Capítulo 66; parte 2.
[Mátame, prefiero la muerte, mátame].
—Despierta bello durmiente —Rodrigo golpeó lentamente la mejilla de Emilio.
—¿Qué mierda? —el rizado se volvió a sentar tomando su cabeza entre sus manos —. ¿Me golpeaste?
—Yo no, pero bueno, eso no importa. Ahora sí, ¿En qué estábamos? Ah cierto, querías descubrir el origen, y te he dicho para que te quiero aquí.
—No lo has dicho.
—Muy bien, déjame pensar ¿Qué quieres hacer primero? Hasta libertad de elegir vas a tener. ¿Quieres sacar los trapos al sol o primero te explico lo que harás de ahora en adelante?
—Basta —dijo Emilio adolorido —. Dilo, dilo ya, ¿Quién eres? Escúpelo de tu sucia boca.
—Te lo he advertido ¿Vas a soportarlo, Marcos?
Emilio hizo una mueca y respiró profundo —Puede que no estemos pensando lo mismo.
—Puede, pero mira, queridísimo Emilio, yo creo que sí, anda, dilo tú.
—Existen motivos profundos del porqué de tus acciones.
—Creo que eso aplica para todo el mundo, sé más específico, ¿Le tienes miedo a las palabras que son?
—¿Eres hermano de Joaquín? ¿Hay algún lazo entre ustedes? ¿Es por eso que lo odias?
—Sí, es mi hermano, Joaquín es mi mellizo.
“Sí, es mi hermano, Joaquín es mi mellizo”.
“Sí, es mi hermano, Joaquín es mi mellizo”.
“Sí, es mi hermano, Joaquín es mi mellizo”.
Aquella frase paralizó el corazón de Emilio, su cabeza se quedó en blanco, su razonamiento en ceros, toda su persona hizo un corto. Esa frase se repitió infinitas veces en pocos segundos dentro de la mente del rizado.
Emilio no tenía voz, no sabía que decir. Sus sospechas eran ciertas, pero aún así, escucharlo en viva piel, escucharlo realmente, fue un parteaguas.
—Por eso mismo lo odio, porque mi madre lo eligió sobre mí y me hizo pasar un infierno de infancia, claro tuve a mi padre, pero al descubrir que sí tenía a mi mamá, que estaba cerca y aún así ella no estaba conmigo, eso me hizo pedazos y quise decírselo, pero me arrepentí, preferí tomar venganza al encontrarme con que Joaquín es gay y se confesó ante mí, me dio asco porque no sólo era un incentivo de incesto sino que mi madre lo había preferido a él siendo de esa forma —Rodrigo veía al piso con la mirada fija —. Por eso empecé a odiar tanto a la comunidad y la verdad lo que voy a hacer a continuación, según yo ya lo tenía decidido, pensaba matar a Joaquín, tal vez matarte a ti, lo que sea, uno frente a los ojos del otro para que tuvieran que sufrir, tal vez a ti primero para ver a Joaquín desmoronarse y después matarlo a él para cobrar mi venganza y para que a Elizabeth le doliera de por vida la pérdida de su hijo —suspiró —Sin embargo ya decidí lo que voy a hacer, tal vez quiero hacer sufrir a Elizabeth pero Joaquín es el mejor medio para llegar hasta eso y va a ayudarme a qué le duela todavía más de lo planeado.
Emilio estaba atónito, Joaquín tenía razón, Rodrigo era más que malvado, estaba enfermo, sediento de venganza y dolor, quería acaparar todas las carta posibles y derrotar a quién se cruzará en su juego.
—Entonces ya que sabes la verdad, voy a decírtelo de una vez, vas a tener que alejarte de Joaquín para siempre —Rodrigo apuntaba el arma a la cabeza del castaño —. Si es que no quieres que lo mate ahora mismo tendrás que hacer lo que yo te pida... Y puedes preguntar, ¿Cómo estás tan seguro de que no vamos a estar juntos después? Muy fácil, después de lo que le digas hoy, dudo que puedas arreglar las cosas, dudo que quiera hablarte de nuevo, y también puedes decirme ¿Cómo sabes que no le diré lo que hiciste? Lo he planeado todo, Emilio, te explico que tanto él como tú, ahora portan un chip de rastreo y ondas sonoras, y por si tu diminuto cerebro no procesa esos términos...
—Puedes saber dónde estoy y puedes escuchar si hablo.
—Mira, es inteligente, carajo —el ojiverde continuó—. No intentes sacar tu chip, no hay rastro de dónde está, no te hice ninguna incisión, está navegando en alguna parte de tu organismo. Por cierto, me he mudado cerca de la casa de Joaquín, yo solo, dije que necesitaba espacio y ahora viviría con unos amigos para ser independiente, obviamente me lo permitieron, no intentes ir por él, he ocultado cámaras en donde menos te lo esperes, siempre sé dónde estás, con quién estás, y de él también lo sé ¿Comprendes?
Emilio asintió a regañadientes.
—Entonces prosigo, tú sabrás que está vivo y lidiarás con la incertidumbre de saber cómo está sin poder hacer presencia en su vida, eso te matará lentamente a ti, y todo ello va a arrastrarlo a él a un acantilado... Claro que podría matarte, pero él superaría tu pérdida algún día y sería feliz después, no puedo soportarlo, prefiero que viva el resto de sus días sabiendo que tú estás vivo y aún así no puede tenerte y viceversa, dos pájaros de un tiro, dos maricones de un golpe.
Sonaba un disparate, hacer que ambos se eliminaran de la vida del otro mientras sufren por no poder estar juntos, aún estando ambos vivos y enamorados.
—Así como cuando yo supe que mí mamá era Elizabeth e hiciera lo que hiciera no podría tenerla nunca. Tal vez deba hacerle algo a Renata también, o tal vez debería darle pistas y enviarle un dedo de Joaquín por semana si lo hiciera permanecer aquí, eso sería divertido.
—No puedo creerlo —Emilio estaba dentro de una película, de un libro de ficción, de algo maligno, no era posible, ¿Cómo podía existir alguien así? ¿Había una salida? ¿Algún súper héroe vendría al rescate? No podía procesarlo, si todo lo que estaba pasando era real, le quedaban minutos contados siendo alguien bueno en la vida de Joaquín.
—Vas a decirle las cosas que te mencione ahorita que entremos en ese cuarto, tienes que decirle que lo odias y que jamás volverás a saber de él, que fuiste un cómplice mío y que lo detestas, si no lo haces lo mato enseguida y tú también vas a sufrir las consecuencias así que más te vale, tú decides. Te voy a dar cinco minutos para que armes tu escenita y la proceses, di tú qué todavía estoy pensando en ti, debe ser duro hacerle eso a alguien que amas ¿No?
—¿¡Te estás burlando todavía más aparte?!
—No, Emilio, te lo estoy diciendo muy en serio. Debe ser feo alejar a alguien que amas de tu vida, por la fuerza. Sentirás lo que yo, yo al tener que resignarme de alejar a Joaquín de mi vida, quién era mi amigo, mi único mejor amigo, por todo lo que había detrás, sentirás lo que yo al tener que alejar la idea de querer a Elizabeth como mi madre cuando me enteré de que jamás estaría para mí, vas a quebrarte en pedazos y lo vas a quebrar a él. ¡Ambos van a retorcerse en su dolor como yo! ¡Ambos van a probar el mismo infierno sin si quiera haber muerto!
—Quiero despedirme de él.
—Denegado, no tendría sentido.
—Mañana tenemos la última función del teatro, déjame estar con él mañana, solo mañana. Cambia tu plan, no necesito decirle que soy tu cómplice y esas chorradas, dudo que se lo crea Rodrigo, no es estúpido, pensaría que justamente así me obligaste a hacerlo, déjame estar con él mañana y yo mismo me iré, yo mismo me alejaré de él, por favor.
Rodrigo hizo una mueca, tenía razón, era muy probable que Joaquín sospechase del porqué Emilio le diría tales cosas después de todo lo que han pasado, sería un bocado duro de tragar.
—Mañana, último día.
—Tenemos conciertos juntos, Rodrigo, ¿Qué voy a hacer ahí? ¿Revelarme ante toda mi producción y causar un escándalo? Tu teatro se caería muy rápido de esa forma.
—Estará contigo en los conciertos, pero detrás de cámaras, él no es más que una persona extra en el lugar ¿Entiendes? Puedes montarte tu supuesto romance, amistad, lo que tengan, arriba de cualquier tarima o entrevista. Lo que quiero es, que él sepa que en la supuesta realidad, tú no estás ahí.
—¿Qué voy a decirle? Así de la nada voy a dejar de hablarle fuera de escena ¿Y cuál será mi excusa?
—Tú eres quien quiso cambiar el plan, tú arréglalo, dile lo que sea menos la verdad. Sabes que si le llegas a contar lo sucedido, él muere. Oh cierto, olvidé mencionarlo, el chip de Joaquín contiene mercurio, si tú delatas lo sucedido, ese chip se abre.
—¿Qué tanto mercurio?
—¿Crees que podrías salvarlo de una intoxicación interna sin saber dónde está siquiera el chip? Te tienes alta estima. Lo suficiente para matarlo, para hacerlo sangrar, perder sus líquidos, taparle los riñones, lo que te imagines.
—Podría... No podría —Emilio recordó lo que hizo aquella vez, decirle que no lo amaba, y que jamás podría amarlo, pero esa vez... Joaquín se intentó suicidar —. Es una trampa ¿Cierto?
—¿Desconfiando de mi, Marcos?
—Haga lo que haga, le diga o no le diga, el final de Joaquín será la muerte, ¿Verdad?
—Todos morimos un día.
—Sabes que si lo alejo podría suicidarse, sabes que tiene problemas por tu culpa, lo sabes bien.
—No va a suicidarse, al menos no pronto. Pero oye hay esperanza de que no lo haga, lo cual probablemente sería muy malo para mí. Puede que te supere y se vuelva una diva empoderada, que cierre ciclo como lo llaman ahora ¿Por qué eres tan pesimista?
—Porque es lo que tú quieres... Quieres que muera de cualquier forma.
—No te he contado todo lo que estoy haciendo y aún así ya vas desglosándolo, vaya que sí funcionas como detective. Ya verás después, tal vez, pero que te quede claro que no puedes decirle a nadie más, el montaje debe de ser universal, solamente tú y yo sabremos el porqué.
—Si algo grave le pasa después de que yo me vaya...
—No te preocupes, “ricitos”, ya no necesito golpearlo más, con ésto basta y sobra.
—Si el intenta suicidarse por ésto... O por lo que sea, vendré por ti, no me importa si yo también estoy envenenado, no me importa a quién traigas, vendré por ti y te mataré con mis propias manos.
—Pensé que Emilio Marcos solo usaba a la justicia y a la ley.
—Ya veré como me las arreglo.
—¿Es eso una amenaza?
—Tómalo como quieras, Rodrigo.
—Reza para que te supere y no se mate mejor. Cosa que a mí me vendría no muy bien, pero lo conozco y sé que por dentro se autodestruirá lentamente con millones de preguntas. Sé que su corazón va a martillarse a diario. No puedo esperar para escuchar su llanto.
Emilio estaba derrotado por dentro, le quedaba un día al lado de Joaquín, un maldito día. ¿Cómo se podía procesar eso? No podía pedir ayuda, estaba siendo vigilado, escuchado, de todo, la vida de Joaquín estaba en peligro ante todo. Lo mejor que podía hacer sería alejarse como se le ordenó... Dejarlo en paz y rogar porque éste pudiera salir adelante. Salir de su vida para siempre sonaba desgarrador.
No podía dejar de pensarlo, no iba a poder dormir en un largo tiempo. No creía soportarlo, tal vez el se suicidaría antes que nadie más.
—¿Vas a soltarlo?
—Sí, claro, cuando tú ya estés en tu casa listo para recibir una llamada de él para contártelo todo.
—Sin un rasguño, Rodrigo.
—No me ordenes nada, cuñado... O debería decir ya ¿Ex cuñado?
Emilio apretó la mandíbula y los puños —Me voy.
—Que te vaya bien, disfruta. Te daré hasta el viernes a las doce de la tarde para alejarlo, puedes tener todo el día de mañana. Espero te despidas bien, y también espero que tengas una actuación impecable después de eso, estaré viendo.
Emilio salió caminando normal por la puerta, subió a su camioneta y arrancó. Condujo durante un largo rato sin mostrar expresión alguna, buscó en el móvil una locación vacía, donde no hubiera más que terreno baldío y la encontró. Tardó veinticinco minutos en llegar ahí a una alta velocidad.
Una vez bajó de la camioneta se percató de que no hubiera nadie al rededor, se tiró al piso, puso su frente contra la tierra, arañó con sus uñas el mismo suelo y seguido gritó, gritó intensamente, su voz se quebraba, gritó una, dos, tres veces. No encontraba una solución, no le encontraba remedio, estaba estresado, no sabía que hacer, no podía contarle a nadie, se estaba ahogando en su propio sufrimiento y soledad.
—¡AHHHHH! ¡AHHHHH! —continuaba gritando, su voz seguía rompiéndose, se le tensaron las cuerdas vocales, le dolía, le ardía, pero el dolor físico era lo de menos —. ¿¡POR QUÉ?! ¡PUTA MADRE! ¡AHHHHH!
Golpeó el suelo, una, dos, tres, cuatro, cinco veces, seis veces, comenzó a sangrar de los nudillos, siete veces, estaba dándole a la tierra y a las piedras, ocho veces, arrancaba pasto, lo tiraba, sacaba raíces, se golpeaba contra la misma tierra, se dejó caer completamente y miró hacia el cielo.
—¡AHHHH! —un último grito que pudo salir de su garganta antes de quedarse afónico, se revolcó en la suciedad, siguió golpeando lo que estuviera a su alcance, estaba destruido.
Tal y como Rodrigo lo predijo, se moriría lentamente en vida. Y no quería ni imaginarse lo que tendría que hacer el viernes, una vez más rompería a Joaquín, una vez más, rompería su promesa, una vez más y contra su voluntad. Pero quería mantenerlo vivo lo más que pudiera, quería evitarle la muerte a toda costa, aún si tenía que masacrar su propia persona y la de él, para que siguiera respirando, lo haría.
—Pérdoname mi amor... Perdóname por favor —sus lágrimas lo ahogaban, el olor intenso a pasto y el polvo le picaban en la nariz —. No quiero irme, ¡No quiero irme! —sus ojos estaban rojos, su cara completa estaba lo estaba, la mucosidad escurría de sus fosas nasales y el solo podía sentir su alma desprenderse de su cuerpo segundo con segundo.
Empezó a correr un viento fuerte y fresco.
—¿Cómo voy a decirte adiós? ¿Cómo voy a tolerarlo? ¡No puedo! No puedo ni pensar... No puedo perderte de nuevo... Dios, sé que tengo un tiempo sin hablar contigo, sé que lo que soy no va con tus reglas, pero... Por favor, ayúdame, dime qué hacer... ¡Protégelo! Si tengo que hacerlo entonces... Protégelo, a mí déjame hundirme, pero haz que el permanezca con vida...
Unos minutos más tarde se levantó del suelo, sacudió sus ropas y subió a su camioneta de nuevo, arrancó el vehículo y se dirigió a casa. Sus nudillos sangraban, su frente sangraba, su cara y ojos estaban como tomates, sentía ardor en la garganta, se escuchaba casi afónico, no podía tolerarlo, pero debía concentrarse en no chocar por lo tanto.
Llegó a su casa y pasó desapercibido de cualquier otra persona en ella, corrió hasta su habitación, se quitó la ropa y se metió a bañar, lavó sus heridas con jabón y después se puso una pijama, eran las nueve de la noche ya.
“Por fin la suerte hoy se pone de mi lado... Bobondoni corazón rojo está llamando...”
Ya sabía lo que sucedería, pero aún así Emilio temía contestar, debía empezar a fingir desde ya, y ve tu a saber si Rodrigo ya estaba escuchándolos o no.
—¿Bueno, qué pasó bonito? —Emilio estaba respirando lo más calmado posible.
—Rodrigo, me secuestró...
—¿¡Qué?! ¿Estás bien? ¿Dónde estás? —Emilio se partía en dos al tener que ocultarle todo.
—Estoy bien, solo me mantuvo en un lugar unas horas, me insultó múltiples veces y ese tipo de cosas... Me sorprende que me haya soltado tan fácil. No los vi venir, estaba caminando de la tienda de helados a mi casa y de repente todo se volvió negro.
—¿En dónde estás ahora? ¿Quieres que vaya por ti? Ese idiota me las va a pagar.
—Estoy en mi casa, desperté en la banca de la tienda de helados, no tengo moretes, nada grave, no entiendo el propósito de Rodrigo... Solo me dijo las mismas estupideces de siempre, y juro haber escuchado que discutía con alguien mientras yo estaba atado.
Emilio tragó saliva —No sé qué quería ese imbécil, pero lo buscaré ya te lo dije, un día lo haré pedazos —el mayor rezaba por no levantar sospechas.
—Bueno... Te veo mañana, perdón por llamarte tan repentinamente es que estaba asustado, todo fue súper extraño. Espero que estés preparado para nuestro último día.
Último día, muy literalmente —Sí, claro, ya todo memorizado, por favor cuídate bonito, te veo mañana.
—Te amo, moon.
Esas palabras le dieron en el alma, como una flecha a través de un tiro al blanco, como una bala que cruza una pared, le dolió saber que era de las últimas veces que lo escucharía decirle eso, decirle de esa forma...
—Te amo más, solecito...
Y colgaron.
—Juntos, ¡Somos Aristemo! —gritaron al unísono.
—Muchas gracias a todos por asistir al último evento de ésta bonita obra —Osorio daba la despedida.
Le pasaron el micrófono a los muchachos quienes no dejaban de llorar, Joaquín porque era un proyecto que significaba mucho para él, y Emilio, Emilio estaba descargando todo el llanto que le comía el alma entera, puesto que era su último día, el último día al lado del amor de su vida...
Bajaron del escenario, ambos estaban conmovidos.
—Joaco, quiero... ¿Puedo quedarme a dormir en tu casa? —a Emilio aún le temblaba la voz.
—Sí claro, ¿Traes ropa?
—No pero, voy a mi casa y después a la tuya, ¿Sí? Llego como a las once.
—Vale, entonces me iré yendo con mi mamá, te espero.
Emilio condujo aún con lágrimas en sus ojos hasta su casa, hizo una pequeña maleta, compró un girasol a un vendedor de la calle y emprendió marcha a casa de Bondoni, colocó “Warrior” de Demi Lovato e intentó respirar profundo para que lo rojo de su rostro bajara.
—Hola Emilio, ¿Qué tal, como estuvo esa última función para ti? —abrió Elizabeth.
Emilio contuvo las ganas de romper en llanto de nuevo, sentía culpa, culpa porque ahora sabía el más grande secreto de Elizabeth, sabía que le había mentido toda la vida a Joaquín, sabía sobre su hijo abandonado, y lo peor de todo, ese hijo quemaría vivo a Joaquín, arrasando con ella también, sentía ganas de gritar, de decirle que cuidara a Joaquín, que lo protegiera, que lo sentía, que le rompería el corazón y que moriría en el intento, quería que todo fuese solamente un sueño, una pesadilla terrible, y despertar rápidamente.
—Muy bien, muy emotiva la verdad, voy a extrañar hacer la obra —Emilio pasó a la casa.
—Joaquín está arriba, pasa.
—Sí gracias.
Marcos subió las escaleras, llegó a la puerta de la habitación y suspiró, era su última noche a su lado, era la última vez que vería esos ojos marrones tan cerca y esas pestañas diseñadas por un artista, la última vez que lo tendría tan cerca.
—¡Ma, ¿No ha llegado Emi...? —Joaquín abrió la puerta de golpe antes de que Emilio pudiera tocar —. Ah, hola ricitos.
—Hola príncipe —se lanzó sobre él y lo besó, en seguida cerró la puerta tras de él.
Pasaron un pequeño rato abrazados, Emilio después fue a ponerse la pijama, se acostaron y pusieron una película.
—Joaquín.
—Dime.
—Solo quiero que sepas que, no hay otro lugar en el que quisiera estar, aquí estoy completo, estoy en paz, porque estás tú, quiero que sepas que te amaré para la eternidad... Aunque cualquier cosa suceda, inclusive si nuestros caminos no apuntan en la misma dirección, siempre estarás en mi corazón, siempre serás dueño de mis mejores momentos, de mis mejores risas, de mi alma, siempre Joaquín, no importa lo que pase, no importa si yo muero...
—Hey, no vas a morir.
—Si llega a suceder, incluso así, estaré contigo, mi espíritu navegará hasta el final de tus días contigo, hasta reunirnos en otro lado, pero nunca dudes de eso Joaquín, a veces las cosas se ponen rudas, se ponen difíciles, a veces la situación o el contexto no favorece una relación, a veces los externos no favorecen una relación, pero en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier universo o línea temporal, voy a amarte, y si debemos ir como paralelos y nunca juntarnos, aún así, vagaré a tus alrededores. No somos nada aún y lo sé —decir “aun” dolía, ya que no había dicha posibilidad, no después de la masacre que desarrollaría a la mañana siguiente —. Pero si un día somos y eso termina, espero termine bien y para bien de ambos, ten en cuenta que siempre veré por ti, a la distancia te cuidaré, seré como un satélite, orbitando en tu universo, solo nunca tocando tu superficie.
—¿Por qué suenas como si te estuvieras despidiendo? ¿Estás bien?
—No me estoy... No me estoy despidiendo, algún día tendríamos que hablar de esto ¿No? Dejar claras ciertas cosas, en resumen, te amo, te amé y te amaré siempre, con todos mías átomos y mis inundaciones mentales, con toda mi esencia y mis arterias, te amo hasta el próximo Big Bang, y hasta que todo lo que conozcamos desaparezca, e inclusive así, en la nada, te seguiré amando.
—Yo también te amo Emilio, más de lo que mis palabras jamás podrán expresar.
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Vuelvo poco a poco, denme tiempo de reincoporarme, les pido una disculpa por irme. Perdí la inspiración, y recientemente, lo perdí todo, espero que el dolor me ayude a escribir, ya que es mi único compañero.
Terminaré éste libro por ustedes, los amo mucho.
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