Capítulo 59.

[Me he equivocado siempre pero ésta vez, nunca había estado más seguro de algo en toda mí vida].

Advertencia: No leer en compañía, tener pañuelos a la mano, y guardar la calma.

—No me digas eso, por favor detente —Emilio apretaba los ojos, apretaba las cobijas, ganchaba sus uñas en lo felpudo de la manta que lo cubría, y sentía un dolor rasposo en la garganta.

—Emilio —Joaquín se despertó, arrugó la nariz y se talló debajo de los ojos, dió un leve suspiro y sacudió su cabeza.

El menor se había quedado en casa de Emilio a dormir, por petición del mismo, pues aparte de que Joaquín sentía debérselo, no quería dejarle solo sufriendo.

—Si no me amabas haciendo mí trabajo, lo que realmente yo amo, actuación, ¿Por qué estuviste conmigo tanto tiempo? ¿Por qué no te fuiste desde el minuto uno en el que te dije que haría un papel gay? —Emilio se ahogaba en lágrimas, tenía la cara mojada, estaba sudando frío, y sus dientes mordían su labio inferior.

—Emilio despierta —Joaquín volteó a su compañero en su dirección y le dió leves palmaditas en la cara.

—¿Tenías que ser tan hipócrita conmigo? Tal vez nunca me amaste como decías... Esa niña desinteresada tal vez solo fingía, ¿Te gustó hacerme ésto? ¿Por qué detestas tanto a Joaquín?

—¡Emilio! —Joaquín lo sacudió y el rizado abrió los ojos de golpe.

—¿Qué qué pasó? —Emilio seguía llorando, se tocó la frente, se sentía mal, muy mal.

—Estabas hablando dormido, ¿Estás bien?

—No, Joaquín no —alargó su cara y cerró sus ojos con fuerza.

—Ven —Bondoni lo levantó para que se recostara, le trajo papel de baño para que se limpiara y se sentó a su lado.

—Sé que hoy duele y mañana pasará, pero no puedo evitar pensar en todo lo que me dijo, y su manera tan... Tan déspota, tan apática de proyectarse, no era ella...

—Te equivocas, ese es su verdadero yo; enojados, las personas hacen cosas que no quieren, y dicen cosas de las que se arrepienten, pero una manera de ser, al estar enojados, sale la más real, y tú peor versión.

—Mi mente no me deja en paz, no me deja pensar claramente, le extraño y a la vez, Joaquín, me siento bien... Siento como si un peso se hubiera ido de encima, y a la vez me siento mal por sentirme bien por ello... ¿Me explico?

—Sí Emilio, te entiendo.

—¿Fui muy idiota verdad? No debí hablarle tan feo, no debí decirle cosas así... Me precipité...

—Dijiste lo que sentías y pensabas, no está mal...

—Joaco me siento vacío —Emilio se colocó en posición fetal y abrazó sus rodillas con fuerza, mojando éstas también con lágrimas.

—Mira, todo estará bien, mañana podemos planear algo, podríamos ir a algún lugar si quieres, antes de empezar a grabar, podemos ir a donde gustes, con quiénes gustes —Joaquín comenzó a acariciarle los rizos a Emilio.

—Quiero estar con mí mamá un rato... Tal vez con Textos, Diego, contigo, podríamos invitar a Niko, o a Ale, no sé.

—Mañana veremos eso, deberíamos dormir, son las tres de la mañana.

—Joaco no tengo sueño, me duele mucho, y eso me evita poder sentirme relajado.

—¿Quieres que hablemos de algo?

—¿Cómo de qué?

—Es qué tal vez no es el momento para preguntar...

—Suéltalo.

—En el incidente... Durante la discusión... Maria te dijo que me querías como un amigo, y tú dijiste, que sí fuera como algo más qué... También le gritaste en su cara que me amabas, dime, ¿Eso... Significa algo? —Joaquín estaba muy nervioso, no quería ser brutalmente bateado una vez más.

—Ella dijo... Que yo solo te quería como amigo, y probablemente que por eso la quería más a ella, entonces al decir que si fuera como algo más, le doy a entender que te quiero más de lo que ella piensa, y sí, se lo grité, para que precisamente lo comprendiera... Y tú, ella dijo que nadie podría darme un amor como el que ella me daba, y tú dijiste, que tu podías dármelo, ¿Eso significa algo?

—Ella se refería a un amor puro y enorme, no es necesario decirlo en un modo pareja sentimental, un amor como... Cómo una gran gran amistad —Joaquín no sabía cómo desviar el tema ahora que en su propia jugada, había sido contra atacado.

—Joaquín.

—Dime.

—¿Aún... Aún te sientes...? Ah... No, olvídalo.

—¿Mal por lo de Gizén? ¿Lo de Rodrigo? Todos los días pero, creo que debo aprender a superarlo ya mismo.

—No, Joaco... No tengo el valor, simplemente me desmorono cada vez que si quiera lo pienso, no puedo.

—¿A qué te refieres?

—Joaquín necesito que seas muy honesto conmigo, pero de verdad, muy honesto —Emilio se sentó en frente de Joaquín, su estómago hacía ruidos, de lo nervioso que se sentía.

—¿Qué pasa?

Emilio tomó las manos de Joaquín, agarro mucho aire y se preparó mentalmente para lo que su boca estaba apunto de soltar.

—¿Aún me amas, Joaquín? ¿Me amas como aquel día que aquí mismo lo confesaste? ¿Te sientes igual aún? ¿Estás... Estás enamorado de mí?

Joaquín se quedó perplejo, dentro de sí, estaba gritando sin poder escapar, ¿Debía ser honesto? Sinceramente ya ni si quiera se había detenido en pesar sobre ello. ¿Y si era una simple pregunta? ¿O una trampa piadosa?

Quiso hablar pero se atragantó, tosió un poco hacia la izquierda, su corazón no podía dejar de latir súper rápido, se sentía muy nervioso, la sangre se le había ido a los pies, y su estómago estaba revuelto.

—Emilio; jamás dejé de sentirme así, jamás dejé de hacerlo, sea quien fuese el que se cruzara en mí camino, lo que siento por ti es intocable, no se puede cambiar tan fácil —Joaquín agachó la cabeza y vió las manos de Emilio tomando las suyas con fuerza.

—Joaquín, me está dando taquicardia.

—¿Qué? ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?

—O sea... Solo, siente —Emilio colocó la mano de Joaquín en su corazón, que iba a la velocidad de la luz.

—¿Y por qué estás así? ¿Tan mal te sientes?

—De verdad que a veces tu inocencia sobre pasa niveles inimaginables. De verdad no sé si ésto éste bien pero no lo aguanto más.

—¿A qué te ref...? —Emilio se abalanzó contra Joaquín, tumbándolo a la cama y quedando sobre él, sus piernas se encajaron en el delgado torso del menor, cayó justo con las manos entrelazadas aún, vió a Joaquín por dos segundos, pensando si de verdad iba a hacerlo, y al tercer segundo se dijo a sí mismo, que se joda el mundo; y lo besó.

No despegó sus labios, no fue un beso duradero de esos apasionados, fue un beso dónde ambos tenían sus labios enganchados al otro, duraron juntos al rededor de cinco segundos, y después Emilio levantó su cara para ver la expresión de Joaquín, éste estaba rojo al límite, su cara era de shock total, no se lo podía creer, veía directamente a los ojos de Emilio, y no podía hablar, no le salían las palabras, muy apenas podía parpadear, se le fue el aliento, dejó de respirar y su corazón dió un vuelco sin retorno, empezó a latir un ritmo precipitado.

—¿Me... Me perdonas por el beso? —Emilio seguía sobre él, pero por la expresión de Gress, sintió que tal vez la había liado.

—Cállate.

—Lo... Lo lamento Joaco fue...

—Sólo cállate y bésame otra vez —Joaquín estaba serio y lleno de miedo por dentro.

Emilio lo vió, ambos con la misma mirada insegura, bajó de nuevo, y plantó sus labios en los del menor una vez más, ahora sí abrieron sus bocas, dándole paso a un beso lento, que duraría más que el anterior, Joaquín soltó las manos de Emilio y las colocó en sus rizos, Emilio se hizo pequeño con sus brazos, rodeó la cabeza de Joaquín y acarició el cabello del menor por igual; la mano derecha de Joaquín, bajó hasta la espalda de Emilio, siguieron su beso, hasta que se quedaron sin aire y separaron sus caras.

—No puedo creer lo que acaba de pasar —Joaquín seguía en shock.

—Tal vez deberíamos... Deberíamos dormir y... Mañana hablamos de ésto —Emilio estaba nervioso, pero no se arrepentía, se quitó las lágrimas de los ojos y se quitó de encima.

—S...sí —ambos se acomodaron de nuevo para dormir.

—Joaquín.

—¿Si?

—¿Puedes cuidarme mientras duermo...? O sea, solo... No me sueltes ¿Por favor?

—Claro... ¿Quieres que...? —Emilio se recostó un tanto debajo del nivel de Joaquín, para quedar a la altura de su cuello, se subió sobre el pecho del menor, y acurrucó su cabeza rizada debajo de su mandíbula —. Oh bueno.

—Buenas noches, Bondoni...

—Buenas noches Osorio... —Joaquín colocó su mano para acariciar el rostro de Emilio hasta que pudiera dormir, y rato después ambos estaban en brazos de morfeo.

—Te estoy detestando, ¿Qué está mal contigo? ¿Por qué nunca puedes quererte tal como eres? ¿Acaso me dejó porque de verdad me faltaba algo? ¿Estuvo bien besar a Joaquín? ¿Por qué lo hice? En un rato más despertará y tendremos que hablar de ello, no puedo decir la verdad, no estoy listo, no estoy listo —Emilio estaba llorando frente a su espejo, sus ojos estaban rojos, solo había podido dormir una hora, el reloj marcaba las cinco con quince, su estómago dolía, y no estaba muy cuerdo que digamos, su segundo nombre debería de ser dudas, y su apellido inseguridad en éstos momentos —. No sé que es ésta mezcla de emociones pero no la soporto... Te veo, te veo y no me gusta lo que mis ojos captan...

—¿Emilio? ¿Estás despierto? —Joaquín estaba medio dormido, susurrando y haciendo gestos para poder abrir sus ojos.

—Podría romperte la cara y así tener una excusa para no salir en un buen tiempo, dejar el teatro en pausa, podría simplemente acorralarme aquí... —Emilio se puso en guardia.

Joaquín lo escuchó y se sacó de onda, se sentó lentamente y vió que Emilio le hablaba a su espejo.

—No te tolero en éstos momentos, no te tolero... No te tolero —se escuchaba su llanto, y sin anticiparlo, tiró un golpe muy duro al espejo, rompiéndolo, y haciendo que su mano comenzara a sangrar, el estruendo fue casi nulo, pero suficiente para que Joaquín se percatara de inmediato.

Joaquín se levantó rápidamente, y corrió hacia Emilio, quién lloraba, pero no gritaba por el dolor que los vidrios le habían causado.

—¡Emilio!, Emilio, ¿Estás bien? Hey, ¿Te duele mucho? ¿Quieres ir al hospital? ¿Tienes un botiquín? —Joaquín se fue agachando con el cuerpo de Emilio que caía lentamente mientras éste se llenaba de lágrimas amargas.

—D-duele... hay un botiquín en el baño... —Emilio se agarraba la mano derecha con la izquierda y la presionaba contra su pecho.

Joaquín corrió al baño, sacó el botiquín, volvió al lugar, sacó el alcohol, el algodón y las gasas, limpió la herida de Emilio, y envolvió desde su muñeca hasta casi el final de sus dedos.

—¿La puedes mover? —Joaquín estaba muy preocupado.

—Sí... Creo que no está rota, solo es el golpe... Los vidrios...

—Yo limpio, solo, por favor recuéstate, no me tardo, ¿Tienes escoba y recogedor aquí arriba?

—En seguida del baño de afuera...

Joaquín fue sigilosamente por las herramientas necesarias, barrió los vidrios, los puso en el recogedor y los tiró en la basura, limpió la sangre con un trapo, bajó el espejo y lo volteó. Dejó las cosas en su lugar y enjuagó el trapo, llenando el lavabo blanco de rojo por unos segundos.

—¿Te duele mucho? ¿Quieres ir a qué te chequen?

—Joaco... Solo... No sé porque lo hice, solo quiero poder dormir sin sentirme demasiado mal...

—¿Funciona si te canto y te hago piojito? Puedo quedarme a vigilar que duermas, lo haré por ti.

—No debería molestarte, y es que de cualquier forma no evitaré sentirme mal...

—Tú solo tranquilo, no pienses en nada más que en dormir, ahorita no importa nada ni nadie, ¿Va? Al amanecer todo irá mejor, o podrás pensar en lo que quieras, pero necesitas descansar.

—Joaco por favor, dame mí celular.

El menor se lo pasó.

Después de unos segundos se lo regresó —No me dejes tocarlo, por favor, le quité la contraseña, ponle tu huella nada más, no quiero tocarlo, no quiero saber nada del mundo exterior.

—Pero... Y si alguien te habla y te necesita o si tu necesitas a alguien más...

—Todo lo que necesito ésta en ésta habitación, a todos los que necesito están en ésta habitación, en ésta casa, así que no te preocupes... Solo, apártalo de mí.

Joaquín colocó su huella, y dejó el celular en modo avión en el buró, no pensaba agarrarlo, solo debía mantenerlo lejos de Emilio.

—Duerme por favor —Joaquín dejó que Emilio recostara su cabeza sobre su regazo, mientras el permanecía sentado —. No haré ni una pregunta... No veré ni el camino... Tu me dices que puerta es la que lleva a la luna, yo me escapó contigo...

—Muchachos a almorzar —Niurka estaba tocando la puerta de la habitación.

—¡Vamos! —respondió Joaquín.

Emilio despertó con ese grito, se estremeció y se levantó —¿Qué hora... Qué hora es?

—Las once y media de la mañana —Joaquín bostezó.

—¿Pude dormir?

—Sí, por fin, ¿Te duele tu mano?

—No, solo, bueno, un poco —Emilio se talló los ojos y vió a Joaquín —. Joaco, ¿No dormiste?

—Es que pensé en hacerlo después que tú pero, preferí quedarme así para evitar cualquier cosa mala.

—Tus ojos... Ay no, perdón Joaco... Debí decirte directamente que no me cuidaras, te haz de estar muriendo de sueño.

—No, estoy bien, he tenido peores insomnios, creo que dormí como quince minutos, de repente.

—Tienes que dormir, comer algo, no sé qué cosa se deba hacer primero.

—Vamos abajo, tu mamá nos llamó a almorzar.

Ambos se levantaron de la cama, Joaquín se agarraba de los muebles y parpadeaba recurrentemente.

—¿Estás cansado verdad?

—Me repondré después de comer, no te preocupes...

—Joaquín, no te puedes ni sostener; en tu estado, no deberías no dormir, fue un error mío, ven, sube a mí espalda, yo te bajo a la primera planta, podrías caerte —Emilio cargó a Joaquín.

—¿Cómo vas a explicarles la venda en tu mano?

—Diré que estaba practicando anoche y me lastimé.

—¿Y tú espejo roto?

—Tropecé y me fui contra el espejo así que lo rompí.

—Bien.

—Hasta que se dignaron a levantarse —Niurka y los demás ya estaban sentados en la mesa.

Todos comieron tranquilamente, hasta que Romina hizo un comentario.

—Emilio —habló la pelirroja.

Éste solo levantó las cejas en forma de “¿Qué?”

—María ayer me mandó un mensaje muy raro, ¿Ustedes se pelearon?

Emilio dejó de comer a su ritmo, para hacerlo cada vez más lento, vió hacia la mesa, y no pudo pronunciar palabra.

—¿Sí? Su mensaje dice: “Tu familia siempre me cayó bien, pero el showsito de tu hermano ya se salió de la pantalla, dile que ojalá un día se de cuenta de que dejó algo real por algo ficticio.”

—Que pendejada —soltó Emilio.

—Bueno, puedo concordar en eso —secundó Niurka —. ¿Y por qué diría eso?

—Ya no somos novios, ¿Bien? Terminé con ella ayer, vino a la casa, discutimos, fin —Emilio mordió su taquito, y Joaquín solo permanecía en silencio.

—Ya decía yo, que ardida te salió, las otras ni pío soltaban en ésta casa —Romina guardó su celular.

—¿Todo bien bebé? ¿Te engañó o algo así? —preguntó Niurka.

—No; solo que ya no acepta mí trabajo, lo odia, y no puedo tolerar estar con alguien que rechaza lo que amo hacer, de esa forma, a tal punto de querer prohibirmelo.

—¿Te quería prohibir actuar? ¿Qué se creía? ¿Thanos? —Kiko rió.

—Amor... —Kimish lo calló.

—Es que mí hermanito es un actor, esa es su vida, ¿En qué cabeza cabe que lo va a abandonar por un simple capricho? Que puñetada —continuó Kiko.

—Bueno, creo que ya terminé, iré arriba con Joaquín, nos alistamos, y lo iré a dejar a su casa, ¿Va? —Emilio se levantó de la mesa.

Joaquín se comió su último taquito rápido, tomó agua y siguió a Emilio —Gracias por la comida, muchas gracias de verdad, estaba muy rico.

Ambos se bañaron, se cambiaron, Joaquín usó ropa de Emilio. Mientras Marcos se desenredaba el cabello, Joaquín se lavaba la cara.

—Emilio... ¿Te sientes algo mejor? —Joaquín se sentó en la cama.

—Sí, sé que el dolor está ahí pero... Haré todo por suprimirlo.

—¿Crees que estás bien, como para charlar?

A Emilio se le bajó la sangre a los pies, dentro de él, sabía a qué iba, y le aterraba, prefería saltar en paracaídas, que tener esa plática con Joaquín.

—¿Sobre qué? —Emilio terminó de peinarse, se sacudió la cabeza para darle volumen, y se sentó al lado de Joaquín.

—Sabes que voy directo al punto, y tal vez te pueda incomodar, pero créeme que me carcome más que a ti, no nada más porque quería cuidarte no dormí, también fue por sobre pensar todo... Desde el segundo uno en que te escuché decir lo que tanto anhelaba, quise preguntar otra cosa pero... No quise arruinar nada, tuve miedo de volver a... A ser... Tu sabes, pero con lo de... La noche... Emilio, ¿Me puedes aclarar de qué manera me amas?

—Como mí mejor amigo...

—Emilio, mírame, lo preguntaré una vez más. ¿Me puedes decir cómo me amas, que sientes, específicamente, que sientes por mí? —las palabras de Joaquín eran similares a las de aquella siniestra tarde de febrero.

—Aún no puedo aclararlo Joaquín...

—¿Sientes algo por mí? ¿Como pareja? ¿Es por eso que me besaste? ¿O fue por despecho? —Joaquín no se quedaba atrás en nerviosismo, estaba que se le salía el corazón.

—¿Estás preguntándome si me gustas? —Emilio apretó los dientes.

—Puede que sí —la voz de Joaquín temblaba.

—Han pasado tantas cosas Joaquín, algunas cosas que ni si quiera tu sabes —el menor lo vió extrañado —. Mientras dormías, estuvieron pasando cosas, que... Me pusieron a... Dudar.

—¿Me tocaste mientras dormía?

—¡No! ¡No, claro que no! Joaquín por Dios. Tu eres quien tomó la iniciativa, pensando que probablemente era Ricky Martín, Troye Sivan, no sé, tal vez sí me figurabas a mí... —Emilio tomó aire —. ¿Te acuerdas cuando te rompiste la pierna y me quedé a dormir contigo? —Joaquín asintió —Una de esas noches, estabas soñando cosas, saltabas de una situación a otra, y en una de ellas... De repente, me besaste, y yo me quedé perplejo, no supe que hacer, como reaccionar, me paralicé, me besaste pasionalmente, así que yo... Abrí mis labios, y te correspondí.

Joaquín estaba en trauma total, no movía su cara, muy apenas parpadeaba.

—Y... No fue solo una vez, ese día, me llené de dudas, de culpa, porque aún estaba con... Con, tu sabes, y fue un desborde de emociones, pero en esa semana, ocurrió lo mismo, de nuevo y de nuevo, tus besos... Se sentían... Y me provocaban cosas, que no había sentido antes, me sentí tan culpable que por eso decidí alejarme un poco luego de que presentaras el examen de admisión, no resistía el pesar, de qué había estado besándote, a espaldas de ella, y a espaldas tuyas, porque no fuiste consciente de esos besos, podría decirse que los tomé sin permiso, los robé, el primero fue por tu cuenta, los demás, yo los provoqué —agachó su cabeza, mientras Joaquín seguía atónito.

—No me molesta que me hayas “robado”, tal vez a ella le molestaría saber todo ésto.

—Ella no debe saber todo eso. Por una parte, a pesar de sus recientes malos tratos, no le quería reclamar justamente por eso, por la culpabilidad de mi parte de... Haber hecho eso. Me hiciste hundirme Bondoni.

—Emilio, tengo muchas preguntas, pero no quiero agobiarte tanto, sin embargo ¿Te molesta si...?

—Adelante, tu mereces respuestas, lo sé, y no estoy evadiendo la pregunta previa es sólo que... Estoy muy nervioso.

—Emilio, primero, todas tus dudas, todo aquello, sobre tus preguntas, las cosas que mencionas... ¿Cuáles eran exactamente tus dudas? ¿Sobre si... Eres bisexual? O algo así.

—Sí, sobre eso —Emilio seguía altamente nervioso.

—¿Y bien? ¿Te pudiste aclarar? Emilio, ¿Eres bisexual? —Joaquín lo miraba con unos ojos que querían comprenderlo, querían ayudarlo.

Emilio sintió como si le golpeara algo invisible, la sangre se le iba a la cabeza y luego a los pies, estaba casi que temblando.

—Yo, Joaquín; lloré bastantes veces, del estrés de no poder definirme, estuve aterrado por años, de qué alguien de mí mismo sexo sintiera algo por mí, pero no era repulsión, era miedo, miedo porque dentro de mí sabía, que podía llegar a caer en ello, en el encanto de un chico, alejé a tantas personas, por ese simple hecho, todo ésto, recuerdo que comenzó cuando estaba más pequeño, y tanto niños como niñas llamaban mí atención, pero todo se desató en mí pubertad, con mis amigos, fue muy raro, saber que Diego es bisexual, Adrián, con él jamás volví a tocar el tema sobre sus gustos. Roy y Diego Marín, ambos hetero, bien. Luego te conocí a ti, y a Nikolás, a quien ya tenía vagos recuerdos, que bueno, también es bisexual... Nunca creí que yo, me desarrollaría, así. Tuve tantas cosas borrosas, hasta que hablé con una psicóloga, estuvo horas escuchando mí historia, y concluyó algo que me dejó paralizado, no tan sorprendido, pero, estuve de acuerdo con su análisis, lo que dijo, tuvo mucho sentido. Yo ya había llegado a sentir cierta atracción hacia masculinos hace muchos años pero en pequeña cantidad, jamás me había enamorado o sentido algo tan real por un hombre, hasta... Bueno...

—¿Qué te dijo esa psicóloga? O sea, ¿Cuál fue su veredicto, de qué le hablaste?

—Joaquín, Joaquín Bondoni, soy... Soy bisexual, lo admito... ya no puedo mantenerlo más en las sombras, ella me explicó todo, y tiene razón, simplemente la tiene; me gustan las mujeres y los hombres —Emilio tenía sus ojos cerrados al decir todo ese diálogo, quiso comenzar a llorar, y trató de no tener una expectativa de la reacción de Joaquín.

—No sé que decir, verdaderamente, creo que estoy en shock.

—Es como si me quitara un peso de encima... Cómo si fuera más libre, lo había admitido para mí pero, no ante nadie más... Joaquín, ¿Estás bien con ello?

—Claro que sí, eres el mismo Emilio de siempre, ésto no va a cambiar nada, como tú me dijiste a mí; eres humano, y eres una de las personas que más me importan en el mundo. Estoy tan orgulloso de que pudieras decirlo, no para probarle nada a nadie, que te lo dijeras a ti mismo y por fin después de tantos años, te aceptaras. Aunque, eso me lleva a la otra pregunta, todas esas dudas, se despertaron a la hora de tener encuentros conmigo, y, no sé bien, cuál fue la razón para que hablaras con una psicóloga y te aclarara tu orientación pero... Emilio, ¿Yo soy ese “hasta” que no terminaste en la oración? Mejor, pregunto directo, ¿Qué sientes por mí, Emilio? Dime por favor, ¿Te gusto? ¿Yo soy quién te hizo darte cuenta de quién eres en verdad?

A Emilio siempre le costaba admitir mucho las cosas, aún más cuando se sentía demasiado nervioso.

—Sí; me gustas, Joaquín Bondoni, estoy perdidamente enamorado de ti y ya no puedo seguir fingiendo que no es así, siento amor, amor por ti. Sí, tu eres quien puso un punto y aparte.

Joaquín lo vió, su corazón latía muy rápido, empezó a hiperventilarse.

—¿Joaco? ¿Joaco, estás bien? —Emilio notó que algo andaba mal.

—Es la emoción repentina, solo, ¿Cómo se evita un desma... —se cayó hacia el piso pero Emilio detuvo su caída.

—¿Cómo? ¿Cómo te despierto? ¡Ahh!, Justo te confieso algo y te desmayas, sí deberíamos apellidarnos tragedia —Emilio tomó a Joaquín, lo acostó en el piso, comprobó que respirase y que tuviera pulso —. Joaco... Joaco, por favor que sea solo de emoción y que no tenga que llevarte al hospital de nuevo.

Joaquín abrió los ojos al minuto.

—¿Estás bien? ¿Es por la anemia? ¿Te traigo algo? —Marcos le ayudó a levantarse.

—No, no es por eso, se siente algo diferente, no me siento mal, solo fue literalmente, una emoción muy fuerte... —Joaquín tomó agua.

—Joaco, yo, no puedo creer que acabo de...

—Confesarte ante mí, sí, yo tampoco. Y si... Si sentías eso ¿Por qué aquel día...?

—Tenía miedo, no quería sentirlo, me negaba, pero, las cosas terminan explotando algún día, pensé en alejarte, ya te lo había dicho, con eso, para evitar mis dudas, y evitar hacerte cualquier daño, por estar con... María. Joaquín, tal vez ya lo sé, y lo mencionaste hace poco... pero, ¿Tú te sientes igual? ¿Te gusto? ¿Aún te gusto?

—Sí; Emilio Marcos, desde el minuto uno de conocerte hasta hoy, ese sentimiento jamás ha cambiado, quiera o no. Supongo que, ese “click” solo lo sientes una vez en la vida, contigo, para mí, fue así —Joaquín recuperaba su ritmo normal, muy apenas.

—Joaquín, te digo algo, desde ese primer beso contigo, tal vez ese fue mí desborde... Porque jamás había sentido algo similar en un beso, en una caricia, en una compañía, todo parece ser diferente contigo... Tal vez tú eres mí click, Bondoni...

—Siento que estoy soñando y que en cualquier momento va a sonar la alarma, y me voy a despertar en el día antes de tu ruptura...

—No estás soñando.

—¿Cómo puedo saberlo? Los sueños siempre se sienten muy reales.

—Te doy dos opciones para demostrar que no es un sueño, uno o dos.

—Dos.

Emilio se acercó a Joaquín, y le besó muy cerca de los labios.

—¿Cuál era la uno?

—Un pellizcón, pero eligieras la que eligieras, te iba a dar el beso.

—Emilio; parece que estoy volando entre nubes, de verdad, veo estrellas relucientes, y todo está en tonos tan cálidos.

—¿De cuál te fumaste o qué?

—¡Emilio!

—Es broma Gress; concuerdo contigo... A pesar de que me siento mal por lo de ayer, hay algo que ya no me deja decaer, siento solamente nervios, me siento ansioso y solo quiero, estar cerca tuyo.

—Emilio.

—¿Mande?

—¿Me permites besarte una vez más?

—Joaquín.

—¿Qué?

—¿Neta me lo preguntas? Tu házlo, mira, así —Emilio se acercó rápidamente a Joaquín, le tomó el lado izquierdo de la cara suavemente, y empujó sus labios ligeramente contra los de su compañero.

—Se sigue sintiendo como...

—Magia...

—Sí, magia...

—Debería dejarte en tu casa, tu mamá dijo que fuéramos al menos a comer con ella.

—Sí, lo sé, vamos.

Ambos bajaron, se subieron a la camioneta y colocaron música instrumental.

—Emilio —Joaquín se abrochó el cinturón de seguridad.

—Dime —arrancó, y se dirigió hacia la carretera.

—¿Cómo te sientes?

—¿Sobre lo de...?

—Sí.

—Me siento como si fuera libre por primera vez en años, siento alivio, siento poder respirar, siento percibir los detalles, por fin sentir el calor del sol con gusto, el aire me hace sentir feliz, siento como si volara, me siento... Vivo, dejé de solamente respirar, ahora de verdad me siento vivo. Porque ahora que tú lo sabes, créeme, no necesito nada más.

—¿No piensas decírselo a tus padres?

—No, no puedo; al menos, no aún, de verdad que... No. Pero, contigo es más que suficiente para sentirme bien, Joaquín, eres el ser más hermoso que haya pisado la tierra, la estrella más grande que mis ojos quieren admirar, eres por quién mi corazón late, la persona que me hace sentir feliz con tan solo mencionar su nombre...

—Vaya.

—¿Qué pasa?

—Sí te liberaste, ahora ya hasta eres poeta.

Emilio rió —Eres precioso por dentro y por fuera Gress, y nada ni nadie en éste mundo, me hará cambiar de opinión.

Se vieron unos instantes, después ambos dirigieron su mirada al frente, la música ponía un ambiente agradable, un ambiente cómodo.

Emilio puso la mano al lado de la palanca de cambios, Joaquín lo vió de reojo, y acercó la mano también, unos segundos después, Emilio puso su mano sobre la de Joaquín, y otros pocos segundos más después, entrelazaron las manos, las cuales encajaban a la perfección.

—Como si estuviéramos hechos a la medida para encajar... —mencionó Emilio.

—Lo estamos, Emilio, lo estamos —Joaquín suspiró y sonrió.

PREEEEGUNTA
¿Cómo la ven? ¿Valió la pena la espera para ésto?
Ven como sin un solo gramo de smut Elmo tiene a las perras alborotadas (es humor amigos, yo los tqm:3).

Vota y comenta porque POR FIN se confesaron el amor, el uno por el otro.

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