Vivir en Venezuela
Hola, ¿qué tal? ¿Extrañaron a esta belleza?
Bueno, en teoría tenía que traerles una de mis útiles guías sobre como ser un imbécil en wattpad. Pero como en las últimas semanas he estado viendo unas subespecies por la plataforma especialmente... imbéciles, pues me he dado cuenta que tengo que añadir muchas cosas a ese educativo artículo. Por ahora, confórmense con saber que me voy a quejar. Yo que siempre me quejo, ¿no? Pero digamos que esta queja es como más sentimental y toda la cosa.
La verdad es que estoy deprimidísima, desmoralizadísima y no sé por qué demonios hago esto público. Creo que tengo la costumbre de ser una roca sentimentalmente hablando, así que exteriorizar mis sentimientos aquí viene siendo como una terapia de descargue económica o algo así.
Pasa que cuando vives en Venezuela y te quejas estás siendo como... una ladilla, sí. Todos nos quejamos y lo hacemos tan seguido que es redundante, ya sólo con decir que vives en Venezuela es suficiente. Todo nuestro entorno es un fenómeno politizado en este momento. No importa en qué contexto te encuentres, siempre tienes una queja hacia el gobierno porque... pues porque eso es lo que queda, quejarse.
Es terrible, el solo hecho de vivir en este país es deprimente. Te sientes ahogado, desmotivado, angustiado.... oprimido. No importa qué camino tomes, siempre vas a terminar en un callejón sin salida. Si quieres salir del país vas a tener que bajar tu calidad de vida, todo lo que se ha esforzado tu familia por construir, para llegar a otro sitio donde te vean por encima del hombro por ser extranjero y pasar trabajo cuando deberías estar teniendo una vida decente. Cuando en tu país tenías todo asegurado desde que naciste y cuando tus padres se mataron trabajando, sólo para ver que el final del camino es vender todo por a saber cuánto y terminar limpiando pisos en otro sitio. Si te quedas tienes que ver cómo el país se va a la mierda, se deteriora y cada vez puedes hacer menos. Al final es lo mismo, porque tu calidad de vida va en detrimento y de repente cosas tan normales como un paquete de chocolates te parecen un lujo o no puedes salir de fiesta en la noche porque todo está tan caro y tan inseguro que la gente prefiere recluirse en sus casas y mirarse las caras.
Es tan injusto sentirte así. Sentir que no vas a ningún lado. Que si consigues un trabajo lo máximo que podrás permitirte es una salida al cine o a la playa que queda a tres horas de tu ciudad porque el dinero no vale nada y lo que ganas son treinta dólares a lo sumo. Que trabajar para ti, progresar, ahorrar para darte tus gustos, son simples utopías.
A la gente simplemente le da por llorar de repente en este país. La gente camina volteando cada pocos segundos atrás para comprobar que no los están siguiendo. La gente sale, incluso a plena luz del día, sin la certeza de regresar por la tarde. Si un familiar no te contesta el móvil por más de dos horas te sientes preocupado y comienzas a imaginar que lo han secuestrado, robado, matado. Siempre estás preparado para lo peor. Siempre sientes que estás viviendo lo peor, pero siempre es peor.
No te puedes recordar un día en el que haya sido mejor porque siempre fue peor. No te acuerdas de los momentos en los que hacías viajes al exterior todos los años y conseguías tus chocolates en la farmacia más cercana o ibas al shopping religiosamente a fin de mes. Ya ni siquiera los centros comerciales abren más de cuatro horas y las estanterías están vacías o tienen precios exhorbitantes. Ya la gente ni pregunta o mira esas cosas porque sabe que no las va a poder pagar.
Si hubiese vivido en un país normal sería una chica normal clase media alta con un carro pagado por sus padres, yendo a la universidad, saliendo a la playa o de fiesta con sus amigos, haciendo campings, viajando al menos cada año y esas cosas que son normales y que pueden darse en otro país. Ahora no porque todos somos pobres y no les estoy haciendo drama excesivo. Ahora no porque la clase alta qud todavía queda en el país gana en dólares o se roba los dólares del estado que son necesarios para comida y medicinas. Ahora no porque los vehículos más nuevos que se ven en la calle son de hace cuatro años.
¿Les parece triste mi historia? ¿Les parece triste que mis mayores alegrías en este año hayan sido que me han traído chocolates y ropa de afuera? ¿Les parece triste que mi smarthphone sea un modelo que salió hace dos años? Pues es una situación bastante precaria, sí, pero es una idiotez en comparación con lo que el venezolano promedio vive. Dejemos claro que el promedio en Venezuela son personas de clase baja, personas que tienen que pensar qué comida hacer al día y que se paran a las cuatro de la mañana para hacer colas kilométricas por dos paquetes de arroz y uno de aceite. Y eso es lo que comen. Lo que consigan. Así sea pasta con mantequilla en todo el día. No más.
Conozco gente que no puede seguir sus estudios porque tiene que trabajar para comer, igual que conozco a un chico que está yendo todos los días con un cartel de "Sin comida no puedo estudiar" a una avenida principal de la ciudad en forma de protesta. Conozco gente que ha tenido que irse del país porque sus familiares tienen cáncer y es eso o quedarse aquí y morirse porque ni las clínicas ni los hospitales tienen insumos. Conozco gente, bastante gente, que la han secuestrado dentro de su casa para quitarle sus pertenencias. Conozco gente que no consigue anticonvulsivos y está en una etapa terminal del cáncer. Conocí gente que ya no está porque un hijo de puta decidió que era el día perfecto para pegarles un tiro. Conozco gente que ha intentado suicidarse porque prefiere no vivir que vivir aquí.
Y yo me molesto cuando mis amigos me dicen que no tienen dinero para salir de fiesta, y me molesto cuando mi mamá me dice que no pueden comprarme un auto con esta situación o que no le gusta que salga de noche. Soy una puta egoísta por molestarme por esas cosas porque mis padres hacen lo posible para que no viva ahogada en las mismas preocupaciones que los demás, incluso dejan de tener cosas para dármelas a mí, incluso se enfrentan ellos a las deudas y a los martirios que significan conseguir comida en este país. ¿Pero qué coño hago? ¿No tengo derecho a molestarme porque al menos no estoy buscando en la basura qué comer?
Me pasa que igual me molesto. No hago colas e igual me molesto. Puedo comer tres veces al día y puedo comer lo que yo quiero comer e igual me molesto. Uso el transporte público lo menos posible e igual me molesto. Dios. Claro que me molesto. Me frustro. Quiero llorar de repente porque tuve la mala suerte de nacer aquí y no en Suiza. De repente quiero morirme porque no veo hacia dónde va mi vida, o tengo la inquietud de que, aunque no quiera en realidad morirme, cualquier día de estos igual y me matan en este país de mierda. Quiero viajar por el mundo, quiero recordar cómo se sentía ir a un supermercado y divertirte metiendo un montón de dulces en el carrito a escondidas de mis padres, quiero sentir que si consigo un trabajo voy a poder costearme algunas cosas, voy a poder surgir, quiero tener una juventud normal como la de mis padres e ir de campamento a la playa con mis amigos sin miedo a que me roben, quiero recordarme cómo demonios se sentía pasarse todo el día en un concierto genial en el que tus bandas favoritas tocaban.
Pero de repente me doy cuenta de que nada de eso es posible. Que si me voy igual y tendré que trabajar y pasar necesidades para surgir dentro de un país extraño y entonces nada de eso tampoco será posible tampoco. Es cosa de volver al estado de apatía natural, donde sientes que no estás haciendo nada, que no estás yendo a ninguna parte. Que las cosas que te gustan ya no te gustan tanto porque no les ves sentido. Que no tienes metas en la vida. Bueno, sí tienes: salir del país lo antes posible, así sea con tres carreras para terminar limpiando pisos.
Igual y el hijo de puta que tengo por presidente no acepta ayuda humanitaria. Igual y los hijos de puta que me gobiernan se gastan cantidades exhorbitantes pagándose parafilias y yates gracias a sus paraísos fiscales mientras la gente se muere. Y si te quejas y tu queja llega a algún lugar vas preso. Si les dices lo que son: unos hijos de puta, entonces eres un violento y un fascista. Y si te quejas, ¿por qué no te vas del país?
Es humillante, degradante y, otra vez, opresivo vivir en Venezuela. Es que no vives. Sobrevives. Y a ver por cuánto tiempo.
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