Capítulo 11|Mejor que la venganza.
11|Mejor que la venganza.
—¡¿Todo este tiempo dejaste qué te manipulara a su antojo?! ¡¿Pero qué miér... coles pasa por tu cabeza, Ellington?!
Escupe mi mejor amigo estupefacto ante mis palabras, me observa de manera inexpresiva ante mi revelación. Julie infla las mejillas sin saber que hacer o decir y al parecer se siente cohibida, se pasa un mechón de cabello tras la oreja mientras se mordisquea los labios, ¿y ella cómo se enteró del asunto? ¿Fue a la fiesta?, no obstante, siento como los ojos me pican de rabia, pero no quiero derrumbarme. Aprieto los dientes con fuerza para no soltar maldiciones, porque para ser sinceros, es mi culpa por no haber terminado con Isabella desde la primera vez que quiso verme la cara de estúpido.
Encojo los hombres restándole importancia al asunto, porque se acabó.
—Al cara... yo me largo por donde vine —mi amigo me aparta el celular de las manos y se da la media vuelta decepcionado alejándose zancadas, dejándome con la chica.
—Por favor, no te vayas a tirar de un puente o te remataré sin piedad. No vale la pena, mucho menos derramar lágrimas para alguien que no vale la pena, ¿de acuerdo? —Parpadeo un par de veces saliendo del trance y mis labios se curvan en una sonrisa ante las palabras de Julie Valtersen y la miro.
Siento una fuerte punzada en el estómago.
—Julie, ¿qué haces cuando sientes qué tu mundo se caerá a pedazos? —No sé qué me sucede, pero se me ha escapado un sollozo.
Ella se queda en silencio por unos segundos y chasquea la lengua, sin aviso, ella enrosca su mano alrededor de mi muñeca, su toque es cálido y suave y comenzamos a caminar en dirección al edificio de la escuela, no hago nada para detenerla ni siquiera hablo. Julie debe medir unos cinco centímetros menos que yo, por lo que no tengo que bajar la cabeza cada vez que habla.
La universidad siempre está abierta y disponible para los estudiantes, los domingos como hoy, cierra sus puertas a partir de las ocho de la noche, así que falta como siete horas para que suceda.
Miro mi alrededor y me siento confundido por unos segundos. En todo el trayecto ante los solitarios pasillos, solo nos encontramos con un grupo de estudiantes de música. Dentro de mi mente se desatan miles de suposiciones. ¿Acaso me va encerrar en alguna bodega?
Por fortuna, me permito liberar el aire de mis pulmones que me llevo conteniendo desde hace un rato cuando accedemos a uno de los cinco salones de danza, el aroma a la duela de madera se siente de inmediato. Julie me libera de su agarre y camina en dirección a los interruptores que están alado de la puerta y no duda en presionarlos para que el salón se ilumine.
Entonces, es cuando comprendo sus verdaderas intenciones y me permito sonreír de oreja a oreja.
—Cuando todo se me cae a pedazos, mi método de escape es dibujar, pintar y a veces hasta colorear, claro, la música no puede faltar —camina en medio del salón para echarme vistazo desde el reflejo del gran espejo y posiciona sus manos a los costados de su cadera —Ellington, somos muy jóvenes para sufrir, sobre todo si se trata de amor —se lleva una mano a la nuca —ni siquiera sé porque te digo esto, debo estar equivocada, sin embargo, inténtalo, tu vía de escape es la danza, ¿verdad? Entonces, ven aquí y desahógate.
Ni siquiera lo pienso dos veces, tiro la mochila al suelo y me deshago de mis zapatos para luego caminar en dirección a las bocinas. Ya conectado mi celular, presiono al botón de reproducir y la música invade nuestro alrededor con The way you make me feel, mi favorita.
—¿Te gusta Michael Jackson? —Le pregunto mientras intento hacer calentamiento con los pies y brazos. Estiro la espalda y muevo los hombros hacia adelante y hacia atrás.
—Me encanta, en las fiestas familiares bailaba Thriller —ella se aleja y se deja caer en posición de indio recargando los codos en sus piernas mientras mueve la cabeza al ritmo de la música. —mis hermanos y yo siempre terminábamos adueñándonos de las pistas improvisadas.
—Así que bailas —lo digo como afirmación.
—Estuve tres años en clases de Tap.
—Es admirable, lo digo en serio.
Le doy la espalda a los espejos para mirarla, me regala una sonrisa y se la devuelvo. Cuando me siento preparado, intento realizar algunas piruetas manteniendo mi eje, al principio el ritmo es lento, pero luego acoplo mis movimientos al ritmo de la música y me vuelvo más ágil manteniendo el peso de mi pierna derecha estirada a la altura de mi cadera mientras mi pie se mantiene en punta. Mis brazos se posicionan en primera posición todo el tiempo, luego realizo un salto en el que doblo la espalda y las piernas como si fuera un escorpión en el aire.
Me desplazo por el salón realizando Pas de Chast seguidos de Soubresaut, mis favoritos son los saltos. Así que me pierdo en mi mundo mientras la música y mi cuerpo fluye de manera liberadora.
Esto es más divertido que estar en las aburridas barras realizando solo plié y relevé. Me animo a ejecutar un par de veletas seguido de una vuelta de carro, no obstante, cuando flexiono las piernas, pierdo el equilibrio y caigo de espaldas al suelo y me rio.
—¡¿Te encuentras bien?!
Me sorprende la velocidad con la que ha llegado Julie a mi lado, no puedo contestar porque sigo carcajeándome, soy un estúpido por aterrizar mal.
—¡Ellington habla! ¿Te has lastimado?
—N-No pasa nada —se me escapa otra risa, pero a ella no le da gracia, se me ha escapado un par de lágrimas y las aparto con el dorso de mi mano —no me he roto ningún hueso, solo perdí el equilibrio.
Su expresión cambia a una más relajada manteniendo los labios entreabiertos y de la nada comienza a reírse.
Eres rara Julie.
—¿Ahora te burlas de mi desgracia?
—La verdad es que sí —me muestra su lengua y finjo estar asqueado y volvemos a reírnos como un par de locos —¿Ha sido suficiente?
—Creo que sí —la música a cambiado. Casi todas mis listas de reproducción son en inglés, de esa manera aprendí, aunque también tengo algunas en francés y noruego. —Pero no quiere decir que dentro de un rato estaré envuelto entre las sábanas preguntándome por mi existencia.
Y así es.
Lunes por la mañana me cuesta trabajo levantarme, me quedo como por diez minutos contemplando a la nada aún sin remover alguna extremidad, palpo el colchón hasta dar con mi celular que estaba debajo de la almohada y entrecierro los ojos cuando la luz de la pantalla me deja medio ciego. Respiro hondo al percatarme que tengo cinco mensajes de Isabella y de nuevo siento esa punzada sin piedad en el estómago.
Anoche estuve a punto de revolcarme entre las sábanas, me dolía tanto el pecho que me di cuenta que no valía la pena lastimarse más. Como humano, cometo errores, me equivoco en mis decisiones y a veces elijo opciones incorrectas en las que por un momento pienso que son las correctas. Me he dejado cegar por alguien que no me considera suficiente y seguí dejando que jugara con mis sentimientos.
En la actualidad, ¿darlo todo ya no es suficiente?
Me siento tan mal, tan sucio.
Un idiota de primera categoría.
Pero hay cosas mejor que la venganza.
No soy una persona vengativa, menos rencoroso. Mi padre me ha enseñado que dejar que el odio se acumule en mi interior no es para nada bueno, porque enferma.
—¡Momento de despertarse! ¡Momento de despegar el culo de la cama y empezar con buenas vibras! —Demanda Rick con un timbre que me irrita al pegarle a la puerta de mi habitación.
Ayer el chico estaba cabreado conmigo que por poco me daba algunos zapes en la cabeza cuando pisé el dormitorio. Pero su mal humor solo duró como quince minutos y después nos la pasamos haciendo la tarea a último momento, como siempre.
—Cinco minutos más —murmuro, quiero hundir mi cabeza en la almohada, pero antes de que pueda reaccionar, mi mejor amigo entra y tira de mis piernas en compañía de Froy, nuestro compañero de dormitorio. —¡Maldición suéltenme! ¡Mis cinco minutos son sagrados! ¡Sagrados! —Los dos no tienen piedad mientras se ríen a carcajadas y termino dentro del baño.
Ugh.
¿Quién inventó la ducha?
Nah, es broma.
—Te quiero listo en menos de quince, Ray, tenemos que alcanzar el desayuno —fulmino la puerta a pesar de que ambos están del otro lado.
La cafetería desde mi perspectiva, es mi parte favorita de todos los días, aparte de que las tres comidas son gratuitas tanto para los estudiantes que viven dentro del campus. Pero ese no es punto, me gusta porque todas las especialidades se reúnen para convivir e intercambiar ideas, el lugar está llena de música mezclado con el bullicio, pero no es desesperante. Diviso a algunos profesores en una mesa ubicada en medio del lugar, de seguro se han hartado de estar encerrados en control escolar, un lugar frío y lleno de oscuridad donde nadie sonríe o eso es lo que nos han contado los semestres más adelantados.
—Como me encantaría comerme una docena de pastelillos de chocolate —murmuro al ver una bandeja de esas deliciosidades bien guardados en la espera de sus compradores.
—Y yo haría lo que sea por una orden de alitas al estilo búfalo —demanda Rick a mis espaldas manteniéndose en la fila —pero es muy temprano y no quiero correr al baño en medio de una clase, que vergüenza.
Tomamos unas bandejas y pedimos el respectivo menú aburrido que va acorde a nuestra dieta.
—¿Y bien? ¿Te ajustaste los pantalones para hablar con Isabella? Mejor dicho... las mallas.
Trato de esquivar algunos estudiantes con tal de no provocar un accidente. Respecto a la pregunta de Rick, se supone que estoy preparado, estuve ensayando bajo la regadera repitiendo como grabadora.
—Siento que voy a terminar con una bofetada en la mejilla —anuncio —ella es muy temperamental.
—Sino me lo dices no me doy cuenta, Ray —su sarcasmo me da risa. —Si no regresas, ¿me puedo quedar con tus zapatillas? —Lo fulmino con la mirada y se ríe —cambiando de tema, ¿nos podemos sentar con nuestros nuevos amigos?
—¿A poco tú y Remi van en serio? ¿Qué fue lo que te dije?
—Ugh, pesado, nos estamos conociendo, tranquilo. Pero es muy notorio que me gusta —le miro de reojo y sus mejillas se tiñen de color carmesí —lo sé, porque la lengua se me enreda cuando trato de decirle algo lindo. Me pone nervioso.
Antes de que pueda llegar a la mesa, la cabellera naranja se hace notar entre el mar de estudiantes, siento que el corazón se me sube a la garganta y mis ganas de huir se activan, aferro mis manos en la bandeja. Rick parece darse cuenta de la escena que me susurra un: Pase lo que pase estaré cerca.
Asiento con la cabeza y no sé cómo le hace, pero me aparta la bandeja de mis manos y de manera automática estoy camino con pasos firmes y decididos en dirección a Isabella.
Strike uno.
La descubrí coqueteando de manera descarda con un chico a la semana que empezamos nuestra relación.
Strike dos.
Estoy completamente seguro que las fotos con poca ropa se las enviaba a un tal Evan y me lo negó.
Strike tres.
Se besó con alguien de la escuela.
Confíe en ella, en nuestra relación, porque nunca fui un chico celoso y manipulador, respeté su espacio, sus decisiones, bah y de nada sirvió.
—¡Hola, mi amor!
La diminuta chica pega de brincos y se cuelga de mi cuello para poder darme un beso en los labios, esquivo su acto y hace contacto con mi mejilla. Arde.
—Isabella, necesito que hablemos en un lugar donde no haya ruido, ¿está bien?
—¿Qué pasa? ¿No me digas qué olvidaste repasar la coreografía? ¡Sabes qué es importante! Ah, y hablé con mi padre respecto a ser parte de su compañía.
Oh- oh.
—No lo entiendes, Isa, pero ya no puedo más.
—Espera, ¿qué tratas de decirme? —Frunce el ceño sin despegar sus ojos de los míos.
Hazlo ya.
Como puedo la llevo lejos de la multitud hasta llegar a los jardines.
—Que lo nuestro ya no está funcionando, estoy terminando contigo porque estoy cansado de que te burles a mis espaldas y de las personas. Quiero dejarte en claro que no soy tu juguete, debí terminarte desde hace tiempo, pero te di muchas oportunidades. Te preguntaba si estabas con alguien más y decías que no, me mentiste a la cara, eso no se hace, no haces un bien. Ayer me llegó por mensaje una foto tuya donde estabas muy a gusto con un chico y luego volvieron a confirmármelo cuando llegué por la tarde, ¿nunca fui un buen novio? ¿Por qué decidiste seguir? —soy firme, pero no duro, mi voz sale en susurros para que esto no acabe en gritos —yo en serio te quise, te entregué todo y lo desperdiciaste.
—¡No puedes hacerme esto! ¡¿Qué van a decir de mí y de ti?! ¡No te conviene dejarme, Ellington! —Gruñe con furia —eres un imbécil.
—Dime lo que quieras, piensa lo que quieras, pero de alguna manera los dos nos equivocamos. Aunque, no creo que te arrepientas haber besado a ese chico, sea como sea, no te guardo rencor y no lo haré por lo que falta cursar.
—¡Tú te lo buscaste! ¡Siempre fuiste una persona aburrida y muy correcta! ¿Y sabes qué? Por supuesto que disfruté estar con otro, ¿feliz?
—Ya me tengo que ir, nos vemos en clase.
—¡Esto no se va a quedar así, Ellington!
Me aferro a mi mochila y a zancadas me alejo a pesar de que sus gritos retumban en el lugar. Me relamo los labios secos y no tardo en llegar con Rick para proseguir con el desayuno.
Intercambio una mirada cómplice con él y me entretengo mirando de reojo aquella persona que dibuja con tranquilidad en la misma mesa, al parecer la chica de ojos verdes está inmersa en lo que hace combinando varios gises en tonos pastel.
—¿Últimos detalles? —Cuestiono con una media sonrisa mientras desayuno. La chica alza la cabeza y forma una mueca.
—Así es.
—A Juls le encanta hacer retoques, sin embargo, todo le sale bien cuando entrega la tarea —anuncia Remi con un tono de orgullo hacia su amiga —deberían ver los bocetos que hace.
—Remi... shhh, se supone que era un secreto —todos nos reímos.
—¡Me gustaría que me dibujaran! —Menciona Rick emocionado y se dirige a la rubia —¿Podrías hacerlo Remi?
—Lo pensaré —le contesta de manera coqueta y es inevitable no reírse.
—Que sea sin camisa —canturrea el tal Xavier lanzando una mirada pícara a la pareja y ambos se sonrojan —agh, vamos, ya somos grandes, no entiendo por qué se cohiben con algo natural. Remi, no es como que hayas visto otros chicos sin camisa y en público.
Casi me ahogo con un pedazo de fruta.
Los tres han entrado en una discusión, mientras que otra chica, de piel morena prefiere también resguardarse con sus auriculares puestos, si mi memoria no me falla, se llama Greta, ella es un poco reservada. Julie prosigue con su trabajo al mismo tiempo que pellizca su emparedado.
Por primera vez me siento en un ambiente libre de restricciones.
Haré mi mayor esfuerzo para estar lejos de todo lo que cause daño, por mi bien.
—¿Qué clase de bocetos realizas? —Cuestiono acercándome más al block de dibujo. La chica se remueve del banco realizando un mohín, pero no me aparta su trabajo.
Al parecer lo que está en la hoja es un pimiento gigante de color amarillo con difuminaciones en rojo y verde, le ha agregado sombra y luz dándole un aspecto realista.
Qué maravilla.
Si mi padre viera su dibujo le fascinaría.
—¿Te encuentras bien? Fue inevitable ver lo que sucedía hace unos instantes, lo notamos —susurra para que solo yo la escuche y asiento con la cabeza. Ha evadido mi pregunta.
—Me siento mejor que nunca, ella no lo negó, ¿sabes?, admito que sí me dolió un poco, puedo olvidarlo. Aunque será raro a partir de ahora porque estamos en la misma aula, tendré que soportar sus miradas amenazantes. Creo que quiere desquitarse.
—Uf, que el de arriba se apiade de ti —bromea finalizando el dibujo, cierra el block y lo guarda dentro de su mochila.
—Gracias —menciono —por lo de ayer, se sintió bien bailar.
Encoje los hombros y forma una mueca graciosa.
—Hice lo que me pareció correcto, no es nada, fue divertido verte caer un par de veces.
Frunzo los labios con una expresión de vergüenza.
—¿Hay manera en que pueda devolverte el favor?
—No es necesario que hagas algo a cambio, lo digo en serio, Ellington, dejémoslo así.
Sin más, el timbre suena dándonos a todos cinco minutos para correr a las aulas, los profesores suelen darnos un máximo de diez minutos.
Hago de oídos sordos y niego con la cabeza.
—¿Te gustan los museos? A mí sí, ¿alguno en específico?
—Sí que eres necio, he querido visitar el Museo Nacional, nos vemos luego —me lanza una última mirada y sujeta su mochila justo con la charola para luego alejarse en compañía de sus amigos a toda prisa.
—¿Es en serio, Ellington?
—No es lo que tú crees, Rick, no es lo que tú crees —niego con la cabeza al mismo tiempo que blanqueo los ojos.
—Haré como que te creo para que no te sientas mal —palmea mi espalda junto con una sonrisa cínica y echamos andar a los pasillos.
Idiota.
O.O
Este capítulo me dolió hasta el alma al escribirlo.
¿Qué opinan al respecto?
¿Disfrutaron el momento Julie & Ellington?
Imaginar al chico bailar me provocó maripositas jaja. 💜
¿Ustedes creen que Isabella tome venganza?
¿Y respecto a Rick? 🤤
Jum... toda duda, cuestión o comentario es bienvenido. Muchísimas gracias por animarse a seguir por aquí, el caos todavía sigue y Julie junto a Ellington tienen mucho que contar.
Pd: Publicaré un libro de extras de la trilogía, habrá muchas sorpresas pronto. ❤
Gracias.
Besos y abrazos artísticos de mi parte.
🎭KHYL.
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