Ve más allá
Otro día que voy al café para ver a Anderson y comer un rato con él, ayer después de comer me fuí a mi habitación a inventarme toda una historia en caso de que llegara a preguntarme.
Entro al lugar y todos los empleados están hablando, voltean cuando suena la puerta y varias chicas empiezan a reírse, Anderson se sale del grupo apenado y se acerca a la caja.
—Buongiorno — saluda a media sonrisa.
—Buongiorno — respondo y dejo mi codo en la barra en son de coqueteo, Anderson aparta la vista apenado pero sonriente.
—Cosa hai intenzione di ordinare? — pregunta sin verme (¿Qué vas a ordenar?).
—Lo sai — respondo encogiéndome de hombros y él asiente (Tú sabes que).
—Aspettare a tavola — responde señalando la mesa con su cabeza y alejándose, lo miro confundida pero aún así me voy (Espera en la mesa).
Me voy a la mesa y espero, varios de los chicos empiezan a irse y se quedan las chicas, algunas están ayudando a Ander mientras que otras solo están viendo, cuando lo que pedí está terminado empiezan a discutir y Anderson es quien se acerca con mi pedido.
—Buon appettito — dice al dejarme lo que pedí y yo sonrío.
—Grazie — respondo sonriente, sin embargo, cuando creo que se va a sentar conmigo, se aleja.
Me quedo de piedra al ver esto, las chicas del bar se retiran y Anderson se queda en la barra comiendo, me levanto y me acerco a él.
—¿Hoy no vas a comer conmigo? — pregunto confundida y él me mira.
—No — responde serio y aparta la vista.
—¿Por qué? — pregunto con desesperación.
—Parce que je ne peux pas tomber amoureux de toi — responde —Et je le fais
—¿Qué? ¿Qué idioma fue ese? — no entendí nada, así que no fue italiano.
—Francés — responde él.
—¿Hablas francés? — pregunto incrédula.
—Ajá — contesta aún reacio a verme.
—Bueno, pero no me contestaste — reclamo.
—Sí lo hice — refuta y alza un poco la vista hacia mi con esa bonita sonrisa traviesa.
—No te entendí — contraataco.
—Pero respondí — defiende con una sonrisa y ambos reímos.
—Ven a comer conmigo, por favor — pido haciendo ojitos y pucheros —Dijiste que mis ojos te alegraban el día
—Okey — responde acercándose a mi —Solo porque quiero ver tus ojos
Ambos reímos y nos sentamos en la mesa, Anderson sigue comiendo y yo empiezo con lo mío.
El silencio entre nosotros es bastante incómodo, pero la verdad no estoy segura de cómo romperlo, es más, ni siquiera sé si debería romperlo, de pronto es él quien habla.
—Cuéntame más de ti — pide y yo sonrío
—¿Qué quieres que te cuente? — pregunto empezando a recopilar toda mi falsa historia.
—¿Cuáles son tus sueños? ¿Aspiraciones? — pregunta y yo lo miro confundida
—¿Mis qué? — pregunto
—No creo que no me hayas escuchado — dice confundido —Pero tampoco creo que no sepas qué son los sueños y aspiraciones
—No te entiendo — respondo muy confundida
—¿Qué quieres hacer con tu vida? — pregunta y yo asiento
—Aaaa, eso — respondo comprendiendo y me quedo de piedra ¿Por qué hace preguntas tan complicadas? —No sé
—¿Cómo que no sabes? — pregunta divertido —¿Qué quieres estudiar? ¿Cuál es el trabajo de tus sueños?
—Ah, yo... — por más vueltas que le doy a la pregunta no puedo hallar una respuesta —No lo sé
Anderson me mira con el ceño fruncido bastante confundido, me analiza con cuidado mientras yo sigo pensando.
—Eres rara — murmura.
—¿Rara en qué sentido? — pregunto tímida.
—No lo sé, quiero averiguarlo — responde analítico —Si a tus 17 años no tienes sueños ni aspiraciones, o no has notado que tu vida ya empezó, o eres una mentirosa
Ne muerdo la parte interior de la mejilla avergonzada y sigo intentando pensar en algo pero nada viene a mi cabeza.
—Dime un sueño que tengas — pide —No importa cuan estúpido, ridículo e improbable suene, dime uno
Empiezo a pensar, ¿por qué mi mente está en blanco, maldita sea? De pronto, ese sueño en el que por fin siento qué es ser besado por alguien viene a mi cabeza.
—Que me den un beso — respondo perdida en mis ensoñaciones
—¿Tan simple? ¿Así de aburrida es tu vida? — pregunta incrédulo —A ver, cuéntame qué haces en un día a día normal
—¿Cómo? — pregunto confundida
—Sí, por ejemplo, yo me levanto, desayuno, me preparo para trabajar, vengo, ya de últimamente hablo contigo, vuelvo al trabajo, limpio aquí, salgo, regreso a casa, veo televisión, ceno, me doy una ducha y a dormir — me cuenta —Algo así, muy básico
—Ah, bueno... — analizo más o menos mis días de "vacaciones" y cuento —Despierto, desayuno, espero, vengo aquí, hablo contigo, regreso al hotel, espero y duermo
Okey, eso hasta para mí sonó aburrido.
—¿Y qué esperas? — pregunta
—Que sea hora de venir — respondo simple
—¿Y después? — pregunta de nuevo
—La hora de dormir — contesto
—¡Estás en Italia por el amor de Dios! — recrimina —Sal del hotel, ve a museos, a las calles, al maldito cine si se te antoja, tú no vives, tú... existes
Analizo lo que me dijo y... creo que sí, tiene razón, pero, así es siempre, ¿tiene algo de malo acaso? Me encojo de hombros como dando a entender mi punto y su mueca confundida se hace más grande.
—A ver, nuevo plan — dice ya alterado —¿De qué hablan en tu casa durante la cena?
—¿Perdón? — pregunto
—Sí, cuando se sientan juntos a comer, ¿de qué hablan? — explica
—¿Quiénes se sientan a comer juntos? — pregunto riendo, la única forma de que eso pase con mi familia es que a todos se nos haya hecho tarde
—Todo el mundo — responde con una mueca
—Oh — respondo asombrada —¿En serio?
—Ehh... sí — contesta —No todos hablan, pero sí
—A — digo sin saber qué responder
—¿A qué se dedican tus padres? — pregunta intrigado
—Son agentes de publicidad — respondo rápido, técnicamente no es del todo mentira
—¿Negocio familiar? — pregunta y yo asiento, entonces él sonríe —Ya veo, por eso no tienes ningún sueño, déjame adivinar, si te hubiera preguntado "¿Qué vas a estudiar?" la respuesta habría sido algo como "Lo que diga mi papá"
Me pongo a pensar y asiento con la cabeza, de hecho esa era la respuesta a básicamente todas las preguntas que me había hecho.
—Ya entiendo — responde sonriente —Entonces, desde cero, ¿okey?
—Okey — respondo confundida
—Estás aquí, no están tus padres, no nada — explica y yo asiento —¿Qué QUIERES hacer? Dime algo, por muy básico que sea
—Venir aquí — respondo y él niega riendo
—No, algo más Iris — exige —Es más, ¿qué ciudad de Italia te gustaría visitar?
—Venecia — respondo rápido
—Okey, ¿por qué? — continúa
—Quiero viajar en góndola y andar en bicicleta por las calles — respondo imaginándomelo
—Eso último es más probable en Roma, pero va — responde asintiendo —Ahora piénsalo en grande
—¿Eh? — pregunto confundida.
—¿Qué país te gustaría visitar? — pregunta de nuevo
—París — respondo
—Vale, esta vez está bien — dice apurado —¿Por qué?
—Quiero ver el festival de las luces, y probar el café de la ciudad — respondo
—Eso es — responde sonriente y me toma las manos —Tienes que ver más allá Iris, piensa en grande, tu vida está empezando.
—Lo dice el barista — reclamo y él asiente
—No es lo mismo un barista en Italia que uno en Nicaragua — refuta y yo asiento —Debo volver a trabajar, piénsalo ¿sí?
Asiento mientras se aleja y sonrío bobamente antes de levantarme e irme.
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