V
El estandarte de Iskandar ondeaba sobre el asentamiento enemigo; habían logrado conquistar la frontera.
El ejército contrario había estado desprevenido sobre un ataque; tenían al príncipe, quien comandaba las tropas. ¿Por qué temer? Ellos confiaron en un prisionero para contener a las tropas que este dirigía.
Un terrible error, cuando el príncipe se encontró con su ejército, la única orden que dio era atacar.
Habían salido de su posición estratégica y rápidamente las tropas se dirigieron hacia el campamento enemigo. Si bien estos estaban desprevenidos, al final eran soldados entrenados para batalla.
La batalla fue feroz, el filo de las espadas rompiendo el delicado viento, el sonido de metales chocando. Las vidas de los soldados apagándose de ambos bandos.
Taehyung encabezó la lucha, blandiendo su espada con fervor y ferocidad. Las cabezas rodaron en su camino y su armadura estaba llena de cortes y sangre.
Las gotas caían a sus pies, quienes lo veían sabían que era la definición de un guerreo.
Con el ceño fruncido y un leve corte en la mejilla, con cortes de cabezas y ríos de sangre detrás de él. Ese día se hablaría de cómo el príncipe heredero fue voraz en la batalla, no perdonando las vidas de los enemigos que causaban bajas en sus tropas.
Había sido la batalla más difícil que las tropas del príncipe habían enfrentado, eran unos enemigos difíciles de vencer y si lo pudieron hacer fue por la estrategia del príncipe.
Su ventaja fue el elemento sorpresa y la muerte del general.
— ¡Ríndanse y les ofrezco una muerte piadosa! —Taehyung gritó y los soldados enemigos aceptaron la oferta.
Los pocos que aún quedaban sabían que morir en batalla era honorable; sin embargo, cuando tu ejército era diezmado en tu propia base, hacía que la moral estuviera muy mal.
Todos sabían que perder la batalla significaba perder la vida. Si los soldados regresaban a casa con una derrota tan grande como lo era la frontera, era más que claro que morirían.
Rindiéndose tenían una muerte piadosa; una muerte rápida era un regalo. Si regresaban a su hogar, serían torturados hasta que suplicaran la muerte y esta no sería concedida hasta que pudieran limpiar su honor.
Morir en batalla a pesar de ser derrotado era un honor; dar la vida por tu patria era una muerte honorable.
Cuando dieron una muerte digna y notable a sus enemigos, Taehyung podía descansar. Sabía que el enemigo no enviaría refuerzos, no cuando habían perdido, así como también cuando estaban poniendo un voto de un intento de paz al entregarles a sus guerreros caídos.
Taehyung sabía que con esta victoria, cuando las noticias llegaran hasta la ciudad imperial, solo era cuestión de tiempo para que las tropas que custodiarían la frontera marcharan.
Cuando esto sucediera, él junto con todas sus tropas marcharían de regreso a casa; esto era lo que le emocionaba. Poder conocer a su prometido, así como hacer que Namjoon se alejara de este.
Namjoon sin duda sería un problema y estaba consciente de ello, pero no podía hacer nada. A pesar de la carta de Jungkook alertándolo este, no mencionó de dónde obtuvo la información y la verdad, si implicar a Namjoon era hacerlo con el doncel, no quería hacerlo.
Namjoon era listo y dado que el plan no funcionó, era más que claro que cubriría sus huellas, pero no estaba consciente de que él sabía sobre esto.
Si mantenía todo en la oscuridad, podía esperar a que cometiera un error para que tuviera el castigo adecuado por sus transgresiones. Claro que no estaba de más señalar que con ello se alejaría por completo de Jungkook.
Como fue de esperarse, las tropas que se encargarían de mantener la frontera protegida llegaron con rapidez. El emperador estaba muy complacido, además quería ver a su hijo lo más pronto posible.
El príncipe Taehyung y su ejército partieron hacia la ciudad imperial, listos para ser recibidos con honor.
El imperio celebraba la victoria en las fronteras, las hazañas del príncipe se hablaban en todos los lugares. Tenían un príncipe heredero tan valiente y letal.
En la ciudad imperial todos estaban hablando de cómo el joven príncipe empuñó la espada y luchó contra todos los enemigos. Sus relatos decían que veinte hombres no habían podido detener al príncipe de lograr conquistar las fronteras.
Se decía que con cada paso que daba en el campo de batalla un nuevo río de sangre corría, cortaba cabezas y extremidades a diestra y siniestra, defendía a sus compañeros soldados con letalidad y se decía que cuando logró llegar hacia el líder del ejército contrario, le cortó la cabeza de un tajo.
Las historias más escandalosas eran esas, lo varonil que se veía el príncipe sosteniendo la cabeza enemiga en una mano y en la otra su fiel espada.
Incluso había retratos en donde estaba cubierto de sangre y levantaba la espada en victoria, y la cabeza permanecía en su mano, inerte, dando un claro mensaje.
Cuando el alboroto estaba pasando en la ciudad fue cuando el ejército arribó, estaba previsto que estos llegaran a la ciudad imperial dentro de cuatro días, por lo cual los preparativos estaban iniciando; sin embargo, el ejército ya estaba en las puertas.
El príncipe heredero encabezaba la caminata del ejército, tenía la espalda completamente recta con un porte digno de ser noble. Su armadura relucía; una simple capa color azul, sin ningún bordado, era lo que portaba tan magnífico hombre.
Todos en el ejército poseían una armadura de color negro con detalles intrincados en el mismo color, a diferencia del príncipe que poseía una armadura completamente blanca con detalles dorados. Era muy reconocible, sí, pero había sido un regalo del emperador difunto.
Llevaba un casco del mismo color, con la diferencia de que este tenía tallado un dragón con una exquisitez increíblemente perfecta. El dorado del dragón resplandecía ante los suaves rayos del sol.
Con ingresar a la ciudad imperial, los guardias, así como los ciudadanos, se inclinaron ante su príncipe y luego celebraron su regreso. Las señoritas de alta cuna, así como los donceles que recibieron la noticia, se apresuraron a salir a las calles para observar el desfile de victoria y grandeza.
— ¡Su majestad, su alteza el príncipe heredero está marchando hacia el palacio! — El emperador, quien estaba con los funcionarios escuchando las propuestas de estos, se levantó de su trono rápidamente.
—Tenemos que salir a recibirlo, envía el mensaje a los príncipes, la emperatriz y a madre —el emperador solo vio cómo su confiable emisario salió del lugar para luego ver a los funcionarios.
—La reunión se aplaza hasta la siguiente fecha —con ello el emperador salió rápidamente del lugar.
Quería recibir a su hijo, su primogénito, quien había estado en batalla arriesgando su vida por su pueblo. Era digno de celebración y recompensa lo cual él le brindaría.
Rápidamente, la familia imperial fue notificada y todos ellos estaban detrás de los fuertes muros del palacio listos para recibir a quien traía paz y honor a su familia.
Diez personas estaban de pie, viéndose totalmente inalcanzables, todos ellos los miembros principales de la familia imperial.
En el centro estaba el emperador, Kim Youngho el regente de todo el imperio, hijo único y adorado por el emperador difunto. A su lado izquierdo, como derecho, se encontraban las dos mujeres más poderosas del imperio.
La emperatriz Kim Seoa madre del primogénito y príncipe heredero, así como de la única princesa del imperio, ella vestía un exquisito vestido verde con exquisitos detalles en colores sobrios. Su cabello castaño estaba recogido en un complicado peinado que dejaba ver cómo pequeñas perlas salían de diferentes partes del cabello.
La emperatriz viuda Kim Hayun era anteriormente la princesa de las tierras inhóspitas. Ella lucía un vestido de colores vibrantes y alegres, con su cabellera suelta ondeando al viento y en su muñeca un brazalete cristalino con sangre en el interior.
Ambas mujeres eran un pilar en el imperio, pero no tenían el poder absoluto. Los tres príncipes tenían su propio poder, por así como a sus respectivas madres.
El primer príncipe Kim Seokjin hijo de la concubina de tercer rango Kim Aran, entregada al emperador como ofrenda de paz por transgresiones pasadas.
El segundo príncipe Kim Yoongi hijo de la concubina de primer rango Kim Jungsuk, ella era proveniente del clan Min un fuerte clan nómada que al verse amenazado decidieron proponer una alianza con Iskandar quien los protegería de sus enemigos. La princesa Min Jungsuk fue entregada en alianza matrimonial para sellar la alianza.
Y por último, el tercer príncipe Kim Namjoon hijo de la concubina en segundo grado Kim Jiyun de la cual sus orígenes son desconocidos por el pueblo, más no por la familia imperial.
Todos ellos mostrando comunión y unión filial, pero todos conspiraban para obtener poder: el trono, venganza, amor, lealtad.
Todos tenían un motivo oculto, todos estaban detrás de algo, ahora que el príncipe heredero regresaba, el juego del poder sobre quien se colocaría en el trono estaba cada vez más cerca, gestándose entre las sombras.
Todo el imperio conocía la reputación de los príncipes; el primer príncipe era un parásito de la corona. No estaba involucrado en la política o él ejerció o ninguna afición por honorable o despreciable que fuera. Se había vuelto casi invisible.
El segundo príncipe siempre se le veía vagando por ahí. En cada ocasión, con un libro diferente, se decía que era el más estudioso y sus logros académicos hablaban por él.
El tercer príncipe era el más apacible, obsesionado con el arte en todo su esplendor, con un aura gentil y un carácter dócil y amable.
Las concubinas quedaban relegadas a chismes del palacio y fuera de este su reputación era estrictamente controlada.
Todos ahí mostrando lo que no eran, escondiendo sus anhelos y esperanzas sujetos a su jerarquía y deberes, sin disfrutar plenamente de los beneficios.
No estuvieron demasiado tiempo cuando el sonido de los caballos trotando se escuchó, las puertas del palacio se abrieron y Taehyung ingresó luciendo majestuoso.
La emperatriz viuda sintió unas cuantas lágrimas cayendo al ver la armadura que su nieto utilizaba y sutilmente deslizó sus dedos sobre el brazalete en su muñeca.
La marcha se detuvo y el príncipe heredero, bajo de su caballo, se acercó a su familia y rápidamente entrelazó sus manos para llevarlas a su corazón y realizar una reverencia de noventa grados.
Era la mayor muestra de respeto que se podría otorgar en el imperio, era la muestra de ella hacia quien se realizaba el saludo, admiración, honor.
Un saludo reservado para aquellos que estaban en la cima, pero que uno de ellos lo realizara a otro era difícil porque era someterse.
El emperador lucio complacido, sabía que su hijo no se inclinaba solo ante él, sino a toda su familia. Taehyung siempre era digno de ser el príncipe heredero.
—Mi primogénito ha regresado de una brutal batalla y aún muestra el mayor acto de piedad filia, estoy muy orgulloso de poder haber criado a un excelente joven —el emperador vocifero para quienes quieran escuchar
Taehyung enderezó su postura y quitó su casco, dejando ver la cortada que aún prevalecía en su frente cerca del nacimiento del cabello. La herida de la mejilla se había sanado afortunadamente.
—He cumplido sus órdenes padre, la frontera norte ha regresado a nuestro imperio —el emperador lucio complacido. Las concubinas sonrieron delicada y perfectamente con sonrisas ensayadas.
Los dos príncipes estaban tranquilos sin mostrar reacción, la emperatriz realizo una mueca al ver a su hijo herido y la emperatriz viuda solo observo un momento al cielo suspirando con alivio.
—Los hijos son las bendiciones de los padres —ninguno de los presentes sabía a qué se refería exactamente el emperador, pero era mejor no contradecirlo —Mañana se celebrará un banquete en honor a tu regreso triunfante, todos estarán celebrante tus logros incluso tu prometido —ante la mención de ello Namjoon se tensó un poco algo que Taehyung no noto, pero Yoongi si así como Seokjin quien frunció el ceño.
El emperador le otorgó unas palmaditas de "bien hecho" y con ello se retiró. Los demás sabían que debían seguirlo, un encuentro un poco frío, aunque así debía de ser.
Dentro de la seguridad de sus aposentos, así como de las miradas indiscretas, todos mostrarían su preocupación o su latente odio.
La emperatriz viuda estaba entre aliviada y asustada por el futuro, ella podía leer las estrellas, interpretar a los dioses de la noche. Estos le susurraban los secretos del mundo, pero tan magnífico don en muchas ocasiones tenía sus complejidades.
Saber leer las estrellas era temer el poder de cambiar el futuro con las interpretaciones correctas, en muchas ocasiones los enigmas resurgían, pero solo se debía de esperar y todo se develaría.
Ella había hecho la predicción con respecto a quién sería el futuro consorte; las estrellas fueron claras.
El consorte había sido delegado desde su nacimiento, nacido para convertirse en el consorte del emperador.
El emperador, en cambio, no estaba seguro. El trono no tenía un futuro regente que fuera dictado por las estrellas; ella no quería que, si dejaran al doncel vagar, se enamorara de alguien que pudiera convertirse en emperador sin estar en la familia imperial.
El decreto de matrimonio había sido claro desde el inicio, su hijo no quiso darle el matrimonio a ninguno más que a Taehyung, ella estuvo de acuerdo con ello a pesar de que las estrellas estuvieron terriblemente inactivas en ese asunto.
Pero desde que su nieto se fue a la batalla, fue cuando las estrellas iniciaron a darle indicios de cosas completamente diferentes entre sí, podía ver prosperidad, así como mísera, traiciones, odio, amor.
Todos esos destellos del futuro con distintos emperadores en el poder, lo único que estaba inalterado era el consorte.
En los últimos días, había tenido mandatos de las estrellas de su nieto muerto, regresando en un ataúd, y luego de ello solo pudo ver muertes y más muerte.
Pero su nieto regresaba vivo y ella sabía que algo había cambiado. No podía saber que era, pero estaba consciente de que las estrellas habían tenido algo que ver.
Tal vez podría ser un destino encausado, en su nación se contaban historias sobre ello.
Se decía que el destino estaba escrito y que las estrellas solo daban destellos de ese destino futuro, pero en raras ocasiones el destino se desviaba y contradecía a las misivas de las estrellas.
Cuando esto sucedía las estrellas tomaban un enviado para evitar que el destino se desviara, eso era un destino encausado, el cual no tenía un futuro previsible a largo plazo si no se enmendaban los errores cometidos anteriormente.
Solo cuando se estimaba que llegaba a un punto clave o crucial, este volvía a su línea original y todo regresaba a cómo debería de haber sido. Se decía que, de no encausar el destino, lo único que resultaría sería dolor, pérdida y miseria.
Se rumoreaba que grandes imperios habían sucumbido a un destino no encausado y ella no quería que su imperio fuera uno de ellos.
Ahora que su nieto regresaba con vida, esperaba que el enviado fuera lo suficientemente listo para encausar el destino y en eso ella tenía que proteger al doncel Jeon. Si él moría, no tenía idea de qué podría suceder.
Cuando todos regresaron a sus pabellones, Taehyung sabía que solo era cuestión de tiempo para que su madre lo llegara a visitar y la verdad era que no se equivocó porque ella estaba ingresando en esos instantes.
—Oh, mi único hijo —la emperatriz rápidamente abrazó a Taehyung, quien le devolvió el abrazo —. Mira qué delgado estas, seguramente has sufrido demasiado y estás herido, mi corazón sufre contigo, mi príncipe —Taehyung solo asintió porque al final, a pesar de ser un poco dramática, era su madre.
—Estoy perfectamente bien, madre, he regresado con vida y victoria —ella asintió pesarosamente. Al final, una madre siempre se preocupa por sus hijos.
Ella lo obligó a que fuera revisado por los médicos imperiales, sin mencionar que también estaba eufórica por entregarle ropas de acorde a su estatus.
La emperatriz era un manojo de alegría así como sentimentalismos diferentes, ella estaba más que feliz de tener a su hijo con ella.
Sabía que la vida de un príncipe era difícil, pero a sus ojos era solo su hijo quien tenía las cosas difíciles, los demás príncipes eran todo lo contrario.
Cuando ella se retiró estaba más tranquila de haber visto a su hijo más o menos entero.
Ahora solo esperaba el banquete de celebración.
Creado: 07/08/2024
Publicado: 08/09/2024
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