KITSUNE HERIDO Y ASUSTADO.
Stiles SIEMPRE había querido un perrito. De verdad, en la forma más literal del adverbio de tiempo y siendo Stiles eso podía significar MUCHO TIEMPO. Pero claro, siendo un chico hiperactivo que apenas podía cuidar de sí mismo con un padre que no pasaba demasiado tiempo en casa, tener una mascota no estaba en la lista de prioridades de Noah Stilinski.
Por suerte, con 16 años, Stiles comenzó a formar parte de algo muy grande. Una manada sobrenatural compuesta en su mayoría por lobos. Lobos gruñones y con serios problemas de autocontrol. Como los perros vienen de seres tan majestuosos, Stiles no se le ocurrió quejarse al respecto.
Así que ahora, con 19 años, por fin tiene el perro que tanto quiso y no sólo uno, precisamente. Ríe por el discurrir de sus pensamientos, seguro de que si alguno pudiera adivinarlos le gruñiría y negarían lo canes que son, pero a Stiles no lo engañan. No, señor. Él los había visto disfrutar con una caricia desinteresada, olisquearlo cada vez que lo veían e incluso marcarlo. Así que la manada no puede negar lo evidente: son un conjunto de perros muy grandes y feroces.
Sus ojos pardos se deslizan por el patio trasero de la casa, la nieve ya ha cubierto el césped, señal de que el invierno está cerca. Beacon Hills siempre ha sido un sitio estacional. En Nueva York, Stiles no lo echó de menos, pero era casi una obligación para él venir durante las vacaciones porque allí estaba su familia, sus amigos, su manada. Allí estaba Derek. Y ya bastante duro era verlos algunos fines de semana sueltos como para desperdiciar un periodo entero de vacaciones.
Estira todos los músculos de su cuerpo, causando que la sudadera suba lo suficiente como para que un gélido aire frío se cuele por su columna vertebral. Gime molesto. Está a punto de volver a entrar cuando siente algo dentro de las protecciones que ha colocado en la casa. Porque una de las ventajas de ser una chispa es aprender a usar la magia que lleva dentro. Y como Stiles es lo suficientemente paranoico para imaginarse un holocausto, camina cinco metros hasta alejarse de la casa y llegar al borde de la barrera. Se desliza durante unos metros hasta que sus ojos divisan una pequeña figura justo en el borde tratando de entrar, pero sin conseguirlo. Arquea una ceja, extrañado, ¿por qué un simple zorro no puede traspasar las protecciones?
- Eh, pequeño, estás lleno de sangre.
El zorro le gruñe porque eso ya es un patrón en la vida de Stiles Stilinski, pero el chico lo obvia y envuelve con sus manos la figura del zorro e intenta meterlo dentro de las protecciones. No, no hay forma. Dirige su atención al animal que ahora le devuelve la mirada con ligera burla justo en el momento que un aullido suena en el bosque y le siguen varios más.
Presiente el peligro antes de divisar al primer lobo. Rompe el círculo de ceniza de montaña con rapidez e introduce al zorro sin pensar más en las consecuencias. Cuando el enorme lobo gris está a unos metros, cierra de nuevo el círculo y refuerza las protecciones. Retrocede varios pasos cuando al lobo se le unen varios más y juntos intentan atravesar el círculo. Stiles sabe que no podrán, es muy bueno en defensa, según Deaton el mejor de la clase, clase que se compone por un solo estudiante así que prefiere no pensar demasiado en ello. Abraza al animal herido entre sus brazos con gesto protector y se lo agradece clavando sus dientes en la tierna piel de su brazo.
- ¡Oye! - protesta.
Danos al zorro.
- No - responde de forma automática, enfretándose a la fiera mirada del que parece ser el Alpha.
No seas testarudo, humano, nos pertenece.
- Sois lobos, no se me ocurre ninguna forma en la que un zorro pueda perteneceros - alza la mano con el dedo índice extendido.- Ignoro qué estáis haciendo aquí, pero en esta ciudad ya hay una manada. Os recomiendo que os vayáis.
Ah, sí, la manada del chico Hale.
En la punta del dedo índice de Stiles aparece una llama.
- Esto ya no es una advertencia.
El lobo gruñe y lanza varias dentelladas al aire y antes de finalmente irse con los suyos embiste contra la barrera de ceniza. Stiles siente su magia temblar ligeramente. Parece satisfecho con la demostración de fuerza cuando finalmente se van, desapareciendo por el bosque.
- Muy bien, ni puta gracia que sepan desde ya donde vivo - masculla, pasando la mano libre por su pelo castaño, revolviéndolo aún más si es posible.- ¿Puedes dejar de morderme? En serio, tienes unos dientes muy afilados - le pide al pequeño zorro, entrando en casa y dejando atrás la nieve levemente manchada de sangre.- Es hora de llamar a Derek - saca el móvil de su bolsillo.- Oh, dios, no le va a gustar nada de nada. Sobre todo porque debí llamar cuando llegué, ¿sabes? Pero claro, tenía que renovar las protecciones así que me distraje y... lo estoy haciendo otra vez - deja al zorro con cuidado sobre la alfombra del suelo y marca un número de teléfono que se sabe de memoria.- ¿Derek?
Jodido Stiles. Es lo primero que Derek piensa cuando cuelga después de gritarle cuatro cosas a su pareja sobre su sentido de la responsabilidad al 1) no llamar desde que llegó que lleva horas esperando en el loft, 2) meter dentro de las protecciones algo que las protecciones no querían dejar entrar, ¡joder, Stiles, están puestas para algo! y 3) cómo mierda se le ocurre amenazar a una manada desconocida de lobos. Respira varias veces para calmarse, recurriendo al autocontrol del que tanto presume. Cuando nota que el lobo está tranquilo coge el móvil y envía un mensaje urgente por el grupo de WhatsApp para convocar a toda la manada en la casa del Sheriff amenazándolos de muerte si a alguno se le ocurre faltar esta vez. Pone el camaro en marcha, va a matar al jodido Stiles.
A Derek todo este asunto no le da buena espina porque es consciente de que tienen un imán para los problemas. A pesar de haber quemado el Nemetón, Deaton les advirtió de que el efecto mágico no se iría hasta dentro de varios siglos aunque también admitió la probabilidad de que en lugar de ser un faro para las criaturas sobrenaturales se convirtiera simplemente en una llama. Derek espera que tenga razón y lo espera mucho porque hace casi seis meses que empezó a salir con Stiles y aún no lo ha reclamado, tema con el que el humano aprovecha para darle la lata cada dos por tres porque es demasiado inteligente para su propio bien y su estúpido tío Peter no deja de soltar pullas cuando puede. Al menos, Peter ya se independizó, eso es sin duda un punto a favor, que siga teniendo las llaves del loft es un punto en contra. ¿Qué le ha hecho Derek a la vida para tener que aguantar semejante cruz?
Mientras gira la última esquina antes de divisar la casa Stilinski piensa que, al menos, Stiles ya comienza a saber defenderse de verdad, no sólo con un estúpido bate de béisbol. Aunque sigue siendo un novato y su magia saluda a cuentagotas, Stiles es digno de ser un emisario y Derek sabe que dentro de poco será capaz de controlar sus poderes. Deaton dice que necesita un incentivo, algo que Stiles desee proteger con su propia vida. Derek recuerda el día que tuvieron esa conversación en la clínica veterinaria porque Stiles casi se come a Deaton: él daría la vida por la manada, por cada uno de ellos, sin dudarlo, pero Deaton considera que eso no es suficiente y Stiles se frustra porque no imagina nada más importante que ellos. Derek sí, él como licántropo nacido sí puede imaginar algo más importante que formaría parte de la manada, pero que actualmente no existe y, sinceramente, él no se imaginaba cómo podría hacerlo. Decide alejar todos esos pensamientos cuando aparca justo al lado del viejo Jeep de Stiles.
- Se ha enfadado, ¿te lo puedes creer? - la voz de Stiles le llega desde el pórtico.- ¿Qué pretendía? ¿Que te dejara morir? ¿En serio?
Derek se detiene un momento a comprobar que el círculo de ceniza de montaña sigue allí porque, aunque confía en su pareja a niveles que no está demasiado dispuesto a admitir, un hechizo selectivo que permita la entrada sólo a los miembros de la manada a los que Stiles está unido por sangre le sigue pareciendo increíble e inverosímil. Aún así, ahí está la ceniza y él ha podido girar el picaporte de la puerta para entrar, el olor de la magia de Stiles le da la bienvenida.
- En realidad, pretendía que un hombre lobo Alpha en su forma completa no te arrancara la cabeza - admite, lo suficiente alto para que el humano le escuche aunque sabe que lo sintió en cuanto entró en contacto con su magia.
- En ningún momento estuvo tan cerca como para poder hacer eso - masculla, cuando lo ve aparecer.
Derek respira hondo desde el marco del salón, sus ojos verdes clavados en la figura de su pareja que no tardan en volverse rojos porque su lobo lo ha echado tanto de menos como él. Se queda quieto un minuto, respirando su dulce olor, que está por toda la estancia (algo contaminado por el pequeño y herido animal, pero igual es agradable para él) y tratando de mantener controlado el instinto que lleva años silenciando porque necesita marcar a Stiles. Todo sería más sencillo. O no, porque se trata del Stilinski. Mismo que se levanta, dejando al zorro sobre un cojín, y camina hacia él. Derek puede oler en Stiles el anhelo, las ganas y la necesidad. Puede oler también lo mucho que lo ha echado de menos esas dos semanas que no se han visto por estar preparando los exámenes trimestrales.
- ¿Por qué hueles a sangre? - pregunta cuando puede concentrarse lo suficiente y alejarse un poco del olor dulzón de Stiles.
- Salúdame como dios manda antes de echarme la bronca - gruñe el humano, poniéndose de puntillas y pasando los brazos por los hombros de Derek para atarlos detrás de su nuca y juntar sus labios.
Stiles ya no es el adolescente pequeño y delgado que Derek conoció cuando el muy inepto se dedicó a invadir su propiedad con Scott en busca de un cadáver. No es una roca, como él, pero tiene los músculos necesarios definidos y salpicados de lunares aquí y allá. Lo sabe porque Derek no está ciego y aunque intenta salir de las habitaciones cuando Stiles se cambia, a veces algún trozo de piel se escapa de las telas y Derek mira porque controlado sí, pero tonto nunca.
Deja de pensar cuando Stiles muerde su labio inferior, reclamando que le ponga más atención. Así que Derek lo hace porque Stiles tiene control sobre él, aunque ninguno de los dos es consciente de hasta dónde llega. Desliza la lengua dentro de la boca del humano y Stiles gime con fuerza, pegándose aún más a su cuerpo. Derek se separa de golpe cuando siente algo punzante en su tobillo. Respirando agitados, Derek mira hacia abajo y Stiles sigue el camino de los ojos rojos: el zorro le está mordiendo el tobillo. Por algún motivo que desconoce, su lobo no se siente amenazado al respecto, sino curioso. Stiles se adelanta por si acaso y coge al zorro entre sus brazos.
- ¿Por qué te habrá mordido? - cuestiona en voz alta como si el animal pudiera responderle.
Derek se acaricia la barbilla, pensando, pero prefiere no exteriorizar sus conclusiones, por el momento.
- ¿Le has curado las heridas? - devuelve la pregunta, observando el vendaje.
- Lo he intentado - se encoge de hombros, dejándose caer sobre el sillón de nuevo.- La poca magia curativa que conozco no funciona porque la herida fue hecha por un jodido Alpha, así que...
Un estruendo proveniente de la entrada lo sobresalta. Derek se gira sólo para ver a la mayor parte de su manada en el suelo después de haber intentado atravesar todos juntos la puerta, con prisa. Se pregunta si por su amenaza de muerte o la preocupación por Stiles.
- ¿Scott? - asoma la cabeza por el marco de la puerta.
- ¡STILES! ¿ESTÁS HERIDO? ¿POR QUÉ HUELES A SANGRE?
Ah, definitivamente es la preocupación por Stiles. Derek no se sorprende, sus amenazas de muerte ya no asustan ni a sus enemigos. Jodido Stilinski.
- Sólo es una pequeña mordedura - pone los ojos en blanco.
- En serio, ¿qué ha pasado? - pregunta Lydia en lo que Scott se dirige hacia su mejor amigo y lo inspecciona por todos lados-. Derek nos ha enviado un mensaje urgente y... - se detiene, viendo el pequeño animal con el pelo erizado que gruñe a Scott.
- ¿Has adoptado un zorro, Stiles? - Allison intenta acercarse, pero Kira la detiene en el proceso.- ¿Pasa algo?
Todos observan a la kitsune cuyos ojos se vuelven amarillos.
- Es como yo.
- ¿Ah? Espera, ¿qué?
- Es un kitsune, también es humano - señala.
Los ojos de toda la manada se detienen en el pequeño animal que ahora se siente sobrepasado por la atención y se hace un ovillo sobre sí mismo antes de decidir que la mejor opción es correr hacia Stiles y ocultarse en sus brazos.
- Uoh, uoh, tranquilo - le acaricia el lomo, intentando que deje de temblar.- Eso explica el comportamiento de las protecciones - razona para sí mismo en voz alta.
Derek siente ganas de gruñirle por idiota. Aun así, el bicho no parece peligroso y sólo por eso le permite permanecer tan cerca de su pareja. Está comenzando a preguntarse por qué su lobo no reacciona cuando su querida beta hace la pregunta del millón de dólares.
- Vale - Erika se cruza de brazos en su cazadora negra.- ¿Por qué has terminado con un kitsune en tu casa, Stiles?
El proyecto de emisario suspira, va a recibir más gritos y lo sabe.
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