𝟖 - 𝐍𝐨𝐜𝐡𝐞𝐛𝐮𝐞𝐧𝐚

R o s i e

Abrí los ojos y dejé que se adaptaran a la habitación verde que me rodeaba. Los recuerdos de la noche anterior inundaron mi mente, calentándome hasta los pies.

Giré la cabeza para mirar al hermoso chico de pelo rubio que dormía plácidamente a mi lado, con sus brazos rodeando mi cuerpo, abrazándome. El amor y el afecto me llenaban hasta la médula. Sentí que podría quedarme así para siempre.

-Buenos días, hermosa. - murmuró, con la voz ronca por el sueño.

Sus párpados se abrieron y sentí que podía ahogarme en sus ojos grises y plateados, que miraban amorosamente a los míos. Alargué la mano para tocar su pálida y blanca mejilla. Este era mi cielo. Él era mi cielo.

-Buenos días. - sonreí, acercando mi cuerpo al suyo. Sus brazos me rodearon y me apreté contra él. El placer corrió por mis venas al sentir cada centímetro de él.

-Es Nochebuena. - murmuró, con su aliento haciéndome cosquillas en la oreja. -Y a menudo me he preguntado, ¿qué hace la princesa de Slytherin en Nochebuena?

Me acerqué a su cuello y le besé el punto por encima de la clavícula. Sentí su respiración entrecortada y un ligero temblor.

-No me importaría crear nuevas tradiciones este año. - susurré sedosamente, con mis labios rozando ahora la línea de su mandíbula.

-Me parece un buen plan. - gruñó, poniéndome de espaldas.

***

Decidimos pasar la tarde en el Callejón Diagon, ambos necesitábamos hacer algunas compras navideñas.

No pude evitar dar un pequeño suspiro de alivio cuando salimos de los confines de la Mansión. Por mucho que me gustara estar con Draco, había algo en ese lugar que me hacía sentir incómoda. Demasiados recuerdos. Y luego estaba su madre.

No tenía intención de poner un pie en esa habitación donde yacía moribunda. Amaba a Draco con todo lo que tenía, pero había algunas cosas que ni siquiera yo me atrevía a hacer.

Caminamos por la calle empedrada, con su mano fuertemente agarrada a la mía. El lugar había cambiado desde la última vez que estuve aquí. Atrás quedaban las tiendas abandonadas, llenas de mendigos y magos sin rumbo. Ya no estaban los carteles de búsqueda con el rostro de Harry mirando a los transeúntes.

Volvía a ser un lugar feliz. Las luces y los adornos navideños adornaban las tiendas y los edificios, haciendo que todo el mundo se sintiera mareado por la alegría festiva. Un coro, agrupado en fila frente al Caldero Chorreante, llenaba nuestros oídos con una música inquietantemente bella.

Apreté la mano de Draco con placer mientras los copos de nieve empezaban a caer a nuestro alrededor, cubriendo nuestras capas con motas de blanco reluciente.

-¡Rosie! - Me giré hacia la voz familiar y sonreí a la sonriente chica de pelo rojo que corría hacia nosotros.

-¡Ginny! - Solté la mano de Draco para envolverla en un fuerte abrazo.

-¿Cómo va tu Navidad? - Preguntó, cuando nos separamos, sus ojos brillantes se dirigieron momentáneamente a Draco por encima de mi hombro.

Retrocedí tomando de nuevo la mano de Draco entre las mías, acariciando sus nudillos con el pulgar.

-Ha estado... bien, hasta ahora. - sonreí a Draco, cuyos ojos se encontraron con los míos con cansancio.

-Carter lo está haciendo algo soportable. - dijo, con sus ojos brillando ligeramente, sin dejar los míos.

El calor se apoderó de mis mejillas y arrugué la nariz, avergonzada.

Fui consciente de que Ginny arrastraba los pies con incomodidad.

-Umm, he quedado con Ron y Hermione en el Caldero Chorreante más tarde, ¿queréis uniros a nosotros?

-¿Harry va a estar allí? - pregunté, sin encontrar su mirada mientras la mano de Draco se apretaba en la mía.

-No, está liado en el Ministerio haciendo los últimos trámites antes de Navidad.

-Estaremos allí. - Dijo Draco, tanto Ginny como yo lo miramos sorprendidos. -Sólo danos un par de horas para hacer algunas compras primero.

-¡Genial! - Ginny sonrió. -Será fabuloso ponerse al día.

Me dio un último abrazo antes de alejarse.

-¡¿Fabuloso?! - Draco levantó una ceja. -¿Y de qué quiere ponerse al día exactamente? Sólo los vimos hace dos días.

Le golpeé juguetonamente en el brazo. -Se llama ser amigable, Draco. No te mataría probarlo de vez en cuando.

Me miró, estudiando mi cara. -¿Sabes qué, Rosie? Es una suerte que seas linda.

***

Apenas dos horas después, Draco y yo, cargados de bolsas, entramos a toda prisa en el cálido Caldero Chorreante. Vi a Ginny, Ron y Hermione en una mesa junto a la chimenea, acunando cada uno una botella de Cerveza de Mantequilla.

-Ve y únete a ellos. - dijo Draco, quitándome las bolsas de las manos. -Le diré a Tom que las envíe a la mansión mientras yo recojo las bebidas.

Me besó en la frente antes de desaparecer en el abarrotado bar. Me abrí paso entre la multitud de brujas y magos, todos alegres por la alegría festiva, hasta llegar a la mesa.

-¡Rosie! Lo has conseguido! - Hermione sonrió mientras me deslizaba en el banco junto a Ginny.

-¿Dónde está el Príncipe de las Tinieblas? - preguntó Ron, mirando hacia la masa parlanchina de la barra. -¿Lo has perdido en el callejón Knockturn?

-Consiguiendo bebidas. - sonreí, optando por ignorar su pequeña indirecta. Noté que Hermione le dirigía una mirada muy severa. -¡Caramba, no volveré a hacer mis compras navideñas en el último momento. Estoy agotada. 

-Sin embargo, el ambiente es encantador. - sonrió Ginny, cuando un mago ruborizado y alegre empezó a entonar de repente una melodía navideña en la mesa de al lado.

Draco regresó, llevando una gran botella de Firewhisky y cinco vasos. Los dejó sobre la mesa antes de subirse al banco de al lado.

-Feliz Navidad. No digas que nunca te regalo nada. - Murmuró, pasando su brazo por encima de mis hombros.

-Vaya, gracias amiga. - Ron sonrió, abriendo la botella y sirviendo cinco medidas iguales.

Todos brindamos por la Navidad, chocando nuestras copas y haciendo una mueca de dolor mientras el whisky de fuego nos quemaba la garganta.

Draco se bebió el suyo de un trago y ya había empezado a servirse otro antes de que yo hubiera dado mi segundo sorbo.

Levanté una ceja interrogativa y él respondió con una sonrisa. -¿Quieres que sea amable? Bueno, creo que esto ayuda.

-¡Aquí, aquí! - gritó Ron, que estaba igualando a Draco trago a trago.

-Hombres. - Hermione suspiró, sacudiendo la cabeza, mientras Ginny reía a mi lado

***

-Amo a esta mujer. - balbuceó Ron mientras abrazaba a Hermione. -¿Te he dicho que ella... ella...? - hizo una pausa mientras dejaba escapar un pequeño eructo. -Es mágica, amigo. Pura magia.

Se acercó torpemente a besar la mejilla de Hermione pero falló y en su lugar le dio un cabezazo en la nariz.

-¡Ay! Creo que ya has tenido suficiente. - refunfuñó Hermione, frotándose la nariz.

Draco se rió a mi lado mientras daba otro trago de whisky de fuego. -¿No puedes con tu bebida, Weasley? Quizá deberías limitarte a la cerveza de mantequilla en el futuro.

Le di un golpe en la rodilla por debajo de la mesa. -¡Draco, sé bueno! - Le siseé mientras él se reía suavemente en mi oído.

-Pero eso no es divertido, Rosie. - dijo roncamente, provocando pequeños escalofríos en mi columna vertebral.

Ron emitió un fuerte y repentino ronquido. Se había desmayado sobre el hombro de Hermione.

-Vamos. - dijo Ginny, poniéndose de pie. -Te ayudaré a llevar a mi inútil hermano a casa.

Tanto ella como Hermione lo tomaron del brazo y lo levantaron del banco. Ron se despertó de un tirón y murmuró algo sobre el pudín de higos antes de reanudar sus ronquidos.

-Que tengan una buena Navidad los dos. - sonrió Ginny, tambaleándose bajo el peso de Ron.

-Y tú. Dale mi amor al resto.

Cuando se hubieron intercambiado las despedidas, se fueron, y sólo quedamos Draco y yo en la mesa.

Draco bebió lo último de su whisky de fuego y se levantó, tomando mi mano.

-Volvamos a casa, quiero quitarte esa ropa. - Sus ojos brillaron mientras me guiñaba el ojo.

Sin esperar respuesta, tiró de mí apresuradamente a través del abarrotado pub, su mano apretando la mía con fuerza mientras los cuerpos borrachos caían sobre nosotros.

Cuando salimos al exterior, el aire frío me hizo jadear en voz alta mientras me escocía dolorosamente las mejillas. El suelo era ahora una sábana blanca bajo el resplandor de la luz de las lámparas. La nieve seguía cayendo, los copos ahora eran como bolas gigantes de nube blanca. Draco me atrajo hacia él, rodeándome con sus brazos, como si intentara calentarme con su cuerpo.

-Sabes que te quiero, Rosie Carter. - murmuró en mi oído, y no pude evitar detectar un leve desliz en sus palabras.

-Sé que lo sabes. - sonreí, besando un copo de nieve de su nariz.

-Voy a casarme contigo, algún día.

-¿Por qué, Draco Malfoy, es eso una propuesta? - Me reí.

-Lo digo en serio, Rosie. - Me miró con los ojos desorbitados, balanceándose ligeramente en el sitio. -Voy a casarme contigo y a comprarte una casa junto al mar.

-Eso es todo lo que quiero. - susurré, rozando mis labios con los suyos.

En algún lugar, un reloj daba las doce de la noche y la gente vitoreaba desde el interior del Caldero Chorreante.

-Feliz Navidad, mi hermosa Rosie.

-Feliz Navidad, mi príncipe de Slytherin.

***

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top