Querido hijo de puta
Querido hijo de puta,
En principio, quiero que sepas que no me arrepiento de haberte conocido. No te creas, tampoco es que me dejases nada bueno, pero soy una persona que entiende que arrepentirse de las cosas que no se pueden cambiar no tiene sentido.
Cari, espero que entiendas que aquí no hay rencor. Mira, te llamo hijo de puta porque eso es lo que eres, no es más que un mote cariñoso. Lo mismo y podría ponerme más creativa y elegir apelativos más hirientes, así que no te quejes.
Yo sólo deseaba decirte, y es mi objetivo principal con esta carta, que las cosas no tenían por qué terminar así. No tenías, queridín, que ser un completo idiota porque la situación era tan sencilla como decir las cosas claras. Hijo de puta de mi corazón, hay momentos en los que las medias tintas no deberían existir, o es blanco o es negro, o es sí o es no. Ten la decencia de madurar.
Querido hijo de puta, ser un hijo de puta es opcional. No te dan un premio por ello, ni una condecoración. Quizá una patada en las bolas, sí, pero no creo que a nadie le emocione recibir eso.
Bueno, digamos la vida sigue y, aunque que perdonar es de idiotas, vivir de la venganza es agotador. Ufff... Mira, sí, espero que te vaya muy mal. Igual tú te perdiste la oportunidad de tu vida conmigo y creo que eso es lo peor que te puede haber pasado.
En fin, vamos a dejarlo hasta ahí, que soy demasiado guapa y el odio no me favorece.
Con ganas de pegar carteles por toda la universidad diciendo que la tienes pequeña,
el amor de tu vida.
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