Capítulo 58; parte 2.
[Entendimos porqué los huracanes tienen nombres de personas].
Emilio volteó el cuerpo, y era un enmascarado de los que le estaban buscando.
Avanzó otros tres metros y se encontró a otro, a lo lejos veía dos más, siguió unas pisadas que no contenían sangre, y terminaban en un árbol.
—Psst —Joaquín estaba sobre éste —. Sube rápido, están por allá.
Emilio escaló a cómo pudo y llegó a dónde Joaquín.
—¿Qué les hiciste?
—Sé pelear, ¿Lo olvidas? Pero solo puedo hacerlo uno por uno, si dejaba que me encontraran me harían pedazos entre todos. He contado, podría haber más de ellos, pero no superan las diez personas. ¿Donde está María?
—En el contenedor, le dije que vendría a buscarte.
—Perdón.
—¿Por qu...?
—Por no decirte quien había sido el responsable, sí, fui egoísta porque tenía... Tengo tanto miedo de salir del clóset públicamente, no teníamos pruebas de nada, era casi imposible. Y yo, me sentía tan intimidado, por la amenaza y por la presencia de Rodrigo, ataca mí cabeza siempre que puede, sabe dónde vivo, tu ya experimentaste algo de eso conmigo. Estoy harto, pero no quiero ponerlo a prueba y tomar evidencias, porque algo puede salir mal...
—Joaquín, está bien yo, puedo comprender, tu sexualidad está a salvo con los que te queremos, María no dirá nada, no la dejaré hacerlo si eso quiere, por el momento me interesa huir de éste lugar... Y oye, ¿Qué les hiciste a aquellos?
—Solo los noqueé, tal vez la sangre es porque les rompí los labios al golpearlos.
—Hay que volver al contenedor por María y encontrar la forma de bajar para irnos, de ninguna forma quiero que les hagan daño a ustedes dos.
—Shh.
—¿Qué? —Joaquín le tapó la boca a Emilio, y vió que se aproximó una sombra.
Era otro encapuchado, no se veía otra figura a la par, así que Joaquín bajó un poco, y después se dejó caer con el codo en posición en el chico de abajo, dejándolo inconsciente.
—Baja, si no estoy equivocado, solo queda Rodrigo, tal vez alguien vigilando abajo, y ya —Joaquín le tendió la mano a Emilio para que bajase.
Emilio desmanteló al chico en el piso, le quitó su bate, y se lo colocó en el hombro, regresaron por dónde venían, Joaquín tomó el bate de otro de ellos.
Llegaron al contenedor.
—María... Somos nosotros, sal —habló Emilio.
—¿Se fueron? —la chica salió del contenedor.
—Aún quedan dos en pie, tenemos que irnos, conozco un camino, el de piedras que te dije, es algo peligroso porque puede haber animales pero es mejor que ser bateado por un maniático, vamos —Emilio y Joaquín iban delante, María iba tras ellos, voltearon hacia la izquierda y llegaron al estrecho camino de piedras, caminaron un metro y sabían que debían ir despacio ya que se escuchaban sus pisadas.
Cómo es colina abajo, sin protección, les costaba un poco no irse para en frente y rodar.
—¡Ay! —gritó María ahogadamente al caer a las piedras.
—¿Estás bien? —Emilio se detuvo a ayudarla.
—Es mí tobillo... De verdad cuando estoy con ustedes cosas malas pasan, solo, vámonos de aquí.
—Iremos muy lento... Sube a mí espalda —dijo Joaquín.
—¿Eh?
—Sube a mí espalda, puedo cargarte e ir más rápido, Emilio irá al frente con el bate ya que es el más fuerte, ¿Entiendes?
—No quiero subirme arriba de ti.
—¿Quieres que por ir lento nos escuchen y esos lunáticos vengan a golpearnos hasta la muerte? No, no quieres eso, entonces sube a mí espalda y larguémonos —Joaquín se agachó un poco.
María subió a regañadientes, así continuaron la travesía hasta llegar a la altura del restaurante.
—Puedo verlo, ahí hay uno de ellos vigilando, podemos salir por detrás de los arbustos, bajar las escaleras rápido e irnos —Emilio veía a lo lejos la linterna que cargaba el cómplice.
María bajó de la espalda de Joaquín unos minutos para poder gatear detrás de las figuras de ramas, así hasta que pudieron llegar a las escaleras. La señorita volvió a subir a la espalda de Joaquín, y bajaron rápidamente a toda velocidad.
—¿Qué pasará con nuestros teléfonos? —preguntó María al bajar el último escalón.
—Creo que ese niño Dustin te la jugó mal y aún así no quiso ser tan mala persona —Emilio señaló los tres móviles sobre el techo del auto.
Joaquín dejó a María en el asiento trasero.
—Hay que irnos ya —Joaquín subió al copiloto y cerró la puerta despacio.
—Cuando prenda el auto probablemente se avecinarán hacia acá, así que manejaré muy rápido, abróchense los cinturones —los tres se los colocaron.
Emilio encendió el auto, y dió reversa, efectivamente el supuesto vigilante se asomó y alcanzó a verlos, el rizado dió una vuelta veloz al volante y salió a toda prisa, bajando la colina en vueltas muy bruscas, al llegar a la calle normal aceleró demasiado.
—¿No podemos denunciarlos? —María se aferró a su cinturón.
—No tenemos pruebas de nada, no nos golpearon, no nos cortaron, nosotros fuimos quienes los herimos de alguna forma, bueno, yo, les dejé inconscientes, y no hubo ningún testigo —respondió Joaquín.
—Nos pusieron bolsas en la cabeza, nos amordazaron, nos iban a hacer daño, ¿De verdad no podemos hacer nada? —insistía María.
—El mundo de la corrupción es enorme y lamentablemente... La justicia no puede actuar si no se tiene algo que valide lo sucedido... Concuerdo con Joaquín, sería en vano intentar algo —Emilio seguía conduciendo.
—¿Qué haremos con mí tobillo?
—Dejaré a Joaquín en su casa, después pasamos al módulo a qué te examinen, y regresamos a casa ¿Vale? —a Emilio se le notaba algo inconforme con la situación, algo lleno de rabia.
—No puedo creer que casi nos matan por tu culpa —María rodó los ojos.
—¿Perdón? —Joaquín contestó.
—Es tú culpa, nosotros veníamos a cenar tranquilamente, no queríamos problemas con nadie. Y terminaron secuestrándonos para matarnos. Siempre que estás presente hay problemas, siempre que estás presente algo sale mal, algo le pasa a Emilio, algo me pasa a mí etc. Tú eres un imán de cosas malas —María tenía la boca muy suelta.
—María, discúlpate por lo que acabas de decir —Emilio disminuyó la velocidad al entrar a carretera.
—No me pienso disculpar, porque estoy diciendo la verdad, ¿Te apellidas Bondoni? Deberías apellidarte tragedia. Y todas las cosas que te pasan, ¿Sabes por qué es? Por tu sexualidad, si no fueras gay, ese loco no te odiaría, si no fueras gay ese tal Gizén no te hubiera persuadido para acercarse a Emilio, ¡Si no fueras gay...!
—¡BASTA! ¡CÁLLATE! —Emilio orilló el auto de golpe —. ¿Te estás escuchando? ¿Piensas lo que estás diciendo? Tú no eres así ¿Dónde dejaste a la María que no discrimina a nadie? ¿Dónde? No la veo. ¿Estás procesando lo que hablas? ¡Joaquín nos salvó la vida allá arriba! El noqueó a cinco tipos sin ayuda, él me llevó para volver por ti, por Dios, te cargó como un kilómetro en su espalda porque no podías caminar, ¿Y todavía le reclamas? No es su culpa que haya gente tan IMBÉCIL que crea que ser gay es malo, tampoco es su culpa que un lunático estuviera detrás mío, basta, si no vas a decir algo inteligente, mejor no digas nada —Emilio explotó, tomó aire y se acomodó el cabello hacia atrás con ambas manos.
—No puedo creer como me acabas de hablar —María comenzó a llorar.
—Tú le dijiste cosas peores a Joaquín, ¿Crees que es bonito lo que le gritaste? Discúlpate.
—No.
—Discúlpate María.
—No tiene porqué hacerlo si no lo siente —susurró Joaquín —. Puedo entender que diga todo eso, sí, siempre que estoy yo, se origina algún problema, sí, soy un desastre muy grande, es mí culpa que hayan tenido que pasar por eso. Lo lamento —Joaquín se quitó una pequeña lágrima que salía de su ojo izquierdo rápidamente.
—No, no llores, Joaquín...
—Será mejor que me vaya por mí cuenta, llévala a checar, puede tornarse grave si no se arregla —el menor abrió la puerta del auto.
—¡No! No voy a dejar que te vayas solo, ¿En qué piensas volver? No hay camiones, no hay nadie, Joaquín, cierra la puerta.
—Y todavía le dices a ÉL que no llore y que no se vaya, ¡Tu novia soy yo! —María se hundía en lágrimas.
—Tiene razón —Joaquín se desabrochó el cinturón de seguridad —. Le llamaré a mí mamá, le diré que Dustin tuvo una emergencia y que no me pudo regresar a casa —se bajó del auto.
—Joaquín —Emilio se desabrochó el cinturón y salió del auto para ir tras él.
—¡Eres un idiota! —María le gritó a Emilio al ver qué éste iba tras Joaquín, sin prestarle la suficiente atención a ella.
Joaquín caminó unos dos metros antes de que Emilio se le tirara encima.
—¿Qué haces? —Joaquín trataba de liberarse de los brazos de su compañero.
—No voy a dejarte aquí solo, en plena madrugada, a tu suerte. Vas a volver conmigo en el auto, y te dejaré en la puerta de tu casa —Emilio no soltaba al menor.
—Emilio mírame —éste obedeció, y bajo la tenue luz de un poste, Marcos pudo notar como las lágrimas se desbordaban de los ojos de Joaquín —. Ella tiene razón; ella es tu novia, ella dijo las cosas claras, si no fuera gay no me pasarían tantas cosas malas, tiene sentido... ¿Recuerdas aquel mal día, en el que intenté saltar de un edificio? Bueno, todas las malas emociones que pasé en esos momentos, el grado al que tuve que llegar para convencerme de que yo ya no podía estar en éste mundo, ¿Te acuerdas un poquito de como te dije que me sentí? Bien, me estoy sintiendo así ahorita mismo. Y me quiero ir a mí casa antes de que la tristeza me consuma y yo cometa una estupidez, o me arrepienta de haberme resistido a ese batazo en la cabeza. Quiero llorar en privado, y quiero alejarme de ella, no te critico si tú la ves diferente o como la princesa de equis cuento; pero yo, te voy a ser sincero, esa de ahí, es una idiota de primera clase que no sabe medir sus palabras. Allá tú si mañana ya no me quieres hablar por insultar a tu novia, pero ella no solo me insultó, me discriminó por quién soy, y no lo tolero, porque es mí talón de Aquiles y tú lo sabes, anda a tomar por culo si piensas que seguiré siendo amable con ella después de que sea una mal agradecida. Simplemente no le hablaré más, así que por favor déjame aquí, y vete con ella para que le hagan una revisión, y puedan volver a casa —Joaquín estaba rojo y con las mejillas empapadas.
—No voy a dejar de hablarte, concuerdo contigo, se portó como una idiota. Pero no dejes que sus palabras te afecten, ella no te da de comer, ella no te mantiene, ella no te conoce, simplemente deja que sus palabras se te resbalen, Joaquín, jamás pienses que lo que ella dijo es verdad, porque no lo es, no eres lo que ella dice, es mí novia lo sé, pero no soy ciego, ni sordo, escuché muy bien las barbaridades que te dijo. Y me sorprende que después de eso aún te preocupes por su salud, no eres tú sin seguir dándole importancia a la gente que te hirió, ¿Verdad? Joaquín, vuelve a casa conmigo, no tienes que hablarle, solamente... No puedo dejarte aquí en medio de la oscuridad, esos idiotas podrían estar viniendo hacia acá. Por favor... Tampoco quiero que cometas una idiotez, y por favor NO te arrepientas de haber escapado de ahí. Tengo que dejarte en tu casa, que le pongas seguridad a todo, y que duermas un poco, tuviste una noche muy larga, igual que nosotros —Emilio quería mantener a los dos en buen estado, aunque no estuviera para nada de acuerdo con lo que dijo María, y aunque no supiera como evitar que Joaquín se sintiera mal.
María tocó el claxon —Quiero irme a mí casa.
—Por favor... —Emilio le tendió la mano a Joaquín, y éste la tomó.
Subieron al auto.
—No voy a quedarme contigo, déjame en mí casa, no me lleves al módulo, mí papá es doctor, le diré que tropecé en un escalón, quiero bajarme lo antes posible de éste auto —María se había limpiado las lágrimas, y había cruzado los brazos.
—Bien —Emilio condujo hasta la casa de María que era la más cercana, y la dejó en ella —. Te... Te veo mañ...
—Adiós, me regreso a Canadá mañana, así que no, cuídense —se despidió hipócritamente con su mano y una sonrisa falsa, y entró a su condominio.
Emilio arrancó el auto y se dirigió a casa de Joaquín.
—Lo lamento.
—¿Por qué?
—Por haber hecho que se molestara contigo.
—No, no lo sientas, tú no hiciste nada, a veces creo que ya no le agradan muchas cosas que tengan que ver conmigo. Se queja de mí trabajo ahora, me reclama porque estoy en ensayos... Y bueno, ahora se comportó como una altanera. Ella no es así, ella, no era así.
—Las personas cambian... A veces nos enamoramos de los recuerdos, de como le conocimos, sin pensar o preguntarnos ¿Estoy enamorado de quién era o de quién es? Nos aferramos a creer que esa imagen antigua de esa persona sigue viva, cuando simplemente no es así —Joaquín se sentía cansado, adolorido.
—Todo lo que dijiste es muy cierto.
—Y tú, ¿Estás enamorado de quién era, o de quién es?
Emilio se quedó callado viendo el camino, no sabía que responder, nadie más que Joaquín escucharía, así que no importaba mucho si decía lo que de verdad sentía.
—Creo que estoy enamorado de quién era... De esa niña que me quería por lo que soy, por como la trato, esa niña que era tan tierna, que ni si quiera decía malas palabras en mí presencia, ella me trataba como una persona normal, dejaba afuera todo el lado de la fama... Ella, simplemente se transformó en algo que no me agrada.
—¿Te ha hecho sentir mal?
—Sí, te digo que ahora se queja de mí trabajo, sé que al fandom no le agrada, sé que le dicen cosas muy feas, y puedo entender que le moleste muchísimo, pero al grado de reclamarme a mí por ello, de decirme que debería dejar de seguir con el proyecto... A veces miento cuando me preguntan sobre ella, sobre qué opina de mí trabajo, sobre si me apoya o no. Pero tolero ese aspecto, hasta cierto punto, lo que no aguanto, es que sea una persona prepotente, como lo fue ahorita contigo, ha tratado mal a personas frente a mí, pero a ti, se cruzó una línea muy peligrosa, mis amigos, mí familia, eso no puede ser tolerado.
—¿Eres feliz, Emilio?
—Tengo días buenos y malos...
—No, no. ¿Eres feliz con ella? ¿Te hace feliz? ¿Te hace olvidarte del mundo exterior?
Emilio se quedó pensando deteniéndose en un semáforo. Todas esas preguntas que jamás se hacía por miedo a la respuesta estaban saliendo de la boca de Joaquín y debía darle una respuesta.
—No sé, Joaquín.
El menor entonces supo que la respuesta era no, cuando alguien te hace feliz no hay respuesta negativa, solamente dices, pues claro, y ya está. Pero dudar ante ello, ante la felicidad que alguien te produce, significa que no lo hace bien o no lo hace completo, inclusive que ni si quiera lo aporta.
—Dime, ¿Cómo sabes cuándo alguien ya no te gusta más? —Emilio puso música suave en el estéreo.
—Puedo hacerte unas pocas preguntas, que si te las respondes tu mismo, puedes darte cuenta.
—Adelante.
—¿Te haces el ocupado, para a veces no hablarle?
—Siempre ando corriendo, pero la verdad cuando tengo ratos libres, sí, lo he hecho.
—Cuando ella te pide hacer una llamada, en vez de aceptar sin más le dices ¿“Yo te aviso”?
—A veces, sí.
—¿Hablas con ella, o solo le respondes?
Emilio no respondió.
—¿Te sientes cómodo al contarle tu día, tus problemas, etc?
—No, ya no, la mayoría de cosas prefiero evadirlas porque sé la cara que pondrá y quiero evitarla. Mis últimos días tienen que ver contigo y bueno... Ya sabes.
—¿Te hace sentir seguro de ti mismo? ¿O solo te remarca lo que haces mal, lo que te falta?
Emilio una vez más no respondió.
—¿Piensas en ella todo el día, ocupa tu cabeza en las noches, es tu último y primer pensamiento?
—No... Ya no.
—Al besarla, abrazarla, tocarla, ¿Sientes algo, al menos paz? O ya es como abrazar a cualquier persona.
Emilio comenzó a tener los ojos cristalizados.
—No necesitas responderme a mí, con que lo hagas dentro de ti es suficiente.
—¿Quieres un café? Voy a llegar al OXXO por uno...
—Estoy bien, gracias, te espero.
Emilio bajó en el OXXO, compró un café, dos donas y volvió al auto.
—Joaquín...
—¿Dime?
—¿Puedo quedarme en tu casa? No, no quiero ir a la mía... Por favor.
—No creo que sea muy buena idea...
—Joaco, por favor, sé que ya estuve una semana contigo pero, por favor —Emilio veía a Joaquín con una tristeza enorme.
—Está bien, le diré a mí mamá que nos encontramos casualmente en el restaurante, que Dustin tuvo que irse y que me trajiste de vuelta.
—¿Cómo explicaremos la hora? Yo dije que si no regresaba es porque me quedaría con María en su casa. Pero ¿Y tú?
—Tengo llamadas perdidas de mí mamá. Entonces... Le diré que sí venía de regreso con Dustin pero que se descompuso el carro en la carretera, entonces te marqué para que fueras a ayudarnos, que estuvieron checando el carro y al final Dustin me dijo que mejor me fuera contigo, que vendrían por el y el auto lo movían mañana, que por la hora mejor te quedarás aquí —Joaquín escribía todo eso en un mensaje para su mamá, y luego presionó enviar.
—Le has tenido que mentir mucho a Elizabeth.
—Lo sé, mí mamá no se merece eso, pero no tengo de otra.
—Te traje una dona —Emilio se la ofreció.
—Gracias.
—Joaquín, ¿Cómo te sientes?
—Si lo preguntas por lo de hace rato, está bien, entiendo que habrá comentarios como el de María toda mí vida, sí, en el momento quise salir huyendo del auto y correr lejos para llorar, pero en éste momento estoy calmado, controlándome, sé que no debo hacerme daño, es solo que... Las palabras hieren, hieren mucho, inclusive más que los golpes.
—No creí que María podría comportarse tan altiva con las personas, podría ser a veces desagradable o grosera, pero llegar a insultar o discriminar de esa forma... No le hicieron falta malas palabras para sonar tan... Patética.
—Wow.
—¿Qué?
—Acabas de llamar a tu novia altiva, desagradable y patética, esa no la veía venir de ti en una forma tan directa e intencionada.
—Lo sé, yo tampoco.
Siguió conduciendo hasta la casa de Joaquín, estacionó, ambos se sacudieron la ropa, guardaron los bates debajo del asiento trasero, subieron las escaleras del porche, abrieron la puerta levemente y subieron las escaleras.
—Vengan acá —pidió Elizabeth en voz baja.
Ambos se acercaron a la puerta de la habitación, sin hacer mucho ruido ya que la abuelita de Joaquín estaba dormida.
—¿Está todo bien? ¿No les pasó nada verdad?
—No, solo el auto de Dustin, no sé qué falló si llegamos muy bien al restaurante, lo bueno es que Emilio no andaba lejos, y pudo acudir conmigo. ¿Se puede quedar a dormir? Por la hora digo.
—Han salido más tarde, no me trates de ver la cara —los vió con ojos de chinito —. Solamente dime qué se quiere quedar aquí, sabes que es su casa también, andenle, váyanse al cuarto, se ponen una pijama y a dormir, que ya es tarde —Elizabeth cerró la puerta de su habitación.
—Tu mamá me ama —Emilio cerró la puerta del cuarto de Joaquín.
—Lo sé.
—Me puedo dormir con ésta ropa, no hay problema —dijo Emilio cuando Joaquín le tendió una pijama.
—Cállate menso, no te vas a dormir con camisa y pantalón formal, es muy incómodo, anda, póntela —Joaquín le soltó la pijama en las manos, tomó la suya, se metió al baño y se cambió.
Se lavó los dientes, se lavó la cara y la secó, después salió del baño y Emilio estaba de su lado de la cama, sin camisa.
—Hace calor, decidí que era mejor sin playera —el mayor sonrió tiernamente.
—Pondré el clima de todas formas.
—Buenas noches —Emilio se volteó boca abajo y cerró sus ojos.
—Buenas noches —Joaquín puso el aire acondicionado, se tapó hasta la cintura, se puso de lado y cerró sus ojos.
Emilio no podía dormir, el tiempo en el reloj de Bondoni parecía transcurrir ante sus ojos, y él, ni una pizca de poder soltar su mente para desvanecerse.
—Joaquín.
—Paleta payaso de rodeo...
—No he podido dejar de pensar en tus preguntas, todas indican una respuesta negativa, algo que no quiero escuchar, algo que evito a toda costa... Joaco tengo miedo, tal vez me equivoqué con ella, tal vez no es para mí y simplemente no encajamos —Emilio se puso de frente a frente con Joaquín —. Sólo, tienes razón, tal vez yo no... Tal vez yo me enamoré de quién era, y su verdadero yo actual, ya no me atrae.
—Ratón con pistola...
—A veces solo quiero volver a esos viejos tiempos, dónde ella verdaderamente me podía alegrar el día con un mensaje, ahora hasta prefiero tener su conversación vacía, ya que no hay nada interesante, no hay algo que me ponga alegre, no...
—Jugo de tachuelas...
—Tal vez ya no la amo; tal vez ya no quiero que esté conmigo, tal vez simplemente, debería terminar con ella —Emilio abrió los ojos para ver de cerca a Joaquín —. Pero sabes, aún no te he podido decir la verdad, aún no sabes que soy bisexual, aún no sabes que estoy enamorado de ti, aún no sabes que quien ocupa mí cabeza eres tú, honestamente, será mejor que no lo sepas, ya que tengo miedo de lastimarte más, de cagarla, tengo miedo de no ser suficiente para ti, ya que te mereces el cielo y yo parezco ser solo un cometa en órbita. Quiero sentir amor otra vez, quiero un sentimiento fuerte que me haga sentir vivo, ya no quiero una rutina.
—Televisión de fresa.
—Quiero besarte Joaquín, pero no tengo los suficientes para hacerlo, al menos no si tú estás consciente, no puedo, serían dos bombas a la vez y yo no estoy listo. ¡Joder! Dije que no lo haría de nuevo, pero tú eres una tentación irresistible, Joaquín por favor no despiertes —Emilio besó los labios de Joaquín, sintiendo una explosión de emociones conjuntas, una sensación que le hacía sentir el estómago revuelto, el corazón le brincaba y le faltaba el aire para contener su gran emoción interna —. Con qué así se debe de sentir... Joaquín, me estoy volviendo loco por ti, y tú ni si quiera tienes idea.
12 de abril del 2019.
—¡Felicitaciones a Aristemo! ¡Por marcar sus huellas en la plaza de las estrellas! —el presentador hacía al público gritar enormemente.
Ambos bajaron las pequeñas escaleras y la prensa los acorraló en un espacio muy pequeño, Emilio abrazó a Joaquín ya que su claustrofobia no ayudaba mucho, pero debía calmarse para poder responder las preguntas de los entrevistadores.
Aquella noche, transcurrió normal, al día siguiente Emilio se fue a su casa, no habló mucho con María, y éstas últimas dos semanas y cacho, estaban teniendo problemas, pero arreglándolos por encima para no estar mal entre ellos dos.
Joaquín había aprobado todos sus exámenes con excelentes calificaciones, Dustin fue transferido de escuela, no volvió a aparecer en el instituto, Rodrigo no pareció dar rastro de estar presente, parecía esconderse, tal demostraba que no tenía mucha idea de lo que había pasado en esa colina, más que Joaquín había derrumbado a sus cómplices, y habían escapado.
En la entrevista Emilio habló sobre el proyecto, sobre su avance, y sobre como iban trabajando en ello, habló del demo, de qué el fandom es una familia, sobre las críticas etc. Pero antes de salir de la entrevista, la gran pregunta cayó rápidamente sobre Emilio.
—Emilio, ¿Qué dice tu novia? Por ahí dijeron que no estaba tan de acuerdo con el papel en la novela, ¿Qué dice? —preguntó una muchacha.
—Eh, no, claro que no, mí novia acepta, si no no estuviera conmigo... si ella no entendiera mí trabajo no estaría conmigo... Muchas gracias.
Salieron del lugar, se los llevaron en la camioneta, y los dejaron en casa de Emilio.
—Bueno, eso estuvo muy muy genial —Emilio cerró la puerta de su habitación —. ¿Quieres ver algo o jugamos videojuegos?
—De hecho quería hablar de algo.
—Claro, dime.
—Emilio, ¿Alguna vez has sentido que tienes miedo de quién eres? O bueno, ¿De qué por quién eres las demás personas te vayan a criticar?
—La verdad no, mí mamá desde pequeño me enseñó que las críticas destructivas no importan, que debo seguir adelante, siempre siendo fiel a quien soy, sin dejar que alguien o algo me cambie, que me modifique.
—Es que la verdad, he pensado sobre mí sexualidad todos éstos días. Hay veces en que simplemente ya no quiero ocultarlo más, ya no quiero estar en las sombras, en el clóset, solo quiero poder tratarlo como algo muy normal. Pero hay días en que prefiero que nadie sepa nada porque me da miedo el como reaccionen, si su manera de tratarme cambia, o si muchos empiezan a verme raro o aborrecerme, ni si quiera muestro mí verdadero yo, me hago el tímido, el invisible, porque mí verdadero yo es demasiado extrovertido, sale mí lado radiante y explota en mil colores... La neta me siento mal de no poder ser quién soy...
—Joaco, creo que todos tenemos miedo de eso alguna vez, bueno, yo me he tenido que regular con mí lenguaje, ya que yo estoy acostumbrado a ciertas palabrotas y bueno, también, no sé, a veces oculto ciertos lados de mí. Puedo decir que te entiendo —y verdaderamente lo hacía, pero no quería decirle su secreto todavía.
—Mary, ¿Está en su cuarto? —María se coló a la casa de Emilio, y llegó sin que éste supiera, quería disculparse, y arreglar las cosas de raíz, quería darle una sorpresa.
—Sí señorita —le respondió Mary.
—Emilio, solo, a veces quisiera ser normal.
—¿Normal? Joaquín por favor, normal es aburrido, tú no eres normal, eres extraordinario, tienes muchas cosas que te hacen único, y que te hacen resaltar sobre los demás.
—Puede ser pero, ¿Te imaginas que fácil si no tuviera problemas de identidad? Si tan solo fuera, heterosexual, como tú, y ya está. Yo, últimamente me siento apagado, y me desprecio a mí mismo.
—Deja de decir bobadas, tú eres quien debes ser, no cambies, no vale la pena, ven aquí —. Emilio abrazó a Joaquín y éste se acurrucó en su cuello —. No te sientas menos que los demás, no intentes ponerte una máscara para lucir diferente, sé tú, y se acabó.
María entró a la habitación sin avisar, y los vió a ambos abrazados —¿¡Qué hacen?!
Ambos se soltaron al instante.
—Pregunté, ¿Qué hacen? ¿Por qué lo abrazas?
—Era un simple abrazo —respondió Joaquín.
—Estábamos hablando de cosas privadas y frágiles para Joaquín, el necesitaba un abrazo, yo se lo dí, fin —explicó Emilio.
—No te creo nada, ¿Cómo puedes abrazarlo? Sabes bien que para él no significa solamente un abrazo.
—¿Cómo? —Joaquín estaba listo para dejar la cabeza en alto.
—Sí, para un gay como tú, no creo que abrazar a un chico sea solo eso —María parecía más que molesta, frustrada.
—Hey, tranquila —Emilio se interpuso.
—Quiero que se vaya, quiero que no lo veas más a solas, podría hacerte cualquier cosa —María puso sus manos en su cintura —. Los jotos aprovechan siempre —dijo entre dientes apenas audible.
—¿Qué dijiste? —Joaquín se mantenía firme.
—Que los jotos siempre aprovechan de todo, deja de hacerte el que no sabes, se nota que te gusta mí novio, se nota, simplemente consíguete el tuyo ¿No?, Al cabo para ustedes es como cambiar de ropa interior.
—Detente —pidió Emilio.
—Estás equivocada en todo lo que dices, somos como cualquier otra persona, nos enamoramos dependiendo nuestra persona, no nuestra sexualidad. ¿No te cabe en la cabeza? De verdad, no pienso dejar que tus comentarios me hieran una vez más. No necesito escuchar de alguien que no se siente suficiente y por eso tiene miedo de que alguien más le quite lo que cree que es suyo, no necesito que intentes hacerte crecer haciéndome bajar a mí, porque eso no va a pasar. Por favor, empieza a quererte, a valorarte y a ser segura de ti, que sí alguna vez alguien te deja, no creas que es porque le gusta alguien más, sino, porque se dió cuenta de todo lo que te falta a ti.
—Eres un homosexual odioso, deberías largarte a besarte con el primero que te encuentres, porque así son todos. Joto asqueroso.
—¡A Joaquín no le faltes el respeto! ¡Déjalo en paz! —Emilio explotó —. En primera ser gay no tiene nada de malo, ¿Qué sucede contigo? Dijiste que no eras homofóbica, no concuerda mucho.
—¡Pues ya, es muy cercano a ti! Seguramente te contagió, sabía que no debía acceder a qué hicieras ese estúpido papel —María explotó a la par.
Emilio estaba en medio de Joaquín y María —No es contagioso, no puede ser que seas tan tonta. Y si no lo hubieras aceptado, igual lo hubiera hecho, tú no riges mí vida, no la controlas.
—¿Podrías por favor correr a éste, y hablar conmigo a solas?
—Éste tiene su nombre, está involucrado, lo que tú y yo hablemos, el tiene derecho a escuchar.
—Pues bien, o dejas de hacer éste proyecto, con ese niño, o me voy, porque ya me harté de que siempre estés ocupado, y que casualmente sea con él —María actuaba muy impulsiva.
—No puedo dejar mí trabajo.
—Al menos deja que acabe el musical, y puede quedarse contigo... —habló Joaquín, bajito.
—No Joaco, si ella no me quiere mientras hago ésto... Mientras lucho por libertad, por amor, por aceptación, por felicidad, entonces...
—¿¡Entonces qué?! ¿Vas a dejarme? No creo que puedas. ¿Quién más va a quererte? Tus fans no cuentan, estás solo Emilio, lo sabes, sin fans, tú no tienes a nadie, ¿Quién crees que puede darte un amor como el que yo te doy?
—Yo, yo puedo dárselo —habló Joaquín, seguro de sí.
—¿Tú? ¡JA! Emilio no es gay, le das asco sabes, solo te tolera por el trabajo y el dinero que le dejas.
—¡No es así! ¡No estés inventando cosas! Yo sí quiero a Joaquín, como un amigo real, como un gran compañero.
—Tú lo has dicho, amigo —María rodó los ojos.
Emilio no pudo contener la rabia, gruñó y gritó en un mismo sonido —¡¿Y si fuera como algo más qué?!
—¿Eh? —dijeron Joaquín y María al mismo tiempo.
—Sí, ya me harté de que no quieras apoyar mí trabajo, de qué cada día tu mente se cierre más, de qué cada minuto, la María que yo conocía desaparece.
—¿Qué estás tratando de decirme? ¿Estás terminándome? ¡No lo lograrás sin mí! ¡Me amas!
—¡Ya no! ¿¡Bien?! ¡Ya no!, Tú forma de ser, se volvió... Asquerosa.
—¿Es por éste joto? ¿Él te hizo decir todo ésto? —María estaba shockeada.
—Dije que no le faltes el respeto —Emilio estaba ardiendo en coraje.
—¿¡Por qué lo defiendes tanto?!
—¡Porque lo amo! —Emilio soltó ese grito que hasta se quedó sin aire —. Lo amo, y no toleraré que le hagas más daño, ni a él, ni a mí.
—Así que ya te convirtió, ¿Eres gay acaso?
—No, gay no, y si así fuera, ¿Te afecta? Porque tu y yo ya no tenemos nada que ver.
—Me das asco.
—Terninamos, María, simplemente terminamos.
—¿Es neta? ¡¿Me vas a cambiar por éste pendejo?!
—¡No te quiero escuchar más! ¡Vete de mí casa! ¡Y no me vuelvas a buscar! Solo... Vete, por favor —Emilio contenía las lágrimas.
—Bien, espero que sean unos maricones felices por siempre, como si eso pudiera pasar —María salió corriendo y llorando, bajó las escaleras, azotó la puerta principal y después se fue en su auto.
—¿Es... Estás? —Joaquín se puso frente a Emilio.
—Solo abrázame por favor —Emilio se colgó de Joaquín, llorando, le dolía tanto, ya que la amó, claro que sí, y sin darse cuenta toda esa fantasía, ese engaño se disolvió en minutos, su mundo se desmoronaba, aunque hubiese perdido a alguien que no valía la pena. Sabía que él también tenía culpa, sabía que no debió besar a Joaquín tampoco, pero simplemente, en éste momento, se sentía tan vulnerable como un cachorro recién nacido, sentía que su corazón dolía, su cuerpo pesaba, y sus ojos no podían contenerse —. No te vayas, solo no te vayas, Joaquín te necesito aquí, ahorita más que nunca solo... No te vayas.
—No me pienso ir —se sentaron en la cama, Emilo siguió llorando en Joaquín —. Achernar Emilio, hasta que mí corazón deje de latir, y mí alma se pierda para siempre.
PREEEEGUNTA:
¿Se lo esperaban? :0
¡Sí llegamos a 120k, gracias!
Vota y comenta porque son las 3:00 a.m. y mañana tengo una conferencia temprano, pero me quedé a escribir ésto por ustedes ¡Amén!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top