Querido 2022,

Bienvenido.

Por fin has llegado. Para ser sincera, el 2021 fue larguísimo. El problema para mí es que a este punto tampoco diferencio cuándo terminó el 2020. Todo se mezcla. Capaz estoy vieja.

Bueno, como quiera, vamos al grano. A la burocracia con la que siempre recibimos a un nuevo año. No creas que te salvas. Las costumbres no cambian mucho por aquí.

Aún me queda esperanza de que en esta vida debe haber algo bueno y, con ello, vienen ligadas algunas expectativas de ti que procedo a contarte.

He estado un poco triste y confundida. Es difícil explicarlo, pero así me siento más tiempo del que me gustaría. ¿Será que este sí será el año en el que me pueda sentir bien?

Bien a secas, como cuando te preguntan cómo estás y, en efecto, estás bien. No lo dices solo para salir del paso. What a concept.

Estoy, honestamente, cansada. Hay veces que no entiendo qué pasa en mi cabeza que se desata el infierno. Se me hace muy difícil entender por qué. Desearía que hubiese un detonante porque, al menos, podría aprender a identificarlo, pero la mayoría del tiempo no lo hay.

Aún si no voy a dejar de sentirme así, al menos me gustaría que las pocas personas que tengo a mi alrededor pudiesen entenderme. Me gustaría dejar de sentirme una carga para todos, pero, al mismo tiempo, con la responsabilidad de cargar con todos.

En fin, mi estimado, ya ves que no voy a pedirte dinero, fama, o incluso mejorar mi figura. Yo solo tengo un deseo, el mismo que pedí con las 12 uvas y el mismo que pido cuando soplo mis velitas todos mis cumpleaños: por favor, déjame estar bien. Que sé yo, hasta un poco feliz de vez en cuando. Ya sé que no se puede siempre, pero un poco.

Ya te avisaré cómo vamos. A ver si este sí es mi año.

Cariñitos,

Sofia