𝟐 - 𝐑𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐨 𝐚 𝐒𝐥𝐲𝐭𝐡𝐞𝐫𝐢𝐧
Draco vio por la ventana el castillo que se acercaba. Se movió ligeramente, haciendo que el Slytherin dormido se removiera en su regazo.
-Despierta, bella durmiente. - le susurró, con voz ronca, al oído. -Estamos aquí.
Un suave gemido salió de sus labios mientras sus párpados se abrían.
-¿Dónde? ¿Qué? ¿Está listo el desayuno?
Draco se rió suavemente mientras se inclinaba hacia delante, picoteando cariñosamente sus labios sobre la frente de ella.
-No, el desayuno no, Rosie. Pero si no bajamos del tren a tiempo, nos perderemos la fiesta de inicio de curso.
Rosie se incorporó, parpadeando, y observando su entorno.
-¡Oh, perdón! ¿Cuánto tiempo estuve dormida? - preguntó, estirando los brazos y sacando el pecho, provocando una agitación en las entrañas de Draco.
-Un par de horas, no quería despertarte. Parecías tan tranquila. - sonrió, mientras un leve rubor subía a sus mejillas.
No mucho después, salieron al andén, el aire fresco de la noche los golpeó. Draco notó que Rosie temblaba mientras se envolvía con su túnica de Slytherin. Se preguntó si era el frío lo que la hacía temblar... o algo más.
Le cogió la mano y le sonrió tranquilizadoramente. -Vamos, busquemos un carruaje.
Rosie se estremeció cuando se acercaron a la fila de carruajes, cada uno unido a un caballo esquelético de alas oscuras. Draco había olvidado que ella no había asistido a Hogwarts en su último año, por lo que ésta sería la primera vez que vería las monstruosas bestias que tiraban de los carruajes. De hecho, pensó, mirando las caras horrorizadas de los demás estudiantes, ésta sería la primera vez que muchos de ellos vieran a los Thestrals.
Draco encontró un vagón vacío y, arrojando primero sus baúles, sostuvo la puerta abierta para Rosie.
-Su carruaje la espera, señora. - se inclinó dramáticamente, extendiendo el brazo.
Rosie se limitó a mirarlo, atónita.
-¿Qué? ¡Estoy siendo un caballero! - él se rió
-No me gusta. - dijo Rosie, ignorando el ofrecimiento de su mano para ayudarla a entrar. -No estoy acostumbrada a que seas tan amable, especialmente aquí.
Se subió, y Draco la siguió.
-Pues acostúmbrate. - dijo él, con los ojos brillando en la oscuridad. -Porque quiero cuidar de ti, Rosie.
Se acercó para besarla, cuando la puerta del vagón se abrió de golpe, haciéndole retroceder de un salto.
Un pequeño gemido escapó de sus labios cuando Pansy Parkinson y Theodore Nott subieron.
-No te enfurruñes, Draco. - se burló Pansy. -No hay más carruajes libres, así que tendrás que disculparnos por interrumpir tu pequeño amor en.
Sus ojos recorrieron a Rosie, y Draco notó la mirada de puro asco en ellos. La rodeó con el brazo de forma protectora y le devolvió la mirada a Pansy.
-Siempre supe que te gustaba eso. - gruñó Theo, señalando con el dedo a Rosie. -Te gusta lo sucio, ¿verdad, Malfoy?
Las manos de Draco se apretaron inmediatamente y Rosie lo miró, negando levemente con la cabeza. No podía entender por qué estaba tan tranquila. La estaban tratando como si fuera basura.
Y de repente se le ocurrió que ella ya había experimentado años de esto. De ellos. De él.
Avergonzado ni siquiera se acercaba a lo que sentía.
-¿Por qué te dejan volver aquí, de todos modos? - Draco le espetó a Theo.
-Podría preguntar lo mismo sobre ti, Malfoy. - los ojos de Theo se entrecerraron. -Creo recordar que no era el único que andaba por ahí con una capa de mortífago. De hecho, aprendí mucho de su servidor, ¿no?
Draco le devolvió la mirada, con ganas de sacar su varita.
-Ya, ya, chicos. - dibujó Pansy, haciendo que Draco diera un respingo. -No nos peleemos delante de los Mudblood.
Eso fue todo. Draco se enderezó, sacó furiosamente su varita y se la clavó a Pansy en su cara de sorpresa.
Retira eso -gruñó, peligrosamente. La varita se agitó mientras la ira lo consumía.
Sintió que una mano le agarraba el brazo.
-Draco. - le dijo Rosie. -Draco, por favor no lo hagas. Realmente no valen la pena.
Sin aliento, bajó el brazo de su varita, sin apartar sus ojos fulminantes de Pansy. No sabía qué había visto en ella.
Rosie colocó una cálida mano en la suya y le dio un suave apretón. Él le devolvió el apretón, sintiendo una oleada de amor y gratitud hacia ella.
Los autocares, afortunadamente, se detuvieron y Draco miró hacia fuera para ver las torretas del castillo que se cernían sobre ellos. Tragó saliva. No sabía cómo se sentía al volver a este lugar después de todo lo que había pasado. Sólo se alegraba de tener a Rosie a su lado. Y juró que haría todo lo posible para protegerla de la crueldad de sus compañeros de Slytherin.
***
R o s i e
El corazón me martilleaba en el pecho mientras subía cada pie por los familiares escalones de piedra.
La última vez que había subido estos escalones, vi a Hagrid poner a un Harry "muerto" a los pies de Voldemort. La última vez que había estado en estos escalones, Draco y yo nos habíamos aferrado el uno al otro antes de ser cruelmente separados. Estaba parada a sólo unos metros de donde un mortífago trató de tirarme un Avada Kedavra. Pensé que había muerto. Draco pensó que yo había muerto.
Jadeé cuando la repentina avalancha de recuerdos inundó mi mente, atenazando mi corazón. Sentí que mis vías respiratorias se cerraban y no podía respirar.
-¿Rosie?
Me di cuenta de que había dejado de caminar y estaba doblada, agarrándome el estómago. Draco me miraba fijamente, con la preocupación grabada en su rostro.
-Lo siento. - respiré, preguntándome por qué nadie más reaccionaba igual que yo, mientras pasaban a toda prisa por las escaleras, casi haciéndome volar.
Draco me agarró de las manos y me acercó a él. Me rodeó con sus brazos ferozmente y me besó el pelo.
-Está bien. - me murmuró al oído. -Me tienes. Me tienes a mí.
Cerré los ojos, su reconfortante abrazo me calmó al instante.
-¡Malfoy! ¡Carter! No se entretenga! - la voz cortante de la profesora McGonagall sonó en la noche.
Draco y yo nos separamos, compartimos una mirada como diciendo "aquí vamos" y, de la mano, nos aventuramos juntos hacia el castillo, las grandes puertas de roble cerrándose firmemente tras nosotros.
***
Draco suspiró impaciente mientras seguíamos viendo la Ceremonia de Clasificación. Le cogí la mano por debajo de la mesa y le lancé una sonrisa comprensiva. Realmente fue una ceremonia larga este año, al tener todo un año extra para clasificar, debido a que el colegio estuvo cerrado durante todo el año anterior.
Estábamos apiñados en la mesa de Slytherin, intentando hacer sitio a las incorporaciones extra. Draco me devolvió una cálida sonrisa y empezó a trazar su pulgar sobre el dorso de mi mano, haciéndome sentir un agradable escalofrío.
Me di cuenta de que era la primera vez que me sentaba con Draco en la mesa de Slytherin. Me remonté a aquella primera noche, ocho años atrás, cuando me clasificaron en Slytherin. Draco se había horrorizado al saber que yo había nacido muggle. Fue esa noche, de sus propios labios, cuando escuché por primera vez esa palabra. Sangre sucia.
Muchas cosas habían cambiado.
Mis ojos se desviaron hacia la mesa de Gryffindor y sonreí al ver a Ron y Hermione. Ron sólo tenía ojos para ella y se inclinaba para darle un beso, pero Hermione lo rechazaba mientras intentaba concentrarse en la clasificación.
Mis ojos se movieron a lo largo de la mesa y mi estómago dio un violento y horrible giro cuando se posaron en Dennis Creevey, con un aspecto totalmente vacío y desolado entre sus alegres compañeros. Una imagen del cuerpo sin vida de Colin pasó ante mí.
Rápidamente bajé la mirada a mi regazo, sin poder soportar por más tiempo esa triste visión. Como si percibiera mi repentina incomodidad, Draco me dio un suave apretón en la mano. Levanté la vista hacia él mientras decía. -¿Estás bien? - asentí con la cabeza, dedicándole una sonrisa cansada. Decidí intentar concentrarme en la clasificación, demasiado asustada por los recuerdos que pudieran surgir de mis ojos errantes.
Finalmente, la clasificación terminó y pudimos comer por fin. Yo me moría de hambre, y Draco también, ya que se zampó con ganas un enorme montón de patatas.
-Sólo Dios sabe cómo van a ser los arreglos para dormir este año. - suspiró Draco mientras salíamos de la Sala hacia las mazmorras.
-Bueno, puedes despedirte de esa acogedora habitación tuya. - gruñó Theo, que había estado caminando detrás de nosotros. -Snape ya no está para jugar a los favoritos.
Draco gruñó, dándose la vuelta. -¿No lo dejas nunca, Nott? - escupió
Le agarré de la mano y le hice avanzar. No quería que empezaran a pelearse en los pasillos.
-Pero tiene razón. - murmuró Draco. -No lo había pensado hasta ahora, pero tengo que dejarte con ellos todas las noches durante el próximo año.
Sus ojos brillaron en la dirección general de Pansy mientras ella cacareaba algo entre las otras chicas de Slytherin.
-Estaré bien, Draco. - le aseguré. -Y siempre está el sofá si se pone demasiado. He pasado muchas noches en él, después de todo.
Lo miré y un recuerdo de él entregándome su manta nadó en mi mente. Su primer acto de bondad conmigo.
-Bueno, esta vez me tendrás a mí para calentarte. - sus ojos grises plateados centellearon, como si leyeran mis pensamientos.
De repente, me sentí muy agradecida de tener al príncipe de Slytherin en mi vida.
***
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