Capítulo 14|Lo desconocido.
14|Lo desconocido.
Tengo fe en ti.
Un escalofrío recorre por todo mi cuerpo cuando me estoy acercando al paradero, me gusta ser puntual, pero Ellington me ha ganado, él ya está ahí sentado, así que me apresuro para llegar a su lado. Inflo mi pecho para llenar mis pulmones de aire, es surreal que él quiera ayudarme, por ende, daré todo mi esfuerzo sin importar cuales sean los resultados al final de cada día. Ayer lloré, descargué mi enojo rayando una hoja de mi cuaderno sin seguir algún patrón, me encerré con seguro y escuché música hasta quedarme inmersa en un sueño profundo.
Otra persona tal vez pensaría que estoy tremendamente chiflada, pero me he puesto a reflexionar que quizás tenga un problema con la autoestima desde que pisé el ICA. Todas mis ilusiones debían aumentar no disminuir, hay tanto por descubrir, que me voy a seguir levantando cada vez que tropiece.
No debo compararme con los demás.
Debo amarme todo el tiempo.
Debo confiar en mí y mis verdaderos amigos.
Que las inseguridades no sean un impedimento para avanzar, nada es perfecto.
Mierda.
A veces la mente es más poderosa y difícil de controlar, ¿no es así?
Todo se esfuma cuando me detengo detrás del chico bailarín, trago en seco al echarle un repaso a su tonificada espalda que se amolda a su camiseta gris, no es exageración, los bailarines cumplen con una serie de normas que implican mantenerse en forma, en este caso los varones son los que se encargan de acompañar a las bailarinas en ciertas acrobacias según lo amerite el baile.
Vale y no solo me refiero específicamente a danza clásica.
No es que sea una experta, pero me ha despertado cierta curiosidad, que posiblemente haya visto algunos ensayos en el auditorio. Todos son ágiles y que a simple vista se mueven con delicadeza y una elegancia, que aparentan ser ligeras plumas.
Ellington no se percata de mi presencia por estar concentrado tecleando con rapidez la pantalla de su celular. Wow, le va a quitar el puesto a flash. Es broma.
—Yuju —pronuncio a modo de saludo.
Ellington levanta la cabeza y bloquea su celular al momento que sus labios se curvan en una sonrisa. Sus ojos azul ultramar me repasan con rapidez y se levanta.
—Justo a tiempo, señorita.
—Al parecer ambos llegamos diez minutos antes de la hora acordada —me acomodo la mochila al hombro al sentir que se me resbala. Dentro de ella llevo lo necesario para la sesión, aunque no sé con qué empezar. El clima es fresco a esta hora, son las siete y media de la noche y el sol sigue en su punto —percibo un aroma a frutas.
—Es el champú, le robé un poco a Rick —suelta una risa ocasionando que sus mejillas se pinten de color rosa palo, como el color de sus labios —¿Estás lista?
—Ni siquiera sé a dónde iremos.
Me mira por un segundo en silencio, mientras yo hago un esfuerzo por no echarme para atrás y regresar al dormitorio. Esto es nuevo para mí, pero mis sensores de alerta están en modo activado, lo único que conozco de la ciudad, es la plaza principal y ya. No me he vuelto alejar después de todo, además, alrededor del campus uno puede encontrar un sitio para distraerse.
—Julie, ¿confías en mí?
Lanza dubitativo, tengo las manos escondidas en los bolsillos de mi campera que he usado desde siempre y mis dedos se mueven contra la tela. Algo ha percibido el chico que se ha sentido obligado a preguntarme para cerciorarse de la situación.
Automáticamente asiento con la cabeza sin dudar. Ellington ha demostrado ser una gran persona, podrá tener un poquito de ese aire de chico intimidante, pero es todo lo contrario. Difícil de creer, pero es verdad.
—Síp, pero si intentas hacer algo, te pego —bromeo y plasma un mohín con los labios.
—Que ruda. Qué bueno que dijiste que sí, porque si hubieras dicho no, bueno, no sabría qué contestar.
Aparto la mirada para fijarme si algún bus se está aproximando, pasan como cinco minutos cuando uno aparece y se detiene. Rebusco en el bolsillo de la mochila mi tarjeta de transporte para pasarlo en una máquina. La escuela nos la otorga de manera obligatoria en la cual se va recargando dependiendo nuestras horas de estudios, es un gran beneficio que tenemos los estudiantes.
Durante el recorrido, Ellington me va señalando algunos sitios de interés y no lo interrumpo porque todo lo que dice es atrayente a pesar de la emoción que se apodera de él y termine hablando en sueco. Me rio y le digo que mejor me lo explique en inglés o noruego, porque aún sigo taladrándome la cabeza con el ese idioma en particular.
También le lanzo algunas preguntas curiosas acerca de cómo aprendió noruego, me explica que su madre nació en la ciudad de Tromsø y que de ley debía aprender el idioma. Al igual que su padre le enseñó sueco e inglés, que de por sí en el jardín de niños nos enseñan de cajón.
Llega el momento de bajar del bus y le sigo pisándole los talones al momento que el viento nos pega en el rostro.
—A unas calles de aquí se encuentra Humlegården, es un parque que colinda con la Biblioteca Real, te va a fascinar —me afirma. Echamos un vistazo a los costados para encontrar la manera de cruzar y no morir en el intento.
Quiero decirle que mejor caminemos donde se encuentra el cruce peatonal, pero me toma desprevenida sujetando mi mano y echamos a correr como un par de maratonistas hasta llegar del otro lado.
—¡Por poco y morimos, Ellington! Vi mi vida pasar frente a mis narices —me llevo una mano al pecho y siento el corazón acelerado.
Él suelta una carcajada en mi dirección.
—De vez en cuando hay que lanzarse a lo desconocido —me percato que mi mano sigue entrelaza con la suya, pero por alguna extraña razón, ninguno se suelta —tu expresión es digna de fotografiar, andando, que no queremos que se nos haga más tarde.
Mascullo una maldición provocando que vuelva a reírse y le sigo el paso sin rechistar tratando de acomodarme de nuevo la mochila. Ya parezco Dora la exploradora, solo me falta el corte de hongo.
—Ahora comienzo a dudar si estoy arriesgando mi vida estando contigo, espero llegar viva al campus, Ellington.
—Es mi prioridad, tu relájate. Que estando conmigo no te pasara nada malo. Te quejas mucho, ¿ya te diste cuenta?
—Mmm...
Blanqueo los ojos con diversión.
...
Escudriño al chico que está sentado frente a mí, lo único que nos divide es una mesa de cemento. He asentado el block que uso para practicar y un estuche. Respiro hondo y paso las paginas hasta dar con una blanca.
—Muy bien, Julie, háblame acerca del momento en que dibujas y pintas. ¿Qué pasa por tu cabeza? ¿Qué es lo que sientes? —Entrelaza sus dedos sobre la mesa.
Abro la boca para contestar, pero él me interrumpe.
—Espera, piénsalo bien y no des respuestas simples como: Siento que mi imaginación vuela o me siento libre. Debe de haber algo más, un pensamiento más profundo escondido en tu interior.
Guao.
—Entiendo —me llevo una mano al mentón analizando con seriedad. Uf, que difícil se ha tornado responder. Asiento con la cabeza cuando ya lo tengo o eso es lo que creo —de acuerdo. Dentro de mi cabeza tengo un revuelo de ideas que merecen ser plasmadas, dibujo todo lo que veo, me gusta, pero... cuando lo hago, estoy centrada en los detalles. Y lo que siento, bueno, más allá de una relajación, es un torbellino. No sé cómo describirlo con exactitud —plasmo una mueca en el rostro. Que decepción —adoro dejar una parte de mí cada vez que toco un lápiz, siento una revolución en mi estómago, agh, suena patético.
—No, no, no, vas bien, en serio. Si eso es lo que sientes, de acuerdo —sonríe —¿Hay algo en específico que te guste dibujar? Algo así como: anime, paisajismo, caricatura, puntillismo, cubismo, rostros, cuerpos y otra infinidad, ¡Ah! No olvidemos las frutas.
Exclama con ánimo chasqueando los dedos.
—Sí, sí la hay, me gusta mucho dibujar a las personas, es todo un reto por el simple hecho de que debo tener conciencia de las articulaciones, músculos, la dimensión del cuerpo y... —me detengo al momento que me lanza una expresión tipo: Ya me perdí, no te entiendo. —Bueno, en pocas palabras, debo ser detallista y muy paciente para plasmar toda la esencia como si fuera una viva imagen de la persona.
A pesar de que sigo hablando no puedo evitar analizar su rostro, empiezo con sus cejas pobladas y gruesas, párpados que simulan estar un tanto cansados pero el destello de sus ojos irradia alegría, pestañas tupidas y largas, orejas que saltan hacia afuera, sus pómulos no se marcan mucho, tiene una nariz muy bonita a mi parecer. Seguiría admirando sus dotes, pero me veo interrumpida cuando chasquea los dedos frente a mi rostro.
—¿Julie llamando a tierra?
—Uh, lo siento, estaba divagando.
Ajá, miéntele.
—¿Qué me preguntaste? —Aclaro mi garganta.
Ellington se relame los labios antes de hablar.
—Parecía que estabas en la luna —se burla —te pregunté si tienes un área en particular en plasmar, ya sea todo el rostro, orejas, ojos, cejas, ¿y bien?
—Uh, bueno... a mí me gusta —mi mirada recae en sus labios. Dios, son lindos.
—Mis labios... uh, digo los labios —expone sin titubear. De repente siento un revoltijo en el estómago —por la manera en que me miras creo que a ti te gustan los labios en general.
Parece estar disfrutando del momento.
Creo que solo me gustan los tuyos.
Por favor.
—No te ilusiones, Ray, no te ilusiones —apoyo mis brazos sobre la mesa —pero esta vez has acertado, me gustan los labios y... las manos.
—Te voy a creer para que no te sientas mal. De acuerdo, ¿empezamos?
—¿Qué? ¿Así nada más?
—Eh, sí. Solo pregunté porque tenía curiosidad y tengo unas ganas de ver que te sonrojes —genial, simplemente, genial. Arquea una ceja a modo de triunfo.
—Voy a estamparte el block en tu rostro —mascullo.
—Adelante —me guiña un ojo —ya, hablando en serio, voy a ayudarte, ¿por qué no empiezas con algo sencillo acorde a tu nivel? Recuerda que soy tu muso, así que te doy el permiso para que me explotes.
Mi sonrisa decae en una fingida mueca de aburrimiento.
—Cuidado con lo que pides.
Plasma una sonrisa seductora mientras acerca su rostro y se detiene a una distancia prudente frente a la mía.
—Sorpréndeme, Julie Valtersen.
...
No tardo en estar absorta en mi ambiente cuando delineo el rostro varonil en la hoja, he trazado cuatro líneas horizontales y una vertical que me sirven como guía para dividir las proporciones.
Estoy realizando un boceto a lápiz, que terminará siendo un grandioso retrato, pero el final es lo más emocionante, porque dejaré que Ellington escoja la manera en que le de color, ya sea en gis, lápices de colores, acuarela o dejarlo a banco y negro. Pero todavía no llego a esa parte.
Sigo deliñando sus cejas, las que tanto me cuestan dejar parejas, de vez en cuando nuestras miradas se encuentran y no duda en sonreírme. Los movimientos de mi muñeca son rápidos y mis dedos están firmes.
Él por otra parte, tararea una canción sin mover un solo dedo, su expresión se ha relajado y para no sumirnos en un silencio infinito realizo otra serie de preguntas para estar en confianza.
—Bien, ¿tienes segundo nombre o solo eres Ellington?
—Si te digo te vas a reír —le miro frunciendo el ceño y niego con la cabeza.
—No debo hacerlo, anda, dímelo, es injusto que tú quieras saber sobre mí si no cooperas.
Hace un intento por fruncir el ceño, pero le advierto a que no se atreva.
—Det är okej, es Fredrick. Ellington Fredrick Ray Irvine, ¿qué tal?
—Que elegancia la de Francia, pero tu nombre como que va acorde a una persona inglesa —realiza un mohín con los labios.
—Eso no lo había pensado, ¿te confieso algo? A veces pienso que soy adoptado.
Me rio y sigo con la mirada clavada en mi trabajo.
—Yo no tengo segundo nombre, mis padres no lo vieron necesario, pero aparte de Valtersen mi otro apellido es Becken.
—Oh, Becken. Interesante —se relame los labios y siento que me va a dar un infarto —¿Alguna vez te tiraste a un fiordo?
—Uh- uh —niego —y no quiero hacerlo.
—Hey, y yo que quería empujarte a uno —bromea. Su risa me contagia y lo señalo con el dedo corazón y finge estar ofendido.
—¡No te muevas! Ahora estoy dibujando los parpados, he definido el contorno de tu rostro y las orejas. Debería hacerlo por secciones, pero así es más divertido —llega un instante que siento la mano entumirse, aun así, no me detengo —me imagino que tú ya saltaste en uno, ¿verdad?
—Así es, pero no fue por voluntad propia, mi padre y mi hermanastra me sostuvieron de las piernas y pies, por más que quise luchar contra ambos, acabé en el agua fría. Aún no lo supero.
Le sonrío.
Llego al momento de delinear los labios, me concentro intercalando mi mirada para poder plasmarlo lo más real posible, como si fuera una copia exacta. Sonrío en mis adentros, porque es la parte donde no puedo disimular y me deleito con cada roce del lápiz.
—Ellington, siento mucho decirte que este boceto no lo terminaré hoy, necesito al menos un día más.
—A mí no me molesta pasar todo el tiempo contigo, ¿ya me puedo mover?
—Síp.
Guardo todo de regreso a la mochila y me sacudo las manos llenas de migas de borrador. Debo ser sincera, me ha hecho bien hacer esto, normalmente los rostros que dibujo los observo desde la pantalla del celular, no me había animado antes a tener a alguien que pose para mí.
Entonces, caigo en cuenta que Ellington Fredrick sigue saliéndose con la suya y eso me gusta, es la primera vez que permito que alguien me conozca como soy en realidad. Claro, haciendo una excepción de mi familia que me conoce a la perfección.
—¿No me vas mostrar cómo ha quedado? —su expresión me divierte.
—No, hasta que esté listo en su totalidad, será una sorpresa.
—Por favooor, solo un vistazo —niego —uno fugaz, Julieee —gimotea con esa voz ronca. Trago en seco.
Me levanto del banco plasmando una sonrisa de triunfo, él imita mi acción manteniendo la espalda encorvada y los labios fruncidos como si hubiera recibido un regaño.
—No insistas.
—Esa es mi mayor especialidad —vuelve a plantarse con en ese porte de bailarín elegante.
¿Cómo puede ser tan confiado de sí mismo?
Yo suelto una tontería y ya quiero hundir mi cabeza bajo tierra como un avestruz.
Me doy la vuelta para seguir el camino por donde vinimos, ahora mismo ya deben ser como las diez de la noche y los rayos de sol ya están bajando, el cielo se pinta de colores al igual que las nubes, es hermoso.
O como se leería en un meme: Es bellísimo.
Ellington me sorprende de nuevo con el toque cálido de sus dedos que rozan mi brazo, volteo a verlo y hace una señal con la cabeza para que lo siga.
Oh, cielos.
Siento algo dentro de mi cabeza que parece fuera de este mundo, es como si me desconectara por un momento de toda la realidad.
—Desde tiempos inmemorables, el ser humano siempre ha tenido la necesidad de expresarse, pero, mi ojo crítico no entiende aquella mancha amarilla salpicada con pintura roja —señala Ellington el cuadro que está frente a nosotros.
Hemos terminado en una galería pequeña tratando de analizar lo que el artista nos quiere transmitir. Para ser sincera, yo tampoco logro comprender el mensaje, pero mantengo abierto mi imaginación.
—¡¿Ya viste el precio?! ¡Vale una fortuna!
—Shhh, vas a llamar la atención —una señora que está a una distancia prudente, nos observa con cara de pocos amigos —Lo siento.
Le digo.
—Mi padre debe entenderlo, es su mundo.
Se cruza de brazos indignado y pasa al siguiente cuadro, dejo escapar una risa y me doy la vuelta para echarle un vistazo a la siguiente sala llamada: El arte en movimiento en donde encuentro una serie de estructuras realizando, valga la redundancia, movimientos, detenidos en el tiempo.
Amo todo esto ya que difícilmente se pueden comprender, porque es todo un reto y de seguro el artista quiere que nuestra cabeza explote en teorías.
No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde nuestra llegada, vuelvo a observar el cielo desde el ventanal y se ha pintado de púrpura con rosa. Reviso la hora en mi celular y y es tiempo de regresar.
Me cercioro que el chico no vuelva a sorprenderme con una de sus jugadas ignorando los peatones hasta llegar a salvo al paradero.
—¿Tu no dibujas, Ray?
Me encuentro con su mirada juguetona y niega con la cabeza.
—No tengo ese talento, solo sé dibujar figuras geométricas como lo he hecho desde el jardín de niños. Ya sabes, el típico dibujo de la familia junto a una casa.
Susurro un: Vaaaya. El trayecto al campus ninguno de los dos se mantiene en silencio, seguimos con nuestra trivia de preguntas locas e infantiles, arrojo datos curiosos que de seguro no son indispensables para nuestras vidas, pero Ellington me presta atención mientras trata de mantenerse despierto a pesar de que cabecea. Sus ensayos de contemporáneo y ballet lo dejan agotado físicamente al final del día, aunque siempre lo veo lleno de energía.
Su cabeza se apoya en mi hombro, murmura algo apenas audible que no logro comprender y lo miro de soslayo admirando su cabellera azabache que le cae en la frente.
—¿Acaso te escapaste de algún libro?
Murmuro y dejo que mi cabeza también se apoye en la suya.
WoW
¡Hola! ¿Cómo están pasando su viernes?
¿Les ha gustado el capítulo de hoy?
¿Algo en especial?
¿Quién quisiera ser Julie para tener la dicha de pasar el rato con Ellington?
¿Alguna vez han visto un festival de danza clásica o tienen amigos bailarines?
Vasha, vasha. ¿Qué trama Ellington Ray?
Me gustaría que describirías con tres palabras a:
Ellington.
Julie.
😍Aaah. Gracias por seguir apoyándome con sus lindos comentarios. Me fascina responderlos. 💜
Que tengan un excelente fin de semana.
He subido a mi insta un bello Mockup realizado por Ediluly sobre Cuando colisionamos. Vayan a darle amooor.
:3
Aparece en multimedia.
Bye.
Besos saber a arte.
Saludos artísticos y sueñen con estos bebés.
KHYL ANDERSON. 🪐
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