𝟓 - 𝐄𝐥 𝐏𝐮𝐠
Los ojos de Draco parpadearon de nuevo hacia la entrada de los dormitorios de las chicas. Rosie aún no había salido y él empezaba a sentirse agitado.
Odiaba las noches que ella pasaba allí. Pero sabía que no podía obligarla a dormir en el sofá todas las noches; había empezado a tener tortícolis por la falta de una cama decente.
Oyó que se abría una puerta y giró la cabeza al instante hacia los dormitorios de las chicas. Gimió para sus adentros cuando apareció Pansy. Lo vio enseguida y se dirigió hacia el sofá en el que él se encontraba, con una desagradable sonrisa en el rostro.
-¿Extrañas a tu novia Sangre sucia? - Escupió, con los ojos brillando de alegría
Se estremeció cuando ella se sentó a su lado. Se apartó incómodamente de ella.
-No puedo creer que esté diciendo esto. - dijo ella con frialdad, ignorando su evidente disgusto, -Pero prefiero que tengas tus sórdidas pijamadas.
Draco la miró de reojo, preguntándose a dónde quería llegar.
-No sé cómo puedes soportarlo. - continuó ella, -Las cosas que grita en sueños.
Draco se quedó quieto. Esto era nuevo para él, Rosie siempre parecía dormir tranquilamente cuando él estaba con ella.
-¿De qué estás hablando, Pansy? - Gruñó, con los puños apretados en el regazo.
Pansy se rió, un sonido que le erizó la piel.
-¡Mi bebé! ¡Mi bebé! Merlín, es patética.
El corazón de Draco se detuvo.
-¿Y quién demonios es Pearl? - Continuó ella, ajena a su horror. -Alguna mascota desaliñada, conociéndola.
Draco se levantó temblorosamente.
-Cierra la boca, Pansy. - Gruñó entre dientes.
-¿Qué es lo que tiene tus bragas en un giro, Drakie?
Antes de que pudiera responder, unos nuevos pasos entraron en la sala común desde los dormitorios de las chicas y los ojos de Draco volaron hacia la dueña. Rosie.
El corazón de Draco se apretó cuando sus ojos cansados se encontraron con los suyos. Tenía tantas ganas de estrecharla entre sus brazos, pero en lugar de eso se quedó congelado. Ella nunca hablaba del bebé. Fue un tonto por no haberle preguntado. Había asumido que ella quería olvidar. Pero por supuesto que no lo haría. ¿Cómo pudo pensar eso?
Draco se encontró odiándose a sí mismo de nuevo.
-¿Draco? - Preguntó, mirando confusamente entre él y una sonriente Pansy.
-Oh, no te preocupes. - rió Pansy, aparentemente disfrutando del incómodo ambiente. -No lo tocaría de nuevo. No ahora que ha sido contaminado por semejante inmundicia.
Draco lanzó una mirada de desprecio a Pansy antes de cruzar la habitación hacia Rosie, cerrando su espacio con premura.
-Rosie. - respiró, mientras la estrechaba entre sus brazos.
-Draco, ¿va todo bien? - le preguntó ella con ansiedad. La preocupación estaba grabada en su rostro.
-No. - respondió él con sinceridad, sorprendiéndose a sí mismo.
-Sólo le informaba de tus lamentables divagaciones nocturnas. - gritó Pansy en voz alta desde el sofá. La gente a su alrededor dejó de hablar mientras miraba con interés el furor. Rosie se aquietó en sus brazos.
-Cállate, Pansy. - Draco apretó, mirándola con furia.
-¡Pearl, vuelve! No me dejes, Pearl! - imitó cruelmente Pansy. Los demás a su alrededor empezaron a reírse a carcajadas.
Sin mediar palabra, Rosie se arrancó de sus brazos y corrió directamente hacia la salida. Sorprendido, Draco la vio desaparecer a través de la pared antes de avanzar hacia Pansy, que cacareaba maniáticamente en el sofá.
Sin decir una palabra, Rosie se arrancó de sus brazos y corrió directamente hacia la salida. Sorprendido, Draco la vio desaparecer a través de la pared antes de avanzar hacia Pansy, que cacareaba maniáticamente en el sofá.
-¡Pequeña zorra! - Gruñó, prácticamente escupiéndole. -¿Por qué no maduras por una vez en tu vida?
Ella dejó de reírse y le miró, sin inmutarse. Él le dirigió una última mirada de asco, antes de dirigirse a la salida en busca de Rosie.
***
R o s i e
No podía ver por dónde iba mientras las lágrimas llenaban mis ojos. Las crueles palabras de Pansy resonaban en mis oídos.
No me había dado cuenta de que había estado hablando en sueños. Sin embargo, los sueños eran vívidos en mi mente. Siempre el mismo sueño. Ya no era un bebé, sino una niña pequeña, con un largo pelo rubio platino, una hermosa piel blanca y nacarada, tan suave al tacto. Pero nunca podía alcanzarla, ella seguía corriendo, corriendo por los oscuros pasillos de la Mansión Malfoy, alejándose de mí.
El pasillo nadaba ante mí mientras caía una nueva oleada de lágrimas. Me doblé, agarrándome el estómago, intentando detener el dolor físico que me invadía.
Unos brazos me envolvieron, tirando de mí hacia arriba, atrayéndome hacia su pecho. Lloré en su camisa mientras me abrazaba con fuerza, sus fuertes brazos me ofrecían protección y seguridad.
-Está bien, Rosie. - murmuró, su suave y sedosa voz me tranquilizó. -No pasa nada.
Permanecimos así en el pasillo, Draco sosteniéndome en sus brazos mientras yo lloraba, hasta que una oleada de estudiantes llegó atronando el pasillo desde el desayuno. Draco me apartó suavemente de ellos, hacia un aula vacía.
Se sentó en el borde de un pupitre, manteniendo sus brazos alrededor de mí.
-Rosie, lo siento mucho. - Dijo en voz baja. -No me di cuenta de que soñabas con ella.
Me aparté ligeramente de él, enderezándome y limpiándome los ojos con las mangas.
-No siempre. - susurré, sin poder mirar esos ojos grises plateados. -No cuando estoy contigo.
Hubo un silencio mientras tragaba.
-Nunca... nunca hablas de ella. - Dijo con cierta aprensión.
Todavía no podía mirar a los ojos. Mi corazón se sentía como si estuviera siendo apretado dentro de mi pecho.
-Ya ha pasado casi un año. - Mi voz aún era un susurro. -Solía acostarme en su cama en la Mansión y hablar con ella. A veces simplemente caminaba y te imaginaba como un niño corriendo por los vastos pasillos. - Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios.
No dijo nada, sólo se sentó y escuchó mientras yo continuaba.
-Nadie más lo sabía. No me atrevía a decir nada. Me decía a mí misma que volverías por mí, por nosotros. - Hice una pausa, tragando otro bulto. -Había tanto dolor, y era demasiado pronto. Les rogué que hicieran algo, que impidieran que me dejara. Pero entonces estaba allí, en mis brazos, tan tranquila.
Grandes lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas al recordar cada doloroso detalle de ese momento.
-Era tan pequeña. Su piel era blanca y nacarada y tenía mechones de pelo rubio. Besé cada uno de sus pequeños y perfectos dedos. Era como si estuviera durmiendo y yo deseaba con todas mis fuerzas que se despertara. Pero nunca lo hizo.
Se apartó del escritorio y enroscó sus dedos alrededor de mis muñecas, atrayéndome hacia él, haciendo que le mirara directamente.
-Rosie. - dijo con seriedad, sus ojos grises plateados se clavaron en mi alma. -Lo siento mucho.
Parpadeé, mientras más lágrimas caían de mis ojos. Draco me soltó las muñecas y las limpió con sus pulgares, sus dedos se colocaron tiernamente en mi cuello.
-Nunca más te voy a dejar, ¿entiendes? Me voy a quedar a tu lado para siempre, Rosie, y siempre estaré aquí para cuidarte.
-Draco, entiendo que quieras protegerme, pero no puedes estar a mi lado todo el tiempo. Lo único que necesito es saber que siempre volverás a mí. - Puse mi mano en su pecho, donde podía sentir los latidos de su corazón bajo mi tacto. -Siempre.
Draco me atrajo hacia él, respirando con fuerza en mi oído. -Siempre volveré a ti, Rosie. Te lo prometo con mi vida.
Movió la cabeza para que sus labios rozaran los míos. Me estremecí involuntariamente, deleitándome con su mera presencia.
-Eso es todo lo que pido. - Susurré.
***
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