Bienvenida a mi departamento

Me dirijo hacia el café cargando el único conjunto de ropa extra que llevaba en una mochila vieja; ahora que lo analizaba, en ese tiempo en que no hacía nada debí de haber ido a conseguir un poco de ropa.

Al llegar Anderson me recibe entonando una canción sentado solo frente a la barra del bar; parece ser que hoy acabaron pronto y el chico decidió que era buena idea poner MTV en la televisión.

Certi amori regalano
Un'emozione per sempre
Momenti che restano così
Impressi nella mente
Certi amori ti lasciano
Una canzone per sempre
Parole che restano così
Nel cuore della gente
Nel cuore della gente - cantaba el chico en italiano con los ojos cerrados y moviendo la cabeza al ritmo de la música con una pequeña sonrisa.

Certi amori regalano
Un'emozione per sempre
Momenti belli che restano così
Impressi nella mente
No, no, no, no, no, yeah
Di quelli che restano così
Nel cuore della gente (no, no, no, no, no, yeah)

Cuando la canción terminó empecé a aplaudir con fuerza y él volteó hacia mí y se sonrojó suavemente, bajó el volumen de la tele y se levantó de su lugar para tomar una charola e indicarme que me dirigiera a la mesa.

Ambos nos sentamos y él colocó la charola frente a mi.

Buongiorno belle personne — saluda tímido.

Buongiorno —respondo sonriendo —Cantas muy bonito

—Gracias —dice encogiéndose de hombros tímido —¿Por qué la mochila?

—Aquí traigo mi equipaje del hostal —explico —Decidí sacarlo de una vez para no tener que volver por él

—Comprendo, entonces hoy vienes a vivir conmigo —dice, aunque no entiendo si es pregunta o es análisis.

—Así es —afirmo aún así y él sonríe dulcemente.

—Solo te aviso desde ahora que no es que viva en un departamento muy espacioso —menciona mordiéndose el labio y haciendo ademanes raros con sus manos.

—¿Cuál es tu concepto de "no muy espacioso"? —pregunto porque he visto personas que viven en lugares gigantes y dicen que es "algo modesto".

—¿Alguna vez has visto "Ratatouille"? —cuestiona y yo arqueo la ceja confundida pero asiento —Pues como el primer departamento de Linguini

—Estás de broma, ¿cierto? — pregunto incrédula dejando caer mi tenedor sobre el plato.

—Tal vez sea un poco más grande, pero no por mucho —corrige volteando los ojos —Lo siento

—Está bien, mientras tú creas que está bien no tengo problemas —digo aunque empiezo a creer que esto fue una mala idea.

—Bueno, ¿y tu equipaje cabe en esa mochilita? —cuestiona burlón señalando la mochila que reposa en el suelo.

—Solo es una muda de ropa sin zapatos —explico encogiéndome de hombros.

—¿En serio fue lo único que trajiste? — pregunta incrédulo.

—Traje más pero perdieron mi maleta en el aeropuerto y no he comprado más que esto —invento rápidamente.

—Necesitas más ropa definitivamente, independientemente del tiempo que vayas a quedarte —sentencia y yo niego.

—No, puedo vivir con esto —respondo negando con la cabeza.

—Oye, a veces con trabajos lavo cada semana mi ropa, menos lo haré diario, necesitas por lo menos otra muda —avisa y yo ruedo los ojos —Y un par de tenis

—¿Y si mejor me prestas de tu ropa? — pregunto pícara e inmediatamente Anderson se sonroja.

—Solo presto mi ropa en una de dos ocasiones —contraataca recomponiéndose —Si fue mi culpa que se arruinara o después de una buena noche

Me tardo treinta segundos en procesar lo que dijo y ahora es mi turno de sonrojarme y él suelta una carcajada sonora.

—Idiota —murmuro y él me saca la lengua.

—Amas a este idiota —recrimina y ahora yo le saco la lengua.

—Tal vez un poco —admito y él ríe.

—Salgo de trabajar a las once menos cinco —comenta y yo lo miro con una mueca —Se que es tarde, pero es un bar ¿qué esperabas?

—¿Y qué planeas que haga todo este rato? —pregunto a forma de reclamo.

—Puedes ir a comprarte algo de ropa —sugiere encogiéndose de hombros.

—Pues ya qué —reclamo frustrada.

—Descuida belle personne —dice apretando mi nariz con sus dedos —Te lo compensaré pronto

Terminamos de comer y yo salgo del café para vagar por las calles de Palermo.

No sé a quién es más probable que le de un infarto con lo que estoy haciendo, a Anderson porque me pasé las casi cinco horas que me pidió que lo esperara sentada en un parque viendo pasar a la gente o a mi papá al ver como desperdicio mi tiempo en cosas inútiles.

El punto es que ya voy de regreso al bar donde Anderson me espera puesto que ya salió, en el camino escucho una sirena de patrulla y me escondo en un lugar, cuando pasa sigo mi camino y voy pensando en si ya me estarán buscando.

Cuando llego al bar, Anderson me ve y se me acerca con una sonrisa, me toma por la cintura y me levanta para darme una vuelta en el aire mientras yo río, cuando me baja me recibe con un beso en los labios.

—¿Qué hiciste en todo este rato? —pregunta mirándome y tendiéndome la mano.

—Nada realmente —respondo tomando su mano y ambos empezamos a caminar.

—¿Por qué no me sorprende? —dice negando con la cabeza.

Nos vamos caminando tomados de la mano y veo que Anderson está literalmente dándole la vuelta al bar.

—¿A dónde vamos? —pregunto curiosa.

—Por mi bicicleta, es la forma más rápida de llegar a mi departamento casi a medianoche —explica, llegamos a la parte trasera del lugar y veo que saca una bicicleta algo vieja de ahí.

—¿Y yo? —pregunto al ver que no es como que sea una bicicleta para dos personas.

—Pues puede irte sentada aquí —dice señalando la extraña parrilla que traen algunas bicicletas para que cargues ahí cosas.

—¿O?

—O me sigues caminando —responde, exhalo un suspiro y me subo a la parrilla detrás de él —Agárrate fuerte

Empieza a pedalear y andamos por las calles de Palermo, menos de veinte minutos después estamos en un edificio de departamentos.

—Bienvenida —habla Anderson cuando nos bajamos de la bicicleta.

—¿Vives aquí? —cuestiono y él asiente —Es lindo

—Gracias —responde y va a guardar su bicicleta —Sígueme

Subimos al primer piso y Anderson se acerca a una puerta y saca de su chamarra unas llaves, cerca de ahí se escucha una voz.

Buona notte Anderson —dice viniendo del piso de arriba, o eso parece. (Buenas noches Anderson)

—Buonasera signor Ricci —responde Anderson alzando la vista y abriendo la puerta —Pase usted (Buenas noches Señor Ricci)

Entro al departamento y veo que efectivamente es un lugar pequeño aunque no tanto como lo describió, sin embargo es muy acogedor.

—¿Quién era? —pregunto cuando cierra la puerta.

—Mi vecino, desde que entré a trabajar al bar siempre se queda despierto esperando a que llegue —explica.

—Que lindo —respondo.

—Sí bueno... —comenta y lo miro, se ve nervioso y voltea la cabeza entre la habitación y la sala —Duérmete en la habitación y yo me dormiré aquí en el sillón

—¿Y si duermes conmigo? —pregunto coqueta y aparta la mirada.

—No es momento de coqueterías, tengo sueño —reclama y yo me encojo de hombros

—Está bien, supongo —respondo encogiéndome de hombros y me dirijo a la habitación para dormir.

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