𝟔 - 𝐍𝐚𝐫𝐜𝐢𝐬𝐬𝐚 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲

Draco miró a Rosie, preparándose para lo que iba a decir a continuación.

-Vuelve a la Mansión conmigo.

Rosie levantó la vista de su caldero, dejando de remover. Draco le agarró rápidamente la mano que sostenía el cucharón y continuó guiándolo en el sentido de las agujas del reloj.

-No pares o se cuajará. -murmuró.

-¿Quieres que vuelva a la Mansión contigo? - Preguntó ella, con los ojos muy abiertos mientras seguían removiendo la poción juntos.

-Para Navidad. - Tosió, aclarándose la garganta.

-Oh. - se limitó a decir ella.

Draco esperó a que ella continuara pero permaneció en silencio. El corazón le pesaba en el pecho. Sabía que sería demasiado pedir.

-Mira, Rosie. - dijo suavemente, colocando su otra mano suavemente en la parte baja de su espalda. -Sé que no será fácil volver allí, pero quiero pasar la Navidad contigo. Y mi madre... Bueno, no puedo dejarla allí sola.

Rosie le miró. No pudo leer la expresión de sus ojos.

-Pero eso es todo, Draco: tu madre. ¿Has olvidado lo que hizo? ¿De verdad esperas que vaya a jugar a las familias felices con ella por el pavo y las coles?

Él había esperado esto. Pero su madre estaba enferma y él no podía abandonarla en Navidad, no mientras su padre se pudría en Azkaban.

-Ya no sale de su cama. Apenas tendrás que verla. Por favor, Rosie, no puedo afrontar la Navidad sin ti.

-¿Y qué pasa con mis padres?

-También los visitaremos, lo prometo. - La miró implorante. -Di que sí, Rosie. Por favor, di que sí.

Ella se puso de puntillas y le dio un ligero beso en la mejilla. -De acuerdo, Draco. Para ti.

Su corazón se aceleró y, abandonando la poción, la atrajo hacia sí, apretándola con fuerza.

-Gracias, Rosie. Te prometo que te cuidaré. - Rozó sus labios con los de ella, haciendo que ambos suspiraran de felicidad.

-¡Señor Malfoy y señorita Carter! - La voz de Slughorn sonó con severidad y Draco dio un paso atrás, recordando de repente dónde estaban. -¡Esto es una clase de Pociones, no una película de autoservicio!

Algunos de los alumnos se rieron y Draco notó que un rubor subía a las mejillas de Rosie mientras se inclinaba apresuradamente sobre el caldero.

Él sonrió, volviendo a su propio caldero, sintiéndose notablemente más ligero ahora que sabía que iba a pasar las vacaciones con Rosie.

-Maldición. - murmuró Rosie. -Está cuajado.

***

R o s i e

Arrastré mi baúl hasta la sala común donde me esperaba Draco, vestido con su habitual traje negro y me saludó con una sonrisa.

-¿Lista? - Preguntó, cogiendo mi pelo con la mano y posando sus labios en mi sien.

-Creo que sí. - murmuré, sin sentirme realmente preparada en absoluto.

-Estarás bien. - dijo Draco, tomando mi mano. -Me tienes a mí, ¿recuerdas?

Arrastramos nuestros baúles fuera del castillo y hasta la estación donde abordamos el Expreso de Hogwarts. No hablé mucho durante el viaje en tren. Estaba demasiado nerviosa por enfrentarme de nuevo a la Mansión, por ver a su madre.

-¿Sabe ella que me vas a traer a casa? - pregunté, apoyándome en su pecho mientras veía pasar el campo por la ventana.

-Um, no exactamente. - Murmuró, sin mirarme a los ojos cuando me volví hacia él horrorizada.

-¡¿Qué?! ¡Draco! Al menos podrías haberle avisado. - grité, sin poder creer su atrevimiento.

Se encogió de hombros y exhaló lentamente.

-Está enferma, se niega a salir de la cama. No le va a importar a quién traiga a casa.

-Cielos, gracias Draco. - Murmuré, cruzando los brazos malhumoradamente sobre mi pecho.

-Sabes, eres linda cuando haces pucheros. - los ojos de Draco brillaron.

Me atrajo hacia su regazo, atrapando mis labios en los suyos. A pesar de mí misma, descrucé mis brazos y los llevé alrededor de su cuello. No pude resistirme y profundicé el beso, dejando que mi lengua bailara sobre sus dientes.

-Rosie. - gruñó, rompiendo el beso y moviéndose incómodo debajo de mí. -No me pongas nervioso, no aquí.

-Fuiste tú quien me subió a tu regazo. - sonreí, arrastrando mis dedos por su pecho con camisa.

Me agarró de las caderas y me levantó, dejándome en el asiento de al lado.

-Quizá más tarde. - me dijo al oído, y mi corazón dio un vuelco al pensar en la habitación de Draco y en lo que había pasado la última vez que estuve allí.

***

Draco le dio un suave apretón de manos mientras subían por el camino. Ella había estado muy callada en la última parte del viaje y ahora vio que sus ojos miraban con inquietud cuando la mansión se asomaba.

-Te prometo que todo saldrá bien. - le murmuró al oído.

Ella sonrió, pero él notó que no llegaba a sus ojos. A pesar del aire frío, podía sentir el sudor de la palma de la mano de ella en la suya. Se sentía mal por hacerla pasar por esto, pero egoístamente, no podía soportar la idea de pasar dos semanas sin ella.

Y podrían estar juntos. Como es debido.

La condujo hasta la escalera, abandonando sus baúles para que los elfos de la casa se ocuparan de ellos. Desde su regreso a la mansión, su madre había reincorporado a todo el personal de la casa, y eran ellos los que la cuidaban mientras él estaba en la escuela.

-Vamos a saludar a mamá y luego podemos ir a comer algo, si quieres. - Preguntó con cautela, sintiéndose de repente incómodo. Esta no era una situación a la que estaba acostumbrado, y estaba desesperado por hacer que Rosie se sintiera a gusto.

-Um, claro, de acuerdo. - dijo en voz baja, mirando a su alrededor cuando entraron en el gran vestíbulo.

-Lo han limpiado un poco. - Lo dijo en voz tan baja que él apenas la oyó. -Antes estaba lleno de polvo.

Su corazón dio un ligero vuelco. Odiaba pensar en ella vagando por los pasillos, embarazada y esperando que él volviera con ella.

-Vamos. - dijo, tirando suavemente de ella hacia la opulenta escalera.

Caminaron lentamente, en silencio, hasta la cima. Cuando llegaron a la puerta de la habitación de su madre, Rosie dudó.

-Draco, no creo que pueda entrar ahí. No puedo enfrentarme a ella. - Su voz temblaba y él podía ver que ahora estaba visiblemente temblorosa.

-Está bien. - dijo él, cogiéndola en brazos. -No puede hacerte daño. No se lo permitiré.

Podía sentir cómo el corazón de ella se aceleraba en su pecho y de repente se sintió terrible. No debería haberle hecho esto. Pero ella vino, por él. Y ahora se odiaba a sí mismo de nuevo.

-Mira, quédate aquí junto a la puerta. Yo entraré a saludar rápidamente. - La besó ferozmente en la parte superior de la cabeza. -No tardaré, lo prometo.

Ella asintió en silencio y él pudo ver cómo el alivio inundaba sus ojos.

Golpeó suavemente, antes de abrir lentamente la puerta. Al asomarse, pudo ver a su madre recostada en la gigantesca cama de cuatro plazas, con un aspecto diminuto y frágil frente a su inmensidad.

-¿Draco? - Dijo, su débil voz apenas era más que un susurro.

-Madre. - Asintió secamente, acortando la distancia entre él y la cama. -Acabamos de llegar de vuelta de las vacaciones. ¿Cómo te encuentras?

-¿Nosotros? - Dijo entrecortadamente, mirando a su alrededor para ver a quién se refería.

Draco respiró profundamente, realmente no disfrutaba de esto. Sólo quería volver con Rosie.

-Mi novia. Rosie.

Su madre levantó la cabeza y sus ojos se abrieron de par en par en su rostro demacrado.

-Ya veo. - dijo lentamente, con la voz cargada de desaprobación.

Draco la miró directamente, desafiándola a continuar.

-Confío en que los elfos de la casa te estén cuidando bien. - Preguntó con brusquedad.

Ella asintió lentamente, y Draco pudo ver la tristeza nadando en sus ojos. No pudo soportar seguir mirándolos y bajó la vista a sus pies.

-Estaremos por aquí, si necesitas algo. - Dijo, dirigiéndose ya a la puerta.

-Draco. - se detuvo cuando ella lo llamó débilmente.

-Eres un buen chico, Draco.

Draco cerró los ojos, luchando contra el pinchazo de lágrimas que había surgido de la nada.

Sin decir nada, cruzó la habitación hacia la puerta, dejando a su madre mirando con tristeza detrás de él.

***

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