Las nubes se encontraban totalmente grises sobre el cielo de la concurrida ciudad de Londres, Inglaterra.

La mirada azulada se paseaba sin preocupación por la ventana del bonito restaurante en el que de encontraba esperando su orden.

Las pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer volviéndose más gruesas y constantes a cada segundo.

-Señor-hablo una dulce voz femenina a su lado. El rubio despego su mirada de la ventana y la enfocó en la chica que traía su orden sobre una charola* negra.

-Disculpa-dijo el rubio con una sonrisa y despejo la mesa moviendo sus brazos y dejando que la chica dejara su plato con su comida y un café con leche sobre la mesa.

-Provecho-dijo la chica y volvió a irse.

El rubio quedo solo y tomo sus cubierto para comenzar a comer, pero antes de que pudiera llevar un pedazo de su comida a su boca un grito se escucho por todo el restaurante logrando callar todo el ruido que ahí había.

-¡Eres un estúpido!-grito una gruesa voz masculina capturando la atención completa de todos los presentes.

La mirada del la se enfocó en la escena tan dramática que ahí se presentaba.

Un chico moreno de cabello negro miraba con repulsión hacia otro chico que se encontraba en el suelo a un lado d ela mesa del moreno recogiendo los parecía rotos de lo que parecía ser, era un un plato roto.

El fotos que de rodillas se encontraba tenia sus mejillas levemente sonrojadas y con unas cuantas lagrimas en ellas.

-¡Yo no pagare por la estupidez de este pedazo de mierda!-grito el moreno al que lugares ser el gerente del lugar.

El rubio se quedo por mirando la dulce cara del chico apreciando lo bella que era a pesar de la lágrimas, y se sintió mal al ver las mismas en su rostro.

Pero si era creo... el rubio creía que esas lágrimas eran lo que chicos lucir hermoso a ese chico.