¿Me ayudarás?
—¿Ladybug?
Repitió Marinette incrédula, antes de comenzar a reír a carcajadas, no con mala intención, solo porque creía que era broma, pero Chloé se tomó a mal eso.
—¿De qué te ríes? Ridículo, me equivoqué terriblemente al contarte.
Las risas pararon cuando se dio cuenta que ella iba en serio, su semblante se puso pálido. Chloé Bourgeois estaba enamorada de ella, o bueno, de Ladybug. Su corazón latía con rapidez, pero al mismo tiempo tenía unas ganas de ir corriendo al baño a vomitar y no porque le causara asco, los nervios la estaban comiendo viva.
—Yo, eh, lo-lo siento...
Tartamudeó, ambas notaron ese detalle, Marinette miraba apenada al suelo, mientras que Chloé examinaba su rostro.
—Cómo sea, ¿me vas a ayudar?
Y ahí estaba su mayor dilema, ¿cómo iba a ayudar a alguien para que ella de enamorara de Chloé? Era tan confuso y ni siquiera sabía qué hacer o decir. Se sentía extraña pero también tenía una sensación en el estómago que no la dejaba en paz.
—Sí, sí, claro, pero, antes quisiera que me contaras, ¿cómo fue que te enamoraste de ella? N-no es que me importe mucho, solo quiero saber para poder poner en marcha un plan que se acomode con tus sentimientos, sí.
“¿Es en serio, Marinette?” se maldijo internamente.
La rubia pensó sus palabras durante unos segundos antes de comenzar.
—Siempre la admiré, en un principio envidiaba que todos la amaran, quería ser como ella en todo aspecto. No le digas esto a Alya, pero en ocasiones visitaba el Ladyblog solo para ver tus fotos, comencé a sentirme extraña cuando veía un brillo que me gustaba en sus ojos, a veces notaba que llevaba un diferente labial y me daban ganas de...
Se palmeó su propia frente y negó con la cabeza.
—Qué vergüenza, debo sonar ridícula.
Marinette estaba sin palabras, sus mejillas ardían y agradeció que Chloé no volteara a verla porque así no notaría su sonrojo.
—No, continúa...
Logró decir con un hilo de voz.
—Entonces pensé que no era normal y me acuse por ello, fue ahí cuando intenté con todas mis fuerzas volver a enamorarme de Adrien, pero no era más que un juego, y ahora que terminé con ese juego, ya me di cuenta de que estaba enamorada de ella por todo lo que es, alguien que arriesga su vida a diario, su valentía es más grande que la de cualquier otra persona en París. Ella me ha salvado tantas veces a pesar de que no lo merezco.
—Wow, yo, eh...
—¿Puedes dejar de tartamudear? Necesito consejos.
Chloé levantó la mirada y se asustó al ver la expresión que tenía Marinette, estaba pasmada, su rostro estaba completamente rojo y podía notar que su respiración iba inusualmente rápido.
—¿Estás bien, panadera?
—Creo que iré al baño, no tardo.
La peliazul salió corriendo al baño, y se sentó en el cubículo, cubriéndose el rostro con ambas manos. Tikki salió de su bolso.
—Marinette, no puedo creer todo lo que acabo de escuchar, ¿qué opinas al respecto?
—No lo sé, no sé nada, tengo ganas de morir.
—Pues no puedes morir, ya le dijiste a Chloé que la ayudarías con Ladybug.
Le recordó soltando una risita, Marinette recordó sus palabras y era verdad.
—¿Por qué me pasan estas cosas a mi?
Transcurrieron un par de minutos para que la chica volviera a su habitación, la rubia ya la esperaba algo fastidiada mientras usaba su celular, al menos ahora se veía algo mejor, aunque llevaba una sonrisa nerviosa adornando su rostro.
—Entonces, ¿cuál es el plan?
—Eso he intentado pensar... tú sabes que yo no he tenido amistad ni nada con ella, en cambio tú sí, bueno, Queen Bee más que todo.
—El mejor equipo que París pudo tener.
Declaró con un suspiro.
—Entonces creo que se me ocurre algo.
Y así, pasaron al menos una hora o poco más hablando de lo que debía llevar a cabo la rubia, Marinette se gritaba internamente una y otra vez que debía parar de aconsejarla porque era jugar con sus sentimientos, pero le hacía cosquillas la idea de gustarle y que ella quisiera conquistar a su alterego, no tenía idea, le llamaba la atención. Después de un rato, Chloé se marchó al hotel, más esperanzada que nunca.
...
—
Maldición, ya se tardó, sabía que esta era una tontería.
Se maldijo Chloé, hablando para sí misma, había encendido la “abeja señal” para ver si podía llamar así la atención de Ladybug como Marinette le prometió que funcionaría, pero llevaba 20 minutos esperando y nada, tal vez era hora de rendirse y descansar; pensar todas las cosas.
Desanimada, desconectó el gran reflector de abeja que apuntaba al cielo, buscó con la mirada por última vez en la ciudad a la heroína pero no encontró nada, ella no iba a llegar.
—¿Entonces no era una emergencia? Quiero decir, apagaste muy rápido tu señal.
Habló una voz a sus espaldas, la chica se dio rápidamente la vuelta y sonrió ampliamente, por su contraria, ella llevaba una sonrisa ladina, se notaba segura de sí misma.
—Me vas a odiar por esto.
Canturreó la rubia haciendo una cara graciosa, lo que provocó una risita en la del traje rojo y negro.
—Solo dilo Chloé, ¿para qué me necesitabas?
—Ya sé, ya sé, eres una heroína, tu deber es salvar París, no hacer amistades y blablabla.
Se excusó antes de recibir ese mismo regaño.
—Pero quería simplemente platicar contigo, sin preguntas personales, ni charlas que se concentren en mi. Solo hablar un poco.
Ladybug le dedicó una sonrisa genuina y se acercó al borde del balcón, apoyándose en el barandal que lo protegía, Chloé la siguió rápidamente, imitando su posición y estando peligrosamente cerca de ella, su cercanía era tanta que de moverse unos milímetros, sus brazos estarían tocándose, pero aún sin el contacto físico, sentían esa misma energía.
—¿De qué quieres hablar?
—Sobre ti, es decir, no, no sobre ti, sobre Ladybug, obviamente es ridículo pensar que no quiero saber más de la chica debajo de la máscara pero no está permitido y ajá, ya sé, así que hablemos de Ladybug.
—Pregunta lo que quieras, y si no me compromete, lo responderé con la verdad, lo prometo.
Por primera vez, estaban hablando bien, sin necesidad de un Akuma de por medio, ni Ladybug le estaba haciendo gestos, ni Chloé se comportaba grosera.
—¿Cómo te sientes sabiendo que tanta gente te admira? No te admira por portar un bonito traje y verte asombrosa, te admiran por la clase de persona que eres, porque darías la vida con tal de salvar París.
—¿Crees que me veo asombrosa?
Preguntó un poco atontada, pero tras darse cuenta de su pregunta y que no quería recibir una respuesta, continuó hablando con rapidez antes de que la contraria le respondiera.
—Para ser sincera, a veces aún no me creo que me admiren, soy muy tonta, bastante torpe, todo lo que una heroína no debería representar, pero ellos jamás me quitan su apoyo y eso es lo que me ayuda, es reconfortante.
—Siempre he querido ser como tú, alguien que es querida, y que sabe querer. Pero se me da pésimo.
Dejó escapar una triste risa, más por pena que por gracia.
—Por eso desde que me salvaste por primera vez, te he invitado a escondidas, queriendo aprender a ser como tú, pero no funciona, todos me odian.
Confesó sin voltear a ver a la moteada, pronto sintió una mano sobre su hombro, y como si esa mano sobre su piel cubierta por el suéter amarillo que portaba pudiera transmitirle comprensión, se sintió aliviada.
—No todos te odian. Yo no te odio, Chloé.
—¿Lo dices en serio? Siempre te noto disgustada conmigo...
—No voy a negarlo, a veces eres difícil de comprender.
Rió, volteando para quedar de frente con la rubia, y la mano que aún tenía libre, la coloco en el otro hombro de la chica, se sentía más la unión.
—Creo que solo eres alguien con quien se debe tener mucha paciencia para descifrar, y creo que ahorita mismo estoy teniendo la suerte de conocer a la verdadera Chloé Bourgeois, ¿o no?
Preguntó alzando una ceja, por el antifaz no se veía pero se notó el gesto en su rostro. Chloé asintió repetidas veces, riendo ligeramente, era cierto, se había abierto ante ella.
—No me vas a creer, pero eres la primer persona a la que le cuento estas cosas o más bien, con quién he hablado tanto tiempo sin insultar...no, eres la segunda, justamente hoy por la tarde alguien te quitó la primicia de conocer por primera vez a mua.
—Vaya, qué mala suerte.
Se puso nerviosa, sabía que se refería a Marinette, a ella misma. Sacudió la cabeza para borrar esos pensamientos.
—Como sea, sea la primera o la segunda en conocerte, puedo decirte que eres hermosa, creo que todos sabemos que eres hermosa físicamente pero ahora sé que también lo eres internamente, solo necesitas paciencia...
—Yo también creo que eres hermosa, Ladybug.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top