que solo está bromeando, le gusta ser así de payaso —fuera del drama y hablando en serio, ¿cómo estás?
—Como siempre, tratando de no hundirme en la miseria cuando marcan montañas de tarea y eso que solo es la tercera semana.
Él se ríe y yo tampoco puedo evitar hacerlo. Mi padre sabe cómo alegrar mi día.
Rick me susurra que nos vemos en la cafetería y asiento con la cabeza y lo veo colarse entre el mar de estudiantes.
—¿Cómo está usted, Anne y los chicos?
—Yo estoy quedando loco, he estado trabajando en un nuevo proyecto, si vinieras cada fin de semana lo verías —remarca la última oración para que me sienta culpable —además, necesito que alguien traiga de contrabando una botella de vino tinto para tener inspiración.
—No le voy a llevar alcohol. Usted no bebe desde hace dos años, si lo hace, recaerá y yo no quiero eso, ni Anne, ni los chicos.
—Eres aburridooo, te pareces más a Anne y eso que no es tu madre biológica —pero la quiero como una —ella está estresada por el trabajo, nada que un masaje pueda arreglar —apuesto que está sonriendo de manera picara, puag —tus hermanitos siguen haciendo desastres, bueno, solo Magnus, porque sabes que Maeve está pasando su etapa de adolescente rebelde, se ha teñido el cabello de...
—Lila pastel, lo sé. Lo vi en su foto de WhatsApp. Escuche, pá. Iré este fin de semana a casa ¿de acuerdo?
—¿Y me traerás el vino?
Blanqueo los ojos a pesar de que no me está viendo.
—No.
—¿Cigarros?
—Menos. No quiero que se me muera en cualquier momento —vacilo en mis palabras —el viajé durará tres horas, así que no me vaya a reclamar nada del vino.
—¿Seguro estás bien? Suenas molesto y eso que estoy bromeando como siempre.
—No pasa nada, perdón si mis palabras suenan frías, no era mi intensión.
—No te creo, pero está bien, otra cosa, ¿cuánto te queda de dinero? ¿Necesitas que te envíe? Ya sé que no pagas por la comida en la escuela, pero, es para cubrir otros gastos.
—Estoy buscando trabajo para...
—Te lo envío en un rato a tu tarjeta, señor orgulloso —lanza una risa —te espero el fin de semana, te quiero.
—Yo también lo quiero y... Gracias.
Suelto un suspiro resignado.
—No es nada, sigue estudiando, por favor. Chao.
Padre 1.
Ellington 0.
Uuh...
¿Ustedes qué piensan respecto a la situación?
Si estuvieran o están en una relación, ¿harían un drama porque alguno de los dos se les olvidó que cumplen tantos meses juntos?
¿Qué les ha parecido el capítulo? 7u7
¿Ustedes han practicado danza?
Yo me imagino a las chicas y chicos bien graciosos con su ropa de super héroes mientras bailan. 😂
Muchísimas gracias por seguir aquí. Me menciona mucho escribir sobre Julie, Ellington y los demás chicos, porque esto cada vez se pondrá intenso.
¿Personaje favorito hasta el momento?
Abrazos de osos.
Besos artísticos, KHYL.
Pd: He publicado una nueva historia de comedia ficticia. 😍
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